¡Vamos a romper este compromiso! – Capítulo 103: Charla ociosa – La crisis de Ricardo (3)

Traducido por Shröedinger (Quien ya lo perdió todo una vez…)

Editado por Ayanami


Ahora mismo estoy muy confundido.

¿Por qué me persiguen con tanto entusiasmo?

Una simple hija noble…

Han pasado tres días desde la entrevista matrimonial.

Mientras tanto, la compañera de la entrevista me agredió muchas veces.

Me negué, pero…

Primero, ella viene a la mansión… Además, también llega a los campos de entrenamiento de la orden de caballería.

No hay tiempo para descansar.

Con eso, la entrevista de matrimonio fue expuesta a mis subordinados. Especialmente para aquellos que se preocupan por Sana, me mostraron dos reacciones.

Uno grupo se regocijaba de que dejaré a Sana en paz, el otro estaba enojado porque elegí a otra mujer que no era Sana.

Por el momento, me ocuparé de los que mostraron la primera reacción.

Y hoy también…

—¡Joven Ricardo ~~!

Uf, ella vino de nuevo.

Apareció como de costumbre, cuando entrenaba con mis subordinados.

La gente alrededor nos mira, a mí y a la dama, con una sonrisa.

—… Parece que no los he entrenado lo suficiente. No se preocupen, soy de buen corazón con ustedes, los ayudaré a ponerse al día.

Ante mis palabras, mis hombres

—¡Tirano!

—¡Ya no puedo moverme!

—¡Me llevaré a La señorita Sana!

Están diciendo tonterías.

Y para el último chico, lo trataré en serio.

Incluso mientras sigo entrenando a mis hombres, la dama no se irá.

¿Cuánto tiempo puede mirar casualmente los campos de entrenamiento?

Por favor, dame un descanso.

Finalmente, la práctica complementaria terminó.

—¡Joven Ricardo! ¡Buen trabajo!

… Ah, honestamente.

La señorita frente a mí no se da cuenta de que mi fatiga no es causada por el entrenamiento, sino que es de naturaleza mental.

—… Ah.

Ella no se desanima en absoluto por mi respuesta cortante.

—Joven Ricardo, aquí, por favor, come si quiere.

Ella me ofreció sus dulces hechos a mano.

Se convertirá en una situación terrible si los recibo aquí.

Después de reflexionar por un momento, dije:

—Lo siento, pero no soy bueno con las cosas dulces.

Por supuesto, no es más que una mentira.

Mi comida favorita son las galletas hechas por Sana.

—… ¡Oh!

Uf, no pongas esa cara.

La señorita Elise parece sollozar.

Otras personas presentes se burlan de mí.

—¡El capitán es un monstruo!

—¡Enemigo de las mujeres!

—¡¡Se lo diré a Sana!!

Esos tipos ~~, tendré que ocuparme del último más tarde.

♦ ♦ ♦

En la noche.

Estoy agotado.

Nunca me habían abordado así hasta ahora.

Honestamente, no sé qué hacer excepto negarme.

Sin embargo, hay una cosa que debo hacer.

Eso es… ¡Enviarle una carta a Sana!

Ahora que me he dado cuenta de mis sentimientos, todo lo que puedo hacer es actuar.

De hecho, ahora mismo quiero correr al País Occidental, pero tengo un trabajo.

Si se enterara de que me salté el trabajo, Sana me miraría con ojos fríos.

Por eso, una carta…

De todos modos, necesito enviar una carta para que regresen antes.

Tal como están las cosas, me temo que estaré comprometido sin que me de cuenta.

¡Está bien! Pongamos todo mi espíritu y escribamos.

“Para Sana:

Sana, ¿Cómo estás?

Como no estás aquí, no tengo energía.

Deseo mucho poder comer tus galletas.

¿Cuándo vas a volver?

Hay algo que necesito discutir contigo en persona.

A decir verdad, quiero ir a donde estás, pero mi trabajo lo hace imposible.

Por eso, ¡Vuelve pronto! ¡Por favor!

Ricardo.”

¡Es genial!

Ahora, pidamos a Sebastián que se encargue de que se la entreguen a Sana.

“Por favor, léelo y vuelve pronto.”

♦ ♦ ♦

A la mañana siguiente, le confié la carta a Sebastián.

Bajé la cabeza para orar que la entrega no demore demasiado.

Mientras le preguntaba desesperadamente a Sebastián, mi padre dijo algo extraño de repente.

—Ricardo, sal con la señorita Elise.

—No quiero.

Mi padre me miró fijamente.

No puedo permitirme ceder aquí.

Tan pronto como tengamos una cita, se convertirá en matrimonio en poco tiempo.

—Ricardo, no sabrás tu compatibilidad con la señorita Elise si no hablan entre ustedes. A ninguna chica le gustarás en el futuro si eres así.

—Yo… tengo a Sana.

—No, aún no. Además de Ricardo, es cuestionable si Sana aceptará.

¡Qué estás diciendo!

La vida sin Sana…

—Entiendo. Saldré con la señorita Elise y… ¡Te odio con todo mi corazón!

Mi comentario acalla a mi padre.

En silencio, él me golpeó en la cabeza.

Sin embargo, mi madre siempre me pega, así que no duele mucho.

Por el contrario, mi padre sufre una agonía.

—Khh ~~. Qué persona más testaruda.

—Perdóneme.

—En cualquier caso, absolutamente, debe hablar con la señorita Elise. Les conseguiré un chaperón.

¿Un chaperón?

¡Hmph! No me importa quien venga.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido