Katarina – Volumen 11 – Capítulo 1: Una convocatoria Real (5)

Traducido por Shisai

Editado por Sharon


Mi padre, Orwen Stuart, Rey de Sorcié, me convocó.

Me dijo que iba a hablar con mi prometida, Katarina Claes, y con la portadora de la Magia de la Luz, María Campbell, sobre la lucha por la corona y cómo esta condujo a la propagación de la Magia Oscura.

Yo mismo me había enterado de estos hechos recientemente, ya que habían ocurrido cuando aún era demasiado joven para tener recuerdos de ellos. Recuerdo haberme sorprendido, avergonzado en nombre de toda la familia real y apenado con Katarina.

Siempre he respetado los esfuerzos de mi padre por ser un gobernante justo y, como príncipe, creía que lo que hacía era digno de elogio. Sin embargo, como hombre, el asunto no era tan sencillo. Mi temor era que, al conocer el vergonzoso pasado de mis parientes, Katarina empezara a pensar mal de mí.

Anteriormente, le había dicho que había muerto gente como resultado de las luchas internas de la realeza. Temí que eso fuera suficiente para justificar su desconfianza, pero en lugar de eso me respondió que, por muy emparentados que estuviéramos, sabía que el anterior rey y yo éramos personas diferentes, y que las acciones del primero no le servirían para formarse una opinión sobre el segundo.

Sus palabras me habían alegrado y ahora me daban esperanzas de que ella reaccionaría de la misma manera después de escuchar el relato de mi padre.

¿Pero lo haría? Esa historia estaba cubierta de sangre. Sin duda, empezaría a ver a alguien con una luz diferente, aunque solo fuera un poco, después de saber que sus familiares habían cometido actos tan horribles. Este pensamiento, a su vez, me hizo estremecer.

Mientras esperaba que mi padre terminara su conversación con las dos chicas, el tiempo pareció ralentizarse de forma dolorosa. En cuanto le vimos salir de la habitación, mi hermano Alan y yo nos dirigimos rápidamente hacia Katarina y María.

Nunca antes en mi vida me había puesto tan nervioso al hacer algo tan sencillo como llamar a una puerta. Cuando la voz familiar de Katarina respondió, entramos.

Las chicas estaban hablando entre ellas y, cuando se dieron cuenta de que éramos nosotros los que habíamos entrado en la habitación, parecieron sorprendidas.

Sonreí como siempre y las saludé, dispuesto a cumplir con mi deber como miembro de la realeza. Tenía que disculparme, como ya había hecho mi padre, por los resultados de la lucha de mis parientes por la sucesión. Alan, quien tenía la misma opinión en este asunto, bajó la cabeza junto a la mía.

Katarina no tardó en aceptar nuestras disculpas, y yo me sentí encantado con la determinación que mostraba a pesar de las circunstancias. Mi hermano y yo le dimos las gracias por su amabilidad, y luego le pregunté por lo que más me había preocupado.

—¿Qué te ha parecido?

Después de que yo hablara, Alan también lo hizo.

—Escuchaste la historia de nuestro padre. Fue espantosa, ¿verdad? Entonces, ¿también nos desprecias ahora?

El silencio se apoderó de la habitación y no me atreví a mirar a Katarina a la cara.

Nos dijo que su opinión sobre nosotros nunca cambiaría por las acciones de otra persona. Sus ojos no mostraban ningún indicio de mentira, ni, como me había preocupado, odio hacia nosotros. Katarina era realmente el tipo de mujer que yo creía que era.

María la siguió, dándole la razón a mi prometida y aumentando mi alivio. Les dimos las gracias a ambas y las acompañamos hasta el carruaje que las llevaría a casa.

Me preparé para acompañar a Katarina por primera vez en un tiempo, y me di cuenta de que había olvidado su bolso. Podría habérselo llevado yo, pero esto me daría la oportunidad de estar a solas con ella.

Mi plan funcionó, y cuando me dio las gracias por acompañarla todo el camino para recuperar su bolso olvidado, le revelé que me había callado a propósito. Parecía muy sorprendida: una chica tan inocente como ella nunca pensaría en hacer algo así. Su expresión de confusión al enterarse de mi plan también fue encantadora.

Le agradecí de nuevo que aceptara nuestras disculpas y su confusión pareció desaparecer. Probablemente pensó que había querido quedarme a solas con ella para manifestarle mi gratitud de nuevo. Ese era un malentendido que no podía aceptar, así que me acerqué a ella, agarrándola por los costados. Le dije que quería casarme con ella lo antes posible, y su cara se sonrojó. Mis verdaderas intenciones habían llegado a ella, pero, para mi desgracia, empezó a murmurar torpemente como si quisiera encontrar una excusa para alejarse de mí.

La idea me rondaba por la cabeza desde hacía mucho tiempo, y finalmente me enfrenté a ella. Le pregunté si tenía miedo de mí. Desde que le había confesado mi amor, acercarme a ella de esta manera siempre provocaría reacciones similares. Al principio, me alegré de que por fin hubiera empezado a ver como tal los avances que le hacía, pero últimamente había empezado a notar la mirada de miedo que aparecía en su rostro cada vez.

Había intentado ignorar esa realidad durante mucho tiempo, pero había llegado el momento de confirmar mis aprensiones. Si le daba miedo, tendría que aceptarla a ella y a sus miedos, igual que ella me había aceptado a mí después de escuchar la verdad sobre la historia de mi familia. Dicho esto, su respuesta bien podría ser devastadora para mí.

Incluso antes de que respondiera, su silencio me informó de que mi pregunta había dado en el blanco. Al darme cuenta de ello, mi corazón ardió de dolor. Debí de poner cara de pena, casi llorando, mientras me disculpaba por haber tardado tanto en darme cuenta.

Pero entonces volvió a hablar. Me dijo que no tenía miedo de mí. Tenía miedo del propio amor.

Ahora era mi turno de sorprenderme. Para empezar, Katarina rara vez mostraba miedo, y a menudo le gustaba leer novelas románticas. Durante mucho tiempo creí que era demasiado lenta para entender y demasiado tímida para actuar cuando se trataba del amor, al igual que su hermano adoptivo.

Sin embargo, siguió hablando. Esta vez me dijo que temía que enamorarse la llevara a la perdición. No entendí cómo esas dos cosas podían estar relacionadas, pero parecía muy seria y seguí escuchando. Me explicó sus temores y, aunque seguía estando muy confuso sobre sus motivaciones, me alivió saber que no me tenía miedo.

La cuestión que quedaba por resolver era cómo solucionar ese miedo suyo, ya que me impedía en la práctica tener un romance con ella. Justo cuando dije esto, su respuesta me hizo tan feliz que no pude mantener la cara seria. Me dijo que quería tomar sus sentimientos, al igual que los míos, en sus propias manos.

A pesar de estar comprometidos, mi amor por Katarina no había sido correspondido durante mucho tiempo. Al principio no me entendió, y después de que se los expusiera con claridad, pareció olvidarse de ellos. Nada en el mundo podría hacerme más feliz que si ella estuviera dispuesta a aceptarlos. Sentía como si mi amor fuera aceptado por primera vez, aunque fuera un poquito.

Me deleitaba en la felicidad, casi en el asombro, cuando Katarina me dijo algo más: que ahora se enfrentaba a un obstáculo personal que le impediría temporalmente centrarse en el romance. Recordé que parecía preocupada por algo desde que había comenzado su trabajo en el Ministerio de Magia, al igual que cuando acababa de ingresar en la Academia Mágica. Sabía que guardaba algún tipo de secreto para todos nosotros, pero no la obligaría a hablar de ello si no quería. Lo único que me importaba era estar siempre dispuesto a ayudarla en lo que pudiera.

El hecho de que hubiera hablado conmigo sobre esta otra preocupación suya también me alegró, y le dije con una sonrisa que esperaría de buen grado a que se resolvieran sus problemas. En respuesta, me dio las gracias con una expresión de alivio en su rostro. Por mi parte, estaba dispuesto a esperar más tiempo. Lo que más me importaba era que Katarina había compartido sus verdaderos sentimientos conmigo. Podía sentir el calor que se acumulaba en mi pecho.

Entonces, de repente, Katarina me dirigió otra mirada preocupada. Antes de que pudiera preguntarle qué le pasaba, me contó que mi confesión la había hecho feliz. En cuanto terminó de hablar, salió corriendo de la habitación, con la cara muy roja.

Me quedé allí solo, demasiado sorprendido para moverme. Sus palabras resonaban en mi cabeza. Solía pensar que sus reacciones hacia mí significaban que no le gustaba, o incluso que me temía. Había asumido que para ella, mi confesión de amor había sido algo sorprendente pero no agradable.

—”Solo podría ser feliz escuchando algo así viniendo de una persona tan maravillosa como tú…” —Me repetí a mí mismo, como para asegurarme de que no lo había soñado.

Me sentía febril, y debía de estar tan rojo que se veía salir vapor de la cara. La había amado durante mucho tiempo. Era la chica especial que había dado color a mi aburrida vida gris. Incluso de adulto, esto nunca cambió. Gracias a ella, pude experimentar emociones que no sabía que poseía.

Ese día, descubrí que demasiada felicidad podía congelarte en el lugar.

Shisai
Owwww, ¡que linda escena! Me alegra tener el punto de vista de ambos

♦ ♦ ♦

Tuve que insistir varias veces que estaba bien para convencer a María de que mi cara roja no era un problema, y para cuando dejó de preocuparse, nuestro carruaje ya había llegado al Ministerio. Además, la jornada laboral ya casi había terminado.

Cyrus y Lahna vinieron a vernos y nos preguntaron por nuestra convocatoria, así que les contamos que le habíamos enseñado al rey los pactos y que habíamos prometido ayudarle. Sin embargo, no les contamos la historia de cómo se propagó la Magia Oscura. María y yo habíamos decidido que lo mantendríamos en secreto, aunque era posible que nuestros dos superiores ya lo supieran.

Después de hablar un rato, llegó la hora de irse a casa. Me separé de María y me dirigí al carruaje habitual para la mansión de Claes. Sora me acompañó hasta allí, como siempre hacía, alegando que era una costumbre sin sentido para él.

Mientras caminaba con mi colega, recordé a Jared y la conversación que habíamos tenido antes. Solo pensar en ello fue suficiente para hacer que me sonrojara de nuevo… De verdad necesitaba acostumbrarme al romance al menos un poco.

Incluso en mi vida pasada, a pesar de haber llegado al instituto, nunca me había enamorado de nadie. Tal vez hubiera sucedido eventualmente, pero morí antes. Y ahora, en mi nueva vida, he estado evitando inconscientemente el amor por miedo, mi único conocimiento de él proviene de las novelas románticas.

En ambas vidas, la anterior y la actual, ninguna de las chicas de las que era amiga parecía interesada en el amor, así que nunca hablábamos de ese tipo de cosas.

Debo conocer a alguien que esté interesado en ese tipo de cosas…

Miré a mi lado y vi a Sora, quien había viajado por muchos países disfrutando de los altibajos de la vida. Seguramente, había tenido una o dos relaciones. O diez.

—Dime, Sora, ¿cuántas novias has tenido hasta ahora? —le pregunté.

—¿Eh? ¿Qué es esto de repente? —respondió, sorprendido.

Espera, tuvimos más o menos esta misma conversación cuando quise aprender a escapar de las celdas de la prisión…

—Solo quería, ya sabes, aprender más sobre el romance. Pero casi ninguno de mis otros amigos ha tenido nunca novias o novios. ¿Y tú?

—Ve a adivinar lo que se le pasa por la cabeza esta vez… —murmuró con un suspiro, antes de responderme—. He tenido unas cuantas, sí.

—¡Lo sabía! Las chicas no pueden mirar más allá de un tipo tan atractivo como tú, ¡eh!

Sora se quedó en silencio por un momento.

—¿Atractivo? —repitió para sí mismo.

—¿Y cómo acabasteis siendo novios? ¿Fue el destino el que los unió? —pregunté emocionada, pensando en lo fatídicos que eran todos los encuentros en las novelas románticas que leía.

—Nada de eso —respondió, algo extrañado—. Simplemente acabábamos saliendo de alguna manera y luego rompíamos cuando las cosas dejaban de funcionar.

Esta es la respuesta menos romántica posible…

—¡¿Qué?! ¿Hablas en serio? ¡¿No salieron porque se querían?! ¿Y la ruptura no es algo que se hace llorando y solo porque la vida ha sido muy cruel al separaros?

—Lees demasiadas novelas románticas. La vida real no funciona así —suspiró, mirándome con lástima.

Eso no puede ser cierto. Sé que las novelas románticas exageran un poco las cosas, pero esas cosas pasan en la vida real… ¿no? ¡¿Por qué me mira así?!

—Pero se amaban, ¿no es así? Y romper sigue siendo doloroso, ¿no?

—Yo solo salía con chicas que me gustaban, y luego nos separábamos de forma natural sin ningún problema —respondió.

Me sorprendió su definición de romance. Había pensado que el amor y las citas eran cosas sagradas en las que había que pensar mucho.

—Bueno —continuó, al ver mi reacción de decepción—, puede que solo sea yo. Quizá algunas parejas sean como las de tus novelas románticas.

Sora siempre había vivido en las afueras de la sociedad, así que tal vez su vida amorosa también había sido inusual.

—Entonces, ¿alguna vez te pasó eso? ¿Alguna vez saliste con una chica porque la querías? —pregunté, y él empezó a mirarme fijamente.

Me preguntaba si esa mirada era para decir que sí o que no, pero antes de que pudiera estar segura, Sora volvió a suspirar.

—Nunca había entendido ese tipo de cosas hasta hace poco —reveló.

—¿Qué tipo de cosas?

—El amor y esas cosas.

Entonces, ¿eso significa que…? ¿Sora tampoco tiene experiencia con el romance real? ¡Entonces es como se supone que era Keith en el juego! ¡Ha tonteado con un montón de chicas, pero no sabe nada del amor verdadero!

—Así que estamos en el mismo barco. Ninguno de los dos sabe nada del amor. —Me alegré de tener a alguien con quien compartir mi situación.

—No obligues a la gente a subir a tu barco. He dicho que hasta hace poco. Ahora lo entiendo mejor.

Si lo entiende ahora… ¡¿se ha enamorado?! Pensé que no se sentía tan atraído por María, ¡pero debo haberme equivocado!

—¡¿Cuándo te enamoraste de María?! ¡No me di cuenta en absoluto!

—¿Eh? ¿Qué tiene que ver Campbell con todo esto? —preguntó, confundido.

Pero es un personaje de la secuela… Se supone que se enamora de ella…

—¡¿Qué?! ¿No es ella? ¿Quién es entonces? —pregunté.

Después de mirarme en silencio durante un segundo, me dio un golpecito en la frente con su dedo.

—¡Ay! ¿Qué estás haciendo? —grité. El dolor en mi frente fue suficiente para enfadarme con él. En lugar de abordar eso, Sora miró hacia otro lado.

—¿Qué sentido tiene aprender sobre el romance? —preguntó.

—Quiero aprender más para poder experimentarlo yo misma t-

—¡No puedes prepararte para el romance solo aprendiendo de otras personas!

—¿Qué? ¿De verdad?

—Déjame darte un consejo, ya que tengo más experiencia que tú. No puedes aprender sobre el romance, o sobre el amor. Un día, simplemente te enamoras y te das cuenta de que no puedes luchar contra tus propios sentimientos, y ya está.

—¡Eso suena tan romántico! —chillé, impresionada por el maravilloso consejo de Sora, e intenté saltar hacia él para expresarle mi profundo respeto con un abrazo… pero él me detuvo apartando mi cabeza.

Mirando entre sus dedos, pude ver que se sonrojaba. Tal vez estaba avergonzado por haber dicho algo tan emotivo, como me había pasado a mí con Jared.

Luego me arrastró hasta el carruaje y básicamente me arrojó a él.

De vuelta a casa, pensé un poco más en las palabras de Sora sobre el amor, dándome cuenta de que sonaban muy ciertas… y también muy parecidas a la letra de alguna canción de amor pop genérica de mi mundo anterior.

No puedes aprender sobre el amor…. ¿Pero me enamoraré alguna vez? Ahora mismo no puedo ni imaginarlo.

Al menos había decidido afrontar los sentimientos de Jared por mí, e incluso se lo había contado. También tenía que hacer lo mismo con Keith. Sabía que cuanto más esperara, más difícil sería sacar el tema, así que me decidí a hacerlo en cuanto llegara a casa.

Solo pensar en ello es tan vergonzoso que puedo sentir mi cara hirviendo… ¡Tengo que hacerlo lo mejor posible!


Shisai
¡Entonces también va a hablar con Keith! Wow, es un gran avance. Aunque me da pena Sora, está claramente en la friendzone

3 respuestas a “Katarina – Volumen 11 – Capítulo 1: Una convocatoria Real (5)”

  1. Bakarina esta progresando. creo? un paso para adelante y dos para atras? Me agrada como se esta desarrollando un poco la historia del harem de la prota, es casi ridiculo que con excepcion de esos “dos” aun no haya habido algun avance. Yo mas bien creo que se avecina una tormenta en el harem.

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