Felicidades Emperatriz – Capítulo 21: Condiciones


El sonido de las pezuñas, resonaban cuando los dos caballos de color rojo cereza corrían a través del verde campo, bajo el  celeste cielo.

Un hombre y una mujer montaban los caballos, iban a juego vestidos de color rojo. A pesar de que las ropas del hombre estaba desordenadas, desprendían una sensación elegante y coqueta. La mujer parecía delicada y exquisita, pero daba una sensación de ser alguien valiente y temible.

Después de cabalgar una distancia bastante larga, Hua Jin finalmente tiró de las riendas para detener el movimiento del caballo. Dio las vuelta y le sonrió al caballero junto a su lado, entonces les preguntó.

—¿Qué quieres de mí, Yu Yan?

Yu Yan remango su manga y le respondió: —Hmmm… ¿Que tal… tu corazón?

—Deja de bromear… no me fio de ti todavía —Hua Jin afirmó mientras se frenaba a sí misma para no decir más que eso e intentaba sonreír.

—Esta Hua Jin, no es la misma Hua Jin que he visto —Yu Yan lo dijo mientras acariciaba el pelaje del caballo.

Hua Jin mostró una leve sonrisa y recordó que Yu Yan había visto el incidente que ocurrió en el mercado.

—¡Condiciones! —Alzó su pecho— ¡Hablemos de los términos y condiciones, sin trucos entre medio!

Yu Yan la quedó mirando profundamente.

—¿El título de princesa no es suficiente?

Hua Jin se rió en voz alta.

—¿Ese título se come? ¿Se toma? ¿Me dará calor en la noche? Di algo que pueda interesarme! —Hua Jin no se había olvidado de la deuda que tenía con este príncipe, y también ella le había causado muchos problemas.

La mirada de Yu Yan se hizo oscura.

— ¿No te ayudé a recuperar tu posición en la Casa Hua?¿No deberías agradecerme?

—Me preguntaba porque el Decreto Real llegó con una sincronización tan perfecta. Era como si alguien hubiese seguido a Hua Bai. Sin embargo, ¿le pedí su ayuda? Usted lo hizo por su cuenta —contestó Hua Jin sonriendo levemente.

¡Qué desvergonzada! En primer lugar, ella le pidió la mano al príncipe para el matrimonio y ahora, quiere más beneficios, a pesar de que no queda ninguno más.

—Está bien, ya que el Decreto Real ya ha sido presentado, todo se resolverá—Yu Yan parece alguien bastante fácil de llevar.

Hua Jin se volvió a su caballo y violentamente dijo: —Si eres digno, voy a considerar aceptarte.

Yu Yan miró con recelo su sombra que se movía lentamente a lo lejos.

—Zhui Feng, Zhu Yu, síganla y mantengan sus ojos en ella.

—¡Entendido!

♦ ♦ ♦

Cabalgando todo el camino hace la Casa Hua, Hua Jin le dio con satisfacción unas palmaditas al caballo.

Al entrar a la sala, vio a Hua Bai y a Hua Wan allí.

Hua Wan le preguntó burlonamente—¿¡Eh!? ¿Es esta la gran Princesa Errante? ¿Por qué has vuelto tan pronto?

Haciendo caso omiso a ella, Hua Jin se sentó y tomó la taza de té que estaba destina a Hua Bai, dándole un gran sorbo.

—¿Hay algo que quieras decir? ¡Se directa y habla!

Hua Bai miró a su hijas, cuya acciones y forma de hablar no lograba comprender.

—Durante el primer día del mes siguiente, hay un encuentro de artes marciales. Prepárese para el encuentro, usted y sus hermanos irán juntos. Ya he pospuesto la ceremonia entre usted y el príncipe.

Hua Jin tenía poco interés en la boda, sin embargo, el encuentro de artes marciales alcanzó el punto máximo de su interés.

—Está bien.

Hua Wan se quedó mirando maliciosamente la espalda de Hua Jin y murmuró.

—Hua Jin, durante este encuentro de artes marciales, voy a barrer el piso contigo.

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