Princesa Restante – Tomo IV – Prólogo

Traducido por Mochi

Editado por Sakuya


Hace mucho tiempo, los dioses existían en este mundo. Uno de ellos, un dios llamado Cristhian, bajó a la tierra de los hombres.

Cristhian transformó sus propios poderes divinos en trece espadas. Una de las espadas, la Espada del Rey Caballero, la usó él mismo mientras el resto de las doce espadas fueron entregadas a doce personas que juraron su lealtad y que lo protegerían. Las doce espadas serían llamadas más tarde como ‘Las Espadas Prometidas’.

Entonces, Cristhian se volvió el primer rey de Solvelle y se le dio el título póstumo del Rey Caballero. Durante sus tiempos, creó un lugar llamado la Habitación del Rey Caballero. Esta habitación estaba en el corazón del Castillo Real de Solvelle. Está rodeada por muros y no tiene puertas o ventanas. Solo las reencarnaciones del Rey Caballero pueden entrar aquí por medio de sus sueños. 

Una de las reencarnaciones, el rey que olía a lluvia, el Rey del Disparo rió mientras Leti le preguntaba cómo hizo que lloviera.

—¿Cuándo lo necesitas?

—Inmediatamente.

Ludger se sentó toscamente en la silla, puso sus codos en sus rodillas y apoyó su barbilla en una de sus palmas. Su apariencia arrogante era exactamente la de un rey. 

—Entonces, es imposible. Tuve que practicar un año entero y tenía miedo que mis sentidos se descuidaran, así que no me atreví a usar ninguna otra espada aparte de la del Vendaval.

—¿Usaste la Espada del Vendaval? ¿No la del Espejo de Agua?

Las doce espadas prometidas estaban contenidas dentro del cuerpo del Rey Caballero. Una de ellas tiene poder sobre el agua, la Espada del Espejo de Agua. Sin embargo, Ludger dijo claramente que, para llamar a la lluvia, la Espada del Vendaval necesitaba usarse.

—Pensé lo mismo y practiqué con el Espejo de Agua, pero fue un fracaso absoluto. Puede controlar el agua, pero no puede crearla de la nada. Y aún si había agua, hacer llover era imposible. Todo lo que podía hacer era una cascada lodosa.

Leti ha estado consciente de este hecho. El hecho que todos los reyes que ha conocido aquí han entrenado desesperadamente los poderes grabados en sus almas por necesidad. Ellos eran diferentes a ella quien vivía en paz.

—Entonces —continuó Ludger—, cuando me encontré con un rey de más adelante en el futuro, le pregunté si había manera de hacer que llueva, me dijo que usara los vientos.

—¿Vientos?

—Llama vientos fríos arriba, encima del cielo, entonces llama aire caliente y húmedo cerca de la tierra. Dijo que había una teoría trabajando debajo de esto, pero no pudo explicarla bien.

Para hacer que llueva, ella debía llamar vientos fríos arriba en el cielo y vientos calientes y húmedos cerca del suelo. 

—La parte difícil es llamar los vientos fríos encima del cielo, tan alto que no los puedes alcanzar con tu conciencia. No sé para qué lo vas a usar, pero recomiendo que hagas algo que no sea hacer que llueva.

Había un incendio forestal amenazando con quemar tierras. Si no podía hacer que lloviera, entonces solo podía aceptarlo y dar ayuda en la recuperación de las tierras perdidas y las personas afectadas. Y así es como las cosas deben de ser. Leti poseía poderes sobrenaturales, pero estos poderes nunca se vieron necesarios durante sus tiempos. Por eso, ella debe hacer solo lo que un humano normal puede.

Aun así, voces sonaban dentro de su cabeza. Hay vidas que puedes salvar y tienes el poder para hacerlo. ¿Qué hay de malo en utilizar ese poder?

—Tal vez tengo el talento de lograr en tres días la hazaña que te tomó un año.

—Bueno, esa si es confianza. Me gusta mucho esa parte de ti, Reina Leticia.

—Gracias. —dijo Leti indiferente.

—Y esa parte fría también. —agregó Ludger.

Leti ignoró el último comentario y en vez le preguntó algo.

—¿Así que hay otro rey que pudo hacer que lloviera además de ti?

—No. Él solo sabe sobre la teoría, pero no lo puede hacer. Los únicos que pueden hacerlo probablemente sean yo y los reyes anteriores a mí.

Las reencarnaciones del Rey Caballero antes del Rey del Disparo Ludger eran el Rey de Una Sola Mano Oswald, Leti, el Rey Administrativo Karlheinz, el Rey Léon Alexander y así. En verdad, siempre que practicaran podrían hacer que lloviera. ¿Pero eso no era posible con los reyes del futuro?

—Cada vez que vengo aquí, siempre siento esta gran diferencia entre mis poderes y los del viejo Rey León. ¿Has tenido esa misma sensación?

Leti piensa que es inferior comparada a Ludger por que vivía en una era pacífica. Pero Ludger no se refería a la habilidad con la que usaban sus poderes, sino el poder del Rey Caballero en sí.

—Tal vez lo noté porque soy uno de los reyes posteriores. Creo que perdemos parte de nuestros poderes con cada reencarnación.

Ludger piensa que es justo. A medida que pasa el tiempo, un poder distinto a la magia nace. Es natural que pierdan algo.

—Reina Leticia, ¿sabe lo que es una ‘pistola’?

—No. Es una palabra que aún no existe en mi tiempo.

—¿En serio? Creo que ya existía algo similar. Tal vez se llamaba de otra forma. 

Ludger inclinó su cabeza hacia un lado preguntándose cómo se solía llamar antes.

—De todas maneras, la pistola es como la magia de la nueva era. Todo lo que tienes que hacer es apuntar y disparar. Puede tomar vidas más rápido que el arco y la flecha. Noté su potencial antes que cualquier otra nación y ordené que la mejoraran para que sea manejable para cualquiera, dondequiera, aun cuando la lluvia está cayendo. Todo lo que tienen que hacer es jalar el gatillo.

Esta pistola fue completada y Ludger demostró su poder durante la batalla donde hizo que lloviera en el campo.

—A cambio de eso, no puedo usar mucho de nuestro poder.

El cielo se partió. La tierra se dividió. La montaña colapsó.

Ludger sabía de sus visitas a la Habitación del Rey Caballero que estas historias supuestamente exageradas de los antiguos reyes de Solvelle no eran exageraciones sino puras verdades. Así que intentó hacer las mismas cosas en su tiempo, pero no podía. Practicó y practicó, pero lo más que pudo hacer era que lloviera.

—Cada vez que hablo con el viejo Rey León, siento que estoy hablando con alguien de un mito. Podré poseer el mismo poder del Rey Caballero, pero yo no soy alguien de una fantasía.

Ludger sonaba como si estuviera declarando una guerra. ¿Contra qué? Lo más posible era su propio futuro.

—La era mitológica termina con el Rey de Una Mano Oswald. Crearé una era nueva, Reina Leticia. —declaró audaz.

El Rey del Disparo, Ludger, era el rey quien jaló el gatillo, creando el disparo que le daría camino a la nueva era.

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