Traducido por Herijo
Editado por Freyna
—¡La joven dama del ducado de Diollus está entrando en el salón!
La puerta del salón del baile imperial se abrió, revelando el evento de presentación de las jóvenes damas de familias nobles en el mundo social.
Las deslumbrantes luces de los ornamentados candelabros iluminaban el espacio, mientras que las ventanas adornadas con oro y joyas y las lujosas tapicerías añadían un aire de opulencia.
Todos los ojos se posaron en mí mientras entraba orgullosamente al lujoso lugar.
—Oh, por Dios…
—¿Qué? ¿Quién es esa?
Como era de esperar, todos estaban sorprendidos.
—El ducado de Diollus tiene dos jóvenes damas. ¿De cuál están hablando?
—Miren allí. Lillia Diollus ya está aquí, así que debe ser Rubetria Diollus.
—No, creo que el sirviente se ha equivocado. Rubetria Diollus es una chica pelirroja increíblemente gorda.
—Pero esa es una chica pelirroja, ¿no?
—¿Esa persona hermosa?
—¿Es esa Rubetria Diollus?
Podía escuchar voces susurrando a mi alrededor, provenientes de personas que no lograban reconocerme.
Tan pronto como sonreí a los jóvenes nobles, que me observaban con un rubor descarado, comenzaron a discutir entre ellos, preguntándose si mi sonrisa era realmente para ellos.
Oh, se siente genial.
Respiré hondo y dirigí la mirada más allá del salón de baile, hacia aquellos cuyas expresiones cambiaron en el instante en que me reconocieron.
Sus caras son un espectáculo.
Lillia Diollus y su grupo abrieron los ojos tanto que no resultaría extraño si sus globos oculares se desprendieran. Entre ellos, Ricky Diollus se quedó con la boca abierta, deslumbrado. De entre sus fríos amigos, era el único que se sonrojaba tontamente al verme.
Incluso Lisbeth, la quinta princesa, me observó con curiosidad y levantó la copa de vino en un gesto de saludo. Sus ojos se posaron en mí, como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor.
Realmente, me encanta esta sensación. ¡Esta es la vida de una celebridad!
—L-Lillia. ¿Es realmente Rubetria?
—V-Vamos… Eso es imposible, ¿no es así?
—No puede ser.
Lillia y su grupo susurraron una y otra vez.
Fui la primera en acercarse deliberadamente hacia ellos. El sonido de los tacones altos, que ni siquiera podía pensar en usar cuando era gorda porque tenía miedo de caerme con ellos, sonaban agradable a mis oídos.
—Hola, Lillia.
Frente a la temblorosa Lillia, sonreí con la mayor brillantez posible.
Estás molesta, ¿verdad? Debes estar muy disgustada, ¿cierto?
El patito feo del ducado, que había sido atormentado sin piedad por todos, ha regresado con una metamorfosis completa.
Levanté el mentón con arrogancia, llenando mi corazón de orgullo. Abrí el abanico que sostenía, cubrí mi boca y sonreí solo con los ojos.
—Eh… ¿eres realmente la princesa Rubetria?
—Así es, señorita Pelkan. Soy Rubetria. ¿La última vez que te vi fue el año pasado? ¿Qué fue lo que dijiste en aquella ocasión, cuando compré macarrones en la tienda de postres?
La hija del conde Pelkan, que estaba junto a Lillia, se ruborizó de ira al recordar vagamente lo sucedido el año pasado.
—Oh, por Dios, la princesa está en la tienda de postres cada vez que la veo. Come tantos dulces, suficientes para hacer estallar las mejillas, no es de extrañar que engorde tanto.
Era audaz criticar a la hija del duque, de manera tan descarada, solo por su relación con Lillia. La tímida Rubetria ni siquiera pudo pronunciar una palabra en ese momento…
Pero yo soy diferente.
Yo, que ahora habitaba el cuerpo de Rubetria, era una mujer que había vivido toda mi vida rodeada de esplendor. Todos envidiaban mi existencia, y como nunca había sido ignorada, mi actitud era bastante arrogante.
—Ha pasado tanto tiempo que no puedo recordar. Es agradable verte de nuevo después de mucho. Tomemos una taza de té la próxima vez.
—Oh, eso… sí. Por supuesto. G-Gracias.
Al suavizar generosamente los comentarios groseros de la señorita Pelkan, ella se ruborizó de vergüenza y asintió. Las chicas, de no más de quince o dieciséis años, admiraron al instante mi presencia, que había cambiado radicalmente.
—P-Princesa Rubetria, por cierto, el vestido que llevas puesto ahora…
—Oh, así que lo reconoces. Madame Becky me hizo este vestido cuando le dije que iba a tener un debut tardío.
—¿Perdón? ¿De verdad?
—Oh, Dios mío…
Las chicas nobles se sobresaltaron de envidia, y Lillia, atrapada en medio de ellas, se quedó helada ante mis palabras. No pude evitar reprimir una risa al ver su expresión.
El vestido de noche negro que llevaba puesto en ese momento era de madame Becky, una reconocida modista de las Islas. Sus exclusivos diseños, creados según sus principios, solo pueden ser usados por las damas de la corte imperial tras una larga espera de un año.
Sé lo mucho que quería usar los vestidos de Becky.
Lillia, que conocía este hecho, también había intentado ordenar varias veces sin éxito. Qué frustrada debe estar cuando alguien como yo usa atrevidamente un vestido así.
—Me doy cuenta de que has adelgazado mucho, Rubetria.
—Bueno, no estoy segura. Más que haber adelgazado, ¿debería decir que ahora estoy en un estado ligeramente más saludable? Todo gracias a ti, así que gracias.
Precisamente porque he estado esforzándome para no sufrir más debido a ti y a tu madre por el resto de mi vida.
—No necesitas agradecerme. Ja, ja… Te ves… Te ves mucho mejor, sí…
Con mi saludo ingenioso, las comisuras de los labios de Lillia temblaron y apenas logró esbozar una sonrisa.
«Los humanos son realmente aterradores. ¿Suelen reír y decir cosas que no quieren decir normalmente?»
Justo a tiempo, una voz familiar resonó en mi cabeza.
Era Wishit, el espíritu guardián de Rubetria, quien había comenzado todo esto y ahora se había convertido en mi amable compañero.
Solo bebe tu refresco y observa. Este es el momento que Rubetria ha anhelado.
Ante mi respuesta mental, Wishit se rio satisfecho.
—Pero Rubetria, ¿no has podido encontrar pareja, verdad? No me digas que viniste sola a tu baile de presentación, que ocurre una vez en la vida.
Como era de esperar. No es Lillia si simplemente acepta ser intimidada. Luciendo una sonrisa completa y relajada, ella preguntó encogiéndose de hombros, como si estuviera bromeando.
En el momento justo, alguien se acercó al lado de Lillia. Este apuesto hombre de estatura impresionante, cabello castaño oscuro y ojos azules es el heredero del Ducado Reiger, Kedrick Reiger.
Él era el hombre al que Rubetria había estado persiguiendo desde que era una niña de 8 años con los dientes frontales faltantes.
—Oh, joven duque Kedrick, ¿cómo ha estado?
—Eh, sí, ha pasado un tiempo.
Kedrick también observaba mi cambio, como si estuviera poseído.
Lillia, que ya había tomado el brazo de su llamativo compañero Kedrick, presionó suavemente su mejilla en su hombro.
—No puedes venir a un lugar como este sola. ¿Por qué no le pediste a Ricky que fuera tu pareja?
Ricky Diollus, el hermano gemelo de Lillia. Y mi tío.
No, ¿por qué iría con ese idiota?
Estallé en risas como si la idea fuera ridícula, y luego cerré el abanico que había abierto.
—¿Ricky? Por favor. ¿No crees que es indigno de estar a mi lado?
—¿Q-Qué? ¿Qué dijiste justo ahora?
