Mi prometido ama a mi hermana – Arco 8 – Capítulo 4

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


Subí al carruaje que me esperaba cerca y dejé escapar un gran suspiro. El hecho de que mis labios temblaran no era fruto de mi imaginación. Cuando cerré los ojos, no pude evitar recordar muchas cosas. Cuanto más intentaba olvidar las cosas, más las recordaba. Y así, fue inevitable para mí pensar en Maurice, de quien me había despedido hacía un momento.

Hice demasiados recuerdos crueles en mis repetidas vidas. Si me preguntaran si el mayordomo dejó una fuerte impresión entre ellos, la respuesta sería no. Sin embargo… Cuando pensé con cuidado en ello, me di cuenta de que en realidad era mi aliado de forma indirecta.

No lo demostró con claridad, pero cuando ocurría algo, fingía ponerse por completo del lado de mis padres mientras intentaba evitar que me culparan… ¿no es así? Por ejemplo, en esta vida, cuando traté de evitar el suicidio de mi madre y mi padre me acusó de ser quien le hizo daño. Es cierto que fue el mayordomo quien recogió el cuchillo que mi madre había utilizado para cortarse el cuello y quien se lo mostró a mi padre.

Eso no es todo. También fue él quien llevó a Silvia allí.

Maurice llamó al médico que atendía a Silvia para que me examinara porque estaba herida.

En ese momento, Silvia acudió al médico por iniciativa propia. Sin embargo, puede que Maurice llevará a la niña a propósito.

Aquel día, me encontraba en un supuesto estado de agitación, mis emociones violentas me abrumaron y grité en voz alta mis verdaderos sentimientos que habían estado enterrados en lo más profundo de mi corazón hasta ahora. Me pregunté por qué nadie me quería. Estaba demasiado agitada de forma emocional que, si las cosas hubieran seguido así, no sé yo misma qué otras palabras habría dejado escapar de mi boca. Tal vez habría vertido mi resentimiento reprimido y mi rencor contra mis padres, o tal vez incluso habría pronunciado blasfemias que hacen que uno quiera taparse los oídos. Pero eso habría sido traicionarme a mí misma. Eso habría sido lo mismo que negar todos los esfuerzos que había hecho con empeño para convertirme en una dama…, negar toda mi vida hasta ahora.

Tampoco puedo excluir la posibilidad de que mi padre o mi madre hubieran dicho algo que me hubiera arrinconado de nuevo. Solo estoy imaginando estas posibilidades, pero para resumirlas, no habría sido extraño que alguien hubiera dicho algo en ese momento. La persona que apareció fue Silvia. Gracias a la voz de aquella niña que no leía la habitación, gracias a mi hermana pequeña que apareció como si flotara con suavidad en el aire, papá recuperó un poco la compostura. Todavía puedo oír su suave voz.

Sin embargo, para mí fue algo de verdad triste. Es un hecho que la locura de aquel lugar que estaba en estado de excitación se desvaneció con la entrada de mi hermanita. Tal vez, si Maurice de verdad se preocupara aunque sea un poco por mí… Entonces, tal vez creo que podría haber traído a Silvia por mi bien. Terminé pensando eso.

—No…, es imposible. Es ridículo…

Todo no eran más que especulaciones. Solo fantasías. Una vana quimera llena de deseos como “habría sido genial si hubiera sido verdad”. Nadie podía leer lo que había en el corazón de los demás.

—¿Ilya? ¿Estás bien?

Cuando me llamó, me di cuenta de que, antes de notarlo, ya estábamos bastante lejos de la mansión Matisse.

—¿Te sientes mal?

Crow me miró con expresión de preocupación. Justo antes de subir al carruaje, retomó su forma humana para indicarle nuestro destino al cochero, pero una vez más me mantuvieron a oscuras.

—Se trata de Maurice… No sé cómo asumirlo…

—Ah, ese mayordomo —dijo Crow con una mirada infantil en su rostro, mientras asentía con una expresión de “lo sé todo”—. ¿No está bien olvidarlo? Al fin y al cabo, nunca lo volverás a ver.

Era una respuesta bastante simplista.

—Sí, está bien. Desde luego.

Sin embargo, algo no se sentía bien. Incluso si estaba bien pensar así, pesaba en mi mente. Crow era un gran contraste para mí.

—¡Ah…! Hablando de eso, recibiste un reloj antes, ¿no? ¿Puedes enseñármelo?

Cuando Maurice me entregó el reloj de bolsillo, me sorprendió la belleza de los grabados. Puse el reloj de plata en la palma de mi mano. No parecía tener huellas dactilares. Había algunos arañazos, pero se veía que estaba pulido con cuidado. Era un reloj de bolsillo muy corriente y sencillo con una larga cadena.

—Esto está roto.

—¿Eh…?

Me di cuenta por primera vez cuando me señaló la esfera. El segundero del reloj iba y venía por el mismo sitio. En otras palabras, no avanzaba. Me pareció que actuaba de forma extraña, como si hubiera dejado de marcar el paso del tiempo.

—Pero eso no debería ser así. Maurice miraba a menudo este reloj para comprobar la hora.

—Entonces, ¿tal vez se rompió hace poco? O bien, ¿estaba mirando un reloj roto?

—Nadie usaría un reloj roto… Solo se comprarían uno nuevo.

Hoy en día, se podían encontrar relojes de bolsillo a un precio razonable. Incluso los sirvientes podían comprar uno sin dificultad.

—¿Qué clase de broma sería si te pidiera convertir un reloj roto en dinero?

Miré a Crow, que se estaba riendo. No había nada que pudiera leer en su expresión. Solo sonreía.

—Está bien… Desde el principio no tenía intención de venderlo.

Un reloj roto no valdría mucho, e incluso era poco probable que pudiera venderlo.

—¿Por qué? Si nos vamos de viaje, ¿no necesitaremos dinero? Ni siquiera puedo asegurarnos un alojamiento. ¿Deberíamos acampar fuera? Bueno, eso podría ser divertido a su manera pero…

Estaba a punto de responder cuando el carruaje se sacudió con violencia. Casi mordiéndome la lengua, cerré la boca de forma inconsciente.

—Es una broma… En realidad, tengo una idea, así que está bien.

Mirando mi cara, Crow acarició mi pelo. Desde nuestro reencuentro, se ha mantenido demasiado cerca de mí. Rara vez me acercaba tanto a otras personas, y mucho menos al sexo opuesto. Siempre mantenía una distancia adecuada, ya que era la etiqueta. La única excepción era en las fiestas nocturnas en las que bailaba con Soleil. Aunque acortaba mucho la distancia, también me cuidaba de no tocar su cuerpo en la medida de lo posible. Porque creía que me odiaba.

—En fin, sobre este reloj. Está roto, pero… ese no es el problema.

Crow, que estaba mirando la esfera, golpeó la superficie de cristal con el dedo. Luego se acercó el reloj a la oreja y lo agitó un poco.

—Como pensaba…

Después de asentir para sí mismo, se lo puso en la palma de la mano y me lo acercó. Seguí su mirada y observé el reloj de bolsillo que encajaba a la perfección con ella. Sacó con facilidad la corona del reloj y quitó el cristal que cubría la esfera.

—Eh.

No sabía muy bien cómo funcionaba y si el pestillo se había aflojado, pero la esfera y las agujas que indicaban la hora estaban al descubierto. Crow siguió empujando la esfera con el dedo. En algún momento, el carruaje había empezado a circular por un camino sin asfaltar. Debido a ello, temblaba mucho. Me dejé caer sobre Crow, que me sostenía los hombros, y contemplé el reloj desmontado. El mecanismo del reloj apareció bajo la esfera desmontada.

Allí. Dentro de los huecos entre las pequeñas piezas que estaban ensambladas de forma intrincada, había incrustadas piedras de colores brillantes.

—¿Qué…? ¿Qué son?

Esas fueron las palabras que se me escaparon de la boca, pero en realidad, ya tenía una suposición.

—Joyas.

Mi corazón se estremeció cuando me dijeron la verdad sin la menor duda.

—Si se caen será de verdad problemático, así que volvamos a colocar todo en su sitio —dijo Crow con su ligera sonrisa en la cara antes de volver a montar el reloj con habilidad con sus delgados dedos.

Pequeñas piedras que encajaban entre los diminutos componentes de un reloj de bolsillo. Pero como había visto el auténtico, lo sabía.

—No nos hará ganar una gran suma de dinero, pero tienen valor. Una vez que las cambiemos por dinero, no tendremos problemas para alimentarnos durante un tiempo. ¿Verdad?

Asentí sin quererlo cuando me pidió mi opinión. Pero casi de inmediato, me calmé y entré en razón.

—¡Esto no está bien…!

Tuve la intención de gritar pero sentí la garganta apretada. Al final de mi frase, mi voz se quebró y se apagó. Hacer esto no está bien. En absoluto.

—¿Es así? Creo que esta es seguro la mayor forma de afecto que podía mostrar, sin embargo…

Puede que algunas personas no aprueben la conversión del amor en joyas, pero no importa lo que piensen los demás, ¿verdad? Crow levantó una ceja con una mirada significativa, antes de hablar.

—Aunque sea el mayordomo, sigue siendo solo un sirviente. Casi no puede recaudar dinero ni moverse con libertad. Puede que esté al servicio de un noble, pero su salario se determina seguro según el precio del mercado. En ese caso, debe haber convertido todo el dinero que ha recibido en joyas.

Y ahí dentro están las piedras que suman esa suma, añadió mientras apretaba el reloj de bolsillo.

—¿Pesa mucho, verdad? Debe haberte enviado con esa determinación. Te dio todo lo que había ganado hasta entonces. Pero por supuesto, no apruebo todo lo que hizo. Como él mismo dijo, esa persona no te salvó. Porque ni siquiera una vez ofreció su ayuda. Para mí, él es… El humano llamado Maurice es una existencia imperdonable. Pero, creo que todo el mundo tiene una experiencia así. De no poder decir lo que quieren transmitir.

Incluso yo, e incluso tú, ¿no es así? Cuando me dijeron eso, no pude refutarlo. Viví mientras me tragaba muchas palabras. Pensé que estaba bien, me dije que era lo correcto.

—No tienes que perdonarle. Está bien aceptar su regalo. Eres libre de desechar su deseo, pero no hay nada malo en recibir el reloj, ¿verdad? Sin embargo, si los sentimientos de Maurice son demasiado fuertes y te causan dolor, es otra historia.

Me dio una palmadita en la cabeza como si quisiera consolarme. Me sentí avergonzada porque me trataba como a un niño.

El reloj de bolsillo que volvió a poner en mi mano se sentía frío y agradable. Era un reloj pequeño que había renunciado a su función de indicar la hora para esconder joyas bajo su esfera. Aunque pretendía estar roto, en realidad resultaba ser muy precioso. Me recordaba a Maurice en todo.

Tenía una mirada fría, una expresión rígida y nunca sonreía. Pero en realidad era una persona que escondía lo que era precioso para él en el fondo de su corazón y se lo guardaba para sí mismo.

—Ilya…

Una a una, las gotas de agua cayeron sobre los delicados grabados del reloj. Creí que llovía, pero al levantar la vista, el dolor me recorrió la nariz.

—¿Por qué lloras?

—No lo sé…

—Ya veo.

Cuando me limpié las mejillas con los dedos, confirmé que de verdad estaba llorando. Aunque no estaba triste, era extraño.

—Es extraño. Yo también estoy a punto de llorar.

En el momento en que dijo eso, Crow cerró los ojos con fuerza. Sabía que estaba conteniendo sus lágrimas.

—¿No nos hemos convertido en unos llorones?

Cuando dijo esta frase con un tono burlón y volvió sus ojos húmedos hacia mí, me reí sin quererlo.

El sonido de nuestras voces risueñas se perdió por encima del estruendo del carruaje que corría con energía.

♦ ♦ ♦

—No sé cuánto tiempo más pretendes hacer funcionar el carruaje, pero si no hacemos un descanso pronto, mi cuerpo llegará a su límite.

Cuando dije eso y miré a Crow, me contestó: “Llegaremos a nuestro destino dentro de poco” y en sus labios volvió a aparecer una significativa sonrisa. Y unos minutos más tarde, llegamos a una posada limpia y ordenada. Volví a decir que no tenía dinero para alojarme aquí, pero tras mostrar una expresión un poco sorprendida, asintió y dijo: “Está bien”.

—Ilya, dijiste que necesitarías encontrar colaboradores, pero ya tenemos uno.

—Sí… Dijiste que tenías a alguien en mente.

—Sí.

Hacía poco tiempo, me había sorprendido cuando Crow había sacado monedas frías del bolsillo de su pecho para dar las gracias al cochero. Al inclinar la cabeza hacia los símbolos desconocidos grabados en la moneda de oro, el cochero, que parecía haber venido de un país extranjero para trabajar como emigrante, dejó escapar un grito. Por lo que había oído, esta moneda parecía ser muy valiosa. El hombre dudaba de si era real o no, pero cuando Crow le dijo que incluso una falsa con un grabado tan delicado valdría la pena, cambió por completo su postura y aceptó la moneda de oro con una expresión de alegría en su rostro.

—Esa moneda fría, ¿de quién la has recibido?

—Ah…, ¿eso? Era mía. Es algo que recibí hace mucho tiempo. Pensé que la perdería al saltar de un mundo a otro, pero parece que está bien.

Añadió que escondía monedas de oro, plata y cobre en su ropa por si pasaba algo.

—Eres como un mago.

Cuando murmuré “un ilusionista podría ser un término mejor…”, respondió con una cara bastante seria.

—No soy nada de eso.

En el carruaje, Crow sacó un pequeño papel del bolsillo de su pecho y lo dobló en forma de mariposa, antes de dejarlo volar. Me sorprendí mucho cuando la mariposa, que había sido lanzada al viento, movió sus alas.

—Por cierto…, ¿qué clase de existencia es usted?

Una vez pensé que nadie más que yo podía verlo, pero no parecía ser el caso. En verdad, Crow, que me había acompañado en muchas escenas de mis repetidas vidas, era una existencia fugaz, como un sueño o una ilusión. De hecho, era cierto que era “difícil de ver”. Por otra parte, si lo pienso bien, había hablado con mi hermana pequeña después de que me quitara la vida. Eso no significaba que todo el mundo pudiera verle. Incluso ahora, ya sea el cochero o la recepcionista de la posada, conversaban con Crow como si fuera algo normal.

Inclinando la cabeza, asintió para sí mismo y después de fingir que reflexionaba, habló.

—Porque, por así decirlo, soy igual que una muñeca. En pocas palabras, ¿no he sido tratado como una hasta ahora?

—Espera…, no entiendo lo que quieres decir.

—Hmm. Por ejemplo, imagina que en este momento tienes una muñeca en el brazo. En ese caso, aunque te hable, no hablarás directo con la muñeca, ¿verdad? Aunque la muñeca esté en tu línea de visión, no pensarás en mantener una conversación con ella. Aunque tenga forma humana, sigue siendo solo una muñeca al final.

—Bueno. Tal vez sea así.

—Puede que haya gente que hable con las muñecas, pero… Hasta ahora, no es que haya habido algunos así. Sin embargo, eran bastante pocos.

Y tú estás incluida entre ellos. 

—Pero ahora…, no eres solo una muñeca, ¿verdad?

—¿Quién sabe? Es algo que solo Dios sabe. Tanto si soy solo una muñeca como si soy un humano, siempre estaré contigo.

Eso es todo lo que puedo prometerte, dijo Crow mientras agarraba mi mano. Me había acostumbrado a sus fríos dedos. Sin embargo, no me pareció que estuviera sola.

—¿O acaso odias tener a tu lado a un tipo tan desconocido?

Crow, qué preguntó con una voz algo divertida en lugar de con una apariencia servil, balanceó un poco nuestras manos entrelazadas como lo hace un niño. Me apresuré a negar con la cabeza mientras miraba fijo en sus ojos negros.

—Bueno, aunque digas que lo odias, no te dejaré.

¿Te da más miedo eso? Esta vez, me miró con una mirada que no pude descifrar.

Sus ojos me miraban, pero no parecían verme.

—Crow.

—¿Hmmm…?

—Quiero que siempre estés a mi lado. Y además, quiero que siempre me mires. No apartes la mirada de mí.

Y entonces, el chico parpadeó una vez antes de soltar un largo suspiro mientras reía. Muchas luces habitaban en sus ojos de color obsidiana.

—¿Por qué me alegra tanto oírte decir lo que deseas?

—Si me dices eso, me volveré egoísta.

—Está bien… Por supuesto, está bien ser así.

Crow se rió con tanta alegría que me di cuenta de que todo estaba de verdad permitido. Toda mi vida había vivido como la prometida de Soleil. Tener autocontrol era una virtud, y apoyarle a él, que debía convertirse en marqués tarde o temprano, debía ser mi vida misma. Pero ya no tenía que aspirar a convertirme en ese tipo de persona. Aunque me sentía incómoda, no podía evitarlo. Porque a partir de hoy, ha nacido una nueva yo. Ilya, la prometida de Soleil, ha muerto. Esto es un hecho irrefutable; esta es la verdad.

—Por ahora, por favor, dime si hay algo que quieras comer. Empezaremos por ahí.

La habitación alquilada no era amplia, pero había dos camas e incluso estaba equipada con un baño. Era una habitación en la que la gente corriente no podría alojarse con facilidad. Aunque debía ser la primera vez que utilizaba un lugar así, Crow parecía algo acostumbrado. Dijo que iría a comprar las cosas necesarias más tarde y alineó las monedas de plata que ocultaba en su ropa sobre una mesa. De verdad me pregunto dónde escondió tantas monedas. Luego, tras esperar un rato, salió de la habitación, pero pronto regresó y me entró unas ropas poco llamativas. Eran prendas que suelen llevar las chicas del pueblo.

—Negocié con la gente de la posada y me la vendieron. Siento que sea ropa de segunda mano, pero es mejor llevar ropa así para mezclarse con el pueblo. Además…, me resulta un poco doloroso ver las manchas de sangre.

Dirigió una mirada incómoda hacia mí, que me había quitado la túnica prestada y la sostenía en mis brazos.

—La gente de la posada llenará el baño de agua caliente, así que deberías lavarte la suciedad y ponerte la ropa nueva. Después, echa una siesta. Cuando te despierte, comamos y luego vayamos de compras.

Mientras observaba cómo preparaba con habilidad nuestro plan, me vino a la mente el recuerdo de la vez que estuve en un burdel. Eso era una vida que ya había perdido, pero sin equivocación era una parte de lo que yo era.

—¿Podemos dormir juntos…?

—Ja, ja, ¿te sientes sola?

—Sí, creo… que sí.

Las palabras se escaparon de mi boca antes de que pudiera pensar. La sonrisa de Crow desapareció con tranquilidad y preguntó mientras ladeaba la cabeza:

—¿Te canto una nana?

Cuando asentí, pensando que era una frase que había escuchado en alguna parte, la habitación se quedó en silencio. Mientras miraba su rostro de piel clara, sentí que sus ojos negros se humedecían.

—¿Crow?

Sin querer ser visto, el chico se dio la vuelta y murmuró: “¿Estás de verdad aquí, no?”. Su voz era tan suave que no se le podía oír si no se esforzaba el oído. Parecía que sus verdaderos sentimientos se filtraban sin querer.

—Lo mismo ocurre contigo. Estás de verdad aquí, ¿verdad?

Cuando le pregunté a su vez, acabé diciéndolo en un tono que rezaba por ello. Nerviosa, cerré rápido la boca. Para el otro, parecía que no había sentido de la realidad.

—Creo que está bien entenderlo poco a poco a partir de ahora. Porque seguro los dos necesitamos tiempo para esto.

Pusimos con suavidad nuestra mano encima de la del otro y nos miramos a la cara. No había rastro de cansancio en su rostro. Solo las sombras proyectadas por sus largas pestañas. Era un ser poco claro. Incluso ahora, sentía que podía desaparecer en cualquier momento. Sin embargo, dijo que se quedaría a mi lado. Dijo que no se iría.

—Cada minuto, cada segundo, demostraré que estoy aquí. Por eso, quiero que tú también lo demuestres. Que siempre estarás a mi lado.

Pero por ahora, el baño caliente es lo primero. Iré a preguntar a la recepcionista, dijo y salió de la habitación. Sin pensarlo, le seguí la espalda. En el momento en que extendí el brazo para tocarlo, me di cuenta. No me dolía.

—¿Qué ha pasado…?

—Mi brazo, no me duele.

—¿Qué quieres decir? ¿Estás herida?

Me subí las mangas y le mostré el brazo a Crow, que se apresuró a volver a la habitación. El vendaje un poco suelto estaba manchado de sangre. Aquí debía estar el corte hecho por el cuchillo de mi madre. Cuando Crow desabrochó la venda, la herida que debía estar aquí había desaparecido. No había puntos de sutura, ni rastro de sangre, ni siquiera se veía una costra.

—Todo, no, es como si no hubiera pasado nada.

Junto con el agujero de mi pecho, la herida de mi brazo parecía haber desaparecido. Recuerdo haber sido apuñalada por el cuchillo que Saion lanzó con sus propias manos, así como haber impedido que mi madre se suicidara.

—Por alguna razón…, tengo miedo.

Cuando murmuré eso, Crow me agarró la mano. Tenía el ceño fruncido y una expresión difícil de describir.

—No es miedo. Es una certeza.

—¿Cómo puedes estar seguro?

—Porque estás viva.

Al decírmelo, traté de oír los latidos de mi corazón. En lugar de oír mi pulso, sentí con claridad el movimiento del órgano en lo profundo de mi pecho.

—Se supone que has muerto, y sin embargo estás aquí y viva. Yo también… Estamos vivos. Es algo maravilloso. No hay nada que temer.

—Tal vez sea así.

No pensaba que estar viva significara ser feliz. Pero, como alguien que ha muerto y ha resucitado muchas veces, puedo entender lo afortunada que era por estar viva.

—Además, aunque la herida haya desaparecido, no significa que no haya pasado nada, ¿verdad? Los recuerdos grabados en tu corazón no han desaparecido. Los recuerdos dolorosos y tristes, todas las cosas que has vivido conforman lo que eres.

—Sí…, tienes razón.

—Además, ni siquiera puedes olvidar lo que quieres. Las cosas que quieres olvidar son las que no puedes.

Si solo pudiera recordar los recuerdos alegres y agradables, podría ser lo mejor. 

Pero no quiero eso, dijo esa persona.

—Porque siento que con cuanta más claridad recuerde el dolor, la tristeza y la ira del pasado, con más claridad podré afirmar mi yo actual.

Ichigo
¡Sorpresa! Un nuevo capítulo, ¡y esta vez no hemos tenido que esperar un año! ¡Y hasta es un capítulo lindo, sin angustia!

Lucy
Aquí esta el capítulo, y ya necesito leer más de ellos T-T

7 respuestas a “Mi prometido ama a mi hermana – Arco 8 – Capítulo 4”

  1. “–Estas temblando”
    “–Estamos temblando”
    “–¿Porque?”
    “–Porque sentimos alegría”

    Que lendo es leer a estos dos ahora la verdad qwq, ya quiero más dolor ni sufrimiento.

  2. Es emocionante ver qué al fin comienza a abandonar el ciclo de dolor, solo espero que lo logren y si no es así, me gustaría que en su siguiente vida se conozcan en una situación donde ambos logren ser feliz.

  3. Siento que sus heridas saneadas es significado que todo mal se ha ido, creo que crow también pasará por eso, tal vez ya no sea muñeca y sea un humano, así tendrían un hijo, una familia más grande aunque da igual eso. Ya que con ellos dos sería suficiente para ser felices.
    Espero que los demás vivan en un infierno.

  4. we me preocupa tanta felicidad, no siento que quien escribe sea alguien que nos dé tanta felicidad gratuita qwq…
    aunque amo sus interacciones, me dan miedo sus temores qwq

    Muchísimas gracias <3

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