La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 44: La partida de Heinley

Traducido por Usagi

Editado por Sakuya


Con el eco que resonaba más allá de la puerta, Rashta abrazó su gran muñeca.

Una concubina es solo eso…

Los guardias parados frente a las puertas intercambiaron miradas, Rashta se mordió el labio y miró la puerta con una cara apunto de llorar, después regresó a su habitación.

El vizconde Roteschu tenía razón, no importa cuánto la ame Soviesh, Rashta siempre será una concubina, su posición depende de las cambiantes emociones del emperador.

Rashta detuvo a la vizcondesa Verdi para preguntarle.

—Lady verdi.

—Sí, señorita Rashta.

—Entre las concubinas del emperador… ¿Alguna fue amada por el emperador eternamente?

Normalmente Rashta hubiera evitado intercambiar palabras con la vizcondesa Verdi, sin embargo, pareciera que la vizcondesa es la que sabe y está familiarizada con esos temas.

La manera en la que la vizcondesa abrió los ojos y la mirada que le dirigió a Rastha, fue suficiente para contestar sus preguntas.

—¿No?

—No es que no se supiera de algún caso.

—Pero no son muchos, ¿es eso?

—Así es.

Rashta comenzó a llorar y la vizcondesa Verdi se apresuró hacia ella.

—Pero todo está bien señorita Rashta, mientras tengas un hijo, no serás eliminada de la familia imperial, incluso sin el favor del emperador, el bebé será tu fuerza.

—Rashta, ¡Rashta quiere un bebé que pueda amar y cuidar! ¡No quiero usar al bebé de esa manera!

—No es lo que quise decir…

Hubo un ligero golpe en la puerta, Rashta quedó en silencio, la puerta del salón de audiencias se abrió, mostrando a Cherily.

—Señorita Rashta, el vizconde Roteschu está aquí.

Rahsta despidió a la vizcondesa Verdi del cuarto y permitió que el vizconde Roteschu entrara, todavía estaba molesta y verlo ahí solo empeoraba las cosas, pero no podía sacarlo.

—¿Por qué estás aquí?

Rashta no se molestó en esconder su descontento, pero el vizconde permaneció imperturbable.

—¿Entonces?

—Necesito una casa.

—¿Cuánto más necesitas?

Rashta recordó el dinero que el duque Elgy le prestó, diez mil krangs es una gran suma, ella no sabía cuánto costaba una casa, pero…

—Hmm. Creo que con medio millón de Krangs.

—¿Medio millón?

Rashta se puso de pie, alarmada. Ella nunca hubiera imaginado que el vizconde Roteschu pidiera una suma tan grande.

—¿Qué clase de casa es tan cara?

—Es una casa con jardín, en realidad, la casa cuesta cuatrocientos mil krangs, pero los otros cien mil son para reparaciones.

—¡No hay necesidad de vivir en esa mansión tan grande tú solo!

—¿Vivir solo?

El vizconde levantó la ceja mientras la miraba.

—Traeré a mi nieto la próxima vez, tu hijo Rashta.

—¿Lo harías?

—Bueno, no puedo dejar solo al pequeño en la ciudad, ¿puedo? Qué madre sin corazón.

Rashta tembló de ira.

—Oh, querida Rashta, ¿crees que es un desperdicio gastar dinero en tu propio hijo?

El vizconde Roteschu miró a Rashta y sonriendo como sanguijuela.

♦ ♦ ♦

No importa cuánto lo intente, encuentro difícil de entender a Soviesh, él no me ama, entonces ¿por qué…?

Mi cabeza daba vueltas y sentía una opresión en el pecho, entonces finalmente dejé mi palacio y salí a caminar. Recordé cuando el príncipe Heinley se retiró con urgencia y mis pasos se dirigieron de forma automática al palacio del sur.

—¿Oh?

Mientras me dirigía al palacio del sur me encontré con Rashta en el corredor a mitad del camino, ella no me notó, parecía tener prisa y lucía un poco pálida.

—¿Se estará sintiendo mal?

Ella se acercó a la puerta de alguien y de un momento a otro la puerta se abrió, era la habitación del duque Elgy, Rashta entró primero, pero el duque Elgy se encontró con mi mirada y la sostuvo antes de cerrar la puerta.

¿Debería importarme? Me di la vuelta y continué mi camino hacia el príncipe Heinley, fue una coincidencia que él estuviera en el otro extremo del corredor.

—Reina. —Se quedó mirándome por un momento y luego me dedicó una sonrisa—. Nos hemos encontrado el uno al otro mientras me dirigía a visitarte.

—¿Querías decirme algo?

—Tengo mucho que contarte, y he venido hasta aquí para ello. —Entonces apuntó al jardín—. ¿Te importaría caminar conmigo un rato?

Asentí, y comenzamos nuestro recorrido por el jardín, donde pétalos de flores comenzaban a caer a nuestro paso.

Sentí algo pesado en los hombros, el saco del príncipe Heinley.

—Estoy bien.

—¿No tienes frío?

—Si tú tienes frío, entonces ¿por qué me das tu saco?

—Pensé que te estabas congelando también.

—No, yo no tengo frío.

—Gracias a dios.

Sonreí debido a sus extrañas palabras y cuando miré directo a sus ojos color violeta, él me devolvió la sonrisa, respiré su aroma que estaba impregnado en su saco, tiene un aroma similar a Reina, el príncipe lucía un poco incómodo cuando colocó su saco en mí, después continuamos nuestro recorrido.

—Puede que ya lo sepas, pero…

El silencio se hizo presente por un momento, podía escuchar el sonido de nuestras ropas al moverse, solo entonces, el príncipe Heinley habló muy despacio.

—Creo que debo volver al reino del oeste.

—…Ya veo.

Estaba preparada para esto, no obstante, la tristeza embarga mi corazón, pero no puedo demostrar esto a la persona que está sufriendo por su hermano al borde de la muerte.

El crujir de nuestros pasos en las hojas que se encuentran en el suelo, resuenan inusualmente alto, el viento se vuelve más helado y su saco alrededor de mi cuerpo se siente más pesado.

Ninguno de los dos dice nada, no fue hasta que caminamos una buena distancia que el príncipe Heinlein rompió el silencio nuevamente con una voz casi inexistente.

—¿Podemos seguir intercambiando cartas?

—Por supuesto.

—Gracias al cielo.

Sonreí y asentí, tal vez no seré capaz de ver al príncipe Heinley frecuentemente nunca más, pero Reina puede venir, e incluso si la frecuencia de sus visitas se reduce, podemos seguir viéndonos, traté de animarme con esos pensamientos, pero de alguna manera, no es lo suficientemente bueno.

—Reina… Tal vez Reina esté ocupada.

El príncipe Heinley detuvo su andar, cuando lo miré dio un pequeño suspiro.

—¿Reina estará ocupada?

—El pájaro es un símbolo en muchas maneras. Mandaré al ave azul que has visto anteriormente.

Alguna vez pensé que era simplemente un buen príncipe, pero me he vuelto cercana a él y a Reina, su despedida hizo que mis pies se sintieran pesados, mi primera despedida a un amigo resulta ser más frustrante y dolorosa de lo que pensé.

Asentí y comencé a caminar nuevamente.

♦ ♦ ♦

El príncipe Heinley se alejó de la emperatriz e inmediatamente se dirigió con el emperador Soviesh para darle las noticias.

—Entonces ¿regresas a tu país?

Cuando Soviesh escuchó el reporte, miró al príncipe Heinley y murmuró para sí mismo por un momento.

—Y el gran duque también…

El príncipe Heinley no dijo nada, la atmósfera era tensa mientras los dos hombres se observaban mutuamente y, después de un momento, Soviesh le dedicó una sonrisa.

—Muy bien, ten un retorno seguro.

Después el príncipe Heinley buscó al duque Elgy, pero alguien estaba con él.

—Lo dejo en tus manos.

Una voz familiar provenía de la habitación del duque.

—Por supuesto… muchas gracias.

Era la voz de una mujer, el príncipe Heinley se escondió y esperó a que su amigo se encontrara solo, pronto la puerta de la habitación se abrió y Rashta quedó al descubierto.

—No se preocupe señorita.

Después que los pasos se perdieran a lo lejos, el príncipe Heinly salió detrás del pilar donde se escondía y caminó hacia el duque Elgy.

—Estaba esperando que salieras.

El duque Elgy sonrió, incluso pensó que el príncipe salió de la nada.

—Tú siempre estás escondiéndote aquí y allá.

—Vengo a hablar contigo.

—¿Regresas a casa?

—Es acerca de algo más.

—¿Qué quieres decir?

En lugar de hablar, el príncipe apuntó hacia la puerta abierta, entonces ambos hombres entraron en la habitación y la puerta se cerró inmediatamente, solo entonces el príncipe Heinley habló.

♦ ♦ ♦

Cuando desperté a la mañana siguiente, el príncipe Heinley se había ido, el portador de las sombrías noticias fue Sir Artina, quien me informó que el príncipe partió al amanecer.

—Ya veo…

Me despedí de él ayer, pero si hubiera sabido que sería nuestro último encuentro, pude haber dicho algunas cosas más, asumí que nos veríamos nuevamente.

A pesar de nuestro extraño comienzo, nos convertimos en grandes amigos, debería haber dicho eso, pero no solo fueron el príncipe Heinley y Reina quienes me dejaron.

Me dirigí al palacio central para trabajar, pero estaba tan deprimida que regresé al palacio del oeste para almorzar con mis damas de compañía, quienes me dieron una inesperada noticia.

—Su majestad, la duquesa de Tuania deja la capital.

—¿Se va de la capital? Entonces, ¿el divorcio?

—El juez debió estar a favor del conde debido al vizconde Langdel.

—Ya veo.

Me siento culpable, tuve éxito salvando al vizconde Langdel, pero la información que encontró, está enterrada, lo que puso a la duquesa Tuania en desventaja durante el juicio.

Mientras me reprochaba a mí misma, Laura negó con la cabeza.

—No estes triste su majestad, la duquesa Tuania quería agradecerte.

—¿La duquesa?

La condesa Eliza sacó una carta de su bolsillo secreto.

—La condesa me pidió darle esto, su majestad.

Después de que mis damas de compañía terminaran su comida, tomé la carta y la abrí.

[Sé lo que hiciste por el vizconde Langdel, gracias por hacer este acto de amabilidad para mí, sé que te culpas, por eso dejo esta carta para ti.]

—Duquesa…

[He decidido seguir al vizconde Langdel, el trató de dar su vida por mí, y ahora quiero estar con él, hubiera sido mejor si nada de esto ocurría, pero en el futuro, si te encuentras en alguna dificultad, cuentas con mi apoyo, por favor quema esta carta después de leerla.]

A pesar de no tener firma, reconozco la letra de la duquesa Tuania, miré el papel por unos minutos y encendí una vela para quemar la carta.

El amor sincero del vizconde Langdel finalmente alcanzó el corazón de la duquesa.

La duquesa Tuania es una mujer sabia y puede hacer lo que sea.

La carta parece quemarse lentamente, pero pronto se convierte en cenizas entre mis dedos a excepción de un pequeño fragmento, el cual dejo en mi mesa y apago la vela.

El príncipe Heinley, Reina y la duquesa Tuania, tres personas se han ido muy lejos y una de ellas tiene un destino desconocido.

Caigo en depresión, esa noche, esperé por Reina, a que tocara mi ventana con su pico, pero todo está calmado y silencioso, abro la ventana y el viento sopla, pero es helado, tanto que me dan escalofríos.

¿No tienes frío?

La pregunta del príncipe Heinley aparece en mi memoria con el viento.

—Está helando.

Doy una respuesta tardía, después me meto entre las sábanas dejando la ventana abierta, no hay señales de Reina al amanecer.

♦ ♦ ♦

—¡Achoo!

—¡Oh no su majestad! Atrapaste un resfriado.

La condesa Eliza, quien vino a ayudarme esta mañana, está sorprendida por mi repentino estornudo, soplo mi nariz y asiento con vergüenza.

—Eso parece.

Más que nada, es porque dormí con la ventana abierta.

—¿Debo cancelar su horario de hoy?

La condesa Eliza me miró ansiosa, chequé mi agenda y le pedí hacerlo.

—Y llama al doctor del palacio.

Un pequeño resfriado no importa, pero si es algo más serio, podría ser un problema, no puedo soplar mi nariz debidamente frente a los ministros mientras tenemos una discusión importante.

—Por favor trae algo cómodo para cambiarme.

Mientras la condesa Eliza salió a llamar al doctor, otra dama de compañía me ayudaba a cambiarme por un vestido cómodo y abrigado, sin ningún tipo de adorno, después Laura trajo un poco de sopa y desayuné sola.

Cerca de media hora después, la condesa Eliza regresó al palacio acompañada del doctor, y me recomendó reposo, sin presionarme ni estresarme, además de recetarme medicina, tan pronto la tomé, caí en un sueño profundo.

Cuando abrí mis ojos nuevamente, ya era mediodía, y las damas de compañía no habían retirado el frasco con el medicamento, las ventanas estaban firmemente cerradas, entonces me levanté y las abrí nuevamente, quizá Reina vino mientras estoy dormida…

La condesa Eliza, quien vino a traer una toalla y un recipiente, inmediatamente me llamó la atención.

—Oh no, hay un viento helado soplando desde afuera, su majestad, no puede dejar las ventanas abiertas.

Ella asentó el recipiente a un lado de la cama y cerró la ventana, quería abrirla de nuevo, pero no quería discutir cuando ella estaba preocupada por mi.

Mientras esté en el cuarto y despierta, estará bien, puedo abrir la ventana para Reina.

Observé a la condesa Eliza sumergir la toalla en el recipiente que contenía agua caliente y exprimirlo, luego usarlo para calentar mis manos y pies.

—Necesitas recuperarte pronto.

—Lo haré.

—Oh, en mi camino de regreso con el doctor del palacio, escuché que Lord Koshar llegará pronto a la capital.

—¿Mi hermano mayor?

Primero me emocioné, y luego la ansiedad se apoderó de mí, lord Koshar es un gran hermano para mi… pero es un poco delincuente, nunca comenzaría una pelea, pero una vez que hay una discusión, en ocasiones puede volverse violento.

Cuando me convertí en emperatriz, mi padre se preocupaba por que mi hermano causara algún accidente que dañara mi reputación, así que lo mandó lejos a otra región.

¿Mi hermano será capaz de mantenerse calmado cuando sepa que Rashta está embarazada?

 

3 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 44: La partida de Heinley”

  1. Ame el capítulo! Me dolió la partida del príncipe. Además que me dio intriga la conversación de rashta y el duque elgy. Me parte el corazón ver a la emperatriz en ese estado, esperando a reina en las noches🥺.
    Pero en cierto modo es un poco bueno que se haya ido el príncipe. Es posible que su relación aumente debido a la separación, ya que se estarían extrañando mutuamente, y apreciaran cada carta o momento juntos. Estoy esperando ansiosamente su reencuentro.

    Gracias por el cap🐺

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