Dama a Reina – Capítulo 7: ¿Le gustas al emperador?

Traducido por Kiara

Editado por Yusuke


Después de recibir una respuesta de Patrizia, Petronilla se apresuró al palacio sin detenerse. Su rostro se llenó de alegría tan pronto como vio a su hermana, quien echaba mucho de menos. Patrizia también la recibió con una expresión alegre.

—¡Nilla!

—¡Rizi!

Solo habían estado separadas durante una semana, pero para cualquier espectador, su reunión era como si no se hubieran visto durante años.

—¡Mi hermana es la reina! —dijo Petronilla con voz emocionada—. ¡Oh Dios mío, Rizi! No, ¿debería llamarte Su Majestad la emperatriz?

Patrizia le dio a su hermana un golpe juguetón en la frente.

—No, Nilla, solo llámame como siempre. Incluso si soy la reina, eso no cambia el hecho de que eres mi hermana.

—¿Cómo puedes decir eso? —le reprendió Petronilla—. Bueno, lo consideraré cuando estemos a solas.

—Bien. Ah, por favor siéntate, hermana. Tus pies deben estar cansados.

Patrizia sentó a Petronilla en una silla, luego le pidió a Mirya que les trajera un poco de té. La dama de honor se fue, y pronto regresó con dos tazas humeantes.

Petronilla tomó un par de sorbos con cuidado y luego miró a Patrizia.

—Entonces, ¿cómo sucedió, Rizi? Sé que la decisión depende del emperador, pero él no te habría elegido si no hubieras obtenido buenas calificaciones.

—No estoy segura —admitió Patrizia—. No obtuve buenos resultados en las dos primeras pruebas. En realidad, el puntaje de la señorita Tricia era más alto, así que pensé que ella sería la reina. —La tercera prueba tuvo un gran impacto por alguna razón, pero no quería decirle eso a Petronilla.

—¿Oh enserio? Entonces… ¿tal vez le gustas al emperador, Rizi? —Se apresuró a decir Petronilla.

La expresión de Patrizia casi se oscureció en ese momento, pero mantuvo su rostro bajo control. ¿Gustarle a el emperador? Patrizia soltó una risa seca como si escuchara un chiste gracioso.

Sin embargo, a pesar de la reacción de Patrizia, Petronilla siguió adelante.

—Estas sonriendo. ¿Por qué no lo consideras? Su Majestad podría haberse enamorado de ti.

—Hermana… —comenzó Patrizia—. ¿No recuerdas los rumores? —Finalmente tocó el tema tabú, y su expresión se volvió seria—. Su Majestad ya tiene un amante. Para que él me elija…

Ella hizo una pausa.

¿Por qué la eligió a ella? Su familia estaba en el extremo inferior del estado noble, y él podría haber elegido a lady Arjeldo o lady Vasi. ¿Había alguna razón especial por la que la había elegido como reina?

Patrizia estaba una vez más perpleja por la pregunta, pero trató de dejarla de lado. Incluso si se preguntaba por qué, no había forma de que ella lo supiera, a menos que le preguntara directamente.

—Debe haber sido un error, Nilla —concluyó Patrizia—. No espero nada del emperador. —Después de todo, ¿qué podía esperar de un hombre que ya estaba enamorado de su concubina? Incluso si lo hiciera, no tendría nada que ver con ella.

Patrizia continuó, la luz en sus ojos se atenuó.

—El romance con el que has estado soñando no va a suceder. El emperador no es mi caballero de reluciente armadura. Todo lo que espero con ansias de este lugar es solo… —Se detuvo por un momento, luego retomó sus palabras—. Solo ser respetada como reina. Eso es todo.

Ahora que lo había expresado en voz alta, su futuro parecía bastante negativo y sombrío. La expresión de Petronilla también se entristeció. Sintió una oleada de arrepentimiento de que el matrimonio de su hermana no tuviera amor en absoluto.

—Rizi… ¿te sacrificaste por mí? —preguntó Petronilla.

Patrizia sacudió la cabeza.

—No puedes creer que haría algo tan noble como esto.

Si esto fue un sacrificio, entonces que Petronilla se convirtiera en la candidata a reina en el pasado también fue un sacrificio. Era cuestión de tener mala suerte que Patrizia misma se había convertido en reina.

Patrizia sonrió rígidamente y cambió de tema.

—Vamos, hablemos de otra cosa. —Su tiempo juntas era demasiado valioso para hablar de un hombre que no estaba interesado en ella—. ¿Lo saben nuestros padres? ¿Cuándo vendrán aquí?

—Por supuesto que lo saben. Preguntaron cuándo podían venir a visitarte. ¿Cuándo sería el mejor momento?

—Cualquier momento es bueno. Bueno… espero que puedan venir cuanto antes. Extraño tanto a mi madre como a mi padre.

—Muy bien, les diré eso —dijo Petronilla alegremente, poniendo su taza de té vacía sobre la mesa—. Todavía tengo mucho tiempo. Estaré aquí hasta el atardecer. ¿Eso está bien?

Patrizia sonrió ampliamente y asintió.

—Por supuesto.

♦️ ♦️ ♦️

Petronilla cumplió la promesa que le hizo a su hermana. Justo antes de la puesta del sol, se fue de lugar donde se alojaba Patrizia, para poder llegar a casa antes de que oscureciera por completo.

En el camino desde la habitación de Patrizia había un pequeño jardín aislado. Petronilla le había echado un vistazo antes, pero ahora podía pasear por él y sumergirse en su belleza. El jardín tenía una apariencia diferente en la puesta de sol en comparación con la brillante luz del día, y las flores resplandecían en tonos brillantes al reflejar los rayos del sol moribundo.

Petronilla sonrió y sacó una rosa de un macizo de flores. Los tonos rojos eran más vivos a esta hora del día.

—Podría ver estas flores todos los días si viviera aquí, suspiró.

Levantó la vista y sus pasos se detuvieron de repente.

—¿Qué…?

Había tropezado en una escena por accidente. Se agachó detrás de unos arbustos, luego asomó la cabeza para ver a un hombre y una mujer caminando hacia ella. Sus ojos se abrieron de asombro cuando reconoció una de las figuras.

Era el emperador… y junto a él había una mujer de gran belleza. ¿Los rumores eran realmente ciertos? Miró al emperador y a la mujer mientras se miraban tiernamente como amantes de toda la vida. Debería ser Patrizia quien estuviera al lado del emperador. A Petronilla no le importó mucho cuando escuchó los rumores de la amante, pero ahora que lo veía claramente con sus propios ojos, se sorprendió.

—¡Ah! —El dolor atravesó su cuerpo como un rayo, y se dejó caer al suelo, agarrándose el cuello como si se estuviera sofocando.

¿Por qué no podía respirar de repente? ¿Por qué sintió una pena tan terrible? Tenía que ser porque el futuro marido de su hermana estaba teniendo abiertamente una aventura con otra mujer. Y sin embargo… eso por sí solo no debería ser suficiente para hacer que Petronilla se sintiera sin aliento y tan miserable. Las lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos contra su voluntad.

—Huuug, aaah… —sollozó

Dolor. Dolor. Extraños sentimientos atormentaron su mente, y fue abrumada por emociones cuyo origen no comprendía. Unos cuantos sollozos más escaparon de su boca, antes de que finalmente perdiera el conocimiento y se derrumbara.

♦️ ♦️ ♦️

Patrizia corrió y corrió. Estaba segura de que nunca había corrido así en toda su vida. Cuando dobló la esquina, finalmente vio un palacio de mármol blanco. Llevaba tacones altos, pero aceleró sin pensarlo dos veces.

—¡Ah! —Su tobillo se torció erróneamente, y sus brazos se alzaron para sostener su caída. Hubo un fuerte ruido cuando cayó al suelo, y Mirya, que había estado tratando de alcanzarla, corrió apresuradamente hacia ella.

—Señorita Patrizia —​​gritó. Se arrodilló e inspeccionó el estado de la mujer caída, y vio que se había torcido el tobillo—. Llamaré al médico de inmediato.

—No —dijo Patrizia con los dientes apretados. Ella no era importante ahora—. Estoy bien, Mirya. Solo ayúdame a levantarme.

La dama de honor hizo lo que le ordenaron, y Patrizia se mordió el labio con fuerza para contener las lágrimas de dolor. La sangre brotó levemente y manchó sus labios.

—Me tengo que ir —dijo, y cojeó con su tobillo rojo hinchado, regañándose internamente. Habría llegado antes si no hubiera corrido. Finalmente, abrió la puerta de la habitación de Petronilla con una mirada de urgencia.

Había otra persona en la habitación además de Petronilla. Patrizia se sorprendió al ver su presencia, pero pronto abrió sus labios temblorosos.

—Saludos al Gran Sol del Imperio. Gloria a su majestad.

—¿Esa es tu hermana? —dijo Lucio sin rodeos en lugar de un saludo.

Fue entonces cuando Patrizia dirigió su mirada hacia su hermana. Cuando vio la forma inconsciente de Petronilla en la cama dormida y con su rostro pálido, comenzó a llorar.

—A-Ahuuhugg.

Lucio no estaba dispuesto a calmar a la sollozante mujer, y miró a Patrizia con ojos sin emoción mientras explicaba la situación.

—El jardinero la encontró inconsciente en los terrenos del palacio. No parece haber nada malo en ella, por lo que debe haberse desmayado por la impresión.

—Huug, huuug. —Patrizia solo pudo continuar llorando. Era grosero de su parte llorar frente al emperador, pero cuando vio a Petronilla inconsciente como si estuviera muerta, fue como si el hilo mental que sostenía su mente se hubiera separado por completo de la parte racional. Dio un paso adelante para moverse al lado de Petronilla, pero luego se encogió de dolor.

—¡Ah! —Su tobillo hinchado latía más fuerte que antes. Lucio miró su pie, luego se acercó lentamente.

7 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 7: ¿Le gustas al emperador?”

  1. Ay que ególatra… Se desmayo de la impresión jajajajjajaa la impresión de ver su belleza?? Jajajaja aaaaa me revuelve el estomago este tipo.

    Gracias por su trabajo y por compartir

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