El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 64

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


Eli sonrió con alegría como un ángel muy inocente. Su voz sonó melodiosa y alegre mientras continuaba.

—Arrojala al fuego y veámosla morir. Así es como prosperaremos.

El marqués parpadeó despacio, luchando con claridad por comprender lo que Eli quería decir.

—Piénsalo, padre. ¿Dónde se torció todo? ¿Cuándo empezó todo esto? Todo se remonta al momento en que esa zorra sobrevivió al ritual de sacrificio.

Eli sonrió. Sí, fue entonces cuando las cosas empezaron a torcerse. Se suponía que debía morir por mí, pero no lo hizo. Nació para ser asesinada, pero de algún modo escapó de su destino y me lo arruinó todo. Es hora de que lo arregle todo, como debería haber sido.

—Todo lo que tenemos que hacer es hacerlo de nuevo y hacerlo bien esta vez. Tírala al fuego, y la magia vendrá a mí, ¡y puff! No más Leslie. ¿No suena maravilloso?

Se acabaron los problemas y todo volverá a ser como debía ser. En efecto, sonaba fantástico.

—Y cuando me convierta en la única y más grande maga negra del Imperio, negociaré con el Emperador para nuestra Casa.

Eli podía imaginárselo todo. Ella, con la magia negra más poderosa del siglo, convirtiéndose en el bien más preciado del Imperio. Todos la alabarían y adorarían. Como Leslie nunca se identificó como tal, esta era la oportunidad perfecta para Eli.

Su sonrisa se hizo más profunda y hermosa, una que derretiría el corazón de cualquier hombre.

—¡Yo restauraré la gloria que merecemos! Haré un juramento de lealtad al Emperador, y él se conmoverá. Entonces, me casará con el Príncipe Arlendo sin dudarlo. Seremos gloriosos, y nadie cuestionará nuestro ascenso. Seré el manantial, la fuente de la vida, para la Casa Sperado.

Fuimos tontos, padre. Nunca debimos esperar medio año para hacer otro sacrificio cuando sobrevivió al fuego. Por supuesto, fuera del tiempo establecido, la transferencia de poder será pequeña, pero aún así era una apuesta más segura matarla de inmediato.

Además, sus poderes son enormes.

Eli frunció el ceño al recordar la primera vez que vio la magia de Leslie. Era mucho más grande, incomparable a sus propios poderes. Esa fue la primera vez que se sintió derrotada por Leslie.

Da igual. Pronto será mía de todos modos.

Aunque solo me transfieran partes, seguiré siendo la maga negra más poderosa del continente. Única y especial. Me encanta cómo suena eso.

Eli repitió sus palabras una y otra vez en voz baja. La hermosa y poderosa maga negra Eli Darren Sperado.

El ego de Eli se hinchó como si ya fuera la única maga negra del continente.

—Y cuando restaure la Casa, mi madre también volverá con nosotros.

—Pero, cómo…

A pesar de esta empapado de agua helada y agua de fregona, el marqués tartamudeaba y arrastraba las palabras. Aunque su mente se estaba aclarando, su cuerpo no estaba ni mucho menos sobrio de tanto alcohol y drogas. Pero Eli le entendió con claridad y respondió en tono intrigante.

—Has prendido fuego al carruaje, ¿verdad?

El marqués se estremeció ante la mención del incendio del carruaje. Esa fue la razón por la que Leslie comenzó su estancia en el Ducado y también por la que el maldito chico Salvatore humilló al Marqués Aunque la culpa era de Eli, que les había contado a Bethrion y a los caballeros del incendio, ella fingió no enterarse de nada y mantuvo la barbilla alta.

—Volveremos a hacerlo igual que entonces. Una casa, otro carruaje, o donde quiera que esté, la atraparemos y le prenderemos fuego. Y tú conoces una forma de limitar sus poderes, ¿verdad?

Debe de haber una manera, y él la conoce, supuso Eli con confianza. Su sonrisa se hizo más oscura y más grande cuando el Marqués asintió despacio.

—Sí, la hay… Sú, la hay… Con las cadenas, podemos controlarla…

La cabeza del Marqués se iba aclarando por segundos mientras maquinaba rápido según la idea de su hija. Sí, merece ser asesinada después de todo lo que me ha hecho. Todavía tengo a Eli, y ella puede arreglar esto.

La magia será transferida a ella como se suponía desde el principio, Leslie nunca debió quedarse. Ella es el sacrificio que nació para morir. El marqués murmuró para sí mismo como un loco, y Eli sonrió feliz mientras lo observaba.

Excelente.

♦ ♦ ♦

Leslie estaba muy emocionada.

—¡Ack!

Su corazón latía rápido y fuerte mientras veía cómo la Duquesa lanzaba a los caballeros del Ducado por todo el campo de entrenamiento.

La Duquesa estaba calentando en medio del gran campo abierto. Por supuesto, para la gente común, no era solo un calentamiento.

—¡Mantengan la línea! ¡Keuk!

—¡Señor, cuidado! ¡Ugh!

Los dos últimos hombres en pie fueron por fin derrotados al mismo tiempo. Otros caballeros los arrastraron lejos de la Duquesa rápido antes de que pudiera hacer algo más.

—Whew.

La Duquesa estaba sola. Frunció el ceño, arrugando la frente, mientras observaba a sus caballeros insatisfecha.

—Demasiado fácil. ¿Están entrenando bien?

Esa noche, destrozó varios retretes en cuclillas.

—Por favor, Duquesa, no nos compare a nosotros, hombres y mujeres corrientes, con usted. No estamos en el mismo campo de juego. Y usted ni siquiera mostró una pizca de piedad.

Un hombre se acercó a la duquesa, sonriendo y rascándose con torpeza la mejilla. El hombre se llamaba Hart Roen Bereber, comandante de los caballeros del Ducado.

—Creo que esto ha sido suficiente para el calentamiento, ¿no?

—Hmm, todavía me siento un poco oxidada…

La Duquesa se estiró con un bastón de madera en las manos y miró a Hart.

—Ah, por favor, tenga piedad, duquesa Salvatore. Además, ¿no ha venido hoy a entrenar a la señorita Leslie?

Hart dio un paso atrás y dejó ver un pequeño cuerpo que se ocultaba tras su alta contextura. Los ojos de la Duquesa viajaron muy por debajo de ella, viendo por fin a Leslie.

—Oh, has llegado. Estaba tan inmersa en el entrenamiento que no te había visto. Ven, Leslie.

—¡Sí!

Leslie trotó rápido y saltó hacia la Duquesa como un cachorro feliz. Leslie estaba muy emocionada. No solo era testigo de lo fuerte que era la Duquesa, ¡sino que además llevaba ropa a juego con ella! Sintió que algún día podría ser como su madre, sintiéndose invencible.

En su imaginación, era adulta, tan alta como Bethrion y tan fuerte como la Duquesa. Controlaba muy bien su magia, como Ruenti, y todo era posible.

Pequeños suspiros de satisfacción provenían de todas partes mientras muchos pares de ojos se centraban en la chica. A pesar de sus magulladuras y de estar cubiertos de tierra, los caballeros suspiraban felices adorando a la niña. Era demasiado linda. Demasiado bonita.

Los dormitorios de los caballeros y los campos de entrenamiento estaban a cierta distancia de la finca principal por motivos de seguridad. Por eso, aunque todos habían oído hablar de la niña, era la primera vez que la veían en persona. La mayoría sentía curiosidad porque los empleados solo decían cosas como: “linda”, “blanca”, “esponjosa” y “pequeña”. Al verla en persona, los caballeros entendieron enseguida lo que querían decir los empleados.

La Duquesa observó las reacciones de los caballeros y entrecerró los ojos. Luego murmuró en voz baja que los caballeros carecían de disciplina.

—Todavía tengo que presentarsela de manera oficial. Estos son los caballeros de Salvatore.

Siguiendo la mirada de la Duquesa, Leslie vio a un grupo de hombres y mujeres que vestían el mismo uniforme. Un hombre se le acercó de manera cortés y se presentó.

—Encantado de conocerla, señorita Leslie. Soy el oficial al mando de los caballeros del Ducado, Hart Roen Berebin.

Era un hombre serio. Parecía muy poco caballero. Su rostro sonreía con una actitud más bien relajada, y tenía una presencia pacífica o un aura que lo rodeaba. Pero Leslie se sintió un poco intimidada. Extendió la mano para sujetar el dobladillo de la camisa de la duquesa antes de reunir el valor suficiente para responder al hombre.

—Encantada de conocerte a ti también. Soy Leslie Shuya Salvatore. Por favor, trátame bien, señor Hart.

Ante el cortés saludo de Leslie, los ojos marrones de Hart se agrandaron y su cabeza se inclinó hacia un lado con diversión. Luego, una sonrisa se formó rápido en su amable rostro.

—No me tiene miedo.

—Ella también estaba bien conmigo.

La Duquesa dio un golpecito a su semimáscara, lo que hizo que Hart mirara con curiosidad a la Duquesa y a Leslie un par de veces antes de sonreír de nuevo y dirigirse a Leslie.

—Por favor, llámame Sir Hart, señorita Leslie. No podré dormir bien si me habla tan formal. Estoy a su servicio, milady. Así que, por favor, llámeme su caballero.

Ah, ya no le tengo miedo, pensó Leslie divertida mientras asentía comprensiva. La sonrisa de Hart se hizo más grande.

—Sí, sir Hart.

En cuanto terminaron el intercambio, muchos caballeros que esperaban con paciencia se abalanzaron sobre ella y se presentaron. Leslie saludó a cada uno de ellos por separado. Aunque hubiera sido descortés llamarla “linda” y elogiar su nombre como “bonito”, a Leslie no le importó la lluvia de elogios. Sus mejillas estaban rojas mientras sonreía con timidez en respuesta.

—Ahora, ¿empezamos?

Preguntó la Duquesa mientras le daba unas palmaditas en la cabeza a Leslie después de que el bullicio y todo el mundo hubiera sido presentado. Leslie, a su vez, asintió con entusiasmo.

Llevaba tiempo esperando este momento y estaba impaciente por empezar el entrenamiento. ¿Qué arma me darán? No me dará espadas de verdad, ¿verdad? ¿Será el bastón que estaba usando o tal vez una espada de metal de punta redonda?

Tal vez sea un estoque, una espada delgada y ligera sobre la que leí en los libros. Como aún no soy tan fuerte, podría ser mejor para mí. Puede que incluso se me dé bien. Sea lo que sea, haré que funcione. Los ojos de Leslie centellearon y su mente se aceleró mientras miraba a la Duquesa, que sonrió con debilidad.

—Empecemos con veinte vueltas alrededor del campo de entrenamiento.

♦ ♦ ♦

El entrenamiento que había esperado con ilusión acabó siendo un infierno. Leslie descansaba ahora en un rincón del campamento de entrenamiento, resoplando todavía y esforzándose por recuperar el aliento. A pesar de estar en pleno invierno,  el sudor le caía por la cara, y un humo blanco empañado se elevaba de su cuerpo mientras el calor irradiaba de ella.

—Buen trabajo el tuyo.

Hart le ofreció un vaso de agua fría y Leslie lo tomó encantada, engullendo todo su contenido de una vez. Sulli le dijo a Leslie que podría resfriarse si bebía agua fría en invierno, pero por el momento, Leslie se alegró de sentir cómo bajaba su temperatura corporal.

—Me siento mucho mejor ahora.

—Un vaso de agua durante el entrenamiento siempre es un dulce alivio.

Hart sonrió, disimulando con cuidado su sorpresa.

Cuando la Duquesa dijo veinte vueltas, Hart abogó por reducirlo a cinco, recordándole de nuevo que no comparara a la gente con ella. Pero, siendo sincero, no estaba seguro de que Leslie pudiera dar las cinco vueltas. Aunque se tambaleó y tropezó, no se detuvo. Siguió empujando hacia adelante y no se rindió. Mañana estará adolorida.

Ya había pedido a las criadas que llenaran una bañera de agua caliente para darse un baño relajante, pero teniendo en cuenta lo grande que es todo en el Ducado, tardaría un poco en estar hecho.

Así que decidió conversar con Leslie hasta que las criadas la llamaran.

—Señorita Leslie.

Los ojos de Leslie subieron hasta encontrarse con los suyos mientras se frotaba las mejillas enrojecidas. Hart la miró a los ojos lilas un rato antes de hacer una pregunta.

—¿Desea ser como la Duquesa?

—Sí.

La respuesta fue inmediata. Hart volvió a preguntar, modificando un poco la pregunta.

—¿Crees de verdad que podrías ser como la Duquesa?

—Sí, lo creo.

Otra respuesta llegó sin vacilar. Leslie sonrió con inocencia y se secó la cara con una toalla que le había ofrecido uno de los caballeros antes de formular la respuesta.

—Estoy segura de que seré como mi madre.

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