Traducido por Melin Ithil
Editado por Lugiia
Después de haber sido liberado de su agarre, Raynard recuperó el aliento y se acercó a un costado de Yurina.
—¿Cuántas personas en la capital no conocen al marqués? —respondió la joven con todas sus fuerzas, esperando que su voz no temblara.
El marqués Defrom, quien se frotaba la barbilla con una expresión aguda al no gustarle su respuesta, miró a los escoltas detrás de la niña. Luego, como si hubiera notado algo, hizo una pequeña exclamación: