¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 88: Ella y el príncipe heredero del país vecino (2)

Traducido por Lucy

Editado por Ayanami


El doloroso momento por fin terminó.

Cuando terminamos de bailar, intenté escapar rápido del príncipe heredero Maximiliano.

Hice una reverencia y giré sobre mis talones.

Ah, por fin se acabó.

Eso pensé, pero no sería tan fácil.

De repente, el Príncipe Heredero Maximiliano me agarró del brazo.

—¿Eh…?

—Qué frío terminar luego de una sola pieza. ¿Qué le parece si me acompaña para una más?

—No… Mi papel ya está…

El lugar donde me agarró se siente incómodo. No quiero que este hombre me toque cuando no es necesario.

Terminamos, así que déjame ir, es lo que quería decir, sin embargo, el Príncipe Heredero Maximiliano le hizo una petición a la banda.

Como era obvio, no me pude negar a la petición de un príncipe heredero extranjero.

Pronto, comenzó la pieza, mi cara se endureció al escucharla. La conmoción surgió en los alrededores cuando se dieron cuenta del tipo de pieza que era. Esta canción… es lo peor de todo.

—Es una música tradicional de nuestro país… ¿Puedes bailarla?

—Sí…

Todas las miradas estaban puestas sobre nosotros. Apreté los dientes por no poder escapar.

Buscando ayuda, envié una mirada fugaz hacia donde Freed me estaba esperando.

Nuestras miradas se encontraron por un instante, sus ojos de verdad no sonreían. Debía entender que no podía detener esto. Bajo la apariencia de la calma, estaba enfadado.

La sonrisa sólo por guardar las apariencias, es espantosa…

Por cierto, mi hermano parece estar cerca de él, pero ignorémoslo. Ahora no era el momento de preocuparse por mi hermano mayor.

Mientras tanto, con el liderazgo del Príncipe Heredero Maximiliano el baile comenzó.

Si ya llegamos a esto, no se puede evitar. De mala gana, me concentré en ello. Si no me concentraba, es probable que me equivocara en los pasos.

Ya que la pieza seleccionada por el Príncipe Heredero Maximiliano tiene una dificultad de clase S.

Es una pieza que no suele escucharse en las fiestas nocturnas.

En todo caso es demasiado difícil, casi nadie puede bailarla.

Es una pieza demasiado inadecuada para cuando baila un gran número de personas.

Hay muchas piezas tradicionales de Sahaja difíciles, entre ellas, se dice que ésta sobresale.

En cuanto a por qué puedo bailar una pieza tan difícil, es porque el profesor de baile de salón que vino a nuestra casa me enseñó a bailar con música extranjera.

Me gustan los bailes de salón, está en mi naturaleza emocionarme cuando se me presenta un reto.

—Esto será difícil, incluso para Milady.

Provocada con éxito por esas palabras me obstiné y dominé la difícil pieza. Es un poco miserable la facilidad con la que me manipularon, es lo que pienso ahora.

Gracias a mis clases, no terminé avergonzada. Profesor, ¡Gracias!

Confié el liderazgo al Príncipe Heredero Maximiliano y ejecuté los pasos de baile mientras daba vueltas y giros.

Como se esperaba de lo que él mismo eligió. Este hombre es bastante hábil en este baile.

Pero, tal vez, le parecía inconcebible que yo fuera capaz de bailarlo de la manera correcta.

A medida que iba despejando las partes difíciles, una por una, el Príncipe Heredero Maximiliano abría mucho los ojos cada vez.

Hmph, te lo mereces.

Mirando alrededor, era comprensible que no hubiera parejas bailando aparte de nosotros.

Por supuesto que podrían estar conteniéndose debido a que un Príncipe Heredero está bailando, pero la falta de confianza en sí mismos, al bailar, debe ser una gran parte de ello. Yo también me abstendría. Pero de verdad sobresalí.

—Hou. No pensé que hubiera una mujer en Wilhelm que pudiera seguir esta pieza.

Mientras daba pasos difíciles, el príncipe heredero Maximiliano murmuró eso, impresionado.

Su cara decía que lo encontraba inesperado.

—Además de la etiqueta, has dominado la música de Sahaja… Puedes ser una compañera que no trae vergüenza a su pareja.

—Así es.

El Príncipe Heredero Maximiliano sonrió como si encontrara algo divertido.

Me sorprendió un poco que no fuera una sonrisa desagradable, o una que ponía a prueba a la gente.

Al ver mi rostro, pareció haberse dado cuenta de mi sorpresa.

Por un instante, el príncipe heredero puso una cara de curiosidad, luego su boca se curvó de manera sugestiva.

—Princesa Lidiana, ¿no te interesa Sahaja?

Mi respuesta fue breve.

—No.

Ni siquiera podía pensarlo.

—Respuesta inmediata, eh. Oh, bueno, lo reformularé. Ven a Sahaja. Te trataré como mi consorte.

—¿Ha?

Cuando me dijeron una línea demasiado inesperada, de manera inconsciente devolví una simple pregunta.

Sintiéndome sacudida, casi cometí un error en los pasos.

Me recuperé desesperada y miré al príncipe Maximiliano.

—No entiendo lo que Su Alteza está tratando de decir. Por favor, deje de bromear.

Al ver mi mirada, puso una cara aún más feliz.

—Hablo en serio… ¿y si dijera eso?

—Qué tontería dice. Su Alteza debe saberlo, pero ya soy la prometida de Su Alteza el Príncipe Heredero de este país. Incluso como broma, es de muy mal gusto.

Respondí lo más natural posible, pero Maximiliano no se molestó en absoluto.

—No estoy bromeando. Me he aficionado a la princesa. Eso es todo. Además, todavía están en la fase de compromiso, ¿verdad? Es un hecho común romper un compromiso.

—Me gustaría negarme. No me interesa Sahaja. Además, he oído que Su Alteza no se involucra en cosas sin mérito. Nada bueno obtendrá al involucrarse conmigo.

Recordando lo que me había dicho Freed, traté de explicar mi gran demérito, pero al príncipe heredero Maximiliano no pareció importarle.

—Ah, ese hombre te metió esa idea en la cabeza. Es cierto, no se equivoca. Pero, se equivoca en que no hay mérito alguno. El pedigrí, la apariencia, el valor, la rara disposición de no estar fascinada por mí, el conocimiento de otros países. Creo que hay suficientes méritos para obtenerla como princesa consorte.

—No, sólo hay deméritos… Su Alteza lo convertirá en el enemigo.

Se volvió molesto, así que le insinué a Freed con una mirada fugaz. Pensé que eso terminaría.

Pero, él esquivó eso con una sonrisa.

—Qué dice a estas alturas. Dentro de poco, este país, no, este continente será unificado por nuestro país. Podría ser interesante aplastar primero a ese hombre para obtenerlo.

De verdad no es interesante.

—Ha olvidado una cosa importante… No estoy interesada en Su Alteza.

—Fue lo mismo para este tipo, ¿no es así? No sé cómo es ahora, pero al principio fue una maniobra política. Tanto yo como ese hombre tenemos el mismo estatus de príncipe heredero. Entonces, ¿ninguno de los dos está bien para la Princesa? Si viene conmigo la usaré de manera efectiva.

“Lo mismo”.

Al escuchar esas palabras, me sentí molesta.

¿Cómo son iguales?

No quiero comparar en absoluto a Freed con Maximiliano.

Tan enfadada, que estaba a punto de enloquecer, lo fulminé con una mirada más intensa.

—Freed y usted no son iguales. No lo mire con desprecio.

No me olvidé de bailar, pero me enfadé tanto que me dirigí a él de forma descortés.

Por un momento pensé “maldita sea”, pero luego me sentí desafiante.

Intentó insinuarse a una mujer con un prometido, tengo la excusa.

—Hou, pensé que era algo unilateral para ese hombre, pero no lo parece. Aun así, no hay problema.

—¿Ha?

No me reprendieron por mi descortesía. Pero, todavía no entiendo lo que el Príncipe Heredero Maximiliano está tratando de decir en absoluto.

La melodía cambió, los movimientos de baile se hicieron aún más rápidos. Mientras los emparejábamos, hablábamos en susurros. Aunque me resultaba desagradable tener mi cintura tirada hacia él con fuerza, me propuse bailar.

Miré de manera intensa al hombre que tenía delante.

¿Quién iría a casa con él?

Una persona tan calculadora.

En primer lugar, ¿qué es lo que me disgusta…?

—Sin decirme nada como “te amo”, no digas cosas así.

¿Dónde encontrarías a una mujer feliz de que le digan que la van a usar en su cara?

Eso pensé, pero me desconcertó la cara de sorpresa que me dirigió.

—¿Amor? La princesa dice cosas demasiado vulgares. Los gustos o disgustos individuales son sólo un problema trivial. Así es el matrimonio de la realeza o la nobleza. La princesa debería saberlo por experiencia personal.

—Eso es…

Al tener un argumento sólido empujado hacia mí, me quedé sin palabras. Así es. Yo también había pensado eso hasta hace poco.

El matrimonio lo deciden los padres. Mis deseos son irrelevantes.

Si la otra parte no era de la realeza, no estaba pensando en casarme según las expectativas de mi padre.

Y, sin embargo, ¿por qué dije algo como “no me amas”?

Al ver mi confusión, el príncipe Maximiliano sonrió como si viera a través de mí.

La canción estaba llegando a su fin.

Pasé la parte más difícil que te obligaba a concentrarte. Aunque lo diga yo, esto merece la máxima puntuación.

Los aplausos resonaron, pero, siendo sincera, el baile no es lugar para hablar.

Mirándome, Maximiliano, que estaba frente a mí, asintió y declaró.

—Sólo hay un elemento necesario para ser la princesa consorte. Que pueda ser utilizada, eso es todo y usted ha cumplido mis condiciones. Princesa Lidiana, descarte al Príncipe Friedrich y tome mi mano.

—Me niego.

De inmediato respondí a la orden del Príncipe Heredero.

No había necesidad de pensar en ello.

Pero, su actitud decía que no creía que lo había rechazado.

Ah, sí. La razón ya no importaba.

Odiaba a este hombre. Por eso lo rechazo. ¿Qué hay de malo en eso?

—No crea que todas las mujeres van a actuar como usted quiere. Le odio. Por eso no iré.

—¿Qué es lo que le disgusta? Conseguiré todo lo que quiera. Joyas, vestidos… incluso este país.

La rabia se hinchó aún más ante sus juguetonas palabras.

Ya perdí la voluntad de adornar mis palabras.

—Hay innumerables razones. Odio su actitud. Su personalidad… aborrezco que piense que puede atraer a cualquier mujer.

Mientras declaraba eso, el Príncipe Heredero Maximiliano sonrió con felicidad.

Al ver que se divertía de verdad, a la inversa, me eché para atrás.

—Aborrezco… eh. Ja, ja, ja. Es la primera vez que me dicen eso.

—No es bueno. Renuncia rápido a una mujer tan molesta y busca a la Princesa Consorte en tu propio país.

—Me niego. Quería bromear, pero he cambiado de opinión. La princesa es interesante. Sus reacciones son muy diferentes a las de otras mujeres. No me aburriré.

—Solo tiene curiosidad porque no me dejé convencer por usted. Sé que se cansará de mí de inmediato, así que busque otra mujer. En primer lugar, un hombre con ocho concubinas está fuera de la cuestión. Rechazado.

La larga pieza por fin terminó.

Mientras me aliviaba, recordé lo que había escuchado de Caín el otro día, y lo dije en lugar de una frase de rechazo.

Así es, este hombre era un maníaco sexual que tenía ocho consortes laterales, llámese concubinas.

No importa cuánto ruegue un hombre así, no lo quiero en absoluto.

