Herscherik – Vol. 5 – Capítulo 4: El rey loco, el decreto y el acuerdo secreto

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya


Herscherik se sentó en su estudio, dejando escapar un suspiro mientras cerraba un libro mucho más grueso de lo que cualquier niño normal de siete años podría leer. Lamentablemente, el volumen no contenía la información que buscaba, así que había perdido el tiempo leyéndolo.

Habían pasado tres días desde que invitó a Kurenai y a Ao al castillo. Desde entonces, Herscherik se había encerrado en su estudio para realizar algunas investigaciones.

Tampoco está aquí…

Abatido, tiró el libro sin cuidado sobre su escritorio. Su portada proclamaba que se trataba de una completa recopilación de textos relacionados con las leyes de Greysis.

—He revisado todos los libros que parecían relevantes, pero todavía nada… —suspiró el príncipe, echándose hacia atrás en su silla y mirando al techo.

Herscherik buscaba registros de la época en que se abolió la esclavitud, se prohibió el tráfico de personas y se prohibió la entrada de no humanos en el país. Todo lo que pudo encontrar fueron listas detalladas que indicaban el año en que se promulgó cada ley; las circunstancias que rodearon la promulgación real de estas leyes no se encontraban en ninguna parte. Lo único que decían estos textos era que estos cambios legales habían sido promulgados por decreto oficial del rey dos generaciones atrás.

Algo se siente mal aquí…

Herscherik miró al techo y luego volvió a mirar el libro, frunciendo el ceño mientras se sentaba con las piernas cruzadas en el sofá y gemía.

Lo que le había llevado a investigar estas leyes en primer lugar fue la aparición de Kurenai y el hombre bestia Ao. Herscherik había llegado a la conclusión de que posiblemente podría ayudarles a escapar del país. Todo lo que tenía que hacer era transportarlos más allá de la frontera de Greysis antes de que alguien descubriera que Ao era un hombre bestia.

Durante los viajes de Herscherik para corregir los errores en Greysis, había forjado muchas conexiones, no sólo en la ciudad del castillo, sino en todo el país. Si esperaba a que llegara el momento adecuado, creía que era posible que pudiera ayudar a la pareja a huir.

Sin embargo, mientras reflexionaba sobre la solución del problema actual, a Herscherik le seguía pareciendo que algo iba mal. ¿Qué había impulsado a Greysis a abolir la esclavitud en primer lugar? ¿Por qué se había prohibido la trata de personas? ¿Por qué el país se obstinaba en negar la entrada a los no humanos? Cuanto más leía Herscherik, más preguntas se hacía.

También había intentado preguntar a su profesor de historia, pero este se limitó a esquivar la pregunta y a no dar a Herscherik ninguna información relevante. Al final, el profesor incluso había terminado la clase antes de tiempo para dejar el tema. Herscherik tampoco había encontrado una respuesta satisfactoria en ningún libro.

—Supongo que tendré que preguntar directamente.

Herscherik no tenía pistas que pudiera seguir por sí mismo, así que la única opción que le quedaba era simplemente preguntar a alguien que sí supiera. Una vez tomada la decisión, se levantó del sofá y salió de la habitación para conseguir una audiencia.

♦ ♦ ♦

Después de la cena de ese mismo día, Herscherik llamó cuidadosamente a la puerta de una habitación concreta de los aposentos reales. Al oír la respuesta del dueño de la habitación, entró y se inclinó en señal de saludo.

—Siento molestarle tan tarde, padre. Estoy seguro de que debe estar cansado.

Herscherik levantó la cabeza y se encontró con un hombre que descansaba en un sofá frente a la chimenea y que saludaba al joven príncipe con una sonrisa. El hombre tenía una piel clara y un pelo liso y platino que parecía haber sido hilado con la luz de la luna. Era incluso más guapo que los hermosos hermanos de Herscherik.

El hombre se llamaba Soleil Greysis, el vigésimo tercer rey de Greysis y padre de Herscherik. El único rasgo que tenía en común con Herscherik eran sus ojos esmeralda. Podría haberse confundido fácilmente con alguien de veinte años, pero en realidad tenía más de cuarenta, y a pesar de parecer bastante joven era padre de casi diez hijos.

Desde que Herscherik pudo recordar, su padre nunca había mostrado signos de envejecimiento. Si alguien le preguntaba por el secreto de su aspecto juvenil, sólo respondía con una mirada desconcertada y una insistencia en que no había hecho nada especial. Cualquier mujer que lo oyera se volvería loca de rabia. Herscherik había llegado a la conclusión de que el mayordomo al servicio de su padre, Rook, debía de ser quien mantenía la juventud del rey; al menos, esperaba que fuera así.

El padre de Herscherik, sin esfuerzo y sin edad, saludó a su joven hijo favorito con una radiante sonrisa e hizo un gesto para que se acercara.

—No te preocupes. Ven aquí, Hersche.

El pequeño hizo lo que su padre le pedía y Soleil levantó fácilmente a su hijo sobre su regazo. Herscherik, quien era una mujer adulta por dentro, empezó a sonrojarse por la vergüenza, pero Soleil no se dio cuenta mientras acariciaba el suave pelo rubio claro de su hijo.

—De todos modos, Rook ha insistido en que me tome un descanso y, en cualquier caso, todo mi cansancio desapareció en cuanto te vi —dijo Soleil. La mano que había puesto sobre la cabeza de su hijo dejó de moverse de repente mientras continuaba, con voz triste pero decidida—. Pero ahora quiero hacer todo lo posible para recuperar la confianza de mis ciudadanos. Quiero -tengo que- hacer que todas las personas de este país puedan vivir en paz. Es lo único que puedo hacer para expiar todo lo que he hecho.

—Padre…

Herscherik comprendió el peso de las palabras de su padre. Soleil se había equivocado como rey: había elegido a su familia por encima de su país y no había logrado detener la tiranía desenfrenada del ministro Barbosse y sus aliados. Como resultado, el país se había vuelto inestable y el pueblo había sufrido.

Sin embargo, ahora que el ministro se había ido, Soleil había empezado a tomar parte activa en el gobierno del país. No sólo se ocupó de la asignación de personal, sino también de la revisión del sistema fiscal, de los presupuestos elaborados por los nobles corruptos, de las estrategias diplomáticas, de la reestructuración del ejército y de mucho más.

Aunque había estado ocupado durante el reinado del ministro y sus secuaces, la carga de trabajo del rey parecía ahora aún mayor. La única razón por la que no había sucumbido al exceso de trabajo era su mayordomo de servicio. Rook conocía bien la personalidad y las capacidades de su amo, se aseguraba de que comiera bien y tomara descansos frecuentes, y también ajustaba su carga de trabajo.

—Estoy bien —dijo Soleil.

—Padre, ya no estás solo —respondió Herscherik, quien de nuevo parecía querer cargar con todo él solo.

Los dos hermanos mayores de Herscherik, los cuales ya eran mayores de edad, se habían ofrecido como ayudantes de su padre para hacer lo posible por aliviar su carga. También Herscherik revisaba los viejos papeles con la esperanza de ayudar a su padre, y sus otros hermanos también hacían su parte. Incluso las reinas apoyaban al rey.

—Tienes a las reinas y a mis hermanos. Yo también hago lo que puedo, aunque no sea mucho.

—Gracias, Hersche…

La expresión de Soleil se suavizó y dio una palmadita más a su hijo.

—Ahora bien, Hersche, ¿de qué querías hablar?

—Bueno…

Herscherik se interrumpió, aparentemente sin saber qué decir. Soleil soltó una pequeña risa antes de poner en palabras los pensamientos no expresados de su hijo.

—¿Podría estar relacionado con la pareja que trajiste al castillo? ¿El hombre, en particular?

Los ojos de Herscherik se abrieron de par en par, sorprendidos.

—¿Sabes de ellos?

—Tengo un mayordomo de confianza propio, por supuesto.

Cuando se trataba de seguir la pista de los acontecimientos dentro del castillo, Rook no tenía rival, aunque Soleil prefirió no mencionar el hecho de que los rumores también tendían a extenderse como un reguero de pólvora por el castillo cada vez que Herscherik volvía a hacer algo malo.

Herscherik se armó de valor y miró directamente a los ojos de su padre, del mismo color que los suyos.

—Padre, ¿por qué Greysis no permite la entrada de los no humanos en el país? ¿Por qué estamos tan desesperados por eliminar a otras razas?

—Oh, ¿por dónde empezar…?

Soleil recordó que no era la primera vez que se sentaba así con su hijo en el regazo para hablar de algo importante. Su hijo pesaba más que entonces. Herscherik había crecido, no sólo en estatura, sino en su propia presencia.

Mientras estaban sentados juntos en los verdes campos de entonces, su hijo había llorado por su impotencia, y Soleil no había podido encontrar ninguna palabra de consuelo. Como mera marioneta de la nobleza, no había nada que pudiera decir. Lo único que podía hacer era permanecer al lado de su hijo hasta que terminara de llorar. Pero Herscherik había superado su debilidad y salvado al país. A diferencia de Soleil, quien se había rendido ante su propia impotencia, Herscherik había luchado sin descanso.

Normalmente, Herscherik habría sido demasiado joven para esta discusión, pero Soleil sabía que no había forma de evadir las preguntas de su hijo. Y a diferencia de aquel día, ahora poseía las palabras para responderle.

—Hersche, ¿cuánto sabes sobre el trato que recibían los no humanos en este país, así como sobre la esclavitud y el tráfico de personas que tenían lugar aquí?

Herscherik pensó en el libro que había leído ese mismo día.

—Me he enterado de que el rey de hace dos generaciones -mi bisabuelo- prohibió el tráfico de personas, abolió la esclavitud e hizo que todos los no humanos fueran enviados al campo para ser eliminados.

Su profesor de historia y todos los libros que había leído decían lo mismo.

Soleil asintió como respuesta.

—Y te pareció que había algo extraño en todo eso, ¿no?

Herscherik pensó en silencio un momento antes de responder.

—No entiendo por qué mi bisabuelo haría un decreto real tan drástico. Los esclavos eran una importante fuente de trabajo, además de un activo personal. Deshacerse de ellos por la fuerza debió ser un golpe importante para la economía. Además, debió de haber oposición por parte de los nobles que poseían esclavos.

Debido a los valores que le inculcaron en su vida anterior, el propio Herscherik no quería aceptar la existencia de esclavos. Aunque tuvieran un aspecto ligeramente diferente, tanto los humanos como los no humanos eran personas con sus propias personalidades y sentimientos. Herscherik sentía una intensa reticencia -incluso asco- ante la idea de tratarlos como objetos.

Al mismo tiempo, comprendía que los esclavos eran un activo valioso. Tener muchos esclavos en tu poder también significaba tener que proporcionarles comida y ropa a cambio de su trabajo. Por lo tanto, cuanto más rico fueras, más esclavos podrías poseer, esclavos cuyo trabajo podrías utilizar para tu propio beneficio. El hecho de que el rey les quitara todo ese trabajo por decreto debió provocar mucho descontento y confusión.

—También es extraño que se tomara la molestia de reunirlos a todos en el campo —continuó Herscherik.

¿Por qué tuvieron que reunir a todos los esclavos del reino en un lugar antes de ejecutarlos? Desde un punto de vista utilitario, habría sido mucho más barato simplemente matarlos a todos en el acto. Herscherik no entendía por qué gastaban todo ese dinero inútilmente.

—Tienes toda la razón, Hersche —dijo Soleil, coincidiendo con la opinión de Herscherik—. Ahora, para cambiar de tema por un momento… Mi padre era conocido como el ‘Rey Sabio’. Si no hubiera sido asesinado por el ministro Barbosse, este país probablemente se habría desarrollado de una manera acorde con su posición en el continente. Mientras tanto, el rey que le precedió -mi abuelo- era conocido como el ‘Rey Loco’. Estoy seguro de que lo han visto referirse así en algunos libros de historia.

—Pero ¿por qué?

Herscherik recordaba haber visto ese nombre en un libro para cuya lectura había tenido que pedir permiso. Aunque matar a todos los esclavos del país podía considerarse ciertamente un acto de locura, al mismo tiempo había dado lugar a la abolición de la esclavitud. Si uno considerara despiadadamente sólo los fines y prescindiera de los medios, podría considerar este acto como un mal necesario. Entonces, ¿por qué se le conocía como el Rey Loco en todos los libros de historia? Herscherik se encontró de repente con una nueva pregunta.

—Me han dicho que, por decirlo amablemente, mi abuelo tenía un carácter apacible; dicho más claramente, era un cobarde.

Mientras que la facción de Barbosse había dominado durante el gobierno de Soleil, durante la época del bisabuelo de Herscherik había habido varias facciones diferentes de nobles que luchaban por el poder. El bisabuelo de Herscherik, al ser tan reacio a los conflictos, había dejado que los nobles hicieran lo que quisieran y adoptó una actitud pasiva a la hora de gobernar.

—Sin embargo, hubo un asunto en el que no cedió: no tomó ninguna consorte más allá de su amada Primera Reina.

A pesar de su timidez, rechazó a los nobles que intentaron obligarlo a casarse con sus hijas. Tuvo dos hijos, un niño y una niña. Era una familia muy unida.

Y, de repente, se produjo la tragedia.

—Un día, su reina fue asesinada por un hombre bestia.

Herscherik se quedó sin palabras mientras esperaba que su padre continuara.

—Bueno, eso no es del todo exacto. El hijo de una esclava salió corriendo delante del carruaje de mi abuela, asustando a los caballos y haciendo que el carruaje se cayera. Mi abuela se golpeó la cabeza durante el accidente y posteriormente, murió.

Al perder a su amada esposa, el rey enloqueció. Impulsó la abolición de la esclavitud para exterminar a los hombres bestia que le habían robado a su reina, y terminó ejecutando a todos los esclavos del país. Tras eliminar a todos los no humanos y prohibirles la entrada a Greysis, también prohibió el tráfico de personas. Cualquiera que infringiera la ley, sería ejecutado y, si fuera necesario, el propio rey blandiría su espada para abatirlo.

—Algunos nobles se opusieron, pero mi abuelo los condenó a todos a muerte sin piedad. El tímido rey enloqueció tras perder a su esposa, obsesionado con eliminar a todos los no humanos del país.

En aquel entonces, le preguntaron al rey: —Oh, mi señor, ¿has perdido la cabeza por la pérdida de tu reina?

El rey había respondido: —Habiendo perdido a mi amada esposa, ¿cómo podría no hacerlo? Mientras pueda erradicar hasta la última de esas asquerosas criaturas, no me importa pasar a la historia como un loco.

—Por eso la gente empezó a referirse a él como el Rey Loco a sus espaldas, ya que la muerte de su esposa le llevó a matar a todos los esclavos —continuó Soleil.

Fue un momento oscuro en la historia de la familia Greysis. Herscherik comprendía ahora por qué su profesor de historia se había negado a contárselo. Al mismo tiempo, un sentimiento que podría describirse como ira y tristeza surgió en su interior.

—No puedo creerlo…

Herscherik conocía muy bien el dolor de perder a un ser querido: ese impulso de destruirlo todo, todo tu mundo volviéndose negro por la desesperación, una rabia lo suficientemente intensa como para quemarte vivo… Así como la sensación de su sangre en sus manos. Todavía lo recordaba todo vívidamente. Esa profunda sensación de pérdida seguía siendo como un agujero en su pecho, como si alguien le hubiera arrancado el corazón.

Jeanne… Pronunció su nombre en su mente. Cada vez que recordaba a Jeanne, lo primero que le venía a la mente era su última sonrisa.

Herscherik sintió la pérdida de su bisabuelo como si fuera la suya propia. Aun así, nunca había pensado en llenar ese vacío con algo más.

Al ver que la expresión de su hijo se volvía oscura, Soleil puso una mano tranquilizadora sobre la cabeza de Herscherik.

—Al menos, esa es la historia que conoce el público —dijo Soleil.

—¿Eh?

Sin su expresión oscura, Herscherik miró a su padre con confusión en sus ojos esmeralda.

—Lo que voy a contarte ahora es algo que se transmite oralmente a los miembros de la familia real una vez que alcanzan cierta edad. En realidad, pensaba decírtelo cuando fueras mayor, pero ahora que hemos llegado a esto, no tengo muchas opciones. —Luego, Soleil se encogió de hombros antes de continuar—. Estás al tanto de la Confederación Lustiana, ¿verdad?

—Es una unión de países poblados por hombres bestia y demi humanos situada en el sur de Grandinal.

En el continente Grandinal existían muchos países, grandes y pequeños. De ellos, cuatro países especialmente grandes -uno en cada dirección cardinal- servían para mantener a raya a los demás. El propio reino de Herscherik, Greysis, ocupaba el norte, mientras que el imperio de Atrad comandaba el oeste. En el este se encontraba la nación militar de Felvolk y, por último, la Confederación Lustiana estaba al sur.

Soleil asintió a la respuesta de Herscherik.

—La confederación es grande, pero históricamente hablando, sigue siendo un país muy nuevo. Su forma actual es muy reciente, de hecho, durante el reinado de mi abuelo. Antes de eso, el continente del sur estaba cubierto de varios países más pequeños. Formaron una alianza para poder oponerse a otros países más grandes. Al fundar la Confederación Lustiana, también pidieron la liberación de todos los hombres bestia y demi humanos del continente. Como saben, muchos de los no humanos que viven en países poblados por humanos son esclavos. Esto era especialmente cierto para las otras tres grandes potencias del continente, incluida Greysis, donde la mayoría de los esclavos eran hombres bestia o demi humanos.

Sin embargo, la liberación de los hombres bestia y los demi humanos no era el único propósito de la proclamación. Como país recién fundado seguía siendo vulnerable, y si otro país se entrometiera pondría en peligro la existencia de la alianza. Esta proclamación sirvió para desestabilizar a otros países para que no pudieran aprovecharse de la posición de Lustiana.

Tal y como esperaba la confederación, el llamamiento a la liberación no tardó en surtir efecto en los países que empleaban a hombres bestia y demi humanos como esclavos. Greysis no fue diferente: los esclavos estaban encantados con la posibilidad de la libertad.

Aunque a los esclavos se les garantizaba comida, alojamiento y ropa, el trato que recibían variaba mucho según su dueño. Mientras que algunos daban a sus esclavos ropa limpia y toda la comida y el descanso que necesitaran, muchos sólo les daban lo mínimo para sobrevivir mientras hacían trabajar a sus esclavos hasta el límite, y había muchos más de estos últimos que de los primeros.

No es de extrañar que la proclamación provocará muchos conflictos entre humanos y no humanos en Greysis, al igual que en otros países. Mientras los esclavos suplicaban ser liberados y vivir libres de la opresión como los ciudadanos, los humanos temían la pérdida de una mano de obra valiosa. Con el paso del tiempo, los conflictos entre los humanos y los esclavos no humanos fueron cada vez más frecuentes.

—Fue cuando el rey perdió a su reina en un accidente —explicó Soleil.

La reina fue llevada al castillo, apenas aferrada a la vida, y el médico real informó al rey de que no podía hacer nada. La reina deseaba pasar sus últimos momentos a solas con el rey, comunicando su último deseo antes de exhalar su último aliento.

—¿Deseo final? —preguntó Herscherik.

—Deseaba que el rey no detestara a los esclavos -los hombres bestia- y que, en cambio, los liberara de su esclavitud.

De repente, Herscherik lo comprendió todo: lo que había hecho su bisabuelo y por qué se había convertido en el Rey Loco. 

Soleil continuó, con el aire de un profesor que examina la respuesta de un alumno a un problema.

—Aunque el rey decretara el fin de la esclavitud, los humanos nunca aceptarían tener que tratar como iguales a personas que habían sido su posesión sólo el día anterior.

Era evidente que las fisuras que ya existían en la sociedad seguirían creciendo antes de salirse de control. Incluso había esclavos atados por la magia y cuyos dueños podían quitarles la vida con un simple capricho. Aunque todos los esclavos se unieran para rebelarse, los humanos los habrían apagado con la misma facilidad que soplar una vela.

Así que el rey hizo su jugada antes de llegar a eso.

—Como último recurso, el rey anunció la ejecución masiva de todos los esclavos. En realidad, había ordenado a sus sirvientes de mayor confianza que ayudaran a todos los que pudieran huir del país.

Los registros indicaban que todos los esclavos del país se reunían en un lugar y se eliminaban. En realidad, los hombres bestia y los demi humanos reunidos fueron transportados en secreto fuera del país hasta la Confederación Lustiana, tras lo cual los dos países cortaron todo contacto.

Soleil se había enterado de todo esto por su tía, quien se había casado con un noble fuera de la capital. Al ascender al trono de joven, la hermana menor de su padre le había enseñado las costumbres reales, ya que había perdido a su familia inmediata por el complot del ministro. También le contó a Soleil los secretos de la familia real que ni siquiera el ministro conocía.

Mientras conversaban, Soleil observó a Herscherik. La expresión de su hijo se había endurecido, y dado su intelecto, así como su insondable empatía, estaba claro que lo había entendido todo.

—Por el bien de los esclavos y el deseo de mi bisabuela, mi bisabuelo eligió voluntariamente pasar a la historia como el Rey Loco —dijo Herscherik tras un momento de silencio.

A Herscherik le costaba creer que ésta hubiera sido realmente la mejor solución. Sin embargo, al mismo tiempo, quizás el rey no tenía muchas otras opciones disponibles en ese momento.

Soleil asintió.

—Mi abuelo hizo cambios radicales en el país, sabiendo que pasaría a la historia como un gobernante terrible. Gracias a él, la esclavitud fue abolida en nuestro reino, y el tráfico de personas es ya cosa del pasado.

Aunque significaba distanciar a Greysis de la población no humana, seguía siendo la dirección correcta para el reino. No era la mejor opción, pero tampoco era la peor. Sólo el rey y la reina tuvieron que sufrir por ello; la propia Greysis se mantuvo estable, lo que le permitió sobrevivir hasta el día de hoy.

—¿Esto resuelve tus dudas sobre la situación, Herscherik?

Al ver que su hijo asentía, Soleil pasó por fin al meollo de la cuestión tras este largo prefacio.

—A pesar de eso, ha habido varios casos de hombres bestia que han entrado en el país, sin tener la culpa. Aunque se prohíba algo, siempre habrá gente que infrinja la ley. Sobre todo, porque los hombres bestia son ahora una rareza en Greysis.

En otras palabras, Soleil insinuaba que había quienes introducían ilegalmente hombres bestia en el país para venderlos en el mercado negro como esclavos. Era fácil imaginar cómo se trataría a estos hombres bestia, ahora raros.

—Cada vez que descubrimos algo así, refugiamos inmediatamente a la víctima y la enviamos a Lustiana en secreto. Por supuesto, durante todo mi reinado apenas se han dado casos de este tipo.

En la época en que se promulgó la ley, algunos nobles crueles seguían comprando esclavos, pero los dos reyes anteriores a Soleil habían ejecutado a estos nobles uno tras otro, casi erradicando el problema. Cuando se corrió la voz de cómo se trataba a los implicados en el tráfico de personas en los países vecinos, los traficantes de esclavos decidieron que el peligro no valía la pena el beneficio potencial y empezaron a evitar Greysis por completo.

Aunque todavía había en el reino quienes tenían sangre de hombre bestia, parecían humanos para el ojo inexperto y, por tanto, no suponían ningún problema. Incluso en el raro caso de que se descubriera su linaje, se les refugiaba y trasladaba fuera del país en secreto o se les enviaba a vivir a algún lugar lejano donde nadie les reconociera. Los responsables de gestionar todo esto era la familia de Rook, la casa Febvre, que a veces se ridiculizaba a sus espaldas como los ‘perros guardianes de la familia real’.

—Hersche, asegúrate de proteger a esa bestia.

—¡Lo haré! —Herscherik respondió con una brillante sonrisa, todo lo contrario de la expresión de su rostro cuando había entrado por primera vez en la habitación.

—Sólo para estar seguros, la mujer que viaja con el hombre es humana, ¿verdad?

—Sí, lo es. Además, creo que los dos son amantes. —Esta última parte, sin embargo, era sólo una suposición de Herscherik.

Si realmente habían huido de Felvolk, era probable que fueran amo y esclavo. Casi todos los hombres bestia de Felvolk eran antiguos habitantes de territorios conquistados por la nación militarista. La mayoría de ellos acabaron esclavizados. Lo más probable es que Kurenai fuera el dueño de Ao.

Sin embargo, no se comportaron como amo y esclavo. Kurenai siempre daba prioridad a la vida de Ao, mientras que éste trataba de proteger a Kurenai. Preferían permanecer en la misma habitación, y en los últimos tres días Herscherik nunca los había visto separados. De hecho, parecían querer estar siempre lo más cerca físicamente el uno del otro, refugiándose juntos como una pareja de pájaros. Realmente parecían más amantes que amo y esclavo.

—Creo que la única manera de sacarlos del país es enviarlos juntos —explicó Herscherik.

—Lo entiendo —respondió Soleil—. Pero aún es demasiado pronto.

Herscherik estaba de acuerdo con Soleil. Todo el país estaba ocupado con los preparativos de la próxima fiesta de la cosecha, con muchos visitantes del extranjero. En cambio, alguien que saliera del país en un momento así atraería una atención no deseada. Aunque intentaran pasarlos de contrabando por la frontera de forma sigilosa, no era posible hacerlos completamente invisibles. Tenían que encontrar una manera de sacar a la pareja del país de forma que no llamara la atención.

—Sería mejor esperar a que acabe el festival y que se vayan junto con los turistas que vuelven a casa —sugirió Herscherik, a lo que Soleil asintió.

—Esperaremos a que termine la fiesta de la cosecha y los enviaremos junto a todos los mercaderes que regresen de la capital. Pueden pasar por el Principado de Parche y desde ahí viajar a Lustiana. Los humanos también viven en Lustiana, aunque son pocos. Estoy seguro de que también acogerán a la mujer.

—Sí. Muchas gracias, padre —dijo Herscherik. Miró a su padre desde su lugar en el regazo.

—No eres tú quien debe darme las gracias, Hersche. —Con una expresión ligeramente desconcertada, Soleil miró a su hijo. El chico no podía parecer más feliz como si fuera él quien acababa de ser salvado.

—Aun así… Gracias.

Ante la insistencia de su hijo en darle las gracias, Soleil no pudo evitar acariciar una vez más el pelo rubio claro del príncipe antes de volver a dejarlo en el suelo.

—Ahora bien, es bastante tarde. Deberías dormir un poco.

—Lo haré. Buenas noches.

Herscherik se inclinó antes de darse la vuelta y acercarse a la puerta. Al hacerlo, Soleil llamó al príncipe, el cual estaba de espalda.

—Herscherik.

El pequeño se detuvo y miró detrás de él con una expresión de desconcierto. La acción le pareció tan entrañable a Soleil que esbozó una suave sonrisa mientras seguía hablando.

—Gracias por confiar en mí lo suficiente como para hablar conmigo.

Herscherik primero pareció sorprendido al escuchar esto de su padre, pero su expresión se transformó rápidamente en una sonrisa. Hasta que se enteró del acuerdo secreto sobre los hombres bestia en Greysis, Herscherik había pensado que lo que estaba haciendo equivalía a infringir la ley -por muy injusta que pareciera esa ley- y que podría enfrentarse a la ejecución, incluso como miembro de la realeza. Y aunque fuera su única opción, Herscherik no estaba seguro de que consultar a su padre fuera realmente lo correcto. Al mismo tiempo, sin embargo, confiaba en que su padre nunca haría algo tan injusto.

—Padre, hay una cosa más que me gustaría preguntar. —La pregunta de Herscherik era algo que había dudado en decir—. ¿Crees que este país debe seguir como está?

Greysis era excluyente con los no humanos. Si bien esto podría ser lo mejor hasta ahora, con la desaparición del ministro, el país se encontraba ahora en una encrucijada: cambiar o seguir igual. Por ello, Herscherik planteó esta cuestión a su padre.

Soleil cerró los ojos un momento antes de volver a abrirlos y responder con valentía.

—Creo que este país debe cambiar. La voluntad del pueblo ha evolucionado con el tiempo, y creo que Greysis debe evolucionar también.

En los ojos de Soleil no se aprecia ningún indicio de vacilación.

—Gracias, padre.

Tras expresar su gratitud una vez más, Herscherik se dio la vuelta y salió de la habitación.

♦ ♦ ♦

Tras cerrar la puerta, Herscherik respiró profundamente. Lo que su padre le había contado había ido más allá de las expectativas más descabelladas de Herscherik: sobre el trato de su país a los hombres bestia, sus secretos reales e incluso el carácter de su propio padre.

Bueno, parece que voy a poder hacer algo por esos dos.

Herscherik respiró aliviado al darse cuenta de que podría transportar a la pareja fuera del país sin necesidad de recurrir a sus propios contactos. Sin embargo, le vino a la mente otra pregunta.

¿Es realmente la mejor manera de ayudarlos, sacarlos del país?

Significaría arriesgar sus vidas. Pero ¿era realmente la ayuda que necesitaban? ¿Por qué habían huido de Felvolk para empezar?

Una pareja de humano y bestia… ¿Se fugaron? ¿Es por eso que huyeron de su país de origen?

Basándose en su comportamiento, Kurenai debe proceder de una familia bastante respetable. Mientras tanto, al ser un hombre bestia, Ao debe haber sido un esclavo. Los dos quizás se enamoraron y abandonaron su país para estar juntos. Era como algo sacado de una novela romántica.

Como esquema de trama no suena tan mal, pero hay algo extraño en todo esto…

Algo no le cuadraba a Herscherik. Si sólo se estaban fugando, ¿por qué habían venido los dos a Greysis? Habría tenido mucho más sentido huir a Lustiana, en el sur, en lugar de a Greysis, en el norte. Herscherik no podía quitarse esa parte de la cabeza, y tenía un mal presentimiento. Por desgracia, los presentimientos de Herscherik tenían la costumbre de acertar.

¿Podrían ser espías de Felvolk?

La probabilidad de que eso ocurriera era baja. La serie de acontecimientos que les había llevado a Herscherik era demasiado casual: la probabilidad de que acabaran aquí era de una entre un millón. Era bien sabido en la ciudad que Herscherik estaba cerca de la pareja de la frutería, pero que Felvolk hubiera descubierto de alguna manera este dato y hecho un movimiento con tan poca antelación parecía improbable. El dueño sólo visitaba la ciudad fronteriza para entregar fruta una vez cada pocos meses a intervalos irregulares. Incluso a Kuro le habría resultado difícil reunir información así sobre gente tan corriente. Además, Greysis se negaba, al menos en apariencia, a la entrada de cualquier hombre bestia. No tendría sentido enviar a un hombre bestia como espía a un país así.

En otras palabras, la posibilidad de que ambos fueran espías era básicamente inexistente, concluyó Herscherik. Aun así, su situación también parecía más complicada que la de un par de fugitivos románticos.

Cuando se conocieron, los ojos oscuros de Kurenai habían examinado a Herscherik con una mirada penetrante, incluso mientras mantenía su suave sonrisa y su comportamiento tranquilo e imperturbable. Oran le había dicho en privado que el hombre bestia Ao era probablemente un guerrero entrenado, a juzgar por su porte. El propio Herscherik había tenido la misma impresión. En definitiva, la pareja no parecía en absoluto gente corriente.

Probablemente era cierto que habían huido, pero ¿por qué se habían visto obligados a huir de Felvolk? ¿Quién o qué les perseguía? ¿Por qué habían elegido Greysis como destino? Herscherik gimió, devanándose los sesos.

Los dos no eran lo único en lo que pensaba. Tampoco podía dejar de pensar en lo que le había dicho Tessily. Su hermano debía haber encontrado información sobre ellos, o al menos tenía una buena idea de quiénes podrían ser.

Ten cuidado con las dos personas que has traído hoy. Herscherik se vio obligado a estar de acuerdo con su hermano. Los dos tenían que estar ocultando algo. Si no eran ni espías ni una pareja que se fugaba, entonces podrían estar en un problema aún más profundo de lo que Herscherik había pensado. En el peor de los casos, sus problemas podrían traer una gran desgracia al reino de Greysis.

Pero, aun así, quiero salvarlos. Quiero estar ahí para ellos. La opción de no salvarlos simplemente no existía en la mente de Herscherik.

Herscherik respiró profundamente, como si intentara llenar de aire cada parte de su cuerpo, antes de exhalar rápidamente. Se había decidido.

—¿Hersche?

—¡¿Qué…?! —Herscherik dio un salto y dejó escapar un indigno grito cuando una voz le llamó de repente por detrás. Se dio la vuelta para encontrar a Kuro mirándolo inquisitivamente.

Eso me pasa por emplear a un antiguo maestro espía. Vaya, me ha asustado. Sentí que el corazón se me iba a salir de la garganta para saludar, o supongo que para dar las buenas noches, teniendo en cuenta lo tarde que es. Mientras bromeaba consigo mismo en su mente, Herscherik miró fijamente a su mayordomo de servicio.

—Kuro… —Herscherik dijo en tono resentido, haciendo que Kuro le lanzara una mirada confusa, pero eso sólo duró un momento.

—Entonces, ¿qué tengo que hacer? —dijo Kuro, completamente inexpresivo.

Herscherik se sorprendió al principio, pero luego esbozó una sonrisa. Su mayordomo le entendía de verdad. Kuro sabía lo que Herscherik quería hacer sin que su amo tuviera que decirlo en voz alta.

Haré lo que pueda, lo mismo que he hecho siempre.

Herscherik echaría una mano a cualquiera que estuviera en apuros, sin importar quién fuera. Por supuesto, su familia y su país le eran muy queridos, pero Herscherik no tenía ninguna intención de ignorar las peticiones de ayuda de alguien sólo porque viniera de otro país o no fuera humano.

Lo único que importaba era lo que él mismo quería hacer. Herscherik no hacía lo que hacía por el bien de los demás, sino por sí mismo, y lo que quería hacer ahora era salvar a los dos. No importaba lo que le dijeran, seguiría creyendo en sí mismo y en el camino que había elegido. Ese es el tipo de persona que era.

Si voy a ayudarles, tendré que llegar hasta el final.

A Herscherik no le parecían malas personas, aunque fuera otra de sus corazonadas infundadas. Sólo le quedaba hacer lo que quería y lo que tenía que hacer.

Así que Herscherik pidió un favor a su mayordomo como siempre.

—Kuro, necesito que hagas algo —dijo, dedicando a su leal mayordomo una brillante sonrisa.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido