Un día me convertí en una princesa – Capítulo 93

Traducido por Den

Editado por Sakuya


La magia de protección que Claude me había colocado se estaba rompiendo poco a poco. Las cosas preciosas que había reunido, sin darme cuenta, en mi interior estaban comenzando a desmoronarse.

Un agudo ruido creó un fuerte viento como si fuera a alzarnos en el aire.

Cuando se acercó a mí, su mano comenzó a sangrar y la sangre flotaba en el aire. Pero no se detuvo, como si fuera a ver el final hoy.

—Ese aliento inútil.

Había imaginado esta escena varias veces…

—Lo terminaré por ti.

Hace mucho tiempo pensé que Claude iba a matarme. No obstante, en un momento dado, ese miedo se volvió tan pequeño que ya no lo temía. Porque pasaba tiempo conmigo bebiendo té en el jardín y recogiendo flores para dármelas.

En realidad, desde hace algún tiempo, lo consideraba mi familia. Aunque antes nunca había tenido una real, pensé que podría ser así cómo se trataban un padre y una hija.

Al principio, construí muros a mi alrededor cuando estaba con él, pero me di cuenta de que ahora ocupaba una gran parte de mi corazón. Así que el tiempo que pasé con la persona frente a mí, debe haber sido más alegre de lo que pensaba.

—Si desapareces…

No podía odiarlo porque…

—…incluso esta desconocida frustración…

…todo era culpa mía.

—…y lo que siento cuando pienso que ese rostro desaparecerá…

Porque había ignorado la advertencia de Lucas y, como una tonta, no pude controlar mi mana. Porque esto sucedió tratando de salvarme. Por lo que, ahora mismo, podría estar siendo castigada.

Sí, lo sé. Lo sé, pero… 

—Así que muere…

No me gusta ver a este Claude. Duele ver a alguien que no es mi papá. Siento que podría morir por no ser capaz de decir esto. 

—…por mi mano.

Otra explosión destrozó las rosas.

Ahora su mano estaba casi en mi cuello y la herida sangraba sin cesar. La mía estaba igual. Después de tirar de los tallos de las rosas, la sangre roja de los rasguños empapaba la hierba a mis pies.

La magia que protegía mi cuerpo había desaparecido casi por completo. Después de que una o dos capas más fueran destruidas, Claude podría matarme como quería.

Pero…

Me mordí los labios mirando sus ojos fríos.

No quiero morir así. Al menos no por ti. ¡No quiero morir nunca por tu mano…! 

Fue en ese momento… que las rosas blancas a mi alrededor, que habían estado arremolinándose como nieve, se elevaron como si estuvieran atrapadas en un tornado.

Una luz blanca brilló como si fuera a tragarse al mundo entero.

Su mano, que estaba junto a mi cuello, se detuvo.

Vi su rostro sorprendido.

Las rosas comenzaron a agitarse de nuevo. Una tormenta blanca soplaba a mi alrededor. Pero en ella, había algo blanco que no eran ni las flores ni la luz.

Un ruido sonó en mis oídos. Un fuerte silencio o un grito silencioso. Claude dijo algo, más no oí nada. Entonces me di cuenta de que era la sustancia blanca: eran burbujas, era yo. Quedé atrapada en el aire, obligada por la tormenta.

Su rostro se arrugó por la ira o el miedo, no podía decir cuál. No obstante, antes de desaparecer por completo, susurré:

—Adiós, papá.

Y mi mundo se convirtió en una luz blanca.

♦ ♦ ♦

La luz blanca siguió concentrándose en un mismo lugar.

En medio del viento que le dificultaba mantenerse de pie, sus ojos eran fríos.

—¡Su Majestad!

Era un día relajante como cualquier otro, y según le dijo Félix, era el día en que iba a haber una fiesta de té en el Palacio Esmeralda.

Ahora mismo, su hija Athanasia debería estar pasando un buen rato con sus invitadas.

—¡Es peligroso si se acerca! ¡Por favor, retroceda!

Pero cuando Claude se acercó corriendo después de sentir la explosión de mana, su hija Athanasia no estaba por ninguna parte.

Se dio cuenta de inmediato que la persona que buscaba estaba atrapada en esa luz blanca. Era como una tormenta nuclear que explotaría en cualquier momento.

—Félix, haz que toda la gente del Palacio Esmeralda salga afuera.

—¡Sí, señor! Los magos ya se habrán enterado, por lo que debería…

Félix sostenía a Zenit Magrita, que apenas se había salvado de la explosión. Estaba inconsciente desde que comenzó este fenómeno.

El viento era tan fuerte que el caballero tenía que gritar para hablar con Claude, pero antes de que pudiera terminar, el emperador dio un paso hacia adelante.

—¡Su Majestad! —gritó, abriendo mucho los ojos. Sin embargo, Claude no se detuvo. Su cabello dorado brilló como fragmentos del sol.

—¡No puede, Su Majestad!

—Deja de ser tan ruidoso y haz lo que te ordené. Estás estorbando.

Claude podía escuchar la voz frenética detrás de él y, aun así, entró en el centro de la explosión sin vacilar.

Sintió un dolor agudo, y la sangre se deslizó por su rostro. El mana que estaba dando vueltas a su alrededor se sentía como un cuchillo afilado.

La situación no era buena y eso significaba que Athanasia estaba en peligro.

El poder penetró en su cuerpo como si intentara bloquear al intruso. Pero Claude no se detuvo.

Planeaba detener la tormenta después de entrar en su ojo. Él y Athanasia no tenían mucho tiempo, por lo que determinó que esta era la forma más lógica.

Sin embargo, forzar el mana pondría a uno de ellos en una situación crítica, y tenía planeado usar su poder para asegurarse de que fuera él quien estuviera en peligro.

Si su yo de diecinueve años lo supiera, le preguntaría si estaba loco, mas no había nadie que pudiera detenerlo. E incluso si lo intentaban, no se detendría. Si lo hacía, podría morir. No obstante, eso no importaba.

Si puedo intercambiar mi vida por la de esta niña…  

Sin vacilar, extendió la mano hacia donde el maná estaba más concentrado. En ese momento, una luz blanca explotó frente a sus ojos.


Den
Harías lo que fuera para salvar su vida, aún sabiendo las posibles consecuencias, ¿verdad, Claude? Porque es tu hija, porque la quieres y no deseas que le pase algo. (。•́︿•̀。)

6 respuestas a “Un día me convertí en una princesa – Capítulo 93”

  1. Un putazo dolía menos 😓 Es impactante el paralelismo entre las dos escenas: en una está dispuesto a todo para salvarla mientras en la otra está dispuesto a todo para matarla. Me rompe el corazón verlos en esta situación

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