Matrimonio depredador – Capítulo 29: Delicioso

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Toda fuerza abandonó su cuerpo. Como una mota de algodón, agobiada por el agua, Leah se derrumbó en los brazos de Ishakan.

—Escoge. ¿Qué quieres hacer ahora?

Un aliento caliente salió tan pronto como abrió la boca. A medida que aumentaba la fiebre, la claridad de su mente la abandonó poco a poco.

Su razonamiento se perdió en un abismo y fue reemplazado por un deseo honesto. Levantó las pestañas y parpadeó en silencio. Su mano tembló cuando tiró del dobladillo de su ropa.

Ishakan la abrazó más cerca de él y caminó en silencio por el jardín. Byun Gyeongbaek y sus sirvientes estaban a la vuelta de la esquina.

—¡Sal de ahí ahora mismo! ¿Crees que puedes esconderte? —gritó de rabia—. ¡Será más fácil si sales ahora…!

Sin embargo, en los brazos del hombre que la sostenía, Leah no tenía miedo. Era como si los ruidos que le iban dirigidos fueran de otro mundo. Se sentía en el interior de un sueño, los gritos eran débiles y se dispersaron. Estaba en un lugar seguro. Leah se inclinó un poco más contra el que la protegía.

Ishakan se detuvo por un momento y miró a Leah, luego miró hacia el lado donde Byun estaba gritando. Con los ojos, hizo un gesto por encima de ellos, una sonrisa formándose en su rostro. Leah escuchó el sonido de las hojas sobre sus cabezas.

Tenía curiosidad y quería ver qué era, pero su cabeza pesaba y no podía levantarla. Con la poción en sus venas, no podía mantener la estabilidad de su cuerpo, la fiebre aumentaba y se retorció en silencio, incómoda.

Su parte inferior del cuerpo se sentía entumecida, una sensación de ardor que sintió hace un tiempo. Un doloroso cosquilleo la invadió, se retorcía tratando de encontrar una liberación. Jadeaba y se frotaba los muslos. Sentía que iba a morir si no sacaba ese calor.

Ishakan la miró y chasqueó la lengua.

—Espera. De lo contrario, acabaremos haciéndolo delante de tu novio. —Le mordió el cuello.

—No me importa.

Ishakan se rió. Él era capaz de cumplir su deseo fácilmente, así que Leah negó con la cabeza mareada.

Besó a Leah en la frente y comenzó a moverse de nuevo.

Ella le confió completamente su cuerpo. El entorno cambiaba, cada vez que cerraba y abría los ojos. Después de un tiempo, los violentos gritos de Byun ya no se podían escuchar. La música del salón de banquetes tampoco hizo eco a su alrededor. Solo escuchaba los pequeños ruidos de las cigarras en la hierba y los cantos de los pájaros nocturnos sonaban en el aire.

Cuando volvió a abrir los ojos, Leah se encontró en un lugar desconocido.

El aroma de las flores frescas impregnaba el aire; suave y espeso, como crema. Los capullos que estaban a punto de florecer estaban teñidos de rosa y los que habían florecido revoloteaban con el viento. Sus pétalos blancos bailaban con la brisa.

La espléndida vista de los tuberosos bajo la luz de la luna era hermosa. Había vivido toda su vida en Estia y había visto los lugares glamorosos alrededor del palacio. Sin embargo, ese lugar le era desconocido. Era tan extraño que parecía un sueño.

Ishakan la colocó con delicadeza en el suelo.

—Es un buen lugar para fumar y las flores son bonitas, —murmuró.

Leah se sintió cálida. Su voz, que decía que había venido aquí porque las flores eran bonitas, le hizo cosquillas en la oreja. A ella le gustaba el aroma fresco y sutil de las tuberosas. Incluso una vez le había pedido al jardinero que plantara más en el jardín real.

Pero las tuberosas que veía eran más hermosas que las que el jardinero real cultivaba. Se sintió embriagada por el olor de las flores.

Ishakan se quitó el abrigo. La larga línea de intrincados botones de su ropa se rompió con un movimiento de su mano. Los botones con incrustaciones de joyas se esparcieron por el parterre de flores, centelleando como estrellas.

Las preciosas prendas a las que un artesano debió dedicar largas horas y curar con tanto esfuerzo, yacían arrugadas en el suelo. La ropa se ensuciará con la hierba, pero él  no mostró ninguna preocupación. Lo dejó en el suelo como un trapo para Leah.

Le dobló la falda del vestido exponiendo sus piernas blancas desnudas.

Frunció el ceño. Ishakan envolvió con cuidado sus manos alrededor de los tobillos de Leah. Sus calcetines estaban hechos jirones, rotos y manchados de suciedad y sangre. Suspiró y jugueteó con sus pantorrillas.

—Deberías haberme dicho al menos que le cortara las piernas.

Había una mezcla caótica de emociones en sus ojos mientras murmuraba ininteligiblemente. Ishakan arqueó las cejas. Con una expresión algo enojada, le levantó el vestido hasta el muslo.

—Me convertiré en el Kurkan más paciente del mundo, gracias a ti, —declaró antes de levantarle la falda.

—Espera. —agarró al vestido con ambas manos.

La brisa fresca que le acarició la piel caliente la volvió a la realidad; tendría relaciones en el exterior.

A veces, cuando disfrutaba de la brisa nocturna, se había obligada a retirarse del lugar por los sonidos apasionados que se escuchaban en el jardín.

—Hay mucha gente haciéndolo. Entonces, ni siquiera destacaremos, —habló como si conociera sus pensamientos.

Podrían ser atrapados, además algo como eso, era algo que…

—¿Por qué, porque esto es lo que hacen las bestias? ¿Es eso lo que dice la etiqueta de la corte de Estia? Supongo que eso no está lejos de la verdad, ya que lo estás haciendo con un animal en este momento.

Leah abrió y cerró los labios con la vista nublada. ¿Cómo lo supo? Se sentía como si Ishakan pudiera leer todos sus pensamientos internos.

—No te leí la mente. No estás hablando ahora mismo. Parece que te has ido por completo.

Mordió sus labios agitados ligeramente.

—Parece que la poción es bastante fuerte…

La mano de Ishakan acarició sus pantorrillas durante mucho tiempo. Sus enormes dedos agarraron sus muslos con tanta fuerza que creyó que estallaría. Estaba segura de que debería ser doloroso, pero sentía más placer que dolor. El interior de sus muslos tembló con una extraña excitación. Le picaba tanto que su cuerpo no podía soportarlo. Ella tragó saliva y miró al hombre frente a ella.

Sabía el placer que le brindaría. Su cintura se sacudió instintivamente, tan pronto como imaginó cómo se sentiría tenerlo profundamente dentro de ella y moviéndose. Leah tembló y poco a poco, abrió las piernas sin siquiera darse cuenta.

Ishakan, que todavía la miraba en silencio, soltó una risita.

—¿Crees que es suficiente? Abrelas más.

Su mente seguía cada vez más impaciente. Le molestaba tanto por dentro que se estaba volviendo loca. Abrió las piernas de par en par con la esperanza de que él la tocara rápidamente, y tan pronto como lo hizo, la besó por encima de las rodillas.

—Asi, buen trabajo, —la elogió.

Sus ojos alcanzaron el punto más profundo entre sus piernas. Su mirada franca y explícita se sintió casi tangible. Dobló los dedos de los pies, incapaz de soportar la anticipación. Su nerviosismo aumentó.

Sin que Leah lo supiera, la parte inferior de su cuerpo ya estaba empapada. Su rostro se puso rojo cuando se dio cuenta de lo húmeda que estaba su región inferior.

—Y-Yo…, Ishakan, yo, me siento tan extraña… —le susurró mordiéndose los labios.

Sus ojos que miraban hacia abajo se volvieron a levantar. El color dorado de sus pupilas se intensificó. Ishakan recostó a Leah.

—¿Qué se siente extraño? —preguntó a sabiendas del trasfondo de sus palabras.

—Uhh, ah…

Cerró los ojos y se tragó un gemido. Su cuerpo estaba estimulado e irritado incluso por el menor roce de la ropa suave sobre su piel. Su interior se convulsionó y sintió como goteaba abajo. El líquido caliente se resbalo por sus muslos. Si esto continuaba, Leah sentía que iba a morir.

—Debajo… Se siente raro debajo… —sollozó.

—¿Cómo?

—Está húmedo… y el agua sigue saliendo…

Le arrancó la ropa interior. Un trozo de tela manchada cayó sobre un nardo blanco. Ishakan presionó firmemente el muslo de Leah con ambas manos, para que ella no pudiera moverse y poner su cabeza en el medio.

—Se está desbordando.

De repente se sintió preocupada. Oírlo describir su estado húmedo como si fuera una presa rota la preocupó. Su cuerpo podría haber sido desordenado; debido a la droga desconocida que había tomado.

—¿Quieres que lo detenga? —Se rió entre dientes.

No estaba segura de si asintió con la cabeza o le rogó que lo hiciera. Ishakan lentamente bajó la cabeza más y más mientras ella trataba de recuperar su débil conciencia. Podía sentir su aliento caliente sobre ella debajo.

—¡Uck! —Abrió mucho los ojos y lloró.

Un bulto en movimiento de carne tierna la lamió debajo, donde estaba caliente como el hierro. Tensó la lengua y la lamió. Era como si su lengua exploradora quisiera probar un aperitivo primero, y luego chupara su bulto caliente. Su cuerpo se acurrucó ante la suave sensación que se frotó en su cuerpo.

Los muslos de Leah intentaban frenéticamente levantarse, pero no se movían ni una pulgada debido a que sus manos los apretaban con firmeza. Debajo del ataque de su lengua y los sonidos húmedos de su saliva y sus jugos mezclándose, su jadeo era audible.

—Ah ah ¡N-No!… Para…

La sensación estaba más allá de su límite. El sentimiento delirante que despertó dentro de ella fue casi doloroso. Ella lloró, incapaz de soportarlo. Sin embargo, Ishakan no se detuvo. Su implacable ataque continuó mientras cavaba aún más en ella.

Su dedo medio se deslizó sobre la suave textura de sus pétalos, luego la abrió y se hundió lentamente. No se olvidó de lamer el bulto hinchado y rígido mientras insertaba su dedo.

Los chapoteos surgieron cuando dobló el dedo insertado en un ligero ángulo y lo movió varias veces. Sus paredes interiores húmedas se aferraron a su dedo, como para indicar que lo habían estado esperando.

—¡Heuk, ja… N-No, ¡saca los dedos por favor…!

—¿Estás teniendo dificultades con un solo dedo?

Ishakan chupó abajo. Se escuchó un ruido húmedo cuando sus labios succionaron su cueva. Él sonrió con satisfacción.

—Necesito poner algo más grande, así que tengo que ensancharte.

Los dedos de Ishakan hicieron movimientos cortos y rápidos. Con solo una fina membrana mucosa que los separaba, su suave lengua lamía y chupaba constantemente la parte superior, y sus dedos duros asomaban ásperamente por debajo. Leah vio la ilusión de un rayo lloviendo frente a sus ojos.

Su piel expuesta estaba tan caliente que brillaba. No podía soportarlo más. Leah, al borde de las lágrimas, llamó a Ishakan.

—I-Ishakan… ¡Ah, ahh!

Metió el dedo profundamente en el interior. Volvió la cabeza hacia atrás y estalló un grito parecido a un gemido. Su vientre plano se estremeció.

El clímax fue largo y tan fuerte que hizo que su mente quedará en blanco. La sensación que golpeó furiosamente su cuerpo no se desvaneció con facilidad. El interior de su cuerpo convulsionó y expulsó jugos. Un hilo pegajoso se arrastró cuando sacó su dedo de su agujero. Ishakan se lamió el dedo y se rió.

—Es delicioso.

Una respuesta en “Matrimonio depredador – Capítulo 29: Delicioso”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido