Harem Imperial – Capítulo 74: El patio Shu Chuan (2)

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Al escuchar la voz, la primera en recuperarse fue Xiao Yu, y se levantó con calma para saludar a Yan Hong Tian antes de retirarse a un lado y tomar la taza de porcelana blanca para servirles Liu Yue. Luego se acercó al tablero y separó las fichas blancas de las negras.

Mientras Xiao Yu estaba ocupada guardando las piezas, Qing Feng se recuperó de su trance. No era la llegada del emperador lo que la sorprendió, sino porque vio a alguien detrás de Yan Hong Tian… Ming Ze. ¿No era un guardia de palacio? ¿Por qué seguiría al monarca a las otras residencias?

—Mi amada Concubina no se ve mal hoy.

Cuando llevó la taza de té marrón a sus labios para probar, el aroma lo golpeó. Usualmente le gustaba el té rojo, por lo que no pensaba que el Liu Yue fuera un sabor especial.

No es extraño que le guste. Tranquilo ligero. Sus características aparecen cuando se le añade agua, similar a ella.

Qing Feng le miró con sospecha, pero cuando levantó la mirada, sólo tenía una ligera sonrisa.

—Eso es algo que debo agradecerle al emperador, por permitirme descansar en paz por tanto tiempo. —Viendo a Yan Hong Tian sentado frente a ella, Qing Feng tomó una pieza negra y jugó con ella—. ¿Realmente quiere jugar conmigo? El que pierda deberá permitirle una petición al ganador.

—¿Por qué no? —dijo, y tomó una pieza blanca, esperando a que la mujer colocara su pieza.

Como Yan Hong Tian era el monarca de un país, aunque no le gustaba jugar al ajedrez, le habían enseñado cómo. A excepción de Lou Xi Yan, nunca había perdido contra nadie.

Por supuesto, no era necesario introducir a Qing Feng. Las habilidades en el juego de Qing Mo eran famosas mundialmente, y si uno fuera a jugar todos los días con su hermana pequeña, era imposible que fuera débil. Ambos comenzaron con un aire casual, pero a medida que el juego avanzaba, se impresionaron con la habilidad del otro. Al ser personas orgullosas, no querían rendirse, por lo que el juego se volvió más emocionante.

Mientras ellos se concentraban en ganarle al otro, Xiao Yu se colocó a un lado y Ming Ze se retiró en silencio del pabellón. Ming Jian quería acercarse, pero cuando vio la expresión más fría de lo normal en su hermano, decidió esperar a que su temperamento se calmara un poco antes de acercarse. Después de todo, el emperador estaba presente, y Ming Ze tenía una personalidad terca.

En su corazón, Ming Jian suspiró. Era muy difícil ser un hermano mayor, era obvio que había arreglado el trabajo por el bien del otro, pero al final sentía que había hecho mal.

No importaba si se trataba de un juego de ajedrez o un torneo de artes marciales, siempre y cuando uno le entregara su corazón, habría una competencia. Finalmente, las piezas negras se quedaron sin lugar a donde ir. Xiao Yu calculó en silencio antes de sonreirle a Qing Feng.

—La Señora pierde por una pieza.

Ella no había pensado que las habilidades de Yan Hong Tian fueran tan buenas, por lo que estaba algo frustrada.

—¿Qué quiere que haga, emperador? —preguntó.

¿Qué quería que hiciera? Observando a su estómago creciendo, Yan Hong Tian lo encontró divertido. Ya estaba en tal estado, ¿qué podía hacer? Sus ojos barrieron el hermoso escenario y decidió.

—Dibújame una pintura.

—Muy bien —accedió luego de pensar.

♦ ♦ ♦

Ru Yi arregló las herramientas de pintura, y Xiao Yu preparó la tinta. Había escuchado hace tiempo de las habilidades en la pintura y su gran conocimiento en libros, y también conocía la pintura del terreno de caza en el Estudio Imperial del emperador. En el momento en que la vio, se sintió asustada y emocionada al mismo tiempo. Era una lástima que no hubiera podido verla pintarla personalmente. Como hoy esa oportunidad apareció, no quería perdérsela.

Yan Hong Tian no se acercó a verla pintando, y decidió acostarse en el sofá y cerrar los ojos. Estaba muy cansado, porque la celebración por fin había terminado con éxito, pero le habían llegado noticias de piratas acechando en el mar del Este.

Sólo el este de Qiong Yue tenía salida al mar, y no era un área grande, y debido a la paz que vivían, la nación no tenía una flota poderosa. Con el estado actual de los piratas atacando a los ciudadanos, era inevitable que le doliera la cabeza.

—He terminado.

¿Tan rápido? Sólo pasó una hora.

Yan Hong Tian abrió los ojos y vio que Qing Feng estaba guardando el pincel para lavarlo con una sonrisa orgullosa. Xiao Yu, que estaba a su lado, tenía una expresión que decía que quería reirse. Esto hizo que el emperador se sintiera curioso, y se acercara para ver.

Dándole una mirada a la pintura en la mesa, el rostro de Yan Hong Tian se vació de expresión de inmediato. Había pintado… ¿a él?

En el papel blanco, había un bosquejo del sillón y él acostado. A diferencia de sus pinturas anteriores con un estilo paisajista, esta palidecía. Su imagen tenía ambos ojos cerrados y el ceño fruncido, con todo su cuerpo lleno de… agotamiento. En efecto, no era digno de un monarca.

El corazón de Yan Hong Tian se congeló. ¿En verdad había mostrado su cansancio tan abiertamente? ¿Fue un descuido suyo, o ella podía leerlo por completo?

Viendo su ceño fruncido, y que sus ojos negros se habían ensombrecido, a pesar de no saber lo que estaba pensando, Qing Feng supo que su humor había empeorado. Tomó la pintura para que Yan Hong Tian no pudiera romperla y le sonrió.

—¿No dijo el emperador que le haga una pintura? Así que le pinté.

Su oración estaba llena de provocación divertida, interrumpiendo el humor frío de Yan Hong Tian, quien levantó una ceja.

¿Ahora es mi culpa?

Después de tantos días sin pelearse, se había olvidado de su naturaleza astuta.

—¿Jugamos otra ronda?

Sus manos se habían vaciado de repente, y cuando se dio cuenta, Yan Hong Tian ya estaba guardando la pintura en su manga. Qing Feng bajó la mano y sacudió su cabeza.

—No más. Es obvio que está más allá de mis capacidades, así que no debería forzarlo.

Se había esforzado pero aun así perdió. Si seguían jugando terminaría frustrándose.

—Así que sabes lo que es razonable —dijo en su voz profunda. Sus palabras sonaban casuales, pero el corazón de Qing Feng tembló sin control. ¿A qué se refería con eso?

Mirando el rostro del emperador, vio que su expresión seguía siendo inescrutable, ¿entonces sus palabras eran una advertencia o un juego? Incapaz de responder, Qing Feng pensó por unos momentos y pretendió reír.

—Uno siempre debe intentarlo si está dentro de sus capacidades.

—¿Oh, en serio? —Yan Hong Tian rió como si estuviera satisfecho con su respuesta. Antes de que ella pudiera continuar, él salió del pabellón, dejando a Qing Feng congelada en el lugar.

¿Él… descubrió algo? ¿Por qué me trajo a esta residencia?

♦ ♦ ♦

Como tenía miles de preguntas, Qing Feng comió sólo algunos bocados, pero el apetito de Yan Hong Tian era muy bueno. Una vez ambos terminaron la cena, los cielos se oscurecieron, y tuvieron que caminar por un largo tiempo por el camino ventoso antes de llegar a la cabaña de madera.

La choza era mucho más grande que las que vio antes, y a pesar de estar construida en madera, era simple. Qing Feng entró en el patio y su atención se dirigió de inmediato hacia el bosque de ciruelos.

Como actualmente estaban en medio del invierno, no estaba florecido. En la oscuridad de la noche, uno podía ver las ramas grandes crecer mientras ignoraban el temperamental viento.

—Es una lástima que todavía no florezcan.

Hao Yue era un pequeño país, y tenía un clima cálido. En el invierno, uno podía ver uno o dos árboles de ciruelos floreciendo, y no podría ver sus pétalos caer como copos de nieve. Era imposible que no se sintiera decepcionada viendo los árboles que eran tan diferentes de los que conocía.

A pesar de que todavía no florecían, sus ramas gruesas y fuertes parecían esperara ansiosas por la caída de la nieve. Suspirando profundamente, los latidos de Qing Feng aumentaron sólo con pensar cómo se vería su color rojo contra la nieve.

Observó el bosque hasta que Yan Hong Tian, a quien la escena ya no le deslumbraba, no pudo evitar volver a mirar lo que tanto le asombraba. El bosque de ciruelos era como una sábana de oscuridad bajo la luz de la luna y las sombras de las ramas y troncos se superponían entre sí. Había mucha desolación en la imagen. La brisa nocturna comenzó a soplar, pero ella no tenía intenciones de entrar en la casa.

