Cenicienta – Capítulo 1: Una mujer abandonada

Traducida por Den

Editada por Sakuya

---

Hubo un estallido en mis oídos.

No fue muy fuerte, pero pude oírlo con claridad sobre el ruido del baile.

¿Era el sonido de la terquedad? ¿O el sonido de los vasos sanguíneos estallando en cólera?

No, no lo era.

Era…

—Muy bien, acepto cancelar el compromiso —dije tan majestuosamente como pude en estas circunstancias.

Hice una elegante reverencia a mi ex-prometido, Eugene, y su nueva pretendiente cuyo modesto busto estaba apegado a su brazo y les di la espalda. Levantando el dobladillo de mi vestido moderadamente, me alejé de ellos ganando velocidad.

— ¿No es esa…?

¿Quién dijo eso tan estúpidamente?

No. No. No es relevante para mí. ¡Debo darme prisa!

¡Dios, es difícil correr!

Apreté mis dientes ante la sensación desconocida de recoger mi falda y comencé a correr una vez estuve fuera del salón de baile.

No miré al resto de asistentes que miraban mi huida con morbosa curiosidad. ¡Quería llegar a mi habitación temporal lo más pronto posible!

¡Oh no! Es inútil. ¡No lo haré a tiempo!

¿Por qué? ¿Por qué escogí llevar estas bragas de tirantes? ¿Por qué?

Sabía sobre el cambio en el corazón de Eugene. Hubo rumores en la sociedad, y hubo muchos conocidos que me contaron de su infidelidad sin que lo preguntara.

Mi compromiso con Eugene había sido divertido, pero no había estado realmente interesada.

Aunque había estado sosteniendo mi mano, la mujer de escarlata hizo su movimiento… Al robar el hombre de alguien más, no estuvo avergonzada de contarle a otros de lo que había logrado.

Para ser honesta, no me había gustado estar comprometida. Sentía que Eugene y yo, no estábamos hechos el uno para el otro. Aunque, su nuevo amor parecía ser una plebeya, parecía tener la habilidad de juzgar su entorno.

Pero eso no era importante en este momento, ¡las bragas de tirantes que estoy llevando son…!

¿Por qué había estado entusiasmada está mañana…?

—Iré, todavía puedo ir —había declarado sin pensarlo mucho.

Marie, mi doncella, me había animado: — ¡Sí, usted puede!

¡No, deberías haberme detenido, Marie!

En la casa de mi familia, la frugalidad [1] era nuestro lema, pero ¡todavía tenía una gran cantidad de costosa ropa interior! ¿Por qué escogimos esta? Oh, sí era mi par favorito. Lo llamé en mi imaginación y grité internamente: — ¡Gracias por proteger mi entrepierna hasta ahora!

Decidí que era mejor dejarlo ir.

No estaba mirando por dónde iba mientras corría, no quería que me dijeran que era una maleducada, especialmente cuando las bragas estaban por mis rodillas.

Pero me topé con algo duro.

— ¡Oh Dios mío! —exclamé.

Supongo que me choqué con alguien. Una persona con tal cuerpo firme que reboté.

—Por favor, perdóneme. ¿Está bien, milady? —una voz muy masculina preguntó por encima de mi cabeza.

Me froté la nariz dolorida, y con unos ojos llorosos miré hacia arriba, me había topado con el gen… ¡General Brennan!

Desde la fundación del país, el guerrero más fuerte que nació aquí era, el General Volker Brennan. Se inclinó para mirarme, su mano en una rodilla. Este solemne general; su cabello marrón oscuro estaba peinado hacia atrás con gomina y estaba muy bien vestido para el baile. Pero lo que me sorprendió fue que tuviera ojos color avellana.

— ¿Milady?

No respondí por un momento, el general se acercó a mí.

—Oh, estoy bien, gracias —dije finalmente.

El General Brennan suspiró aliviado y enderezó su gran cuerpo, por alguna razón su mirada se apartó de mí.

¡Oh no!

Mis bragas hicieron el viaje final hacia abajo. Podía sentir la delicada masa colgando de mi tobillo. Parecía que estaba exhausto ahora.

Me preguntaba si debería sonrojarme. O tirar todo y desmayarme. Es lo que las fieles doncellas de la Sociedad harían, por lo general, era bastante divertido.

¡Se lo dejo a usted, General!

Deseo que nuestro primer encuentro no sea tan malo como creo.

---

Notas:

[1] Frugalidad: la cualidad de ser económico con dinero o comida; ahorro.