—Lillia. Gracias por tu preocupación, pero no vine sola. Debido a la posición de mi compañero, no pudimos venir juntos al lugar, así que decidimos venir por separado.
—¿Qué quieres decir con que no pudieron venir juntos?
La joven señorita Pelkan, que estaba escuchando, preguntó rápidamente.
—Ah, según la etiqueta imperial, al organizador de la fiesta no se le permite entrar por la entrada del salón por donde entran y salen los invitados.
—¿El organizador de la fiesta?
—¿Qué?
Había una luz de curiosidad en los rostros de las chicas, cada una de ellas inclinaba la cabeza.
Lillia, que había estado cavilando sobre mis palabras, entrecerró los ojos y murmuró.
—¿Estás hablando del organizador del baile de presentación? Entonces es…
—¡Su Alteza, el Príncipe Heredero Lark van Rashmagh Descarde! —el sirviente anunció en voz alta la aparición de alguien.
Entonces, la espléndida puerta frente a la entrada de los nobles se abrió.
En principio, esta puerta solo es para los organizadores de las fiestas que se celebran en la corte imperial, en otras palabras, los miembros de la familia imperial del Imperio Descarde.
El rostro de Lillia mostraba pensamientos profundos.
—¡Su Alteza el Príncipe Heredero!
—¡Ahí está el pequeño sol del imperio!
Tan pronto como el príncipe heredero de este país, la figura más influyente en el actual Imperio Descarde, Lark van Rashmagh Descarde, entró, agitó su mano a los nobles que lo saludaban apresuradamente. Luego giró la cabeza para buscar a alguien.
Lark, que me encontró rápidamente, sonrió brillantemente y comenzó a acercarse a mí.
Como el milagro de Moisés, los nobles que bloqueaban a Lark abrieron el camino. Él vino apresuradamente y se paró frente a mí.
Todas las chicas nobles, que observaron de cerca el rostro del príncipe heredero, que generalmente era difícil de ver, estaban fascinadas.
—Por supuesto, tienes que estar en este nivel para ser reconocido como el hombre de ese cuerpo.
Un rostro de aspecto fuerte debajo del cabello plateado peinado cuidadosamente. Sus ojos afilados rebosaban elegancia, y su puente nasal alto y la línea de los labios parecían estar tallados deliberadamente.
El apuesto hombre, como una pintura, sonreía mientras me miraba fijamente con sus ojos dorados.
¡La mirada actuada como si estuviera mirando a su amante encantadora es realmente excepcional!
—¡Veo a Su Alteza el Príncipe Heredero!
—¡Saludos, Su Alteza el Príncipe Heredero!
Las chicas nobles y Kedrick, que habían estado apreciando en silencio la belleza de Lark, inclinaron la cabeza confundidos hacia su dirección.
Yo era la única que permanecía de pie con la cabeza rígida. Era muy grosero, pero Lark sonrió dulcemente y me extendió la mano, como si no le importara.
—Lamento haberte dejado entrar sola a pesar de ser tu pareja.
—No importa. A veces tenemos que ser comprensivos —murmuré entre dientes, mientras colocaba mi mano encima de la suya.
Todos se sorprendieron cuando Lark sonrió y besó el dorso de mi mano.
Ah…
Lillia, quien me había atormentado hasta el punto de la muerte toda mi vida.
Las chicas nobles que se burlaban de mí descaradamente con Lillia a la cabeza.
Kedrick Reiger, quien jugaba con mi inocencia.
Además de eso, el resto de las personas que masticaban, saboreaban y disfrutaban de mis sufrimientos, el patito feo del Ducado Diollus…
Todos me estaban mirando en ese momento, con ojos llenos de celos, envidia o deseo.
Se los estoy diciendo ahora…
El personaje principal aquí soy yo, nadie más.
A partir de hoy, ¡soy la celebridad del Imperio Descarde!
¡Rubetria Diollus!
Yo, que finalmente me convertí en un hermoso cisne, sonreí brillantemente a los idiotas atónitos.
¡Esto se siente genial!