Herscherik – Vol. 5 – Capítulo 7: La fiesta de la cosecha, el partido de exhibición y el banquete de otoño

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya


Este año, la fiesta de la cosecha en Greysis se extendería durante toda una semana por todo el país, con la visita de importantes invitados de las naciones vecinas. La capital, en particular, estaba muy animada incluso el primer día del evento. La calle principal estaba decorada con puestos a ambos lados, con comerciantes oportunistas que esperaban ganar dinero fácil a costa de las personas que asistirán al festival con los bolsillos sueltos.

Los comerciantes promocionaban especialmente los productos importados del Principado de Parche. Como los aranceles se redujeron, mientras durase la fiesta se venderían especialidades raras de Parche a un precio más bajo de lo habitual, lo que atrajo a los clientes que ya estaban animados por la celebración.

También Herscherik se quedó embelesado con un objeto artesanal que colgaba del techo de un puesto. En el interior de un anillo tenía tejido cuerdas de colores y el objeto estaba decorado con plumas, encajes detallados, campanas y cristales. También había versiones más caras con gemas y cristales. Cada uno de ellos estaba hecho cuidadosamente a mano, y Herscherik nunca había visto nada parecido en Greysis. El vendedor lo llamaba ‘atrapavientos de la fortuna’ y afirmaba que colgarlo junto a una ventana daría suerte al propietario.

A Herscherik le llamó la atención un atrapavientos con plumas de color carmesí y azul, que compró en el acto y decidió colgar en su habitación. Más tarde, Ao le explicaría, con una mirada incómoda, que los atrapavientos los hacían tradicionalmente los demi humanos pájaros. Herscherik se entusiasmó al darse cuenta de que, aunque Greysis había cortado nominalmente todo contacto con los no humanos, aún podían compartir su artesanía importando productos a través de Parche.

En otros lugares de la calle principal y la plaza, los artistas callejeros atraían las risas alegres de personas de todas las edades. Bailarines extranjeros daban vueltas al ritmo de la alegría, mientras que grupos itinerantes presentaban obras populares en un escenario de piedra en la plaza. Todos los asistentes al festival disfrutaban de la celebración a su manera.

El evento más esperado del primer día fueron los Juegos de Combate que se celebraron en el campo de entrenamiento del castillo. Todo el mundo, desde los lugareños hasta los extranjeros, pasando por los plebeyos y la realeza, se había reunido en la arena a la espera de que comenzaran. Cuando el reloj marcó el mediodía, la animada fanfarria de la banda resonó en la arena y el rey de Greysis, Soleil, anunció el comienzo del evento.

Herscherik miró alrededor de la arena mientras escuchaba el discurso de su padre, que estaba siendo amplificado con magia de viento. Los Juegos de Combate se celebraban dos veces al año, y era una ocasión para que soldados y caballeros mostrarán el resultado de toda su dura práctica. Como normalmente no se permitía al público entrar en el castillo, esta oportunidad de ver detrás de los muros del palacio tenía a los visitantes inmensamente emocionados.

Además, este año el evento iba a celebrarse el primer día de la fiesta de la cosecha, y habían invitado a figuras clave de otros países. Como se decía que el partido de exhibición contaría con la presencia del renombrado Caballero del Crepúsculo, los Juegos de este año habían atraído a un público aún mayor que el habitual.

A los miembros de la familia real, incluido Herscherik, se les habían asignado asientos con una buena vista del centro de la arena, y junto a ellos había asientos reservados para los invitados de otros países. El resto de la arena era de libre acceso, y en ese momento estaba repleta de gente.

Mientras tanto, el habitual juego clandestino que suele tener lugar durante los Juegos de Combate fue estrictamente vigilado este año por orden de las autoridades, debido a la preocupación por los visitantes extranjeros.

Hace tanto calor… Espero que nadie sufra un golpe de calor…

Herscherik mantuvo su sonrisa empresarial mientras sufría el calor. Tal y como había dicho Kurenai antes, era un día sin nubes, y con ello llegó una alta temperatura. Con la densidad de la arena, no habría sido sorprendente que alguien se enfermara por el calor.

Sin embargo, la actuación inaugural acabaría con los temores de Herscherik. Al concluir el discurso del rey, el maestro de ceremonias llamó al escenario a cuatro personas. Tres de ellas tenían rostros tan parecidos que sólo podían distinguirse por sus diferentes peinados; eran los trillizos de la familia real de Greysis. La cuarta persona que subió al escenario era un Hechicero tan hermoso que su maestro diría que su belleza trascendía el género: Weiss.

Vaya, Shiro parece realmente molesto… pensó Herscherik al observar la expresión descaradamente irritada del Hechicero.

Shiro tenía un caso grave de misantropía, aunque, según Herscherik, no era la aversión sino el miedo lo que le hacía actuar de forma tan amenazante con los demás. No obstante, ni siquiera su expresión agria podía disimular su belleza de diosa, y se oían jadeos hipnotizados del público cuando entraba en escena. Por supuesto, esto sólo sirvió para empeorar su estado de ánimo.

Cómo sabía que a Shiro no le gustaba ser el centro de atención, Herscherik había planeado originalmente rechazar la propuesta de sus hermanos, pero el propio Shiro había aceptado después de pensar un poco en el asunto, sorprendiendo enormemente a Herscherik. Pero, incluso una sonrisa forzada era demasiado para el Hechicero en una circunstancia como ésta.

Los trillizos se dirigieron cada uno a un extremo del escenario, formando un triángulo equilátero. Cada una de ellos se colocó a unos veinte pasos de distancia. En el centro del triángulo, Shiro comenzó a recitar un conjuro. Su pelo blanco empezó a ondear y a brillar en un azul pálido mientras bandas de luz que contenían fórmulas mágicas danzaban a su alrededor. El público se quedó sin palabras ante la maravilla que se desarrollaba ante sus ojos. Alguien de los presentes incluso empezó a susurrar su apodo: el Hechicero aureolado. Aunque había sido pronunciado en voz baja, el nombre llegó muy lejos en la silenciosa arena.

Mientras el público seguía observando, Shiro lanzó el hechizo que había estado preparando, creando una barrera lo suficientemente grande como para envolver toda la arena. Al mismo tiempo, un enorme orbe de agua apareció en el aire sobre el escenario. El público aplaudió la impresionante hazaña de lanzar dos hechizos a gran escala a la vez, pero ese no fue el final de la actuación inicial.

A continuación, Cecily, Arya y Reinette comenzaron a recitar un conjuro al unísono. Los brazaletes a juego -dispositivos mágicos- que llevaban en los brazos reaccionaron a su conjuro, y unas bandas verdes claras de fórmulas las envolvieron. Cuando los trillizos terminaron de recitar el conjuro, surgió un fuerte viento que sopló a su alrededor. El viento se elevó hacia el orbe de agua, haciéndolo bailar y esparciendo gotas por el aire. El público fue recibido por el fantástico espectáculo de un arco iris que se formaba sobre sus cabezas. Los espectadores soltaron gritos de asombro, pero el espectáculo no terminó ahí.

Shiro volvió a recitar un conjuro antes de mover el brazo como si cortara el aire horizontalmente, haciendo que las gotas se transformaran en mariposas de hielo que revoloteaban por el aire alrededor del público antes de disiparse, lo que redujo la temperatura de la zona unos cuantos grados, haciéndola mucho más agradable. Como se había levantado una barrera alrededor de la arena, se mantendría esta temperatura más fría durante algún tiempo.    

Después de que la visión del agua, la luz y las mariposas de hielo danzando por el aire inspirara un silencio aturdidor, estalló un aplauso tan atronador que amenazaba con romper la tierra. Los cuatro artistas hicieron una reverencia antes de abandonar el escenario, pero los aplausos continuaron.

Había tres tipos de personas que los veían salir del escenario: los que vitoreaban por auténtico asombro; los que conocían la actuación de antemano y respiraban aliviados después de que concluyera sin contratiempos; y, por último, los que no podían ocultar su asombro ante la hazaña mágica que acababan de presenciar.

Cualquiera que tuviera conocimientos de magia se quedaba asombrado y a la vez lleno de temor tras presenciar la actuación inicial. Un solo hechicero había levantado una barrera lo suficientemente grande como para envolver toda la arena antes de transformar el hechizo de otra persona de gotas de agua a mariposas de hielo, y aparentemente sin sudar. Además, la magia combinada de los trillizos había sido mucho más poderosa que un hechizo normal.

La magia combinada se estaba investigando en la mayoría de los países del continente, pero tenía muy pocas posibilidades de éxito. Incluso los trillizos, que poseían telepatía entre ellos y cuya magia tenía propiedades muy similares, inicialmente sólo habían tenido éxito uno de cada diez intentos. Después de que Shiro se uniera a su investigación, habían conseguido casi triplicar ese porcentaje.

Su actuación de hoy fue posible gracias a que se habían centrado en su especialidad, la magia del viento, y a que habían contado con el apoyo de Shiro. Además, aunque hubieran fallado, habían planeado que Shiro hiciera que al menos pareciera que habían tenido éxito.

Seguro que Will tiene algunos trucos sucios bajo la manga…

Herscherik lanzó una mirada a sus hermanos cercanos y encontró a su normalmente inexpresivo segundo hermano mayor -quien parecía estar un poco más relajado ahora que estaba rodeado de familia por todos lados- mirando hacia el escenario con fingida ignorancia.

Para los espectadores ignorantes, debió de parecer simplemente un maravilloso espectáculo escénico. Pero para los que habían venido del extranjero para evaluar el estado actual de Greysis, debió parecer una demostración de fuerza preventiva, pensó Herscherik.

Esta actuación sólo fue posible gracias a Shiro y los trillizos, pero los invitados no tenían forma de saberlo. Aunque no creyeran que Greysis estaba en posesión de muchos hechiceros a la altura de Shiro, los dispositivos mágicos que ayudaban a la magia combinada eran una historia diferente. 

La investigación mágica solía tratarse como información clasificada, y cuanto más valiosa fuera la investigación, más se esforzaría una nación por asegurarse de que no se filtrara. Como nadie sospecharía que una investigación de alto secreto sería desvelada en un espectáculo como éste, con tantos dignatarios extranjeros importantes presentes, la suposición obvia sería que tales dispositivos eran así de poco llamativos para la gente de Greysis. Las mentes de los invitados inevitablemente se desviaron hacia pensamientos sobre lo que podría suceder si estos artículos se utilizaran como armas de guerra.

Por supuesto, el público estaba sentado a una buena distancia del escenario, y habría sido imposible recrear los dispositivos simplemente observándolos desde lejos, y conociendo a Shiro, la magia de barrera que utilizó al principio también debía contener fórmulas que interferirían con otras magias, incluyendo cualquier cosa que pudiera utilizarse para reunir información sobre los objetos.

Greysis había apostado por que estos dignatarios extranjeros se imaginaran lo peor, y sus propias suposiciones se convirtieran en un factor de disuasión mayor que cualquier cosa que pudiera hacer Greysis. Además, su investigación mágica progresaba a diario, y se había acelerado aún más después de que el maniático de la magia Shiro se uniera al esfuerzo. Tal vez el día en que todos los hechiceros de Greysis estuvieran equipados con dispositivos mágicos para la magia combinada llegaría antes de lo esperado.

Herscherik aplaudió a su hermano en su cabeza por sus increíbles predicciones y planificación.

Tras el espectáculo, Shiro fue a situarse junto a Herscherik. El príncipe le agradeció con simpatía su duro trabajo, pero Shiro sólo le dirigió una mirada gruñona a cambio y murmuró que no había sido especialmente duro, aunque Herscherik sabía que sólo trataba de ocultar su vergüenza.

La función de apertura había concluido, y ahora era el momento del partido de exhibición.

—Herscherik, ahora están en el escenario.

—Tessily… —Herscherik respondió a su hermano.

Tal y como había dicho Tessily, dos caballeros ocuparon su lugar en el escenario junto a quien hacía los anuncios. Herscherik y Tessily se pusieron de pie.

Oran llevaba su uniforme de caballero blanco. El atuendo blanco combinaba bien con su pelo de color crepuscular, y desde el momento en que apareció en el escenario se oyeron estridentes vítores del público.

Junto a Oran estaba su oponente para el partido: el caballero al servicio de Tessily. Era un hombre alto, de unos treinta años, con su largo pelo negro recogido y una mirada feroz. También llevaba un uniforme de caballero, aunque en lugar de blanco, su ropa era de un azul añil tan oscuro que casi parecía negro.

Oran casi parece insignificante a su lado…

Quizás era inevitable que Herscherik pensara así. Como alguien que se aseguraba de hacer ejercicio todos los días, Oran tenía lo que Herscherik habría llamado una complexión ‘atlética’ en su vida anterior. El caballero al servicio de Tessily, en cambio, era todo músculo, por lo que Oran no podía evitar parecer débil en comparación. Además, el caballero de Tessily tenía un aire diferente al de la gente de Greysis. Herscherik recordó que su hermano había mencionado que venía de una nación insular al otro lado del mar, muy al este de Greysis.

Herscherik vio a su caballero de servicio inclinarse hacia él, le devolvió el saludo y luego se volvió hacia su hermano.

—Tessily, ¿dónde has encontrado a ese caballero tuyo? —preguntó Herscherik.

—¿Eh? ¿Te refieres a Tatsu?

—¿Tatsu?

—Sí, creo que su nombre completo era… ¿Tatsunojo? Así que le llamo Tatsu.

