Querida “amiga” – Capítulo 34: Mi tipo ideal

Traducido por Den

Editado por Ayanami


Sabía que estaba bien cuando intenté caminar el otro día, pero hoy me sentía en mejores condiciones que antes. Cuando bajé las escaleras por primera vez, me temblaban tanto las piernas que casi me caigo, pero gracias al fuerte agarre de Martina pude descender con seguridad y sin miedo.

La condesa Bellefleur pareció preocupada al verme salir de la habitación, pero se relajó cuando vio que me mantenía firme. Después de seguir los caminos serpenteantes, llegué al jardín con la ayuda de Martina.

Una exclamación escapó de mis labios, mientras mis ojos eran bañados por la brillante belleza natural del jardín.

—Waaaa…

Habían pasado tres meses desde que mis ojos recibieron algún estímulo y el jardín resplandecía más vivamente que antes. Esta también era la estación en que mis rosas rojas favoritas comenzaban a florecer, y estaba contenta de estar fuera de la cama.

—¿No es hermoso, Martina? —Dije efusivamente.

—Sí, te gustan las rosas rojas, ¿verdad?

Aparentemente, a Mariestella le gustaban las rosas rojas tanto como a mí. Qué coincidencia que tuviéramos otra cosa en común además de nuestro largo cabello negro. Sonreí, mientras caminaba lentamente por el soleado jardín con Martina. Ese instante fue tranquilo hasta que…

—¿Estás pensando en casarte? —Dijo Martina, de la nada. Casi me echo a reír por el repentino tema.

—¿De repente, estás hablando de matrimonio otra vez?

—No, es solo que todos mis amigos ya están hablando de con quién quieren casarse y de las familias que tendrían, pero nunca te escucho hablar de eso.

—Pero tú tampoco lo haces —remarqué.

—Sí lo hago. Sólo que no frente a ti —dijo.

—¿De verdad? —Miré a Martina con una amplia sonrisa. —Entonces ¿con quién te quieres casar?

—De hecho, mi tipo ideal es el duque Escliffe.

¡Dios bendito! Parecía que los tipos ideales a mi alrededor eran como Xavier o Klaude. Eran como celebridades aquí.

—Por supuesto, no estoy diciendo que quiera casarme con el duque. De todos modos, hay una gran diferencia de edad… de hecho, Su Alteza y el duque no son realmente el tipo de persona que dice: “Quiero casarme”. Son más como ídolos. —Prosiguió Martina.

Solté una risita, ya que parecía ser una descripción adecuada. Me preguntaba con quién se casarían los ídolos de todos modos.

—¡Me gusta un hombre que sea dulce y solo me mire a mí! —Dijo entusiasmada.

—La mayoría de las chicas quieren eso —Le dije.

—Soy la mayoría de las chicas —enfatizó. —De todos modos, aunque alguien pueda tener un rostro atractivo, ¡lo más importante es la personalidad!

Me alegró que Martina reconociera eso a temprana edad. El atractivo solo dura por un tiempo, uno no podía confiar en su rostro durante toda su vida. Lo más importante es cuánto uno entendía y se preocupaba por otras personas.

—Así es —dije con orgullo. —Tienes que conocer a alguien así, ¿de acuerdo? No deberías casarte solo porque sean guapos o tengan un alto estatus social.

—Ajá, está bien. —Martina fue tan linda cuando dejó escapar su entusiasmo que le acaricié la cabeza.

—Estoy segura de que conocerás a un hombre así. Tienes que casarte con alguien así.

—Tú también. No te preocupes por mí.

—Es verdad. Nuestra Martina es muy inteligente. —Sonreí alegremente y le besé la cabeza. Fue entonces cuando escuché que alguien nos llamaba.

—¡Señorita Mariestella! ¡Señorita Mariestella!

—¿Esa es la voz de Florinda? —Preguntó Martina, ladeando la cabeza.

Levanté la mirada con una expresión de desconcierto y vi a la doncella corriendo en nuestra dirección. Ésta se detuvo frente a nosotras y trató de recuperar el aliento.

—¿Qué sucede, Florinda? ¿Pasó algo? —Pregunté preocupada.

—No es eso, mi lady… —Respiró a grandes bocanadas antes de hablar. —L-la invitada, aquí…

—¿Quién es la invitada?

—Es…

—¡Marie!

Justo en ese momento, una voz familiar perforó mis oídos.

Martina frunció el ceño tan pronto como reconoció quién era. Yo apenas logré controlar mi expresión.

El propietario de esa voz era claramente…

—¡Ahí estás, Marie!

Dorothea. La persona cuya presencia borré de mi vida durante mucho tiempo.

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