La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 33: La especialidad del Príncipe Heinley

Traducido por Shroedinger

 Editado por Sakuya


Rashta miró el joyero con expresión apagada. Alguna vez había rebosado de joyas que el Emperador le obsequió, pero ahora podía ver el fondo de la caja. Rashta se cubrió la cara con las manos y suspiró.

Todo es culpa del Vizconde Roteschu.

Había pasado más de un mes desde que se convirtió en concubina. Todavía quedaban algunos obsequios de Sovieshu y nobles extranjeros. Escuchó que la familia imperial pagaba una asignación para mantener su nivel de vida, pero aún no había llegado a sus manos. Todas sus joyas se derrocharon para el Vizconde Roteschu, y no podía pedirle más al emperador. Los esclavos sólo poseían artículos personales si se los daban sus amos o amantes, pero a los nobles que vio Rashta no les gustaba que les pidieran obsequios abiertamente, sin importar cuán ricos fueran. Mientras usaban su poder para acercarse a Rashta, ella quería ser inmune a sus riquezas. Era una espada de doble filo y pensó que el Emperador no sería diferente.

Si puedo averiguar si el bebé que tiene el Vizconde Roteschu no es mío, no tendré que ser arrastrada así.

Rashta suspiró y volvió a poner la tapa en el viejo joyero. Entonces, escuchó la puerta del salón abrirse con un clic, y rápidamente empujó el joyero en el cajón y lo cerró. Tan pronto como se enderezó, alguien llamó a la puerta de su dormitorio.

—Si.

Rashta rápidamente se acercó para abrir la puerta.

—¡Su Majestad!

Era Sovieshu. Rashta saltó sobre él y lo acarició con su mejilla a modo de saludo. Sin embargo, en lugar de abrazarla como solía hacer, la apartó.

—¿Su Majestad?

Su corazón se hundió al ver la expresión oscura en su rostro. ¿Dijo algo mal?

—Rashta, necesito preguntarte algo.

—¿Q-qué? —Rashta aplastó su nerviosismo y le sonrió tiernamente.

—Se trata del anillo.

—Anillo…

—El anillo con la joya roja.

Se quedó en blanco.

—¿No dijiste que se lo diste a una doncella?

—¿Por qué preguntas de repente…?

—Tengo una pregunta.

El corazón de Rashta martilleó en su pecho mientras miraba el rostro de Sovieshu. No parecía enojado, pero tampoco sonreía. Si ya pensaba que ella le dio el anillo a la criada, ¿por qué preguntaba ahora? ¿Descubrió algo? ¿Descubrió que se lo dio al Vizconde? Quizás quería pedirle a la criada que le devolviera el anillo. En cualquier caso, todas las opciones eran desastrosas.

Si iba a preguntar, esta era su última oportunidad, su última oportunidad para decir una mentira. Rashta decidió que sería mejor ser algo sincera.

—Bueno… en realidad, no solo le di un anillo a una doncella, Su Majestad.

Sus ojos se agrandaron.

—¿Les diste anillos a varias personas?

—Dos personas. Una era sirvienta y… bueno, la otra era el Vizconde de Roteschu.

La frente de Sovieshu se arrugó. Al ver su expresión, Rashta supo que había tomado la decisión correcta. No sabía cómo, pero Sovieshu había venido aquí sabiendo que el Vizconde Roteschu tenía el anillo.

Suspiró profundamente y juntó las manos.

—Todos los anillos se veían parecidos para mí… en verdad, no sé si la persona que tomó el anillo, de quién estás hablando, es el Vizconde Roteschu o la criada.

—¿Por qué dijiste que se lo diste solo a la doncella?

—Yo… creí que te molestaría si te dijera que le di un anillo al Vizconde de Roteschu.

—En efecto. Eso no me gusta en absoluto.

El rostro de Sovieshu estaba severo, y Rashta rápidamente lo agarró del antebrazo y lo abrazó.

—Lo siento, Su Majestad. Pero realmente quería recompensarle por mentir por mí.

—Él no mintió por ti. Solo asumió la responsabilidad de lo que decía.

—¿De verdad?

—Sí. No hay necesidad de agradecerle. —Lanzó una mirada dudosa a Rashta—. No lo diste solo por gratitud, ¿verdad? ¿Fuiste amenazada?

—Oh no. ¿Con qué podría Rashta ser amenazada?

Sovieshu se mantuvo en silencio.

—Los rumores sobre la esclavitud ya se habían extendido. Realmente no es así, Su Majestad.

Deseó poder decirle que estaba siendo amenazada, pero la desesperación la obligó a mentir. Si Sovieshu supiera que el Vizconde Roteschu la estaba chantajeando, seguramente castigaría al Vizconde, quien a su vez le diría a Sovieshu sobre el bebé y arrastraría a Rashta con él.

—Si tú lo dices, entonces te creo… —Sovieshu bajó los ojos y colocó suavemente su mano sobre la mejilla de Rashta—. Si te está amenazando, Rashta, no le des nada y avísame. ¿Lo entiendes?

Sakuya
Así o más idiota el sovieshu -_-

Rashta asintió rápidamente.

—Lo haré.

Sin embargo, Sovieshu todavía parecía preocupado.

—Esa es una orden, Rashta. No, será mejor que lo revise todos los días por ahora.

—¿Qué?

—Cuando lleguen los pagos de su asignación, dejaré que el Barón Lant lo administre hasta que puedas hacerlo tú misma.

Rashta palideció. No podía darle dinero ni joyas al Vizconde Roteschu si Sovieshu vigilaba sus finanzas. Y cuando se trataba de eso…

¡No! ¡Difundirá la historia del bebé!

♦ ♦ ♦

Wirwol era conocida como una ciudad mágica, pero a pesar de su prestigio, se encontraba ubicada en lo profundo de un valle montañoso. Estaba rodeada por todos lados por montañas, y había dos magníficos edificios en las partes este y oeste de la ciudad. La academia mágica en el lado este fue mi parada de hoy. Estuve aquí para honrar al primer estudiante admitido del orfanato que patrociné.

—Felicidades.

Abracé a la niña que conocí en la oficina del decano, y la niña de rostro colorado respondió con una voz apenas audible.

—Gracias…

Estaba preocupada porque no podría socializar con sus amigos cuando dejara el orfanato, pero estaba orgullosa de que hubiera llegado tan lejos, la abrace y le di una palmada en la espalda. Ella se congeló por completo. Finalmente, la niña hizo una reverencia y se fue, y el decano de la academia soltó una risita.

—Es una buena chica y tiene muchos talentos.

—Sí. Así parece.

Después de discutir el apadrinamiento de la niña con más detalle, el decano se ofreció a darme un recorrido por la escuela. Wirwol estaba cerca de la frontera, pero todavía era territorio del Gran Imperio del Este, por lo que me dio especial consideración.

—Estoy preocupado porque la cantidad de magos en estos días sigue disminuyendo.

—Recibimos un informe similar. ¿Conoce ya la causa?

—No. He estado investigando por todas partes, pero la tasa de expresión mágica ha ido bajando.

—Cuantos más magos hay, más se pueden reclutar para nuestra defensa nacional.

Mientras caminábamos por un largo pasillo de piedra, vi una pared independiente que no estaba conectada con las demás. Colgados de la pared había varios retratos.

—Estos son…

Me acerqué mientras caminaba y lo miré, el decano me explicó.

—Retratos de los mejores graduados de la academia.

Ah, sí. El retrato más reciente era el del Duque Kapmen. En un examen más detenido, también había un retrato del actual decano cuando era joven.

Pero había algo extraño.

—¿Por qué este marco está vacío?

Un retrato no tenía ninguna imagen. Lo miré con curiosidad, y el decano estaba algo nervioso cuando respondió.

—Se dejó en blanco porque fue alguien que pasó por el programa de intercambio quien ocupó el primer lugar durante un tiempo. No eran estudiantes habituales.

—No eran de la academia, ¿pero estaban en la cima? Eso es fantástico. ¿Quién era?

Me sorprendió no haber escuchado este logro. El decano respondió en voz baja.

—Príncipe Heinley del Reino Occidental.

Lo miré con asombro. El Príncipe, que ya era famoso por su hermoso rostro y su personalidad coqueta, ¿se había convertido en el estudiante de mayor rango? Si ese fuera el caso, entonces los rumores deberían haberse extendido…

—Nunca había escuchado esto antes.

—No es algo de lo que la academia esté orgullosa.

—Ah.

Bueno, eso era una pena.

—El Príncipe Heinley había hecho una solicitud especial, de hecho.

—¿Qué pidió?

—Dijo que no se lo dijera a otras personas.

¿Pero el decano me lo acaba de revelar? ¿Estuvo bien? Rápidamente notó mi expresión de desconcierto.

—Pero está bien. El Príncipe Heinley nos visitó ayer.

—¿El Príncipe Heinley?

Estaba segura de que todavía estaba en el palacio cuando me fui ayer… aunque no podría haber sabido cuándo se habría ido.

—Sí, llegó aquí de la nada. Vino para divertirse, y dijo que si pasaba un invitado y preguntaba por el marco vacío, estaba bien responder.

—Ya veo.

Había demasiadas coincidencias con el tiempo, pero lo pasé por alto. Más bien, el descubrimiento que me pareció más preocupante era que el Príncipe Heinley podía usar magia.

El Príncipe Heinley… según el Duque Elgy, había estado planeando algo durante años. Si realmente pudiera usar magia, existía la posibilidad de que yo no pudiera averiguar qué era, ya que los magos eran tan raros que el campo no se había estudiado extensamente.

Después de terminar el recorrido por la academia, el decano me despidió en las puertas principales. Para mi sorpresa, vi al Príncipe Heinley caminando por este camino con su caballero de cabello azul. La expresión del Príncipe se tornó en sorpresa cuando me vio, y se volvió en mi dirección.

—¿Reina? Oh Dios mío. Estás aquí.

Se me acercó con una sonrisa radiante. El caballero del Príncipe, en cambio, parecía muy infeliz. Parecía dirigido hacia el Príncipe Heinley, como si hubiera escuchado algo desagradable de él. El caballero negó con la cabeza, solo para reemplazar su expresión con solemnidad profesional cuando me vio. Mientras tanto, el Príncipe Heinley seguía sonriendo.

—¿No es una coincidencia, Reina?

—Lo es. No esperaba encontrarme con usted aquí, Príncipe Heinley.

—Tengo algunos asuntos aquí.

—¿Es eso así?

—Sí. Y aunque no planeamos este encuentro en absoluto, nuestro encuentro parecía haber sido predestinado.

Su charla sobre el destino parecía un poco exagerada, pero también sonreí mientras disfrutaba de su inesperada aparición.

—¿Puedo preguntarte para qué estás aquí?

—El decano quería verme.

El decano me dijo que el Príncipe Heinley lo visitó inesperadamente. Sin embargo, no me atreví a contradecir y avergonzar al sonriente Príncipe. Oh… ¿Era esto parte del plan del Príncipe Heinley?

Mientras contemplaba esto, el Príncipe Heinley habló con voz cuidadosa.

—Esto estaba destinado a ser. ¿Te gustaría cenar conmigo, Reina?

No tenía nada más en mi agenda, así que acepté.

—Sí.

♦ ♦ ♦

—Es una bebida hecha de manzanas y miel. ¿Te gustan los dulces?

—Moderadamente.

—Entonces te gustará.

El Príncipe Heinley me había llevado a lo que dijo que era su restaurante favorito y me recomendó varias comidas y bebidas del menú.

—¿Alguna vez has comido sopa hecha con cerveza?

—Una vez.

—Esta es una especialidad aquí. Es el mejor. Lo recomiendo.

—¿Y si no es de mi gusto?

—Entonces puedes pegarme.

Él sonrió y fingió golpearse la frente, luego llamó al camarero para pedir nuestra comida. Los caballeros que nos acompañaron al Príncipe y a mí, estaban sentados a unas mesas de distancia.

El camarero dejó rápidamente un aperitivo de pan frito. Rompí delicadamente el pan con los dedos, luego miré hacia arriba y vi al Príncipe Heinley sonriéndome en lugar de comer. Sin embargo, no me sentí incómoda con su mirada. Me pregunté si estaba planeando algo que fuera perjudicial para el Imperio del Este, aunque tenía dudas.

 —Siempre he tenido este pensamiento.

 —Dilo, Reina.

 —El Príncipe Heinley se parece mucho a ‘Queen’.

—¿Es eso así?

—Sí, con el cabello rubio y los ojos morados.

Tanto el hombre como el pájaro también eran muy guapos, pero yo no diría eso. La boca del Príncipe Heinley se convirtió en una sonrisa y se inclinó hacia mí.

—Mira de cerca. ¿Es verdad? ¿Parezco un pájaro?

Miré sus ojos de color púrpura oscuro y me di cuenta de por qué su mirada no me hacía sentir incómoda. Era porque sus ojos eran tan fascinantemente hermosos.

—Sus ojos son muy hermosos. ¿Lo sabía?

Mientras tanto, el Príncipe Heinley expresó un pensamiento similar al mío. Él sonrió y murmuró: “Realmente lo son” antes de recostarse en su asiento.

—¿Siempre felicitas a las mujeres así?

—¿La Reina siempre hechiza a personas así? ¿Con sus ojos?

—Eso es una exageración.

—Lo sé. Era una pregunta difícil, así que dije lo que me vino a la mente.

Un momento después, el camarero trajo un pequeño carrito cargado con nuestros platos de comida. Me acomodé nerviosamente la falda de mi vestido mientras el camarero dejaba los platos sobre la mesa, y tan pronto como se apartó, me dirigí de nuevo al Príncipe Heinley.

—Escuché que eres muy bueno en la magia.

Quería preguntarle antes, pero temía parecer demasiado directa.

El Príncipe Heinley sonrió tímidamente mientras empujaba una bebida de color ámbar frente a mí.

—Debes haber tenido noticias del decano. Sí, un poco.

—Eras un estudiante de primer nivel.

—¿Qué, te dijo eso?

—No sé mucho sobre magia, pero sé que cada mago tiene habilidades diferentes. ¿Está bien?

—Puede que nunca pueda hacer la magia que hacen mis oponentes, pero mis oponentes tampoco podrían hacer mi magia.

Hice mi siguiente pregunta tan casualmente como pude.

—¿Cuál es su especialidad, Príncipe Heinley?

A algunos les gustaba alardear de su magia en exceso, mientras que otros la ocultaban por completo. No era una pregunta que esperaba que respondiera el Príncipe Heinley, pero si lo hiciera, sería más fácil adivinar si su plan involucraba poder mágico. Además, dependiendo de cuál fuera su habilidad mágica, podría tener que evitar que Sir Artina lo investigue en caso de ser descubierto.

El Príncipe Heinley tarareó y luego se rió suavemente.

—Solo diré: volando en el cielo.

—¿Volando? ¡Eso es maravilloso! ¿Puedes llevar a alguien más contigo?

—Depende de quién sea.

—¿Qué hay de mí? ¿Puedes llevarme?

Lo dije medio en broma, pero quería saber más sobre sus habilidades. No esperaba que me llevara y se fuera volando, pero quería saber de lo que era capaz.

—Oh… —El Príncipe Heinley murmuró y evitó mis ojos—. Eres un poco, eh, pesada para que yo la cargue, Reina.

Mi cara se llenó de incredulidad.

—Oh, por favor no lo malinterpretes. No me refiero a que seas pesada, me refiero a que eres pesada si tengo que llevarte en el cielo.

—Bien.

—¿Estás enojada?

—No.

—No estás diciendo mucho. Te ves molesta…

—No.

2 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 33: La especialidad del Príncipe Heinley”

  1. Jajaja bueno un pequeño error… Pobrecito mejor contale como una buena avecilla a ver si te perdona jajaja. Ooo nuestra emperatriz Navie es perfecta! Que la zorra tenga su merecido!! Es demasiado estupidez, mira que creer que con una cara bonita se resuelven sus problemas!
    PD. Son lo máximo amigos lectores #team. Navie. no. es. pesada. es. perfecta.

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