Una Verdadera Estrella – Volumen 2 – Capítulo 11: Una trampa oculta entre las palabras

Traducido por Shisai

Editado por Ayanami


Lu Tian Chen miró a Tang Feng. Quería obtener algún tipo de respuesta de los ojos del actor, pero no pudo encontrar nada dentro de los hermosos iris del otro.

No era la primera vez que Lu Tian Chen había probado a Tang Feng, pero esta vez fue un poco diferente. En lugar de mirar a Tang Feng con una mirada interrogante, Lu Tian Chen miró al actor con un sentido de aprecio y obsesión, transmitiendo una emoción de la que ni siquiera él sospechaba.

Como actor, Tang Feng creía que entendía las emociones detrás de las diferentes miradas. ¿Qué podría querer decir Lu Tian Chen al mirarlo tan profundamente?

La intensidad de la mirada del presidente hizo que Tang Feng no pudiera mirar hacia otro lado. Era como un fuego tratando de quemarlo vivo. Quería escapar del alcance del fuego, pero sintió como si no pudiera correr.

¿Quién no deseaba el amor de otro?

Los seres humanos, naturalmente, prestaban más atención a las personas que fueron amables con ellos. La gente recordaría quién les sonrió esa mañana, quién les compró el desayuno y quién les ayudó a llevar su bolso. Guardarían esas caras en la memoria y las recordarían la próxima vez que se cruzaran con esa persona.

Como humanos, era natural anhelar la atención, el amor y el reconocimiento.

Cuando Tang Feng entró en el camino de la actuación, ¿también era para obtener la atención que no podía recibir en su vida normal? Como un huérfano abandonado, ya le habían negado el reconocimiento que merecía como ser humano. Ante los ojos de la sociedad, tenía que demostrar que no era un inútil. Había un significado para su existencia. No nació para ser abandonado.

La gente solía decir que Fiennes era un milagro. Había pasado de ser un huérfano abandonado a un actor amado por millones. Como Fiennes, sabía que sus fanáticos lo amaban, pero ansiaba el amor de las personas que lo rodeaban mucho más que el amor de la audiencia separada por la pantalla. Solo las personas cercanas a él sabían cómo era en la vida real, y no el Fiennes que habían creado los medios y su agencia.

—Buenas noches —Lu Tian Chen se inclinó hacia delante y besó a Tang Feng en la frente. Se levantó de la cama y apagó la luz.

Tang Feng miró el techo en la habitación oscura —Lu Tian Chen, ¿qué se supone que es, exactamente, esto?

—Un calentamiento para tu actuación de mañana —respondió Lu Tian Chen con calma, como si fuera completamente lógico.

—Sabes a lo que me refiero, no cambies el tema. Explica de forma clara, no somos unos niños —Tang Feng parpadeó con fuerza y ​​volvió a abrir los ojos. Le dio la espalda a Lu Tian Chen y se llevó la manta hasta la barbilla.

Aunque los dos dormían en la misma cama, había dos juegos de mantas. Tang Feng tenía la costumbre de abrazar sus mantas mientras dormía. No le gustaba compartirlos con otra persona; lo que significaba que tenía que abrazar algo más para dormir.

—Entonces, ¿qué tipo de respuesta quieres de mí? —La voz baja de Lu Tian Chen sonó como si recitara un poeta en la oscuridad. Cada palabra era una historia, un poema.

—Tú… ¿Tienes sentimientos por mí? —Tang Feng chasqueó la lengua ligeramente molesto.

Después de hacer su pregunta, Tang Feng descubrió que no quería saber la respuesta. Si era un sí o un no, tampoco estaba contento con eso.

—Si te refieres a si quiero dormir contigo, entonces la respuesta es sí —La respuesta contundente de Lu Tian Chen hizo que Tang Feng sonriera. El hombre continuó: — ¿Recuerdas lo que dije? Puedo ser un hombre de negocios, pero también soy un hombre. Si estás interesado en seducirme entonces, no estoy en contra de tener un amor de oficina con uno de mis empleados.

Al escuchar esas palabras salir de la boca de Lu Tian Chen, Tang Feng sintió como si estuviera viendo una comedia seca.

Tang Feng enterró la cabeza en las mantas. Dijo con una voz ligeramente amortiguada: —Dije que no te he estado seduciendo. ¿Por qué no vuelves a tu habitación y duermes ahí?

Ni dos segundos después, Tang Feng sintió un toque cálido deslizarse por su espalda y extenderse hacia sus extremidades. Lu Tian Chen lo estaba abrazando por la espalda. Incluso a través de la capa de mantas, el calor entre ellas era suficiente para hacerlo arder —últimamente, has sido muy frágil.

—Oh…he estado tratando de ponerme en contacto con mi personaje. ¿Puedes soltarme un poco? Es demasiado caliente.

— ¿Caliente? ¿Desde cuándo usas pijama para dormir? —Lu Tian Chen se rió entre dientes. Tang Feng podía sentir el aliento caliente del otro en la parte posterior de su cuello — ¿Tienes miedo de que intente algo? ¿Sabías que, una persona está en su estado menos atractivo cuando está completamente desnuda. Es de mal gusto y solo los hace parecer bajos?

—Espera un segundo… —Tang Feng frunció el ceño— ¿Estás tratando de hacer que me quite la ropa?

El razonamiento descabellado de Lu Tian Chen no fue convincente en absoluto.

—Puedes tomarlo de esa manera.

¡Cielos! No sabía que un hombre serio como Lu Tian Chen tenía un lado perverso y descarado. En verdad, uno no debería juzgar a otros por su apariencia. Tang Feng se cubrió el rostro con ambas manos. ¿Exactamente qué es lo que está pasando? —No, siento que estás tratando de arrastrarme a una trampa. A partir de este momento, no responderé ninguna de tus preguntas. ¿Por qué no solo dormimos, de acuerdo?

Shisai
Y justo cuando traducía esta parte, sonaba Can\'t help falling in love de Elvis Presley en mi playlist jaja

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PELÍCULA: EL CALLEJÓN DE SATANÁS

ESCENA 12

LOCACIÓN: DENTRO DE LA IGLESIA: NOCHE

Los días pasaron uno por uno. Con la caída de la noche, los monjes de la iglesia habían regresado a sus propias habitaciones. Todo lo que quedaba en la iglesia eran las brillantes velas encendidas que bailaban con la salada brisa marina, y un solitario monje.

Tang, había estado en la iglesia durante tres meses. Creía que la noticia de su crimen nunca cruzaría el mar y llegaría a donde está. Tenía que creer que así sería. Usando una simple túnica negra, Tang se arrodilló frente a la figura de Dios y rezó. Rezó para que Dios perdonara sus mentiras, porque le había mentido a todos aquí en la iglesia.

Acerca de la carta falsa que les había dado, nadie sabía la verdad.

De vez en cuando, se despertaba durante la noche, con los oídos sonando con las acusaciones de sus compañeros anteriores. Lo acusaron de estar sucio. Las palabras ofensivas y los ojos deslumbrantes amenazaban con tragarlo como el mar afuera. Se estaba ahogando en las aguas, hundiéndose más y más. No podía respirar y la luz frente a sus ojos se atenuó poco a poco. Finalmente, se hundió en un mundo frío y doloroso lleno de oscuridad.

Tang, continuó orando y memorizando las escrituras.

La brisa marina se estrelló contra las ventanas, haciendo que los viejos marcos de madera crujieran en protesta. Algunas de las velas se apagaron con un silbido.

Después de media hora de oración, Tang se sintió mucho mejor. Podía sentir que, con cada palabra de oración, su corazón se calmaba. Abrió los ojos y miró a su alrededor. Él era la única persona que quedaba en la iglesia.

Era hora de que volviera a su habitación. Tenía que levantarse temprano y regar el jardín por la mañana. Los monjes en la iglesia vivían una vida autosuficiente. Como extranjero y recién llegado, era responsable de una gran cantidad de trabajo en la iglesia. Él no se quejó, sabía que era la forma en que Dios lo castigaba.

Tang, caminó hacia los candelabros. Tomó uno y lo sopló, la llama danzante se extinguió rápidamente, dejando una mecha humeante.

Se dio vuelta y, una por una, apagó las velas restantes.

De pronto, escuchó pasos detrás de él. Eran claros y constantes, como la llegada de una brisa repentina.

Tang, se dio la vuelta y miró en dirección a los pasos. La persona estaba oculta de pies a cabeza por una túnica negra. Todas las túnicas de monje venían con una gran capucha. Con la capucha levantada, todo lo que se podía ver desde afuera era la barbilla de la persona.

Entró por la puerta y se detuvo a tres pasos de Tang. Levantó sus pálidas manos y se quitó la capucha de su túnica. Tang conocía al hombre, era la primera persona que vio después de despertarse: Chris.

Aparte de los primeros días, Chris no había vuelto a hablar con él. Tang entendió que a nadie le gustaba hablar con alguien que no podía responder. Pero, a menudo, podía encontrar a Chris parado en diferentes lugares observándolo con una mirada profunda.

La atención de Chris puso a Tang tenso e incómodo. Podía sentir que su corazón se aceleraba, tratando de saltar de su pecho.

—Aquí estás.

Chris caminó hacia él. Tang miró al otro monje, sin saber qué hacer. Una vela encendida permaneció agarrada en su mano, olvidada. La cera fundida fluyó por el cuerpo de la vela y goteó sobre su mano. Tang se sacudió por el dolor e instintivamente dejó caer la vela.

La vela blanca aterrizó en el suelo y se partió en dos. La cera fluyó como lágrimas por su cuerpo y se acumuló en una piscina en el suelo frío y duro.

Tang miró la vela rota. Se inclinó para recoger las piezas, pero Chris lo agarró por la muñeca. La voz, que era tan tentadora como la del diablo, sonó junto a su oído.

—Lo sé…sé que tienes tu propio secreto. Es posible que hayas engañado a los demás con esa carta, pero no puedes engañarme, Tang…

Tang levantó la cabeza y miró a Chris. Había una batalla en sus ojos, paciencia luchando con miedo y fragilidad. Al mismo tiempo, Chris acunó la cara de Tang y lo besó en los labios. Tang luchó en el pecho del otro, arrastrando más velas al suelo en el proceso.

Las velas rodaron por el suelo y arrojaron luz por toda la oscura iglesia. El viento afuera, chocó contra las paredes con un frenesí, mientras que la luz de la luna rota reflejaba sus sombras entrelazadas sobre la figura de Dios.

En ese momento, un rayo de luz brilló en el cielo.

2 respuestas a “Una Verdadera Estrella – Volumen 2 – Capítulo 11: Una trampa oculta entre las palabras”

  1. Vaya que intenso todo. Tanto la escena de la cama con el presi “poniendo a prueba” a nuestro querido actor , como la escena de la película.

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