Dije lo que quería decir.

Cuando miré al Príncipe Heredero Maximiliano después de hacer una reverencia al final del baile, por alguna razón, me miraba como sorprendido.

—¿Por qué sabe que…?

—¿Eh?

El príncipe me miraba incrédulo.

Al devolverle la pregunta, sin entender por qué lo decía, me informó con asombro.

—¿Por qué sabe que tengo ocho consortes laterales?

—Eh… sólo he oído eso.

¿He dicho algo mal?

Sus palabras me hicieron comprender que había cometido un error fatal… El sudor frío fluyó.

El Príncipe Heredero no apartaba la vista de mí. Su mirada estaba fija, tratando de averiguar la verdad.

Una desagradable premonición subió por mi espalda.

—Sólo hace unos días que recibí a la octava consorte. Todavía no lo he publicado. Es información que no debería haber sido expuesta todavía. Y, sin embargo, princesa, ¿por qué lo sabe?

—¿Uah?

Se trataba de eso…

Maldita sea. Ahora que lo pensaba, ¿no dijo Freed que tenía siete?

No me había dado cuenta de que la información de Caín no se había publicado aún, parece que he pisado una mina terrestre.

—Responde, princesa. ¿Por qué tiene esa información sobre nuestro país? —El príncipe heredero Maximiliano se acercó.

Incapaz de responder, di un paso atrás. Sin importarle, él acortó la distancia. Su rostro se volvió tan serio que mi cuerpo tembló.

Asustada, intenté escapar, cuando comprendí que intentaba estirar la mano para tomarme de nuevo del brazo.

¡¡No…!!

Un escalofrío me recorrió.

Como no quería que me tocara más, me acobardé por reflejo.

Esperaba que me tomara el brazo al momento siguiente, pero, por alguna razón, por mucho que pasara el tiempo, esa sensación no se produjo.

Al encontrarlo extraño, abrí los ojos con cautela, sólo para encontrarme con Freed sujetando el brazo de Maximiliano.

—Hasta aquí. Príncipe Maximiliano, está exagerando. Me preocuparía que olvidará que es mi prometida. ¿Podría abstenerse de más?

—Freed…

—Lidi, ponte detrás de mí.

Cuando grité su nombre, Freed me llevó detrás de su espalda con su mano.

Llevada a la fuerza detrás de su espalda, sentí que casi lloraría de alivio.

Poco a poco, se armó un revuelo en el pasillo.

Por supuesto. Con los dos príncipes herederos de nuestro país y de un país extranjero mirándose de esa manera en el centro de la pista de baile, era imposible que se quedaran callados.

Por un momento, se miraron como para contenerse, pero el primero en exhalar y desviar la mirada fue el invitado, el príncipe heredero Maximiliano.

Como si nada, bajó el brazo y mostró su mejor sonrisa.

—Discúlpeme. Su prometida es tan hermosa que me apetecía atraerla hacia mí. No tengo ningún motivo oculto.

Ante la actitud de cesión de Maximiliano, Freed también soltó su brazo. Luego, volvió a adornar la agradable atmósfera.

Con su aura suprimida, el ambiente dentro del recinto también se calmó.

Un verdadero efecto de Príncipe Heredero.

Esos dos pueden cambiar el estado de ánimo de un lugar, para bien o para mal.

—Lo sé… Mi prometida es una persona encantadora, así que quizás era inevitable. Sin embargo, no creo que su conducta haya sido digna, sin importar la razón.

—Es cierto… Lo siento, Príncipe Friedrich.

—Lo entiendo. Lo toleraré esta vez. No es mi intención pelear donde todos se divierten. Sin embargo, no habrá una segunda vez… Ahora Lidi, ven aquí.

—Sí, Su Alteza… Su Alteza Maximiliano. Estoy agradecida por lo de hoy.

Pensé que nos despediríamos, pero volvió a decir algo innecesario. De verdad es insoportable.

—Me he divertido. Me gustaría volver a encontrarme con la Princesa por todos los medios… Esta vez, en un lugar más privado.

—Me negaré de manera formal a ello. Nunca más la prestaré.

—Es una pena.

Freed tiró de mi cintura hacia él, como si quisiera presumir.

Al príncipe heredero Maximiliano no parecía importarle en absoluto.

Encogiéndose de hombros, giró sobre sus talones y abandonó con gran velocidad la pista de baile.

Era como si el intercambio conmigo no hubiera ocurrido.

Me sentí un poco aliviada, ya que temía ser interrogada.

El duque Pellegrini se acercó a él y le habló de algo.

Maximiliano se detuvo en seco y comenzó a escuchar la charla del duque.

Así, los dos abandonaron el lugar.

En el momento en que estaba a punto de irse, el príncipe heredero miró hacia atrás por un momento.

Nuestros ojos se encontraron.

A diferencia de mí, que me puse rígida, él sonrió lleno de compostura.

Pero, sus ojos eran diferentes.

La fuerte mirada, muy diferente a la atmósfera de hace un momento, me atravesó.

Pero, eso duró sólo un momento.

Desvió la mirada y abandonó el lugar con el duque Pellegrini.

—Lidi.

El brazo posicionado alrededor de mi cintura me atrajo con fuerza.

—Freed…

—No tengo idea de lo que te ha dicho ese hombre, pero tú sólo debes mirarme… No te dejaré en absoluto.

Diciendo esto, Freed miró en la dirección en la que se fue Maximiliano.

—Está bien…

Nuestras miradas se encontraron solo por un instante. Y, sin embargo, no pude quitarme de la cabeza esos ojos penetrantes. Me está apuntando, es lo que pensé.

Aterrador.

Mi corazón latía con fuerza.

De manera inconsciente, agarré el dobladillo del abrigo de Freed y me acurruqué contra él.

Su calor calmó mis emociones de forma confiable.

Después de soltar un largo suspiro, me dio unas ligeras palmaditas en la espalda, como si me dijera: “Has hecho lo que has podido”.

Sentí que mis ojos se calentaban ante ese suave gesto.

Después de todo, Freed y él son diferentes… Ese hombre no se siente así.

—El Príncipe Maximiliano se ha ido, hemos cumplido con nuestro deber. Es un poco pronto, pero ¿nos retiramos también?

—Sí…

Mientras me susurraba con suavidad en el oído, asentí con la cabeza.

Al escuchar mi respuesta, Freed juntó nuestras frentes.

—Lidi no tiene que preocuparse por nada. Aun así, si estás preocupada, cuenta conmigo en cualquier momento. Yo cortaré cualquier cosa que te provoque ansiedad.

—Decir que corta… ¿A qué viene eso…?

De manera inconsciente sonreí, al tener que declarar eso de manera tan seria.

Cortar… Siento que de verdad podría hacerlo. Literalmente.

—Lo digo en serio. No es una broma. Así que no pongas esa cara.

—Sí… gracias.

Una vez más, me dieron unas suaves palmaditas en la espalda.

El terror que había sentido hace un rato, antes de darme cuenta, había desaparecido.

Que venga si quiere. Al pensarlo así, la energía comenzó a llenarme.

Así es, así soy yo.

Volví a ser la misma de siempre y, por fin, me recompuse.

Parece que el comportamiento del Príncipe Heredero Maximiliano me había dejado conmocionada.

Qué vergüenza. No es propio de mí que me den vuelta las tornas.

Mientras miraba a Freed, agradecida por haber vuelto a ser la misma de siempre gracias a él, sonrió con dulzura.

—Sí, me alegro. La Lidi de siempre ha vuelto. Pero, haré que me cuentes todo lo que hablaste con el príncipe Maximiliano más tarde.

—Uf… Sí.

No pude hacer otra cosa que asentir mientras declaraba eso con una sonrisa.

Instados por Freed, nos dirigimos frente a la Pareja Real.

Con su permiso para retirarnos, abandonamos el lugar juntos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido