Una vez más en la luz – Capítulo 11

Traducido por Den

Editado por Yusuke


Debido a que el lugar en el que me encontraba era el asiento del emperador, naturalmente no tuvo más remedio que acercarse a este.

El emperador, que me sostenía como si ya hubiera escuchado su propuesta, observó esta situación con un rostro inexpresivo.

El ayudante, que estaba de pie a unos pasos atrás de él, se acercó humildemente trayendo una espada sobre un cojín de terciopelo carmesí.

La vaina de la espada negra era tan hermosa y exquisita como un adorno.

¿Va a darme la espada como regalo? 

Parpadeé.

No obstante, era lógico que Esis no me regalaría una espada. Todavía era un bebé de un año que no podía sujetar una daga, y mucho menos una espada.

De todos modos, el propietario de esa espada no era yo, sino Esis.

Esis se acercó a mí, se arrodilló y me cogió la mano.

Ese momento de contacto íntimo me sorprendió.

Sonrió de forma tranquilizadora.

—Mi querida hermana menor… —Sonrió—. Felicidades por tu primer cumpleaños.

La posición que tomó de rodillas era similar a la que un caballero le muestra a su maestro.

Su voz resonó en el silencioso salón de banquetes.

El emperador se puso de pie lentamente.

—Esis de Elmir, he escuchado tu deseo con anticipación.

—Sí, padre, emperador.

—Deseas prometer ser un caballero para Aisha.

En ese instante, escuché el jadeo de los presentes. Entre ellos, mi madre, la emperatriz, no fue una excepción.

El salón de banquetes lleno de gente estaba tan silencioso que se podía escuchar el ruido de una aguja al caer.

¿Cuál era la promesa de un caballero?

Era una promesa eterna que existía en el Imperio Elmir, el cual era conocido como el Imperio de los Caballeros.

Por lo general, el destinatario era alguien que era lo más importante para uno mismo, como un amante, un familiar o un amigo íntimo.

Sin embargo, para aquellos con prestigio era inusual hacer esta promesa.

Porque un caballero que hacía la promesa debe arriesgar sus propias creencias, honor y vida para protegerla.

No era una promesa sencilla e insignificante.

Una persona que la hacía para protegerla por generaciones debía estar dispuesta a arriesgar su vida e incluso morir.

No importa cuán joven sea Esis, como príncipe heredero, no ignoraría las tradiciones del valor de la promesa.

Sin embargo, ¿está tratando de darme esta promesa?

Además, ¿por qué está el emperador dando su consentimiento?

Me sentí confundida.

Es el único heredero. Era justo para él ser apreciado como un tesoro.

—Sí, así es —respondió.

—No debes entender el peso de la promesa. ¿Estás seguro de que no te arrepentirás de esta decisión?

—Por supuesto.

—Si es así, entonces solemnizaremos la ceremonia.

El emperador me sujetó, y fácilmente levantó con una mano la espada que sostenía su ayudante.

Aunque sabía que era una espada ceremonial, cuando la desenvainó, pide ver que la hoja era muy afilada.

El ayudante, que recibió cortésmente la vaina, retrocedió un paso.

Esis observó el ritual del emperador con una expresión firme.

El lado de la espada que sostenía el emperador cayó lentamente sobre el hombro izquierdo de Esis.

—Honor.

Luego cayó sobre su hombro derecho.

—Fe.

Finalmente, la espada, que descansaba ligeramente sobre su cabeza, brilló pálidamente bajo la luz del candelabro.

—Fuerza.

A continuación el emperador recogió la espada.

—¿Juras ofrecer todo tu honor, fe y fuerza por el bien de esta promesa?

Esis fijó sus ojos verdes claros como el cristal sobre mí.

Luego pude escucharlo respirar suavemente. Al momento siguiente, dijo:

—Por sup…

—¡Kyaaa!

Inmediatamente agité la mano.

En un día normal no tendría que levantar tanto la voz, pero esta vez era diferente.

Era extremadamente urgente.

El emperador, que me sujetaba, mostró una expresión un poco sorprendida cuando alcé la voz y sacudí los brazos.

¿Quién eres para hacer arbitrariamente una promesa sin mi consentimiento?

Me puse nerviosa. Esis me miraba con sus ojos redondos.

No la quiero. Y-Yo… 

—Ah, sí. No podemos olvidar el consentimiento de la persona que estará involucrada —dijo el emperador, que me estaba mirando como si pudiera leer mi mente.

Las comisuras de sus labios se crisparon.

En mi opinión, esa era una expresión que decía que fui tan genial que no podía soportarlo.

Sí, debo ser graciosa. Debo ser tan linda que no puedes evitar sonreír.

Lo peor era que la expresión de Esis era disimulada. Aunque permanecía totalmente serio, era un rostro que decía que era tan linda agitando los brazos que quería abrazarme fuerte. Los rostros de los aristócratas que me miraban eran los mismos que el de él, hasta el punto en que quería que terminara de hablar.

Pero estaba desesperada.

No quiero una promesa tan molesta. 

Porque…

No importa cuán firme sea la promesa, no importa cuán transcendente sea, no puedes saber cuándo cambiará el corazón de una persona. No sabes cuándo serás traicionado. Por lo tanto, es más fácil no esperar nada.

—Aisha.

Fue entonces que dijo mi nombre.

Tenía una sonrisa tranquila.

—¿No te lo dije antes?

¿De cuándo estás hablando? Abrí mucho los ojos.

—Cuando sea y donde sea te protegeré.

Solo para que yo pudiera escucharlo, susurró en voz baja.

—Eres mi milagro, mi deseo y mi fortuna. Me volveré más fuerte de ahora en adelante para que así pueda protegerte perfectamente. Así que mírame más de ahora en adelante.

Dicho esto, sus ojos se mostraron sumamente convencidos.

Lo miré a los ojos durante mucho tiempo.

Entonces me di cuenta de que no podría detenerlo.

Tonto… 

Esis es un tonto.

Todavía no le he abierto completamente mi corazón.

Solo con la justificación de que era su hermana menor, de que comparto la mitad de su sangre, siempre rebosaba de afecto hacia mí.

Estaba tan ansiosa que me picaba el pecho.

Sin poder soportarlo hasta el final, agité las manos y las moví para tomar su mano extendida.

Pude ver aparecer en su rostro una brillante sonrisa.

—Juro ofrecerte mi todo.

Su voz firme resonó dentro del salón de banquetes.

Y dentro del salón de banquetes, que estaba en silencio, comenzó a sonar un aplauso estruendoso.

Coreaban nuestros nombres.

Esis se levantó de su asiento y en su rostro se formó una amplia sonrisa.

El ambiente dentro del salón era muy sofocante.

Debido al ritual muy reverencial que acababa de ocurrir, el salón necesitaba un momento para relajarse.

Después de eso, sería una vez más el momento tedioso para recibir regalos.

Sin embargo, a diferencia de antes, estaba inmersa en alejarme de las consecuencias.

Esto era gracias a Esis.

Apreciaba el esfuerzo de su corazón enormemente.

Es cierto… Murmuré para mí misma.

Tal vez… mi desgracia terminará. 

El calor del emperador que me sujetaba y el amor de mi madre. Y la sonrisa de Esis… Mientras existan, es posible que nunca tenga que experimentar esa clase de tragedia nuevamente.

Todas las cosas en el pasado han terminado y tal vez pueda ser feliz.

Así es, podría ser posible. 

Por primera vez tenía una perspectiva positiva de mi futuro. La sensación fue como una corriente de luz que brillaba en el cielo oscuro.

Sin embargo, la Diosa Serena debe haber querido ridiculizarme. Porque cuando me envolvió una emoción abrumadora y una cálida gratitud, escuché la voz de un cortesano que llegó inesperadamente.

—¡Es hora de la próxima formalidad!

¿La desgracia siempre sigue a la  felicidad?

Jadeé.

Era lo que esperaba que nunca llegara porque había dejado de esperar el momento.

—¡Es el turno del diplomático del Imperio Edenbell!

Apenas respiraba.

—¿Aisha…?

Mi padre me miró mientras me sujetaba, como si sintiera que algo estaba mal.

Sin embargo, aunque sé que me considerará una extraña, no podía permitirme engañarme a mí misma.

Pude sentir que mi rostro palidecía.

¿Quién es?

¿Quién podría ser?

No puede ser. ¿Qué debería hacer si el diplomático era alguien que conocía?

Quiero saberlo.

Sin embargo, saberlo era al mismo tiempo increíblemente aterrador.

Si pudiera, detendría el tiempo y huiría.

Sin importar lo despiadado que fuera, lo primero que apareció frente a mí fue algo azul.

El diplomático entraba con pisadas fuertes.

Azul.

El azul era el color del primer príncipe Lakias.

Su característico cabello color acuarela y sus ojos como el agua no solo eran inusuales en el Imperio Edenbell, sino que también eran famosos por ser únicos en países extranjeros.

Pero no puede ser.

No era posible que viniera tan lejos. ¿Por qué motivo enviarían al primer príncipe imperial a este lugar?

Es verdad, eso tiene que ser…

Aunque traté de tranquilizarme, los latidos de mi corazón eran tan fuertes que no podía soportarlo.

—¿Aisha estás bien?

Mi familia, que me rodeaba, me estaba mirando. Al ver el terror en mi rostro, mi madre soltó un pequeño grito.

—¡Aisha!

Cerré los ojos con fuerza.

Estaba asustada.

No podía soportarlo.

Hice una plegaria. Esta vez no a la Diosa de Edenbell, Serena, sino al Dios de Elmir, Luminous.

Por favor, por favor, que no sea Lakias.

Y cuando abrí suavemente los ojos… Sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a brotar. Porque el diplomático que había llegado era una persona que conocía.

Llevaba una capa azul.

Cuando se quitó la capa como muestra de cortesía, reveló un cabello negro y unos ojos plateados.

Era una apariencia muy familiar.

Como fue el primero en descubrir que estaba llorando, tenía una expresión muy nerviosa.

Ar… sen. 

Durante generaciones, las capas azules han sido un símbolo de los magos del Imperio Edenbell.

Habían pasado dos años y, a excepción de que era un poco más delgado y mucho más alto, no había cambiado mucho.

Arsen fue el primer amigo que tuve cuando era Alisa.

No has cambiado. 

Las lágrimas de alegría se deslizaron con rapidez.

Si el Imperio Elmir era un imperio de caballeros, el Imperio Edenbell era un imperio de magos.

Si había sido ascendido al título de “El mago más joven” en la Torre de los Magos de Edenbell, no habría sido inadecuado para él venir aquí.

No, más bien el imperio estaba mostrando bastante sinceridad.

Porque también era el primogénito del duque.

Fui muy cercana a él.

Antes de morir, yo tenía catorce años y él diecisiete.

Y como han pasado dos años desde que morí, ahora era un adulto respetable y debería tener alrededor de 19 años.

El rostro bajo la capa era de alguien que acababa de convertirse en un adulto y que mostraba mil años de frescura.

13 respuestas a “Una vez más en la luz – Capítulo 11”

  1. Definitivamente mi voto es para las ninjas legendarias, kyaaa, no puedo esperar más, necesito más capítulos casi como el respirar

    Muchas gracias por el capitulo <3 <3 <3

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