El Sentido Común de la Hija del Duque – Capítulo 191: El viaje de Berne (3)

 Traducido por Shisai

Editado por Raine


De repente, se escuchó un crujido proveniente de los arbustos.

En ese instante, los guardias se movieron frente a mí y me protegieron.

Sin embargo, nada salió.

Con su espada lista, uno de los guardias se acercó a los arbustos.

—… ¡Esto es…! —Entró rápidamente entre los arbustos y el otro guardia le preguntó qué había visto.

—¿Qué es?

—¡Un… un niño! Hay un niño en el suelo.

Tan pronto como escuché eso, rápidamente entré en los arbustos.

Ciertamente, había una niña muy joven y delgada en el suelo.

—¡Von! ¡Vuelve a la casa de Mauri! ¡Ve a buscar agua! —Llevé a la niña en mis brazos y le di instrucciones al guardia que estaba parado detrás de mí.

El cuerpo de la niña era sorprendentemente ligero.

—¿¡Estás bien!? —La llamé en voz alta, y la niña abrió los ojos débilmente.

Pero sus ojos no estaban enfocados en ningún lado.

—¡Oye… oye!

Traté de despertarla pero no recibí ninguna respuesta de ella.

Simplemente abrió la boca lo suficiente como para soltar un suspiro silencioso.

—¡Lo he traído!

—¡Agua! ¡También hay comida! —Puse comida delante de su boca, pero ella no abrió la boca.

Desglosé las raciones que tenía, les agregué un poco de agua, e intenté poner un poco del puré resultante en la boca de la niña.

Sorprendidos, los guardias intentaron detenerme… pero terminaron quedándose en silencio.

La niña comenzó a tragar débilmente.

—…Sabroso…

Eso no tenía ningún sabor particular. Como nos centramos en la preservación, el sabor es secundario en el mejor de los casos. De todos modos, la niña lo trató como si fuera una delicia y dijo:

—Eso…

Y luego la niña no dijo nada más.

Las lágrimas brotaron de los costados de sus ojos cerrados y corrieron por sus mejillas.

—¡Oye…! ¡Oye…! —La sacudí y la llamé, pero no recibí ninguna respuesta.

La niña no respiraba.

Desesperadamente, traté de seguir rápidamente lo que había aprendido en las clases de medicina que tomé en la academia del territorio, pero no estaba seguro de cómo lidiar con una situación tan inesperada.

Si hubiéramos estado allí, si ella fuera de ese territorio… Si fuera de esa academia… 

No, si esta chica conoció al duque de Armelia antes, ¡creo que esto no hubiera sucedido!

Intenté desesperadamente hacer algo, pero aunque lo pensé mucho, no pude hacer nada.

—Lord Berne, esa persona ya está…

—¿¡Por qué!? ¿Por qué una chica tan joven tiene que perder su vida de esta manera? —Le grité esas palabras al guardia.

Emociones feroces me sacaron las lágrimas.

—Y, sin embargo, al mismo tiempo, las personas que gobiernan este territorio son tan prósperas… —Mi voz ya no saldría.

Cuando pienso en el conde Monroe… mi sangre hierve de ira.

Bastardo, bastardo, bastardo.

Es su culpa que este pequeño niño se haya visto obligado a ser una víctima.

Gimiendo de arrepentimiento, abracé a la chica con fuerza.

No mueras, yo… quiero salvarte.

… No me moví de ese lugar durante toda la noche.

Me quedé allí, sosteniendo a la niña en mis brazos mientras se volvía más fría al tacto.

—Lord Berne…

Cuando el sol de la mañana comenzó a salir, uno de los guardias me llamó como si me suplicara que me moviera.

Respondiendo a sus voces, volví mi mirada hacia ellos.

—Deberíamos volver pronto…

—… Ella merece un entierro adecuado, al menos.

Habiendo dicho eso, silenciosamente comencé a moverme.

Después de cavar en silencio un hoyo, enterré a la niña y silenciosamente ofrecí una oración.

Trabajo por el bien de la gente. Hasta el día de mi muerte, serviré por los ciudadanos.

Estas fueron las palabras que mi hermana dijo una vez a los funcionarios.

Recuerdo eso.

¿Qué es un noble?

¿Qué es un territorio?

¿Que es un país?

Dando vueltas y vueltas, los recuerdos de las palabras y el comportamiento de mi hermana me rodean.

… Entonces, abriendo los ojos, tomé mi daga y me corté el pelo en el acto.

— ¡Lord Berne…! —Cuando el guardia soltó su voz con asombro, simplemente me quedé allí, mirando mi cabello mientras caía.

Esto también fue un entierro, una manifestación de mi determinación.

Un corazón lleno de luto por la niña, sentimientos de gratitud y un ataque de ira silenciosa me abrazaron rápidamente.

—Junto con esta chica, el pasado yo también está muerto —murmuré eso cuando me volví, dejando ese lugar atrás y dirigiéndome a la capital.

El camino de regreso fue terriblemente silencioso y rápido.

Tanto los guardias como yo estábamos corriendo hacia adelante.

Y una vez que regresé a la capital y a nuestra residencia, inmediatamente me dirigí a ver a mi padre.

—… Tu cara ha cambiado.

No solo mi padre, sino también mi madre tragó el aliento al verme.

—¿Qué viste?

—… He visto el infierno sobre este mundo —respondí a la pregunta de mi padre en voz baja pero llena de determinación.

Mi padre respiró hondo en respuesta a mi actitud.

—… Toma esto y ve al Palacio Imperial.

Incliné mi cabeza en respuesta a sus palabras.

—¿Has sentido tu propia impotencia? ¿Has pensado desde el fondo de tu corazón que quieres hacer algo… lo que sea? ¿Quieres cambiar este país por ese motivo?

—Sí —respondí la pregunta de mi padre sin dudarlo.

—Entonces, date prisa.

Al recibir esos documentos de mi padre, salí inmediatamente de la residencia a la que acababa de regresar hace unos momentos.


Raine
Estoy a favor de que la gente madure, pero la forma... fue simplemente tan efectiva e instantánea como cruel...

8 respuestas a “El Sentido Común de la Hija del Duque – Capítulo 191: El viaje de Berne (3)”

  1. Este capítulo transmite varias emociones a decir verdad… me alivia que Berne tenga claro lo que quiere hacer con su vida, aún así que triste manera de que te golpee la realidad 🙁

  2. ¿Soy la única que pensó en Sakura? XD

    Pero enserio, a veces es mejor madurar de esa forma, personalmente creo que muchas veces olvidamos que somos personas consentidas en muchas maneras.
    La forma en que Berne tuvo que ver la realidad era algo necesario, nosotros sabemos de la situación de carencias en otras partes del mundo, pero lo vemos como un sueño, algo lejano que nunca nos tocará.
    Es lo mismo que pasa con él: al no tener conocimiento de la parte fea del mundo no puede imaginársela. Iris ya lo había visto con sus empleados, pero Berne no.

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