Una doncella competente – Prólogo

Traducido por Den

Editado por Meli


Yo era inútil.

Desde pequeña nunca he hecho nada mejor que los demás: «Es amable, pero ¿por qué es tan inútil? No hace nada bien.» Esa era la apreciación general que tenían de mí.

Incluso después, cuando mi madre murió y mi padre, el rey del Reino de Cloyan, me encontró y me llevó al palacio como una princesa, la percepción no cambió: «¿Lo hace así porque es de origen humilde? ¿Por qué es tan inútil?»

Tanto mi madrastra, la reina, como mis dos hermanos, los príncipes, me miraban con desprecio.

En otras palabras, estaba sola en el palacio real; así que, traté de vivir siendo fuerte y sin desanimarme.

Por supuesto, ser fuerte no significaba que pudieras cambiar en lo que eras malo. Siempre fui la inútil a la que ignoraban. Y fue lo mismo incluso después de que el imperio destruyera el reino y me convirtiera en una doncella.

—¡Marie!

—¿Sí?

Me quedé sin aliento después de salir corriendo cuando me llamaron en el pasillo.

Cuando llegué, una mujer con una expresión severa me miró. Era Susan, la doncella principal.

—¿En verdad has limpiado? ¿Qué demonios es este polvo?

Cuando el imperio destruyó el reino, fingí ser una sirvienta para salvar mi vida. Por muy inútil que fuera, el ejército imperial no podría perdonarle la vida a nadie de la familia real.

Pero gracias a Dios pude salvarme. Me llevaron al palacio imperial y me convertí en una doncella de rango bajo que se encargaba de las tareas domésticas.

—¡Hazlo bien!

—Lo siento. —Incliné la cabeza.

Aunque ahora ya no era una princesa sino una criada, nada había cambiado. Seguía siendo igual de inútil y no podía escapar del maltrato que recibía.

¡Pero hagamos nuestro mejor esfuerzo!

Mi único punto fuerte era que no olvidaba ser enérgica bajo ninguna circunstancia.

—Si haces todo lo posible para vivir teniendo un buen corazón, el Señor te bendecirá.

—¿A mí también? 

—Sí. El Señor ama a todos. 

Creía en todo lo que mi madre dijo hace mucho tiempo. Aunque mi hogar nunca fue distinguido, a esa edad creía que Dios amaba a este mundo.

Por favor, bendíceme algún día.

Pero… ¿fue por la oración que hice?

♦ ♦ ♦

Un día de verano cuando tenía diecisiete años me sucedió algo increíble.

—¿Cuidar de un prisionero enfermo?

—Sí. ¿Quién más a excepción de ti lo haría?

El trabajo de una doncella de  rango bajo del palacio imperial era muy variado. Desde tareas simples, como limpiar, lavar platos y lavar la ropa, hasta numerosos trabajos duros.

Cuando un prisionero en la prisión del palacio imperial enfermaba, por lo general lo vigilaban sin proporcionarle tratamiento. Pero cuando la enfermedad empeoraba hasta el punto en que no podía permanecer encarcelado, una doncella de bajo rango fungía de cuidadora.

Porque nadie quería hacer algo así, siempre me tocaba a mí ese papel.

—¿Por qué no puedes hacerlo? ¿No quieres hacerlo?

—N-No es eso.

Para ser sincera, tampoco quería hacerlo. ¿A quién más le gustaría ser el cuidador de un prisionero?

Pero, por supuesto, no tenía derecho a elegir.

Solo tengo que llevarle la comida y cuidarlo. No será un gran problema. ¡Ánimo! 

Motivada por ese pensamiento, me dirigí a la habitación del enfermo en la prisión.

—Por aquí.

Cuando entré en la habitación siguiendo las instrucciones del guardia, sentí un olor desagradable.

Ah. 

Me cubrí la boca con las manos.

Era un olor familiar. Era el olor de la muerte que sentí cuando falleció mi madre.

—Va a morir pronto de todos modos. No es nadie importante, así que no tienes que esforzarte en cuidarlo.

Comprendí las palabras del guardia. Significaba que no tenía que preocuparme mucho por su tratamiento.

Tal vez no diría nada si me escapara e ignorara mi trabajo.

No, tal vez esperaba más de mí.

De hecho, había muchas doncellas que se escabullían mientras fingían cuidar al enfermo.

De todos modos, porque era un prisionero, a nadie le importaba.

Aún así… sacudí la cabeza.

No habría ningún problema si regresaba ahora, pero no quería hacerlo.

Me recordó a mi madre que murió cuando yo era niña. Además, los ojos del prisionero acostado en la cama parecían solitarios.

No sé qué delito cometió. Pero si regreso, este hombre tendrá que morir solo. No quería dejarlo así.

Mamá quiere que seas alguien que pueda ayudar a otros sin importar lo que suceda después. 

Aunque sea inútil y no haga nada bien, aun puedo ayudar un poco. Pensando aquello, comencé a atenderlo.

—Va a morir pronto de todos modos, así que no necesitas preocuparte por él. Es inútil.

El carcelero chasqueó la lengua detrás de mí.

Ignoré su reproche y cuidé del prisionero con empeño. Le sequé la cara con una toalla húmeda, le di de comer las gachas y lavé su cuerpo sucio con una toalla fría para bajarle la fiebre.

—Es inútil.

Transcurrieron algunos días así. Aunque me esforcé en cuidarlo, como había dicho el guardia, la condición del prisionero continuó deteriorándose.

Tenía el presentimiento de que no le quedaba mucho tiempo. Lo sabía porque mi madre murió después de pasar por un proceso similar.

Extraño a mamá.

Cuando vi al prisionero moribundo, de repente recordé a mi madre y me conmoví.

Días pobres pero felices. Quería volver a esa época y ser abrazada por ella.

Pero ya era hora de superarlo.

Me limpié las lágrimas en secreto con el dorso de mi mano y algo inesperado sucedió a continuación.

—G-Gracias.

Abrí bien los ojos. Pensé que había escuchado mal, pero no fue así. El prisionero moribundo me habló:

—G-Gracias. De verdad…

El prisionero, que le costaba hablar, volvió la cabeza y me observó con una mirada nublada. No sabía qué decirle a él que estaba a punto de morir.

—G-Gracias. De verdad —Volvió a decir.

—Ah, no. Solo quería hacerlo…

—No, podrías haberme desatendido, pero de verdad… Gracias. Gracias a ti no moriré solo.

Cuanto más hablaba, más clara era su voz.

Me di cuenta de que era un síntoma que reflejaba una recuperación temporal de energía justo antes de morir.

—¿Cómo te llamas?

—Marie. Me llamo Marie —respondí con entusiasmo al darme cuenta de que quería hablar conmigo.

—Me gustaría rezar por última vez por ti. ¿Tal vez tienes algún deseo?

Me preocupó esa pregunta.

¿Algo que desee?

—Cualquier cosa está bien. Rezaré por ti.

Dudé al hablar.

En todo caso, no parecía significar mucho para la plegaria del hombre, sino que más bien parecía que quería un compañero de conversación para hablar de esto y lo otro.

—Quiero ser una persona competente.

—¿Competente?

—Sí, soy muy incompetente. Así que quiero ser una buena trabajadora y una persona capaz.

Ante mis palabras, esbozó una sonrisa forzada.

Mi deseo debía parecer infantil. Pero hablaba en serio. He vivido como una persona inútil toda mi vida, por lo que quería ser reconocida por todos algún día.

—¿Dime con exactitud qué capacidad quieres tener? Hay muchos tipos de capacidades. Cuál de ellas deseas.

—Umm…  —Reflexioné un momento y agregué—: Primero de todo, quiero hacer un muy buen trabajo como doncella.

—¿El trabajo de una doncella?

—Solo deseo ser buena en mi trabajo como doncella.

Sentí que para el hombre era demasiado simple. Me sentí de la misma forma, así que me apresuré a decir:

—Por supuesto, también quiero hacer otras cosas bien. Quiero ser buena en el arte, la música, las manualidades y la cocina.

—¿En serio? ¿Y…?

Seguí hablando, emocionada.

Tenía muchas cosas que quería hacer bien. ¿Era porque crecí siendo maltratada por ser inútil?

—Quiero ser buena en arquería, poder bailar bien y jugar bien a las cartas. Oh, quiero tener la habilidad para curar a las personas como un médico y también la capacidad para atrapar a los criminales. Y…

Después de hablar durante mucho tiempo, guardé silencio.

—¿Quieres todo eso…?

—Sí, soy una persona ambiciosa.  —Me sonrojé—. B-Bueno, solo lo estoy diciendo. Cualquiera puede pedir un deseo.

—Sí, así es.

El hombre en la cama asintió con la cabeza y me miró directo a los ojos.

—E-En caso de que… Si tuvieras esas habilidades, ¿cómo las usarías?

Permanecí en silencio por un momento.

Había estado hablando emocionada todo ese tiempo, pero no había manera de que eso en realidad me pudiera pasar a mí, ¿verdad?

—Quiero vivir una vida significativa.

¿Fue porque sus ojos eran tan serios que respondí lo que antes estaba pensando?

—¿Una vida significativa?

—Sí.

—¿Qué es una vida significativa?

—Es…

Estaba preocupada. La respuesta para «vida significativa» era diferente para cada persona. Algunos valorarían más el éxito, otros el dinero, el honor o la autodisciplina. Si le preguntaras a cien personas, todos darían respuestas diferentes.

Y yo…

—Si puedo, quiero vivir una vida en que haga felices a otros. Ese es mi deseo.

El hombre permaneció en silencio por un momento ante mi respuesta.

—Qué chica tan buena eres.

—N-No. Solo pensé eso…

Me ruboricé un poco porque sus palabras parecieron estar llenas de admiración.

—¿Cómo te llamas?

—Como dije antes, me llamo Marie.

—No. —Sacudió la cabeza—. Te estoy preguntando tu verdadero nombre.

Tragué saliva sin darme cuenta.

¿Mi verdadero nombre?

«Marie» no era mi verdadero nombre. Tenía otro nombre que nadie sabía, que yo misma había olvidado.

No sabe quién soy, ¿verdad?

Miré al hombre a los ojos. Sus ojos azules eran claros y puros. Hasta el punto en que piensas que sería imposible que esté encarcelado por cometer un crimen.

No. Nadie sabe quién soy. Solo está preguntando. Pero…

—Quiero pedirle tu deseo a Dios. Dime tu verdadero nombre.

Dudé durante un momento pero respondí. Porque, aunque era un nombre que no debía revelar en absoluto, la voz del hombre poseía un poder incomprensible al que no pude negarme.

—Morina de Brande La Cloyan —dije mientras lo miraba a los ojos.

Morina, del linaje noble del Reino de Cloyan.

Ese era mi verdadero nombre.

Si el hombre revelaba mi identidad al guardia, sería arrestada de inmediato. Pero por fortuna él no parecía tener la intención de hacerlo. Solo le dije eso.

—Morina… es un nombre bonito.

Puso su mano sobre mi cabeza como lo hace un sacerdote.

Me sorprendió, pero no rehuí el contacto. ¿Por qué? Pensé que no debería.

Su rezo fue muy breve.

—El siervo del Señor pide tu deseo. Por favor, cumple el deseo de esta chica. Te pido de todo corazón, mi Señor, que lo hagas realidad.

Cuando terminó su plegaria, se durmió de inmediato con una expresión tranquila como si hubiera hecho todo el trabajo que tenía que hacer.

Quizás, después de hoy nunca lo volvería a ver.

—Por favor, descansa en paz.

Cuando salí de la habitación del enfermo, el guardia, que esperaba afuera, dijo:

—Buen trabajo. Lo hiciste bien. Ya no tienes que venir.

Era un guardia que me regañaba casi siempre, pero a partir de un momento dado comenzó a ser agradable conmigo ante mi actitud perseverante.

—No, también hiciste un buen trabajo.

Sacudí la cabeza y regresé a mi habitación para dormir.

Pero no podía conciliar el sueño debido a que estaba inquieta. ¿Será por la muerte del hombre…?

Duerme, Marie. Tienes que dormirte rápido para poder levantarte temprano mañana y trabajar duro.

Ahora que había terminado de cuidar del prisionero, tenía que volver al palacio y trabajar duro todo el día, comenzando con la limpieza de temprano en la mañana.

Mañana me volverán a regañar.

Solté un pequeño suspiro. Me preocupaba más que me regañaran todo el día que tener dificultades.

Desearía poder hacer un buen trabajo… como le dije antes al hombre.

Me quedé dormida con eso en mente. ¿Concilié el sueño porque quería hacer un buen trabajo? No lo sé, no obstante… ese día tuve un sueño curioso.

Uno donde me convertía en la doncella de una mansión de otro país, pero ella era diferente a mí. No era inútil, sino la mejor doncella de todas: hacía bien su trabajo y todos la amaban.

El sueño fue tan real que en verdad sentí que era ella en mis sueños.


Den
¡Aquí Den de nuevo! Me alegra mucho que me dejaran traducir esta novela, llevaba tiempo queriendo hacerla y es todo un placer poder traérsela. ¡Espero que disfruten y muchas gracias por leernos!

2 respuestas a “Una doncella competente – Prólogo”

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