La gota de esperanza – Capítulo 24

Escrito por Grainne

Asesorado por Maru

Editado por Sharon


Larry suspiraba, sentado sobre su escritorio lleno de papeles luego de haber recibido una llamada de su amada Gina. Apoyó su cabeza contra el mueble mientras observaba los papeles con cansancio. Estuvo varias horas leyendo los testimonios de Florencia.

Pensaba en varias cosas, preocupado por el Limbo, pero más aún por el estado de su pareja. Sus ojos miel parecían vacíos mientras pensaba en un hilo de preguntas e inseguridades, provocando un gran miedo y cierto sentimiento de inutilidad de su ser.

El sonido de la puerta le despertó de repente. Asomó la cabeza hacia el marco, y observó la silueta de Bianca.

—¿Está todo bien? —le preguntó mientras se acercaba a él. Larry se acomodó en su sitio y negó con la cabeza.

—Tú tampoco te ves muy bien —comentó el español, señalando hacia las ojeras violáceas de la albina, quien soltó una risa nerviosa.

—Pues, mucho trabajo de por medio… —respondió agachando la mirada, para luego suspirar y decir con voz nerviosa y un sentimiento de anhelo—. Los extraño un poco y temo por sus vidas…

—Lo sé, hasta Guillermo no para de trabajar para no pensar las cosas con detenimiento. —Se acomodó delante del escritorio, agarrando todos los papeles para organizarlos adecuadamente mientras recordaba cómo Guillermo tardaba en contestar sus dudas esa mañana, ya que parecía muy pensativo.

—Sí… Lo escucho encerrarse en su oficina rezando cada noche… —suspiró Bianca, jugando con sus dedos y esquivando la mirada del muchacho.

—No sabía que él creía en Dios —comentó Larry, ignorando la afirmación de la albina sobre cómo espía a Guillermo por las noches.

—No lo hace, solo reza con miedo y esperanza.

—Más bien, me parece una desesperanza en busca de una salida fácil —respondió agarrando una carpeta para guardar los papeles dentro.

—Para los híbridos es diferente, el rezo es una forma de mantener la fuerza para un día más. —Lo miró con apenas una sonrisa.

—¿Has visto rezando a Gina? —la observó esperando una respuesta.

—He visto a Gina sufrir, la he visto llorar pero nunca rezando… Ella es como su padre, no cree en tales cosas para mantener esas ganas de seguir adelante sin ninguna tipo de fe en Dios… —contestó Bianca.

—Te equivocas. Ella rezó una vez, y fue ante la tumba de una híbrido. Cuando estábamos en Concordia. Ella es fuerte… —habló firme Larry, enfatizando la palabra “es” con seriedad.

La albina lo miró con cierta tensión en sus ojos y le preguntó:

—¿Estás celoso?

—Bueno, no voy a mentirte; Gina me contó lo que has hecho con ella y su reconciliación luego de “eso”. Pero no me convence mucho tu actitud de ese día…

—Ya dije que me mandé una cagada por una curiosidad estúpida. Actué como tonta y casi arruino el inicio de algo. No sé cómo ella no siguió desconfiando de mí, pero ya sabes… Ella es demasiado buena. —Se encogió de hombros.

—¿Qué sientes por Gina? —le preguntó el español mirándola con insistencia y esperando una clara respuesta.

Esto provocó nervios en ella, quien esquivó la mirada penetrante del hombre. El silencio se mantuvo por un tiempo, sin embargo, viendo que no dejaría ir el tema, no tuvo más opción que responder.

—Bueno, la quiero de otra forma —le sonrió apenas, aunque cuando Larry no dijo nada, continuó—: Pero siento que no correspondería a mis sentimientos ya que le hice daño por mi estúpida e inmadura curiosidad. Además, me ve como su amiga, y de forma muy diferente. Puedes ser torpe, descuidado, incluso brusco… pero no le harías daño, la proteges… Hasta intentas entenderla.

El silencio inundó la habitación mientras los dos se miraban entre sí.

—Creo que mejor iré a trabajar en lo que estaba haciendo… —se levantó de su sitio para dirigirse hacia la puerta, pensando que la falta de respuesta de Larry significaba que la conversación había terminado, pero el español la agarró suavemente de la muñeca.

—Estoy seguro que Gina te aprecia como amiga. —La soltó, sonriéndole—. Además, no te veo mala persona aunque tengas objetivos extraños…

—Pues, como dice el dicho, la curiosidad mata al gato —rio nerviosa y suspiró mirándolo—. Sabes que intento arreglar mis errores…

—A veces te envidio un poco, ya que la distraes para que no piense en las cosas que se vienen ahora. Y a mi me cuesta hacer otra cosa sabiendo que las personas mueren por estos demonios…

Bianca se acercó y le acarició su espalda como un gesto de compasión, aunque él la miró confundido.

—¿Sabes? Una vez mi padre me dijo que lo mejor en estos casos, es vivir al límite. Aprovechar el presente al máximo. —Agachó la cabeza mientras sus cabellos blancos se movían con el movimiento de su cuerpo, escondiendo entre sus rizos una sonrisa llena de melancolía y nostalgia—. Él murió asesinado por un demonio, pero nunca paró de dedicarme una sonrisa y sacar las cosas para adelante. Deberías hacer lo mismo para ella…

La mirada de Bianca estaba llena de tristeza, porque sus recuerdos le traían la imagen de su destruida niñez. Un demonio alargado devorando poco a poco a su padre mientras este no paraba de sonreírle y decirle que todo iba a estar bien. Una imagen que se convirtió en pesadillas constantes.

—Echas de menos a tu padre, ¿no? —le dijo Larry de repente. Bianca volvió a la realidad ante esa pregunta.

—Como no te das una idea… —Volvió a mirarlo, y se sorprendió un poco de ver que seguía teniendo su atención—. Él me enseñó muchas cosas de los demonios —le explicó melancólica y se sentó a su lado agarrando otra silla.

—Lo único que yo sé es que los pueden matar con armas de plata… —bufó con autodesprecio Larry. Su interés siempre había estado en el Limbo y en cómo entrar en él, por lo que no podía dejar de odiarse un poco por no haber investigado más y así volverse de más ayuda para Gina.

—Pues, hice muchos experimentos e investigué los documentos dejados por mi padre. La mayoría de ellos tenían como autor a un tal Marcos, pero nunca pude encontrar al hombre o más de sus escritos… Según él, se pueden hacer armas con restos de demonios —explicó mientras observaba como la cara de Larry se transformaba en una confundida.

—Marcos… ¿Cómo se apellidaba ese Marcos en los documentos? —le preguntó con un tono urgente.

—Marcos Urguiz… —Bianca lo miró quedándose en silencio sin saber cuál era el problema. Mirando los ojos mieles de Larry abriéndose con sorpresa, comprendió de repente por qué el interés del español—. Oh dios, él es…  —dijo, poniendo una mano en su boca para contener un jadeo de asombro.

—Mi padre —suspiró y acarició su rostro con frustración—. Él era mecánico pero parece que escondía algunos trabajos. Bueno, no me sorprende. —Estiró sus cejas mientras recordaba las horribles acciones de su padre—. Incluso sabiendo que él estaba casado y tenía un hijo, prefirió jugar con los sentimientos de David…

—¿David es gay? —exclamó sorprendida Bianca, mirándolo completamente desconcertada.

Larry la miró y volvió a suspirar.

—Bisexual, pero no diré mucho del tema, es algo personal de David y su vida —respondió con sinceridad.

—Entiendo, antes pensaba que solo me evitaba a pesar de mi gran… —hizo una forma con sus manos sobre sus grandes pechos.

—¿Te ibas a insinuar a ese viejo? —hizo una mueca de desagrado.

—Bueno, estar aquí haciendo tarea de las casas a veces es aburrido, y siendo que mi otra opción para conocer a alguien son discotecas y telos, prefiero no pisar esos lugares…

—¿Telo? —repitió Larry, estupefacto.

—Pues, lugares donde vas a…—negó con la cabeza al ver que este ya entendió su punto—. En fin, da igual. La cuestión es que no lo hice por respeto a Gina. Además, él no mostró interés en esas cosas cuando empecé a hablarle, porque supo quien era al instante. Mi padre fue socio de David —explicó entrando en confianza con el español.

—Oh, ya veo… Aun así… —frunció sus cejas confundido—. ¿Te parece guapo David? ¿En serio? ¿Un señor de cuarenta y tantos?

Bianca se encogió de hombros, a pesar de que sus mejillas se sonrojaron de la vergüenza.

—Cambiando de tema… —lo miró con súplica—.Tengo una duda

Larry asintió aceptando el cambio de rumbo en la conversación, ya que tampoco tenía ganas de hablar del padre de su novia saliendo con una amiga.

—Tengo curiosidad de armar algo con partes de demonios. Entonces estuve husmeando los documentos guardados en mi taller. Tengo incluso planos de tu padre… —Se levantó de su silla acercándose a la ventana con cierta culpa en la mirada y dijo—: ¿Recuerdas la espada de David? Ahora son pistolas especialmente diseñadas para Gina. A veces me siento un poco mal por la mirada de David hacia las pistolas… ¿Qué tiene esa espada que tanto anhela? —se dio vuelta observando el rostro del joven.

Larry juntó sus manos y colocó sus codos contra sus piernas, mostrando una postura erguida pero con un rostro triste.

—Pues, no puedo responder eso. Es parte de la vida de David y no soy el indicado para responder tu pregunta. Sin embargo, quiero ver esos planos. Mi padre habrá tenido sus razones

—Entiendo. Ven, están todos en mi taller

Larry se levantó, siguiéndola hacia la pequeña casita de madera posicionada en el patio trasero de la casona. Al atravesar la puerta tallada en madera, observó un escritorio con una caja de herramientas mientras que en las paredes había todo tipo de armas incompletas, además de varias cajas mal cerradas con cinta adhesiva.

El dúo ignoró todo lo anterior y se dirigió a un mueble enorme vertical con varios cajones. Bianca se acercó al primer cajón, donde tenía todos sus archivos organizados de la A a la Z.

—Aquí están los planos de tu padre. Este es de la espada y de las dos pistolas y este de cómo usar partes demoníacas en armas. —Le señaló dos planos de un papel amarillento debido a los años que estos tenían guardados. Ambos eran de papeles alargados con muchos cálculos, medidas, y ecuaciones. Sin embargo, la que mostraba más rarezas, era la de elementos demoníacos, ya que tenía pentágonos o dibujos extraños.

—Estos dibujos… —Observó fascinado, estuvo varios segundos pensando en ello hasta que la miró a Bianca y le dijo—: T-Tengo que hablar con Guillermo y Florencia, ahora.

—¿Eh? ¿Por qué? —le preguntó mientras lo seguía por detrás, ya que este aceleró el paso hacia la oficina de Guillermo.

Larry no le contestó, y en su lugar, comenzó a golpear la puerta de la oficina de Guillermo con fuerza, arrugando el plano en su otra mano.

—¡Guillermo, tengo que llamar a Florencia ahora mismo!

Escucharon unos fuertes pasos detrás de la puerta hasta que esta se abrió, y el dueño de la mansión miró al joven con gran cansancio.

—Perdona las molestias pero tengo que llamar a Florencia, ¿Cuánto costará la llamada? —preguntó con seriedad.

Guillermo lo miró y acarició su frente con frustración. Parecía no haber dormido por días.

—No puedo costear una llamada ahora, Larry. Gasta tu propio dinero y háblalo con ella. —Estuvo por cerrarle la puerta en la cara pero él reaccionó rápidamente con su pie y lo evitó.

—Guillermo, en serio, por favor. Bianca me mostró los planos de Marcos, mi padre. Y tanto usted como ella y mi padre, saben de algo más que solo magia negra y magia de luz. Necesito hablar con seriedad de esto, ahora mismo.

Este lo miró fijamente. Por su postura firme y puños cerrados, parecía a punto de cometer una locura Al final, el cansancio y sus pensamientos tortuosos no lo llevaron a la agresividad.

—Estoy en bancarrota —lanzó de repente. Los dos jóvenes le miraron estupefactos, pero antes de que pudieran responder, él continuó—: Esa información… pienso venderla —contestó finalmente, dándose vuelta para sentarse sobre su escritorio.

El joven español se acercó a él anonadado, sin embargo, la ira rápidamente hizo lugar en su interior. Furioso, le tiró el plano en su rostro. Se sintió como si hubiera sido utilizado para después ser desechado. Pero entonces, el temor por su pareja y el padre de esta reemplazó la ira. Llegó a sentir una gran angustia en su interior y de su boca solo salieron palabras llenas de gran decepción y traición.

—Está utilizando a Gina y David…. ¿Qué es lo que realmente quiere, señor Fitzgerald? ¿Acaso no tenía una relación amistosa con David? ¿No le preocupa mi pareja? Dígalo de una maldita vez… —se acercó al hombre obeso con tanta rabia que lo agarró de la camisa. Bianca gritó, pidiéndole que no cometiera una estupidez.

Guillermo se separó con un movimiento brusco. Con mucha tranquilidad, agarró un cigarro, y lo encendió sin desviar su mirada del joven. Después de dar una gran calada, sopló el humo de su boca lentamente, y habló con voz rasposa:

—Antes no me preocupaban en absoluto. Las acciones de Bianca de esa noche fueron hechas bajo mis órdenes. Fue todo una actuación de nuestra parte, pero ya sabes… te terminas encariñando con las personas, y tú te aferraste a alguien que no va a durar mucho.

Acercó su gorda mano hacia el suelo, y Larry lo miró confundido, hasta que vio qué es lo que pretendía. Guillermo levantó el plano que el español le había traído originalmente y lo miró, sin apagar el cigarro. El olor tóxico que despedía cada vez que inhalaba inundó toda la oficina.

—Ella sobrevivirá —susurró Larry con un nudo en la garganta. Se quedó callado para recuperar la compostura, y luego tomó aire para volver a hablar con molestar en la garganta—. En caso contrario, seguiré su trayectoria, solo por y para ella.

—Oh, chico, me has demostrado ser un buen hombre. Pero te diré algo simple: la esperanza en este mundo no existe si alguien muere dentro del Limbo. —Le señaló los pentagramas sin dejar de mirarlo con seriedad—. Esas armas, sabes bien que se hacen con sacrificios. Son un elemento clave, pero esto no se lo contaremos a Gina. Sabes bien que esa pobre niña no soportaría una información tan fuerte para su sensible corazón humano, y por eso la entretenemos con amor familiar en Italia. Puedo ser un frío hombre de negocios, pero no soy tan cruel como para mostrarle esto a una joven de diecinueve, casi veinte años, con una infancia destruida.

Larry lo miró con incredulidad pero negó con la cabeza. No soportaba estar lejos de ella, y menos sabiendo tal información.

—Usted no es frío ni cruel, está mal de la cabeza… Hacer con una chica de mente inestable siga como si nada, y vaya a saber a qué cosas la involucra… debería denunciarlo por todo el daño que le ha hecho…

—¿Denunciarme? No te conviene, Urguiz. Estamos a unos pasos de cerrar los agujeros del Limbo, a menos que quieras morir aquí mismo… Esperando un futuro con tu novia que nunca sucederá si te quedas estancado en este país tercermundista… Piénsalo mejor. —Volvió a fumar.

—Espero que le toque el mismísimo infierno cuando fallezca, no se merece este mundo con esperanza…

Le dio la espalda sin decir nada más, ya que no tenía caso intentar convencer a un hombre como Guillermo había probado ser. No le dirigió ni un vistazo a Bianca, que estaba parada en la puerta con la cabeza gacha, avergonzada. Pero no tenía tiempo para enfrentarse a ella ahora.

Sacó su teléfono con urgencia, dirigiéndose hacia el patio para hablar con tranquilidad. Intentó contactarse varias veces, pero como nadie contestaba, suspiró. Estaba mirando el horizonte, pensando qué hacer ahora, cuando su teléfono empezó a vibrar.

—¿Hola? —colocó su teléfono cerca de su oreja.

—¿Larry Urguiz?

—¿Con quién hablo… ? —preguntó sorprendido.

—Soy Florencia, necesito que me hagas… un enorme favor.

El joven entendió que necesitaría ir a Italia, no solo por Gina, sino para meterse a fondo en sus dudas. Guardó el plano de su padre en sus bolsillos, para no olvidarse de ellos mientras asentía con determinación a la llamada.

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