Lucía – Capítulo 35: Padre e hijo (3)

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


Mientras caminaban por el jardín, Damian continuamente miraba a Lucia.

—¿Hay algo que quieras decir?

—Es algo… increíble. No tienes miedo de Su Gracia…

—¿Hay alguna esposa que le tenga miedo a su esposo? Damian, cuando seas grande y te cases, ¿te gustaría que tu esposa te tuviera miedo?

Damian sacudió la cabeza. Sin embargo, el joven Damian aún no había comprendido completamente su significado.

Para Damian fue una gran sorpresa que Lucía pudiera tratar al duque a quien veía como alguien en la cima de una montaña distante, con tanta comodidad.

A los ojos de Damian, Lucía era una pequeña y gentil herbívora. Por otro lado, el duque era un carnívoro grande y feroz.

El niño estaba confundido por el hecho de que los dos seres, que en circunstancias normales no podían coincidir entre sí, aparentemente encajaban perfectamente.

—Y aquí. Repite después de mí. Padre.

—Padre —repitió el niño al final.

—Buen trabajo.

Lucía subconscientemente extendió la mano para acariciar la cabeza del niño. Damian se sorprendió y reflexivamente se alejó y Lucía también se sorprendió y retiró la mano.

Dejaron de caminar y la incomodidad llenó el aire.

—Lo siento, mi cuerpo se movió solo… ¿Te molesté?

—Ah… no. Estaba un poco sorprendido.

Damian nunca antes había tenido un contacto tan cercano con nadie más.

—No estoy molesto ni nada… —enfatizó el niño.

—Cuando un niño hace algo digno de elogio, uno puede felicitarlo y también acariciarlo. No lo haré si no te gusta.

Damian dudó un poco y luego habló con una voz pequeña.

—No… lo odio.

—¿De Verdad? Entonces, ¿está bien si te acaricio en este momento?

Damian asintió con la cabeza. Lucía lentamente extendió su mano hacia el niño como diciendo, “no soy tu enemigo” y acarició la parte superior de su cabello negro. Tal vez porque era muy joven, su cabello era mucho más suave de lo que ella había imaginado.

Ella le acarició la cabeza varias veces antes de retirar su mano. Sintió emoción como si le dieran un regalo porque finalmente había logrado lo que había querido hacer desde que vio al niño.

¿Cuándo podré pellizcarle las mejillas?

Lucía comenzó a caminar con un corazón alegre y Damian la siguió rápidamente, caminando a su lado.

—Lucía.

—¿Sí?

—Antes, en el comedor, ¿por qué te enfadaste?

—¿Eh? Eso… no estaba enfadada… eso fue… Mmm… Es decir…

Lucía no quería explicarlo ni sabía cómo explicarlo, así que comenzó a pensar en cómo cambiar el tema de forma natural. Justo en este momento, finalmente recordó algo que había estado olvidando.

—¡Ah! Damian, no tienes que ponerte un abrigo para la fiesta. No pensé en eso. ¿Tienes algo?

—No.

—Cierto. De ninguna manera lo harías, estabas en la escuela todo el tiempo.

—Lucía, no tengo que asistir…

Damian quería usar esta oportunidad de una forma u otra, alejarse de esta ocasión. Ya se había hartado de las miradas de las mujeres en el campo de equitación.

No le importaba cómo lo veían, pero no estaba contento cuando Lucía se convirtió en el blanco de esas miradas extrañas. No quería que Lucia recibiera esas miradas por su culpa.

—No, tienes que asistir. Mmmmmm… ¿A quién puedo preguntar sobre esto?

Lucía no quería ir en contra de las intenciones de Damian tanto como fuera posible, pero esta vez, quería asegurarse de que Damian asistiera a la fiesta en el jardín. Ella lo llevó al campo de equitación y les hizo saludarlo, pero esa no era una ocasión oficial.

La fiesta en el jardín sería una reunión social formal. La escala de la fiesta esta vez era grande y todas las mujeres nobles reconocidas en el círculo social del norte fueron invitadas.

Si ella presentara formalmente a Damian en esa reunión, la posición de Damian cambiaría.

Por supuesto, Damian aún era joven y, como era una fiesta en el jardín solo para mujeres, no podía ser su debut social oficial.

Sin embargo, a menudo los niños aparecerían de antemano en los círculos sociales, ya que sería útil para ellos más tarde si se les pusiera en la memoria de las personas de antemano.

Había una razón por la que las damas nobles organizaban fiestas a pesar de que era una molestia y costaba mucho.

—Puedes comprar abrigos de cola ya hechos para niños.

Lucía y Damian dejaron de caminar al escuchar esta voz y miraron hacia atrás. Parecía que en algún momento Hugo había comenzado a caminar detrás de ellos. Al verlos detenerse, Hugo cerró la distancia entre ellos.

Por primera vez desde que llegó a Roam, Damian se paró junto a su padre, por lo que quedó atónito y miró a su fuerte padre. No podía recordar cuánto tiempo había pasado desde que había visto a su padre tan cerca.

—Dado que es una fiesta en el jardín, no hay necesidad de pensar en ello de forma tan complicada —dijo Hugo.

—Qué alivio, gracias por hacérmelo saber. Si se trata de prendas confeccionadas, entonces… para Damian, tenemos que conseguir prendas para niños de alrededor de doce años.

—Tiene ocho años.

—Damian es mucho más grande de lo habitual de ocho años. En comparación con sus compañeros, es un gigante.

La mirada de Hugo se movió y cayó sobre Damian. “¿Este pequeño?” Era lo que decía su mirada.

—Nunca se sabe, algún día podría ser más grande que tú —dijo Lucía.

—Mmmmm…

Su tono de murmullo era algo extraño, sin embargo, Lucía no lo entendió, más bien fue Damian quien lo notó.

No hay forma de que me haga más grande que mi padre.

Mientras pensaba esto, Damian comenzó a preocuparse si Lucía podría haber molestado a su padre.

—Creo que eras mucho más grande que él cuando tenías su edad, ¿verdad?

—No lo sé.

Hugo no estaba destinado a una buena vida donde comparaba las alturas con sus compañeros. Cuando tenía más o menos la edad de Damian, la mayoría de los niños esclavos que lo rodeaban no sabían su edad y tampoco sabía su edad exacta hasta que fue secuestrado y llevado a Roam por el duque ahora muerto.

—¿No tenías mucho trabajo? Pensé que volverías a la oficina de inmediato —dijo Lucía.

—¿Interrumpo?

Hugo respondió hoscamente.

—Por lo general, cuando sales por un tiempo y regresas, te pones más ocupado. En realidad, llegaste en el momento adecuado. No creo que Damian te haya saludado oficialmente. Damian, adelante.

Damián miró vacilante a Lucía y luego inclinó la cabeza.

—Extiendo mis saludos, ha pasado mucho tiempo, ¿ha estado bien…?

Levantó la cabeza baja y miró sigilosamente a Lucía solo para verla pronunciar las palabras “padre”.

Damian exprimió su coraje.

—Padre —dijo finalmente.

Las cejas de Hugo saltaron. El título no lo hacía sentir incómodo o disgustado exactamente, pero no estaba acostumbrado.

Quizás por el odio y el asco de Hugo hacia la existencia de un padre, era una palabra que nunca había salido de su boca. Incluso cuando vivía bajo el duque anterior, nunca había llamado oficialmente al hombre padre.

A medida que su silencio se hizo más largo, Lucía secretamente tiró de su manga. Él la miró a los ojos y ella sonrió tan excesivamente que le dio una especie de presión tácita. Aunque era indiferente, no era denso. Abrió la boca y dio una suave respuesta.

—Sí… —contestó el duque tras una pausa.

El cuello del chico se puso rojo y al ver eso, Lucía se sintió complacida.

Desearía que aprendiera rápidamente lo lindo que es Damian.

Pero por hoy, estuvo bien. Todavía había mucho más tiempo para que ella lo tomara lentamente.

—Entonces, ¿estás dando un paseo? ¿No estás ocupado?

—Salgo a caminar.

Hugo respondió agriamente, sintiendo como si ella estuviera tratando de deshacerse de él de nuevo. Por otro lado, Lucía pensaba que tal vez estaba cansado ya que tenía reuniones todo el día, así que se rindió y se lo quitó de la cabeza.

—Entonces los tres podemos caminar juntos. Esta sería la primera vez para nosotros tres.

—¿Juntos?

Hugo miró a Damian. Cuando los ojos de su padre se posaron en él, el niño se estremeció. Damian no sabía por qué, pero sentía que no sería bueno quedarse allí.

La rara especie de herbívoro, Lucía, no sintió nada malo, sin embargo, el cachorro carnívoro, Damian pudo sentir el sutil gruñido del gran león.

—Regresaré adentro. Hay un libro que tengo que leer, así que…

—Damian, si vas a tu escritorio justo después de comer, no es bueno para ti. Tu comida necesita digerir —lo interrumpió Lucía.

—Ya terminé de digerir. Debo leer este libro hoy.

Damian inclinó la cabeza y luego desapareció rápidamente como si estuviera huyendo. Lucía miró con nostalgia la partida de Damian mientras Hugo tenía una expresión llena de satisfacción.

Este muchacho, no es para nada inútil.

El reconocimiento que el niño quería recibir de su padre fue muy fácil de obtener.

Maru
El muchacho rayándose, y ha conseguido su cometido ya sin saberlo jajajaja.

Hugo abrió la boca después de que Damian se fue.

—Tu relación con el chico es bastante buena.

—Pensé que querías que me llevara bien con Damian.

Hugo había pensado que al menos deberían conocer las caras del otro, así que llamó a Damian. Pero él no tenía ninguna intención en particular, con respecto a su relación.

Su esposa aún era joven y él había considerado que sería un poco difícil para ella tolerar a un niño de ocho años. Además, Damian era un niño rígido, así que si los dos no se juntaran a propósito, nunca se involucrarían el uno con el otro.

—¿Por qué lo llevas a la fiesta en el jardín? —preguntó Hugo.

—Porque no hay muchas oportunidades de presentarlo a otras personas. Él es tu hijo y ahora, también es mi hijo, así que es problemático si la gente ni siquiera conoce su rostro.

—… Fácil.

—¿Qué?

—Es muy fácil para ti llamarlo tu hijo.

Lucía no sabía la intención exacta detrás de sus palabras, así que dejó de caminar y lo miró. Cuando ella dejó de caminar, Hugo también detuvo sus pasos.

—¿No te gusta mi interés en Damian? ¿Acaso crees que tengo otra intención detrás de esto…?

—No, Vivian. No es así —suspiró suavemente—. Honestamente, no pensé que ambos se llevarían tan bien.

Hugo recordó la escena de antes donde ella había acariciado la cabeza de Damian. La forma en que Damian miró mientras ofrecía su cabeza como un cachorro inocente, fue una escena familiar pero desconocida, lo que hizo que Hugo se detuviera y la mirara.

Un recuerdo de su pasado apareció en su mente sin previo aviso.

—¡Oye! ¡Dije que no me toques la cabeza!

Hugh le gritó frenéticamente a Hugo, quien le había tocado la cabeza descuidadamente.

La cabeza era la debilidad más importante de un ser humano. En el momento en que era expuesto al enemigo, era una puerta de entrada directa a la muerte. Los mercenarios nunca se tocaban la cabeza a menos que quisieran perder las manos.

—Es una señal de que somos amigos.

A pesar de que Hugh estaba gritando frenéticamente, Hugo solo se rio y respondió de la manera habitual.

—Idiota desconsiderado. ¿Qué es tan gracioso que te ríes todos los días?

—Sonrisa. Si sonríes, obtendrás buena fortuna, Hugh.

—Ja… debilucho.

Hugo de repente empujó su cabeza frente a Hugh.

—Puedes tocar la mía también.

—Aleja esa cosa.

—Solo inténtalo. Escuché que esto es lo que los padres suelen hacer por sus hijos, pero como no tenemos a nadie, tenemos que hacerlo el uno por el otro.

—Estoy bien sin esa basura.

—Pero quiero que alguien lo haga por mí. Venga.

Hugh extendió las manos, su expresión indicaba lo molesto que era y acarició la cabeza de Hugo.

Al ver a Hugo reír de alegría, Hugh no pudo evitar pensar que se sintió bien mientras acariciaba la cabeza de Hugo.

—Quiero decir… lo que estoy tratando de decir es, solo dime si alguna vez es grosero contigo —dijo Hugo, volviendo al presente.

—¡Eso no sucederá! —exclamó Lucía.

Hugo tiró con fuerza de sus brazos y la atrajo hacia su abrazo. Él abrazó su pequeña figura con fuerza en sus brazos.

Aunque estaba un poco desconcertada, le devolvió el abrazo y le puso las manos en la espalda. Sintiendo sus pequeñas manos sosteniendo su espalda, Hugo no pudo evitar sonreír.

De vez en cuando, cuando surgían los recuerdos de su hermano, sentía una dulce felicidad y una tortura dolorosa.

El dolor era el mismo de siempre, pero cuando sintió la temperatura de su cuerpo, el dolor desgarrador en su corazón se alivió en cierta medida.

—Hay una mujer con la que me quiero casar. Te la presentaré algún día.

Un día, su hermano le había dicho esto mientras se reía alegremente.

Si su hermano todavía estuviera vivo, entonces Hugo habría respondido así:

—Tengo a alguien así también. Aunque ya estamos casados.

Maru
No voy a llorar… No…

♦ ♦ ♦

Esa noche, Hugo resolvió la información de la reunión que había tenido todo el día, luego miró el informe de Fabian.

Los informes de Fabian solían ser sobre la capital. Contenían información sobre los movimientos de las grandes potencias, la llegada de figuras clave extranjeras, con quiénes entraron en contacto, y así sucesivamente. A veces, también se incluía el estado visible de los gigantes comerciales.

Y aunque Fabian sabía que su maestro no estaba muy interesado en este tipo de cosas, aún analizaba los rumores que flotaban en los círculos sociales y lo incluía, ya que todavía era una especie de informe formal.

Cuando se trataba de su trabajo, Fabian era muy minucioso. Incluso al recopilar información de rumores, no había lagunas e incluso si se trataba de un rumor que desagradaría al duque, no lo excluía.

Si Fabian tenía demasiado trabajo que hacer para el duque y trabajaba repetidamente durante la noche, reuniría rumores aún más diligentemente para el duque. Ese tipo de trabajo era más como un calmante para él.

Y así, Hugo estaba mayormente actualizado sobre los rumores sobre él.

Hugo hojeó casualmente el contenido de los rumores como de costumbre y luego, de repente, frunció el ceño. El contenido del documento decía que los rumores sobre su dote se habían extendido por toda la capital.

Hugo chasqueó la lengua infelizmente. Los labios del rey eran demasiado claros.

—Si ese anciano actúa de manera digna, entonces definitivamente algo saldrá mal.

Kwiz había dado una vez esa crítica sobre el Rey. Entonces dijo:

—Quiero decir, sería bueno que no saliera mal sino que se rompiera el tobillo en el proceso.

Después de decir eso, Kwiz se echó a reír como un jefe clandestino diabólico.

La expresión de Hugo mientras leía los siguientes rumores se volvió cada vez más extraña. El contenido decía que la duquesa era una belleza tan celestial que el duque la había arrastrado a su mansión antes de que nadie más pudiera verla.

—Mmmmm…

Aunque Hugo sintió una leve sensación de incomodidad con el rumor que la retrataba como una belleza colosal…

Bueno, no son completamente infundados…

Era lo que estaba pensando. Según los rumores, se casaron en secreto para que nadie más la viera.

No coincide exactamente con los hechos, pero están bastante cerca.

Sus acciones, como construir un campo de equitación o restringir la navegación para que ningún otro hombre la viera, era un proceso continuo.

La parte del rumor que decía que arrastró a la duquesa a su mansión tampoco estaba completamente equivocada porque justo después de casarse, ella vino a su finca.

No es un rumor que importe.

Juzgó y cerró el documento.

5 respuestas a “Lucía – Capítulo 35: Padre e hijo (3)”

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