Dama a Reina – Capítulo 50: No se ve bien

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—Sé porque le preguntaron —murmuró el mayordomo.

—Sí. —Petronilla dio un pequeño suspiro—. No creo que nadie aprecie que entre y salga de la casa con demasiada frecuencia. Así que por favor haga todo lo que pueda.

—No se preocupe, mi señora. Me aseguraré de que no haya inconvenientes.

—Confío en ti. —Petronilla dio una última sonrisa y luego cerró la ventana. Tan pronto como el carruaje comenzó a moverse, se apoyó contra su asiento y lentamente cerró los ojos.

—¿Debo llevarla al Palacio Imperial, mi señora? —preguntó el conductor del carruaje.

—No.

Ella quería descansar un poco hoy. Había estado cansada últimamente, y ahora que Rosemond no estaba, decidió que lo mejor era tomarse un pequeño descanso.

—Vamos a la residencia del marqués Grochester.

♦ ♦ ♦

—Su Majestad, su hermana dice que regresará a casa a la finca de Grochester hoy temprano —informó Raphaella.

—¿De Verdad? —murmuró Patrizia, mirando el entorno perpleja mientras caminaba por un jardín—. Eso es extraño. Suele quedarse en el palacio hasta la noche.

—Dijo que estaba cansada y como Rosemond no se encuentra.

Patrizia asintió entendiendo.

—Muy bien. Nilla necesita un descanso.

Ella misma estaba dando un largo paseo por el jardín. Le parecía molesto que para lograr un poco de paz, Rosemon tenía que irse.

Patrizia arrancó una pequeña flor roja.

—El emperador debe estar un poco aburrido hoy.

—No creo que tenga la oportunidad. Está muy ocupado en estos días —dijo Mirya.

—Está ocupado todo el tiempo, pero aún tenía tiempo para Rosemond —respondió Patrizia cínicamente.

Ella continuó su paseo, y encontró su parte favorita del jardín. Cuando sus ojos se posaron en otra persona allí, suspiró y se dio la vuelta. Ella tenía demasiada suerte.

Fue Raphaella quien habló.

—Ah, ¿no es Su Majestad?

Mirya parecía avergonzada por la falta de tacto de Raphaella hacia Patrizia, pero respondió en un tono casual.

—Eso es cierto.

Raphaella tarareo con interés mientras observaba a Lucio desde lejos.

—Oh, eso es un poco extraño.

—¿Qué sucede?

—Su Majestad. —Raphaella se volvió hacia Mirya—. ¿No crees que no se ve bien?

—¿Qué quieres decir?

—La expresión en su rostro. De alguna manera se ve mal.

La curiosidad de Patrizia se despertó con las palabras de Raphaella, y ella miró a Lucio, que permanecía quieto, mirando las flores en plena floración. Su rostro parecía enfermizo, tal como lo dijó Raphaella.

Patrizia lo miró por un corto tiempo, luego pronto sacudió la cabeza.

—Vamonos.

Él no era alguien en quien ella debería estar interesada de todos modos.

Ella se alejó.

♦ ♦ ♦

Patrizia se fue a la cama un poco antes de lo habitual. Normalmente lo haría debido a la tensión del trabajo, pero hoy había completado la mayoría de sus tareas. Cerró los ojos y dejó que su pesado cuerpo se hundiera en la cama.

No era insomnio, pero no había podido dormir bien desde que se convirtió en regente. El estrés excesivo también la desgastaba desde que entró al palacio.

Los párpados de Patrizia cayeron lentamente por el agotamiento, pero de repente se abrieron de golpe. Se quitó la colcha con una mirada nerviosa y se sentó en la cama.

—¿Qué es ese sonido? —murmuró ella. Un ruido seguía molestando sus oídos. Llamó a Mirya y la dama de honor se apresuró a entrar en la habitación.

—Sí, Su Majestad? ¿Qué pasa?

—¿Lo oyes también?

—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —Mirya sacudió la cabeza confundida.

—Ese sonido. ¿No puedes oírlo? ¿Es solo en mis oídos? —Patrizia dijo con cansancio.

—No escucho nada, Su Majestad. ¿Escuchó mal?

—No, Mirya. No te llamaría en medio de la noche si ese es realmente el caso. Quédate callada y escucha.

Mirya cerró la boca y se concentró en escuchar. Ahora que lo pensaba mejor, probablemente escuchó algo, pero fue un sonido muy débil. Estaba impresionada de que Patrizia pudiera detectarlo.

—Lo escucho, Su Majestad, pero apenas. ¿Le molesta?

—Lo siento, Mirya, pero soy un poco sensible. Me despierto fácilmente con pequeños sonidos.

—No hay necesidad de disculparse. ¿Cómo puede alguien no entender cuando ha estado bajo tanta presión estos días? Descubriré qué está pasando.

Ahora que Patrizia se había despertado, le resultaba imposible volver a dormir. Su ceño se frunció en un momento de pensamiento, luego se levantó y se puso un chal sobre su camisón de seda color perla. Mirya le dirigió una mirada inquisitiva y Patrizia se lo explicó.

—Ya estoy despierta, así que creo que mejor salgo lo investigaré por mi cuenta. Me pregunto quién puede hacer este sonido en el palacio a altas horas de la noche.

—¿Estarás bien? Lo que importa es tu seguridad.

—Hay guardias. ¿Puedes traerme una lámpara?

—Sí, Su Majestad. Por favor espere un momento.

Mirya pronto le trajo una lámpara. Patrizia lo sostuvo en alto con una expresión tenue, y salió de la habitación, trayendo solo a Mirya y Raphaella con ella.

Patrizia comenzó a caminar por el pasillo con pasos parejos. ¿Quién crearía un disturbio en el palacio a esta hora?

Se concentró en el sonido, y las tres no dijeron una palabra mientras caminaban por el edificio oscuro. El sonido provenía claramente del palacio de la reina. ¿Era una de las criadas?

Patrizia continuó su búsqueda con esfuerzo concentrado. El palacio de la reina era grande, y tomaría mucho tiempo recorrerlo. Sin embargo, ella simplemente siguió el sonido, y no tardó mucho en hacerse más fuerte.

Era de alguien sollozando. ¿Qué demonios? No podía decir si el llanto provenía de un hombre o una mujer, pero sonaban como si estuvieran en profunda desesperación.

—Su Majestad. Sonó una voz y Patrizia volvió la cabeza. Una mujer mayor corría hacia ellos. Las cejas de Patrizia se levantaron cuando la reconoció.

—¿No eres una sirvienta del palacio central?

La mujer los alcanzó, casi doblándose para recuperar el aliento.

—¿Dónde… a dónde va? —Ella jadeó.

—No tengo que informarte a dónde voy —dijo Patrizia con frialdad, y la mujer se estremeció. De repente sintiendo pena, Patrizia decidió responderle—. Estaba tratando de dormir y escuché un sonido extraño. ¿Por qué preguntas?

—Yo… —La mujer se mordió el labio—. No tienes que salir. No es necesario.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, eso es… ¿no puedes dejar que una de las criadas lo haga?

—Por supuesto que sí. Pero esta es mi decisión. No tienes derecho a cuestionarlo.

—No puedes pasar. —La mujer no pudo terminar de hablar y cerró los ojos. Patrizia levantó una ceja. La mujer se estaba comportando de manera extraña. Era como si ella estuviera aquí para bloquearla.

—Más importante aún, ¿por qué hay una criada del palacio central aquí? —Patrizia preguntó—. ¿Te envió Su Majestad?

—Es decir…

—¿Por qué no puedes responder? Si no es Su Majestad, entonces quién es…

En ese momento, Patrizia dejó de hablar. El sonido era más fuerte que antes. Miró a la mujer temblando ante ella y volvió a hablar.

—¿Tienes algo más que decirme?

—Su Majestad, no tiene que ir allí.

—Si no es importante, dímelo más tarde. Estoy ocupada ahora. —Patrizia giró sobre sus talones. Podía sentir a la criada inquieta detrás de ella, y sabía que la mujer estaba allí para detenerla.

¿Pero por qué? ¿Había algo peligroso en el palacio de la reina? ¿Algo que no se le permitía ver?

De cualquier manera, Patrizia tenía que saberlo. Ella se apresuró y el sonido se hizo más fuerte.

El reconocimiento pasó por su mente, y sus pasos se detuvieron de repente. De ninguna manera… no podría ser…

—Mirya, Raphaella —dijo, y dos voces respondieron en respuesta.

—Sí su Majestad.

—Por favor habla.

La voz de Patrizia era firme.

—Ustedes dos esperen aquí.

Los ojos de Mirya y Raphaella se abrieron en estado de shock.

—¡Su Majestad…!

—¿Iras sola? Su Majestad, podría ser peligroso.

Si la suposición de Patrizia era correcta, entonces no era peligroso. Sin embargo, su voz temblaba mientras hablaba.

—Es una orden. Espera aquí. No… no te preocupes. Nada va a suceder.

Ninguna de las dos parecía querer seguir las órdenes, pero no podían desobedecer. Patrizia no les daba órdenes directas muy a menudo, pero la seguían sin que ella tuviera que usar esas palabras. Para que ella lo hiciera ahora… debía ser serio. Mirya y Raphaella dejaron de caminar.

—No las haré esperar —dijo Patrizia.

Se apresuró a alejarse, y Raphaella y Mirya observaron su figura mientras se alejaba.

¿En qué demonios estaba pensando?

14 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 50: No se ve bien”

  1. Muchas gracias por su gran trabajo, está novela me encanta (◍•ᴗ•◍)❤(◍•ᴗ•◍)✧*. Espero que no le suceda nada malo a Patricia.

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