¿Tatsunojo? Ese nombre parece sacado de un drama histórico japonés. Tal vez la Tierra del Sol sea similar al Japón del periodo Edo, pensó Herscherik. Desde luego, parece que le quedaría bien la ropa tradicional japonesa.

Herscherik se imaginó entonces a Tatsu llevando exactamente eso y asintió satisfactoriamente. Cuando jugaba a los simuladores de citas en su vida anterior, a menudo se encontraba con personajes secundarios maduros y atractivos en lugar del interés amoroso principal.

—Yo adopté a Tatsu, ya ves —explicó Tessily, sacando a Herscherik de sus fantasías.

—¿Eh? —Herscherik estaba tan sorprendido que se quedó helado a medio camino de sentarse. 

Por la forma en que su hermano lo describió, era como si hubiera adoptado un perro callejero. Tessily se limitó a encogerse de hombros como respuesta.

—Sí, en una ciudad portuaria que visité. Le estaba observando, pensando en lo fornido que parecía y en el aire que tenía, cuando de repente se desplomó ante mis ojos. No podía dejarlo, y me dijo que estaba hambriento, así que le di algo de comer. Luego hablamos un poco y me dijo que no tenía trabajo. Necesitaba un guardaespaldas temporal, así que las cosas se juntaron a partir de ahí… Un buen hallazgo, si lo digo yo —explicó Tessily alegremente.

Herscherik se desplomó en su asiento con un suspiro. Había estado un poco preocupado por su hermano, pero luego se dio cuenta de que se había topado por primera vez con Kuro cuando el antiguo espía estaba en proceso de infiltrarse en el castillo, así que Herscherik no tenía mucho espacio para hablar.

—¡Oh, parece que está a punto de empezar! —exclamó Tessily.

Herscherik volvió a mirar a la arena. El locutor abandonó el escenario y Oran y Tatsu se enfrentaron.

—Estoy deseando combatir contigo, Tatsu —dijo Oran mientras hacía una ligera reverencia a Tatsu y sacaba su espada de la funda. La espada estaba desafilada para asegurarse de que no infligiera heridas mortales, aunque seguía siendo muy capaz de romper huesos con un golpe bien dado.

—Sí. Luchemos con valor, mi buen señor Octa.

La forma un poco extraña de hablar de Tatsu era la prueba de que no venía de este continente.

Cuando el héroe San Ferris unificó el mundo en un pasado lejano, también se unificaron las lenguas del mundo. Sin embargo, unas generaciones después de la muerte de Ferris, la Tierra del Sol se volvió aislacionista por decreto de la Princesa Divina, y como resultado, su lengua empezó a distanciarse del resto del mundo. Aunque las dos lenguas tenían mucho en común, había muchas diferencias en la pronunciación y el significado de ciertas palabras. A Oran le habían dicho que esto había causado muchas dificultades a Tatsu cuando llegó al continente. Le costaba especialmente pronunciar los nombres, y tras unos cuantos intentos de decir el de Oran, desistió por no poder pronunciar la ‘v’ de ‘Octavian’. Tatsu incluso se había disculpado profusamente, finalmente frustrado por su fracaso.

No obstante, su seriedad había dejado una buena impresión en Oran, quien también estaba muy interesado en la técnica y la habilidad de Tatsu. Habían cruzado sus espadas varias veces para preparar los Juegos y aunque nunca se habían enfrentado a fondo, estaba claro que Tatsu era un guerrero consumado. Cada vez que empuñaba su espada, se quedaba en absoluto silencio, sin bajar la guardia, sólo para soltar una ráfaga de ataques que relampagueaban como una lluvia de fuego en el momento en que cualquiera de los dos empezaba a moverse. Ambos eran plenamente conscientes de que ninguno de los dos había desplegado toda su fuerza durante sus combates de preparación.

Tatsu se inclinó y adoptó su postura. No desenvainó la espada, ya que el estilo que practicaba hacía hincapié en desenvainar la espada y atacar con un solo movimiento. Ninguno de los dos se movió, o mejor dicho, ninguno pudo moverse, incluso cuando la señal de inicio del combate sonó en la arena. El ambiente tenso se podía sentir desde el público, que guardó silencio.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Oran al sentir que la euforia brotaba de su interior. Su oponente era hábil, y enfrentarse a un luchador fuerte era la mayor alegría que podía experimentar cualquier guerrero.

Oran había escapado de las fauces de la muerte en varias ocasiones: su batalla con los templarios drogados, la carga hacia el comandante supremo durante el enfrentamiento con el Imperio. Todavía recordaba vívidamente el regocijo y la tensión que había sentido entonces. Ahora, sus expectativas superaban incluso las que había sentido en aquellas ocasiones, y todas se centraban en el guerrero que tenía delante.

Oran fue el primero en hacer su movimiento, levantando su espada y cargando directamente contra Tatsu. En el momento en que Oran se acercó, Tatsu desenvainó su espada, pero no se cruzó con la de Oran, que se detuvo en cuanto vio a Tatsu desenvainar su espada. Oran esquivó rápidamente el golpe de Tatsu, que le falló por un pelo, y volvió a acercarse a Tatsu.

Tatsu, por su parte, levantó su espada y apuntó a la cabeza de Oran antes de volver a bajar el arma. Oran rechazó el golpe con su espada y se lanzó hacia el torso de Tatsu, que ahora estaba desprotegido. Tatsu saltó tranquilamente hacia atrás para esquivar el ataque, poniendo algo de distancia entre él y su oponente.

Fue una rápida serie de ataques y contraataques que no dejó tiempo a nadie para recuperar el aliento. Cuando la ráfaga de golpes se calmó por un breve momento, el público aprovechó para vitorear a viva voz. Sin embargo, los dos combatientes hicieron oídos sordos al sonido, y Tatsu lanzó rápidamente su siguiente ataque a Oran, que éste paró. Las dos espadas chocaron con un fuerte estruendo, haciendo saltar chispas. Los dos intercambiaron golpes, pasando del ataque a la defensa mientras saltaban ágilmente por el escenario.

Pero justo cuando la lucha parecía que iba a ser eterna, llegó a un final abrupto. Oran fingió una apertura para tentar a Tatsu a atacar, y éste, plenamente consciente de la treta, lanzó su espada hacia Oran.

Los dos se congelaron. La espada de Oran estaba congelada en el aire justo por encima de la cabeza de Tatsu, mientras que la de éste se había detenido a una fracción de segundo de atravesar el torso de Oran. Según las reglas, el combate se detendría si uno de los oponentes no pudiera continuar -por ejemplo, si alguno de ellos fuera desarmado- o si el árbitro considerara que uno de los participantes no hubiera podido evitar un golpe mortal. Por supuesto, infligir intencionadamente una lesión al oponente también suponía una descalificación instantánea.

En este caso, ambos combatientes se habían detenido antes de asestar golpes que seguramente habrían sido mortales, y ninguno de ellos habría podido eludir el ataque del otro.

—¡Este combate es un empate! —proclamó el árbitro mientras los dos combatientes envainaban sus espadas y se inclinaban. El público los aclamó y los ovacionó por su actuación. Había sido un magnífico combate de exhibición.

A continuación, los dos hicieron una reverencia a sus respectivos amos antes de salir finalmente del escenario. Algún tiempo después, aparecieron junto a los asientos de la familia real.

—Bien hecho, Oran. Has estado muy bien ahí fuera —dijo Herscherik.

Oran asintió en respuesta a los elogios de Herscherik antes de dirigir su mirada hacia Tatsu, el cual estaba hablando con su maestro Tessily.

—Oran, ¿qué pasa? ¿Estás herido? —preguntó Herscherik, al ver la casi nula reacción de su caballero. Oran negó rápidamente con la cabeza.

—No, estoy bien. No te preocupes.

Oran le dedicó una sonrisa a su maestro para no preocuparlo, mientras él mismo repasaba en su cabeza la batalla que acababa de desarrollarse. Habían estado igualados, pero en términos de experiencia de lucha real, su oponente tenía la ventaja; a Oran le había resultado difícil siquiera acercarse a golpear a Tatsu en la segunda mitad del combate. Por eso, al final del combate, Oran había fingido intencionadamente que bajaba la guardia para invitar a su oponente a atacar. Al final, sin embargo, el resultado fue un empate.

Sin embargo, eso fue sólo porque se trataba de un partido de exhibición.

En una pelea real, habría perdido.

A ambos les habían proporcionado espadas para el combate, pero el tamaño y el peso de las armas no habían sido muy diferentes de sus propias Armas Divinas bendecidas por la Diosa de la Guerra. La llamada tachi que empuñaba Tatsu era más estrecha y larga que las espadas que habían utilizado durante el combate. Con las espadas reales, Tatsu habría atravesado su pecho antes de que la propia espada de Oran hubiera alcanzado la cabeza de Tatsu. Si el resultado hubiera sido un empate cuando Tatsu utilizaba un arma desconocida, sin duda habría ganado en un combate real.

—Supongo que todavía tengo mucho que trabajar…

No se había vuelto engreído, pero al haberse ganado el apodo de Caballero del Crepúsculo, puede que se haya adelantado a sí mismo sin darse cuenta. En el gran esquema de las cosas, era inexperto y todavía tenía mucho margen de mejora. Si perdiera en una batalla real, expondría a su maestro al peligro. En el peor de los casos, Herscherik podría incluso morir.

No puedo permitirme perder.

Oran apretó el puño con fuerza, ignorando la sensación de sus uñas clavándose en la palma. El dolor le serviría de advertencia a sí mismo.

♦ ♦ ♦

El primer día de la fiesta de la cosecha concluyó sin contratiempos, y el resto del evento transcurrió de forma similar. Durante la celebración, los miembros de la realeza se las habían arreglado para entretener a sus invitados extranjeros y, al mismo tiempo, mostrar la fuerza del reino procediendo de forma constante según lo previsto. El Sexto Príncipe Tessily, en particular, había pasado gran parte de su tiempo en sus pródigos viajes -quizás se podría llamar caritativamente estudiar en el extranjero- en varios países; como resultado, ya conocía a muchos de los invitados. Los invitaba a tomar el té a mediodía y luego se unía a las fiestas de los nobles por la noche. Herscherik se asombraba de cómo Tessily seguía entreteniendo a todos con una sonrisa, sin dejar traslucir un ápice de su cansancio.

Sin embargo, a diferencia de sus hermanos, Herscherik estaba centrado en disfrutar al máximo de la fiesta de la cosecha. Durante el día llevaba a Kurenai y a Ao, además de a Kuro por protección, por orden de sus hermanos, a la ciudad del castillo para visitar los diferentes puestos y disfrutar de las diversas actuaciones. La gran cantidad de gente hacía posible que Ao acudiera sin llamar la atención. Incluso Ao, tan estoico como solía ser, abrió ligeramente los ojos con asombro ante lo que debía ser su primera vez viendo un festival de este tipo. Por el camino se detuvieron en la frutería habitual, donde Herscherik disfrutó alegremente de las manzanas confitadas que había sugerido antes de ofrecerse a ayudar en la tienda.

Como físicamente era sólo un niño, no tenía que participar en las fiestas nocturnas, aunque tampoco se le permitía ayudar en la frutería por las tardes. En su lugar, pasaba las tardes tranquilamente en su propio aposento. Aunque algunos de los invitados del exterior habían pedido reunirse con Herscherik, sus hermanos mayores los habían rechazado siempre. Al preguntar por qué, a Herscherik le habían ordenado simplemente que descansara, ya que ‘siempre trabajaba demasiado’. Se sentía un poco culpable por tomárselo con calma mientras su padre y sus hermanos estaban ocupados estableciendo relaciones diplomáticas, pero aceptó su oferta y trató de disfrutar de la fiesta de la cosecha lo mejor que pudo.

Luego llegó el último día del festival, en el que se celebraría un enorme banquete para nobles, funcionarios de alto rango e importantes visitantes extranjeros. Incluso Herscherik, quien en otras ocasiones rechazaba las invitaciones con la excusa de ser demasiado joven, no pudo escapar a ésto.

Los banquetes reales se celebraban siempre en el salón principal del castillo, que rebosaba de gente vestida con trajes deslumbrantes. Al tratarse de un bufé informal de pie, las mesas estaban cubiertas de todo tipo de comida, con camareros que llevaban las bebidas a los invitados y una orquesta que tocaba música relajante.

Entonces la orquesta dejó de tocar y la voz de un hombre resonó en la sala.

—¡El 23º Rey de Greysis, Su Majestad Soleil Greysis, hará ahora su aparición!

Inmediatamente después, las puertas de la escalera de caracol del vestíbulo se abrieron de golpe. Alguien en el vestíbulo suspiró maravillado ante la figura que apareció. Bajo la corona real que se había transmitido de generación en generación, había una larga melena de pelo platino y un rostro que aún mantenía su belleza y encanto juvenil, a pesar de haber pasado los cuarenta años, con unos amables ojos color esmeralda. Vestido todo de blanco y con un manto rojo real sobre los hombros, Soleil saludó a los invitados con una sonrisa.

—Y lo siguiente…

Tras Soleil llegó el príncipe heredero Mark junto con su madre, la Primera Reina Perla. Mark, al que a menudo se referían en voz baja como el ‘Príncipe Rosa’, acompañó a su madre. Ambos lucían ojos y cabellos brillantes que recordaban a los mejores rubíes.

El resto de la familia real apareció entonces uno tras otro, descendiendo por la escalera de caracol. Primero llegaron William, quien lucía una sonrisa tan radiante que parecía una persona completamente diferente, y Eutel, quien también había ocultado con maestría su verdadera naturaleza, junto con su madre, la Segunda Reina. Luego llegaron los trillizos y la Tercera Reina, seguidos de Tessily acompañado de su madre, la hija del duque, la Cuarta Reina. La madre de Tessily era la nieta de la hermana del rey anterior. La Quinta Reina y su hija, Meno, no estaban presentes, ya que se encontraban fuera de la capital mientras Meno se sometía a su tratamiento.

Finalmente, llegó el momento de la persona que todos los invitados extranjeros habían estado esperando.

—¡El Séptimo Príncipe, Su Alteza el Príncipe Herscherik, hará ahora su aparición!

Poco después, aparecieron cuatro figuras. La primera en llamar la atención de la multitud fue una hermosa Hechicera de largos cabellos blancos, de pie a la derecha de la figura del centro. Llevaba una túnica blanca y azul que indicaba que era muy hábil en la magia. Con una sola sonrisa podría haber conquistado el corazón de todos los que lo vieran: jóvenes y ancianos, hombres y mujeres por igual. Sin embargo, en ese momento fruncía el ceño y parecía bastante disgustado. Pero aunque su expresión se consideraría maleducada viniendo de la mayoría de la gente, era fácil pasarla por alto en alguien como él. Su belleza era tan grande que nadie se atrevía a comentarla.

A la izquierda había un hombre con el pelo de color crepuscular recogido en la nuca, vestido con un uniforme de caballero blanco. Con los ojos azules ligeramente achinados, tenía un aire amable y sociable. Pero, a pesar de su apariencia, el otro día había exhibido toda su fuerza durante los Juegos de Combate. Una espada colgaba de su cadera, mostrando que era la única persona presente, aparte de los guardias, a la que se le permitía ir armada. Alguien que tuviera buen ojo para las armas podría haber notado que la espada que llevaba era una de las diez únicas que existían en todo el mundo.

Detrás de ellos se encontraba un mayordomo de pelo negro cuidadosamente peinado, que llevaba un traje de mayordomo del mismo color sable. Desapareciendo en el fondo como una sombra, sus ojos carmesí oscuros observaban atentamente su entorno.

Los espectadores pudieron comprobar que los tres hombres no eran, cada uno a su manera, personas corrientes. Junto a ellos caminaba la persona que había ganado la reciente batalla contra el Imperio de Atrad con sólo veinte mil soldados frente al ejército imperial de cien mil, y que además había expulsado de las sombras al ministro que había controlado el reino durante mucho tiempo: la persona a la que se referían como el Príncipe -o incluso el Héroe- de la Luz. Con una cabellera dorada que parecía haber sido hilada con la pura luz del sol y los ojos esmeralda de su padre, vestía un fino traje azul especialmente confeccionado para las fiestas, y su manto ondeaba al entrar en la sala.

—¿Es el que dicen que derrotó al imperio?

—¿Ese es el Héroe de la Luz? Realmente es sólo un niño… ¡y muy joven!

—Dicen que la familia real es impresionantemente bella, pero…

En el momento en que Herscherik entró en la sala, todos los visitantes extranjeros comenzaron a susurrar lo que pensaban uno tras otro, inundando la sala con un murmullo creciente. Incluso estos susurros silenciosos llegaron lejos en la sala, que por lo demás era silenciosa, y los comentarios más insultantes destacaron especialmente.

Herscherik no pudo evitar reírse internamente. Era la primera vez que los invitados extranjeros lo veían bien, y estaba claro que, después de todo este tiempo, se habían construido una imagen de él mucho más impresionante que la realidad.

Había derrotado al Imperio y salvado el reino a la tierna edad de siete años. Parecía un cuento de hadas, pero todo era cierto, y este hecho había llevado a la gente a cotillear sobre su tremendo intelecto y sobre cómo era el hijo favorito del rey entre todos los bellos miembros de la familia real. Cualquiera que hubiera visto la belleza de su padre y sus hermanos en las fiestas nocturnas debía tener sus expectativas especialmente altas cuando se trataba de Herscherik. Sin embargo, en este momento, los invitados probablemente se sintieron decepcionados por lo ordinario que parecía en comparación.

Bueno, supongo que esa reacción tiene sentido…

A Herscherik no le preocupaba especialmente que los invitados se hicieran ilusiones y que posteriormente se las destrozaran. Llevaba años siendo plenamente consciente de que no estaba a la altura de los demás miembros de la familia en cuanto a aspecto, y tampoco apartaba la vista del hecho de que no tenía ningún talento propio. De todos modos, nunca le había importado mucho lo que los demás pensaran de él. Lo único de lo que Herscherik estaba orgulloso era de sus hombres a su servicio, quienes tenían mucho más talento del que él merecía.

Al mismo tiempo, el traje que llevaba hoy había sido cuidadosamente arreglado por Kuro y sus hermanos, e incluso las reinas habían ayudado a confeccionarlo. Era aún más deslumbrante que de costumbre, pero se las arregló para evitar ser llamativo. A primera vista, el traje parecía bastante discreto debido a su color apagado, pero su manto, su abrigo, su blusa, sus pantalones e incluso sus zapatos estaban hechos con las mejores telas por los más hábiles artesanos del país. Los bordados en oro y plata brillaban a la luz, indicando la atención del sastre por los detalles. Cualquiera que tuviera ojo para la moda sabría que el traje era lo suficientemente caro como para hacer girar la cabeza.

Dicen que la ropa hace al hombre, y como Herscherik había puesto una buena cantidad de esfuerzo en su apariencia hoy, se había ilusionado, aunque sólo fuera un poco. No pudo evitar sentirse un poco decepcionado por todo ese esfuerzo desperdiciado.

Miró de reojo para echar un vistazo a sus hombres, sólo para congelarse inmediatamente. Shiro parecía especialmente irritado incluso para él; el normalmente amable Oran tenía el ceño fruncido; y la sonrisa forzada de Kuro parecía inusualmente aterradora. Herscherik se encontró más preocupado por ellos que de costumbre. Debían de haber oído los insultos apenas disimulados de los invitados hacia su amo.

Por eso dije que quería hacer mi entrada solo… Herscherik suspiró al ver que todo había salido como esperaba.

Había dos razones por las que estos tres, que no eran miembros de la familia real, habían aparecido junto a Herscherik. La primera era que no había nadie más disponible. El rey podía aparecer solo sin ningún problema, y los hermanos de Herscherik acompañaban a sus madres, pero la propia madre de Herscherik había perecido en el parto. Y aunque no podían dejar que un niño de siete años entrará solo en la sala, que Herscherik, en lugar del príncipe heredero, acompañara al rey podría dar lugar a molestas especulaciones. Así que se eligieron sus magníficos hombres de servicio para hacer su entrada un poco más dramática.

La segunda razón fue la de actuar como disuasión.

—Si traes a tus hombres de servicio, que han logrado todos hazañas impresionantes tanto durante la batalla con el imperio como en los Juegos de Combate, no tendrás que preocuparte de que nadie se te acerque —había explicado Mark cuando Herscherik se había negado obstinadamente a llevar a sus hombres.

Todo el mundo sabía cómo se presentaría Herscherik a sus visitantes extranjeros. Al ser un niño pequeño sin padrinos, parecería un blanco fácil de explotar, y al ser el hijo favorito del rey que gozaba de gran popularidad entre las masas, era, como dirían en el viejo mundo de Herscherik, ‘presa fácil’.

Por supuesto, esto no era más que el pensamiento oportunista de personas que desconocen la verdadera naturaleza de Herscherik. Si alguien se hubiera acercado a él con tan nefastas intenciones, el príncipe habría estado más que dispuesto a explotarlos por todo lo que valían a cambio. Sin embargo, eso habría supuesto un peligro para Herscherik, que su familia quería evitar, por lo que sus hermanos lo alejaron intencionadamente de cualquier esfuerzo diplomático durante la fiesta de la cosecha. También se aseguraron de que su caballero y su hechicero mostraran su habilidad públicamente para disuadir a otros países de hacer un movimiento.

Por favor, chicos, no hagan saltar un fusible… suplicó Herscherik con la mirada mientras guiaba a sus hombres por la caja espiral y se unía a la fila de la realeza, con su padre en el centro.

—Gracias a todos por acompañarnos esta noche. Me complace ver a tantos visitantes de tan lejos.

Soleil comenzó su discurso. No fue intimidante en lo más mínimo, sino que se limitó a expresar su gratitud y simpatía por los invitados, y también transmitió sus deseos para el futuro de su reino.

—Esta noche es la última fiesta nocturna de la fiesta de la cosecha. Espero que todos disfruten de su tiempo aquí —concluyó Soleil.

Cuando terminó su discurso, la orquesta volvió a tocar. Soleil ocupó su lugar en el trono colocado en el salón, donde intercambió saludos con los nobles y los visitantes extranjeros. Mark y William atendieron a su padre, y los demás miembros de la realeza se ocuparon de entretener a los invitados, con la excepción de Herscherik.

Sólo soy un niño. Terminaré lo que tengo que hacer y me iré. Como alguien no muy aficionado a los eventos formales, esperaba hacer su estancia lo más corta posible antes de excusarse. No tenía planes de establecer amistades en un lugar como este, y dejar todo en manos de sus hermanos parecía más aconsejable de todos modos. Por no hablar de que todo esto le resultaba un poco pesado.

Pero por mucho que deseara marcharse, no faltaban personas que esperaban caerle bien para su propio beneficio. Podía sentir las miradas ardientes de la gente que le rodeaba mientras buscaban la oportunidad adecuada para entablar una conversación.

—Hersche, ¿por qué no comes algo? —sugirió Oran. Se acercó despreocupadamente a Herscherik, como si quisiera protegerlo de las miradas circundantes, y puso la mano en la empuñadura de su espada. Herscherik tomó nota de ello, pero prefirió no mencionarlo, limitándose a asentir.

—Buena idea. Me apetece algo contundente.

—Iré a buscar un poco.

—Gracias, Kuro. Ah, y ¿podrías traer un poco de pastel también?

Kuro asintió en silencio mientras iba a buscar la comida. Mientras tanto, Herscherik, Oran y Shiro se dirigieron a una mesa en un rincón de la sala. Algunos intentaron aprovechar la oportunidad para acercarse a Herscherik, pero la mirada de Oran y la de Shiro, que estaba por debajo del nivel de congelación, les obligaron a retirarse antes de intentar hablar con él.

Después de regresar con los platos de comida perfectamente dispuestos, Kuro atendió enérgicamente a su señor, que estaba disfrutando del festín de la noche. Mientras los hombres de Herscherik repelían a cualquiera que intentara hacerse con esta gallina de los huevos de oro, él podía disfrutar de la comida en paz y tranquilidad.

Sin embargo, hubo un hombre que pasó por delante de esa barricada como si nada, y se puso a hablar con Herscherik mientras se atiborraba alegremente de los platos de carne, ensalada, pan y pasteles que le había traído Kuro.

—Espero que esté bien, Su Alteza.

Era el jefe de la familia Aldis, el padre de Oran, Roland. El propio Oran, que parecía haber renunciado a intentar comprender lo que pensaba su padre, se limitó a suspirar.

Roland Aldis tenía un pelo rojo intenso y una complexión impresionante que, aunque hacía tiempo que se había retirado como general, era evidente incluso a través de su vestimenta formal. Se puso la mano derecha en el pecho y saludó a Herscherik con una breve y respetuosa reverencia. A su lado estaba su esposa Ana, la cual saludó a Herscherik con una reverencia; junto a ella, la hermana menor de Oran, Liliana, siguió el ejemplo de su madre.

Ana poseía un cabello rubio que recordaba al trigo maduro y que había atado para la noche, y llevaba un vestido que, aunque no era ostentoso, estaba confeccionado con una tela fina. Su elegante sonrisa completaba la imagen de una noble modelo.

La hermana de Oran, Liliana, tenía el pelo liso del mismo color que el de su padre, lo suficientemente largo como para llegar a la mitad de la espalda. Su vestido era sencillo para una niña de su edad, pero también debía de ser de un material fino. Junto con sus discretos accesorios, daba la impresión de una madurez superior a su edad.

Mientras tanto, como los dos hermanos de Orán eran caballeros, ambos estaban ocupados con el trabajo y no podían asistir al banquete.

Herscherik se levantó de su silla y saludó a Roland con una reverencia.

—Marqués Aldis, gracias por venir hasta aquí. Madame Aldis y Liliana también. Oran -quiero decir, Octavian- siempre es una gran ayuda.

—Me alegro de que encuentres algún uso para el idiota de mi hijo. No es que sea útil para otra cosa que no sea pelear. Siéntete libre de hacerlo trabajar hasta el cansancio.

—Padre…

Roland ignoró la mirada de su hijo. Herscherik no pudo evitar reírse de sus bromas, lo que hizo que Oran dirigiera su mirada a su maestro. Herscherik cambió rápidamente de tema para escapar de la mirada crítica de Oran.

—Marqués Aldis, ¿cómo va el orfanato?

—Todo va viento en popa. Deberíamos estar listos el año que viene, tal y como estaba previsto.

Herscherik dio un suspiro de alivio como respuesta.

La casa Aldis dirigía el orfanato Armin en la ciudad del castillo. Originalmente había pertenecido al difunto barón Armin, pero a petición de Herscherik, la casa Aldis se había hecho cargo después de que el barón se viera involucrado en una de las conspiraciones de la Iglesia y fuera trágicamente asesinado como consecuencia de ello. La mayoría de los niños que vivían ahí no tenían parientes, o no podían vivir con su familia por otras razones.

Todos los huérfanos debían abandonar el orfanato al llegar a cierta edad, pero si se les soltaba en la sociedad sin parientes ni educación, lo único que les esperaba era una vida de penurias, llena de gente dispuesta a explotar sus miserables circunstancias. Los que no podían soportar esa vida se dedicaban inevitablemente a la delincuencia.

Así, Herscherik había pedido a Roland que proporcionará a los niños del orfanato una educación que incluyera la lectura, la escritura, las matemáticas y los conocimientos generales. Si los niños lo deseaban, también podían aprender sobre etiqueta, lucha con espada y otros temas más avanzados.

Los huérfanos ya eran muy conscientes de su situación y, por ello, pensaron mucho en lo que necesitaban para sobrevivir y se esforzaron por conseguirlo juntos. Se interesaban mucho por sus estudios y absorbían rápidamente los nuevos conocimientos, y Roland y Ana no dudaron en proporcionar a los niños todo lo que querían, llegando incluso a contratar profesores particulares e invertir en libros y material.

Esto había continuado durante varias temporadas hasta que Roland se acercó a Herscherik para discutir algo. El marqués le había explicado que los niños querían tener la oportunidad de ampliar sus estudios. La idea de Herscherik era dar a los huérfanos la oportunidad de presentarse al examen de ingreso en la academia real. La academia ya contaba con un sistema de becas y eximía de la matrícula a los estudiantes prometedores con la condición de que trabajaran para el gobierno después de graduarse. Incluso los que no se convirtieran en funcionarios no tendrían problemas para encontrar un trabajo y devolver la matrícula como graduados de la academia.

Sin embargo, para que los plebeyos pudieran ingresar en la academia, no sólo debían tener las aptitudes académicas necesarias para aprobar el examen de ingreso, sino que también debían contar con la recomendación de alguien de rango noble. Además, aunque la academia tenía un reglamento que exigía la igualdad de trato para todos, independientemente de su origen, en la práctica la discriminación basada en el estatus social era habitual. Incluso si alguien se ganaba el patrocinio de un noble, aprobaba el examen y se matriculaba en la academia, lo tendría difícil por ser plebeyo, sobre todo si también era huérfano.

Herscherik no tenía intención de rechazar de plano el sistema de clases, pero pensaba que la obsesión por el estatus social podría dar lugar a que se pasara por alto un talento precioso, lo que sería un resultado neto negativo para el Estado.

El próximo año, Herscherik -cuya madre era plebeya- se inscribiría en la academia, y pensó que ésta podría ser la oportunidad que necesitaban. Haciendo uso de su propio estatus especial, intentaría cambiar la mentalidad de la gente, empezando por su propia generación. Para ello, necesitaba que un voluntario del orfanato se inscribiera con él. Como parte de eso, la familia Aldis se convirtió en los tutores legales de los huérfanos del lugar y comenzó a enseñar a los que deseaban aplicar lo que necesitaban saber para el examen de ingreso.

Roland explicaba que parecía que llegarían a tiempo para el próximo curso.

—¿Algún voluntario?

Roland respondió con una serie de nombres, entre los que, para sorpresa de Herscherik, había uno que reconoció.

—Vivi… ¿Se ofreció como voluntaria?

¡Te protegeré, príncipe Herscherik, cuando te vuelva a ver! Eso había dicho Vivi cuando abandonó su condición de joven dama noble. Intentaba mantener su promesa.

Pero, aunque haya cortado los lazos con su familia, sigue siendo la hija del nefasto Volf Barbosse. No era difícil ver que podría ser tratada aún peor que los otros huérfanos como resultado. Por supuesto, era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta del espinoso camino que tenía por delante, pero aun así, se aferraba a sus palabras y seguía adelante sin descanso.

Al ver que Herscherik se callaba, Roland entrecerró los ojos, pero optó por no decir nada más. En su lugar, se excusó y se marchó con su familia a cuestas.

Herscherik contempló el vestíbulo mientras terminaba su comida y daba un sorbo al té que Kuro había preparado. Mientras lo hacía, otro hombre se acercó a Herscherik, ignorando las miradas de los hombres del príncipe al igual que Roland. Al ver al hombre, Herscherik miró rápidamente detrás de él a Kuro, quien asintió mientras el príncipe se levantaba de su asiento.

—Es un placer conocerle. Gracias por venir hasta aquí —saludó Herscherik al hombre, el cual se inclinó respetuosamente en respuesta.

—Es un honor tener la oportunidad no sólo de contemplar al Héroe de la Luz, sino incluso de hablar con él. —El hombre curtido por el sol, que parecía la definición misma de un hombre de mar, respondió con una sonrisa.

♦ ♦ ♦

El sol se había puesto y las estrellas brillaban en el cielo. Un hombre había salido del salón a un jardín exterior para descansar de su borrachera. Se tambaleó por el jardín solo, sin ningún asistente que le ayudará. Se llamaba Thomas Rosseholm, el segundo hijo de la familia Rosseholm, una de las diez casas más influyentes de Felvolk. Pertenecía a una familia prestigiosa, y tras graduarse en la academia militar de Felvolk como segundo de su clase, se había alistado en el ejército. Como oficial prometedor, se le había encomendado la misión de visitar Greysis como representante de Felvolk para investigar los asuntos internos del reino.

Estoy borracho… He bebido demasiado…

Se sujetó la cabeza, que palpitaba con un dolor sordo, y se masajeó la sien mientras continuaba por el jardín. Ya sabía de sobra que era un peso ligero, pero no había podido rechazar las ofertas de delicioso vino de frutas del Sexto Príncipe que le había invitado aquí. La combinación del hábil estímulo del príncipe y el alto contenido de alcohol del maravilloso vino lo habían embriagado en poco tiempo. Finalmente salió al jardín para refrescarse.

Bajó por el camino del jardín, pavimentado con losas blancas iluminadas por la tenue luz de las farolas, y se sentó en un banco cercano con un suspiro, aunque no por el dolor de cabeza que le atormentaba.

Por algo lo llaman el país más poderoso del continente. Pensé que las cosas serían más inestables, pero si lo son, ciertamente no se nota. Supongo que un poco de podredumbre no es suficiente para sacudir los cimientos de un reino de este tamaño.

Lo que una vez fue llamado el Reino en Aflicción por los países vecinos, parecía haber pasado página. El ministro que había controlado el país en secreto había muerto, y el país volvía a estar en manos de la familia real, que no era ni mucho menos inepta.

La magia de la que hicieron gala durante la representación inaugural de los Juegos de Combate, la habilidad de los caballeros y soldados que participaron en los Juegos, el poder financiero para mantener un festival tan grande durante una semana y el estrecho vínculo entre los miembros de la familia real y sus leales súbditos. Aunque sólo fuera algo temporal para guardar las apariencias, el hecho de que fueran capaces de llevar a cabo todo esto, para empezar, decía mucho sobre el poder de esta gran nación.

Si hacemos un movimiento sin tener cuidado, probablemente se volverá contra nosotros.

El objetivo de Thomas había sido investigar los asuntos internos del reino y, si era posible, sembrar la semilla del malestar para sabotear el reino desde dentro. Pero ahora era el último día del festival y aún no había podido ejecutar su plan.

A este ritmo, voy a…

Thomas rechinó los dientes audiblemente. Tenía que evitar volver a casa, a Felvolk, sin nada que mostrar. Esta visita había sido una oportunidad para un ascenso.

De repente, el susurro de las hojas interrumpió su hilo de pensamiento. Como era una noche sin viento, miró en esa dirección y observó una figura a la sombra de un árbol cercano.

—¿Quién está ahí?

Instintivamente agarró el cuchillo que había escondido en su ropa. Aunque las armas estaban prohibidas en la fiesta, a los invitados no se les inspeccionaban sus pertenencias, así que, aunque algo tan obvio como una espada estaba descartado, aún era posible pasar de contrabando algo lo suficientemente pequeño como para esconderlo en un bolsillo.

La figura se acercó lentamente a él, y cuando la forma oscura estuvo lo suficientemente cerca como para ser iluminada por una farola, Thomas abrió los ojos con sorpresa.

—¡Eres…!

La figura puso un dedo sobre los labios que se curvaron en una agradable sonrisa, indicando a Thomas que se callara.

♦ ♦ ♦

Tatsu se había escabullido del banquete y caminaba por un pasillo oscuro y vacío. Su maestro, Tessily, lo había despedido por ese día. Al principio había insistido en que no podía dejar a su amo e ir a descansar solo, pero con el tiempo la sala se había llenado de olor a licor, y como él mismo se abstenía del alcohol, Tatsu se había sentido más y más enfermo por momentos. Al ver esto, Tessily casi le había ordenado que se fuera.

Volvió a su habitación y se cambió el uniforme de caballero por su kimono habitual antes de salir de nuevo. Planeó trabajar su sensación de malestar con un poco de práctica con la espada.

A Tatsu no le preocupaba especialmente haber dejado a su maestro solo en la sala. Esta era la propia tierra de Tessily, y además estaban dentro del castillo. A nadie que tuviera sentido común se le ocurriría intentar hacerle daño aquí. Además, Tessily era un experto en el trato con la gente. Frente a los individuos más antagónicos, los llevaba fácilmente por la nariz con su brillante sonrisa y sus habilidades de conversación, engañándolos para que divulgaran alegremente secretos de estado. Para cuando se dieran cuenta de lo que había pasado, el festival ya habría terminado.

Pero, en verdad, el mundo es inmenso. Tatsu suspiró al comparar Greysis con su propio país. Era inaudito que tanta gente se reuniera en un lugar y hablara directamente con el monarca de su país. Incluso los jefes de los doce linajes nobles sólo recibían en muy raras ocasiones palabras directamente de la Princesa Divina. El mundo es vasto, y muchos poderosos guerreros lo llaman hogar. Este muchacho se encuentra entre ellos.

Pensó en el hombre de pelo crepuscular con el que había luchado durante el combate de exhibición. Era joven y supuestamente inexperto, pero era lo suficientemente hábil como para obligar a Tatsu, que había salido victorioso de muchos campos de batalla, a emplear toda su fuerza.

—Por favor, vuelve a combatir conmigo, o mejor dicho, enséñame tus métodos —había pedido el pelirrojo, bajando la cabeza sin dudarlo. Tatsu había quedado impresionado no sólo por su habilidad, sino también por su afán de superación, sin importar lo que se interpusiera en su camino. Después de eso, se habían reunido de vez en cuando para practicar juntos, y el hombre había mejorado a un ritmo asombroso.

Qué ganas tengo de que esto llegue a su fin.

Los combates contra un oponente poderoso eran lo más destacado de su vida de guerrero, pero también era importante para él transmitir sus propias técnicas. Tatsu estaba muy interesado en ver lo fuerte que se volvería este nuevo alumno suyo a medida que se dedicara a entrenar y adquiriera más y más experiencia práctica.

Sin quererlo, Tatsu se encontró sonriendo. Entonces miró detrás de él y se dio cuenta de que había un hombre de pelo negro de pie. El hombre llevaba una bandeja, probablemente destinada a su propio amo, en la que había una jarra de agua y vasos para beber.

¿No es ese el hombre del hermano menor de mi amo…?

A pesar de la adorable apariencia del joven príncipe Herscherik, Tatsu había percibido algo insondable en él, y los hombres a su servicio -incluido el hombre con el que había luchado- destacaban entre la multitud. El hombre que tenía en ese momento delante de él le había llamado especialmente la atención, ya que el pelo negro puro era algo raro de ver en este continente.

—Tú eres…

El hombre -Kuro- giró su mirada hacia Tatsu al oírle hablar. Tatsu reconoció su rostro de alguna parte, y al ver sus oscuros ojos de rubí, se convenció de su identidad.

—Eres un hijo de la luna y de las sombras, ¿no es así?

Kuro se congeló. Tan inexpresivo como una muñeca, de repente tenía varios cuchillos en sus manos mientras se precipitaba silenciosamente hacia Tatsu. Sin prestar atención al estruendo de los cristales que se rompían y de una bandeja que caía al suelo detrás de él, Kuro lanzó un cuchillo directo a la cara de Tatsu. Tatsu lo esquivó por poco, agarró el brazo de Kuro e intentó calmarlo.

—Yo también he sido exiliado de sus tierras. No te haré ningún daño, ni revelaré tu secreto. Lo juro por mi espada y mi alma.

Tras un momento de contemplar las palabras de Tatsu en silencio, Kuro se relajó y bajó su cuchillo. Tatsu, a su vez, soltó a Kuro.

—Sin embargo, debes ser cauteloso. Tu maestro es muy incipiente, ¿no es así?

Los hombros de Kuro se sacudieron en respuesta, pero Tatsu simplemente continuó.

—Tus ojos son realmente preciosos. No dejarán que el portador de tal tesoro se les escape tan fácilmente. Y no les importa qué medios deben emplear para alcanzar sus fines.

Si tuvieran que hacerlo, acabarían con la vida de un niño -incluso de un príncipe- sin dudarlo.

—Además…

Tatsu acercó su boca al oído de Kuro y le susurró, ante lo cual los ojos de Kuro se abrieron de par en par.

—Ahora, me despido.

Con Kuro paralizado por el shock detrás de él, Tatsu se desvaneció en la noche.


Shisai
Wow, nos van dando más información del pasado de Kuro

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