—Eventualmente florecerán —dijo Yan Hong Tian, sin urgirla a entrar.

—Es cierto. Desafortunadamente, no tengo esperanza en verlos este año.

Después de todo, florecerían en la época en que ella daría a luz.

Viéndola observar con tanta decepción, como si se hubiera perdido de un raro tesoro, Yan Hon Tian sonrió. Para él, sólo era un bosque.

—Si tanto te gusta, entonces el año que viene te permitiré venir a ver las flores.

¿El año que viene? Todos los años son iguales para las flores, pero es diferente para las personas. ¿Quién sabe cuál será la escena el próximo año? ¿Quién será la persona que estará escuchando al viento y apreciando las flores?

Pero Yan Hong Tian no lo entendería. Cuando uno tenía demasiado, no podía sentir lo que era apreciado. ¿No era eso lamentable también?

Por supuesto, él no sabía lo que Qing Feng pensaba. Ambos miraron las flores de las que él se había cansado de buen humor.

—¿Cómo se encuentra hoy el emperador?

¿Finalmente diría lo que la estuvo molestando toda la noche?

—Estoy bien. ¿Hay algo que quieres decirme? —le preguntó sin cambiar su expresión. Qing Feng se giró, y la brisa nocturna hizo que su vestido revoloteara. Yan Hong Tian frunció el ceño. A pesar de que su estómago estaba creciendo, ¿por qué ella seguía siendo tan pequeña?

—No sé si debería decirlo o no.

Qing Feng no sabía lo que sentía. Hace unos momentos estaba llena de sonrisas, pero ahora tenía una mirada fría en el rostro.

Después de decir eso, ella caminó hacia la silla de bambú frente a la cabaña de madera para sentarse.

—¿Finalmente sabes cuándo temer? —preguntó Yan Hong Tian—. Habla, no te culparé de nada.

¿No me culpará? ¿Cómo podría ser posible? Se dice que un monarca no puede retractarse de sus palabras, ¿debería aprovechar esta oportunidad para contarle de Chen Zhen y su hijo?

Bajo la mirada del emperador, su corazón consideró sus opciones por un largo rato, pero al final sus palabras formaron otra oración.

—Sólo estaba pensando si será un chico o una chica.

En este momento, ¿ella en verdad tenía miedo? Temía que una vez que hablara, ese par de ojos sonrientes se llenaran de tormentas. Temía porque estaba preocupada que el niño en su estómago resultara herido, ¿verdad? Eso debía ser. No debería hablar del otro tema, por lo menos hasta que su hijo no naciera.

A pesar de que sabía que ella no quería hablar de esto, Yan Hong Tian no estaba ansioso y en su lugar siguió la conversación.

—¿Quieres dar a luz a un príncipe o a una princesa?

—Para mí… —Su mano aterrizó en su estómago, pensando en las vueltas y patadas que el niño había hecho los pasados meses, y sonrió—. Quiero un varón.

¿Qué haría si fuera una niña traviesa?

—¿Oh? —Él también quería que fuera un varón, entonces, ¿por qué su corazón estaba algo decepcionado?

Sus pensamientos estaban en el niño no nacido, así que Qing Feng no sintió la mirada del emperador.

—Una hija es una nube en los cielos que debe ser criada con cuidado y mimos para que mantenga su suavidad y brillo. Un hijo es como las montañas y los ríos de la tierra, que debe ser criado para que pueda ver el mundo. Por eso… una chica debería ser criada con delicadeza, mientras que un hijo con disciplina.

De cualquier forma, Chen Zhen ya tenía a un varón, así que aunque no diera a luz a uno, no importaría. También quería a una niña, pero sentía que sería más sencillo criar a un hombre. Si se portaba mal, uno podía regañarlo o golpearlo, pero si fuera una chica, no se atrevería a hacerlo.

¿Está bromeando?

El rostro de Qing Feng permaneció serio, y Yan Hong Tian quedó estupefacto por unos momentos. Cuando se recuperó, no pudo evitar reír con fuerza.

Su risa fue llevada por el viento, asustando a Xiao Yu, que estaba preparando té caliente, y a los hermanos Ming que estaban en la casa. ¿Qué podría haber provocado tal risa en el emperador?

La brisa nocturna seguía soplando, y parecía ser una noche tranquila, pero nadie notó algunas figuras ágiles vestidas de negro en el bosque que los observaron por un largo tiempo. Otra brisa sopló, sacudiendo las hojas, y las figuras desaparecieron en la oscuridad de la noche.

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