Crié a un sirviente obsesivo – Capítulo 28: La adaptación de Raynard a la Academia (2)

Traducido por Melin Ithil

Editado por Lugiia


—Esto también forma parte del destino, ¡así que vamos a almorzar juntos! Mi estómago está retumbando porque no he comido nada desde anoche.

—¿De qué destino está hablando? Vaya con otro niño.

—Bueno, ninguno de mis compañeros de cuarto ha venido y, como todavía no estoy familiarizado con el lugar, estoy un poco asustado de ir solo a la cafetería. Además, pienso que, con su personalidad, será capaz de superar la barrera de ir a la cafetería solo. —Raynard soportó su emotivo comentario en silencio—. ¿Llegaron todos sus compañeros de cuarto?

—No. —Miró a la puerta de su habitación y añadió—: No tengo compañeros de cuarto porque es una habitación individual.

—¿Qué? ¿En serio? —Los ojos de Aiden se volvieron tan redondos que no podían hacerse más grandes. Asombrado, sacudió el brazo de Raynard mientras saltaba de un lado a otro—. Dijo que no era un noble, que solo luce como uno, pero ¿cómo es que tiene una habitación individual? ¿Proviene de una familia adinerada?

—No tengo una buena vida, es por mi patrocinador.

Justo después de responderle, Raynard se dio cuenta de que se estaba involucrando con ese gorrión. No podía creer que le había confesado no solo su nombre, sino que no era un aristócrata y que estaba ahí debido a un patrocinador.

Nunca me había encontrado con un niño como este.

Aunque Raynard no lo demostró en el exterior, estaba avergonzado por dentro. En su casa, en el orfanato, e incluso en la mansión Carthia, nunca había pasado tiempo con niños de su edad, al menos no hasta que Yurina apareció.

No obstante, a pesar de ser la única con la que pasaba el rato, hablar con ella era parecido a hacerlo con un adulto. Por lo tanto, esta era la primera vez que tenía una conversación adecuada con alguien de su edad, incluso si era un niño que actuaba como un potro enojado corriendo frente a él.

No podía entender a donde iba esa conversación. De hecho, ni siquiera sabía cómo había terminado hablando de eso.

A ese ritmo, tenía un poco de miedo de confesarle que sus padres fallecieron y que, tras ese suceso, terminó en un orfanato donde su patrocinador decidió invertir en él, quien además no era el marqués Carthia, sino Yurina, una niña dos o tres años más joven que él.

—¿Qué familia le está patrocinando?

—¿Qué va a hacer ahora? —respondió Raynard con seriedad, pensando que no debía seguirle el ritmo a este niño.

Sin embargo, a Aiden no le importó mucho el tono de su voz.

—Ya que vamos a encontrarnos más seguido en el futuro, sería bueno conocernos poco a poco. ¡También le hablaré de mi familia! Entonces, ¿qué tipo de familia le patrocina?

—No sé de qué está hablando.

—¿Me está ignorando porque soy del campo? —Pese a decir aquello, un atisbo de diversión permanecía en su voz y en su rostro. Agarró de nuevo el brazo de Raynard y se puso a repetir como un loro—: ¿Me está ignorando? ¿Me está ignorando?

Raynard empujó su rostro lejos de él con la palma de la mano.

—¿Me… es… ig…? —Con sus labios presionados contra la palma ajena, solo ruidos salían de su boca.

Realmente era un dolor de cabeza.

—Solo le diré que soy del Imperio Genosiano. ¿Satisfecho?

—¡Oh, del Imperio! Entonces, debe haber sido difícil para usted trasladarse hasta acá. ¿Vino solo?

—No, vine con mi maestro y el profesor Hutson.

—¿Hutson? ¿El profesor Hutson del curso de teoría de la magia? ¿Cómo? ¿Cómo puede un estudiante de primer año venir con un profesor?

La conversación pareció detenerse con eso, pero estaba seguro de que no era el final. Raynard sintió como si hubiera dicho todo lo que necesitaba decir en tan solo diez minutos, perdiendo ya toda su energía y sin haber podido comer aún.

Intentando sacudirse del agarre de Aiden, quien estaba sorprendido por el tema del profesor Hutson, Raynard contempló qué hacer para cerrar la boca de ese mapache. Después de suspirar, separó sus labios.

—Me pidió que fuera a almorzar con usted…, ¿no es así?

—¿Almorzará conmigo?

Hubo una pausa en su conversación antes de que Raynard le respondiera.

 —Si deja de hacer tantas preguntas…

—¿Qué tanto pregunté?

—¿Acaso no va a almorzar?

—¡Ya no haré más preguntas! ¡Vamos! Tengo tanta hambre que me duele el estómago. —Aiden se frotó el estómago y sonrió. Luego, tomó la mano de Raynard y comenzó a correr hacia la cafetería.

Raynard no pudo haberlo previsto en ese momento, pero ese chico llamado Aiden Tessie iba a involucrarse siempre en su vida académica, la cual pensó que se mantendría tranquila.

♦ ♦ ♦

Pasaron varios días desde aquel encuentro. Mientras tanto, Raynard estuvo siendo arrastrado por la Academia por él. Desde luego, comía con más frecuencia en la cafetería con el joven en lugar de Dave.

Por fortuna, se había acostumbrado a su forma de hablar, que al principio le fue bastante ruidosa, por lo que estaba un poco menos cansado los últimos días. Además, ya no se esforzaba por dirigirse a Raynard de manera formal.

¿Será algo bueno o malo?

Raynard, quien había estado cenado esa noche con Aiden, cayó sobre la cama como si estuviera agotado.

Si ambos fueran personas conversadoras, habría sido mejor para él, pero lamentablemente Raynard no tenía una personalidad habladora. No, incluso si disfrutara hablar, nunca podría acostumbrarse por completo a una persona como Aiden, quien nunca tenía la boca cerrada.

Después de tan solo unos días juntos, Raynard pudo conocer cada detalle de su situación.

Aiden Tessie: a pesar de tener un poco de modales, actuaba como plebeyo y no como un noble. Sin embargo, para su sorpresa, aunque su padre era un barón, el territorio de la familia Tessie era tan rural que a los ojos de la aristocracia no era un noble.

Se quejó durante mucho tiempo que, aunque el negocio principal en sus tierras era la agricultura, tenían más vacas y ovejas que personas y que su mansión siempre olía a estiércol de vaca.

También dijo que tenía dos hermanas menores y un hermano pequeño que eran aún más habladores que él.

En un principio, planeaba recibir entrenamiento como sucesor de sus tierras sin ir a la capital, pero después de que un mago que visitó su mansión descubriera que tenía talento, decidió trasladarse hacia la capital.

Raynard recordaba todo aquello no porque le interesara, sino porque se lo repitió como tres veces y su voz seguía balbuceando en sus oídos.

Voy a lavarme y a dormir, pensó mientras le daba escalofríos escuchar todavía aquella voz.

Se apresuró a tomar un baño y se vistió, pero sin darse cuenta, su mirada se dirigió al broche de rubí que estaba puesto sobre su mesa.

El rostro de Yurina, que había estado ausente durante las constantes charlas con Aiden, volvió a aparecer en su mente. De repente, se sintió deprimido una vez más.

Se enrolló en la manta y se quedó en ella como una oruga. Aunque estaba bien hasta hace un momento, ahora que estaba solo, volvía a sentirse deprimido. Odiaba admitirlo, pero ciertamente no se sentía solo durante el día gracias a Aiden…

Raynard tembló, sorprendido por el viento que aullaba afuera de la ventana y por las voces susurrantes de los niños.

No voy a llorar.

Apretó su mandíbula, tratando de contener las lágrimas. Si lloraba hasta quedarse dormido, sus ojos se hincharían por la mañana y Dave estaría preocupado. Entonces, la noticia llegaría hasta los oídos de Yurina.

No le gustaba la idea. Solo quería que Yurina escuchara buenas noticias de él, de que todo le estaba yendo bien en la Academia, De esa manera, podía tranquilizarla. Por supuesto, si es que aún no lo había olvidado.

¿Aún me recuerdas?

Pensar en ello hizo que sus ojos se humedecieran, haciendo que se esforzara de nuevo para no llorar. Ya había pasado aproximadamente un mes desde que dejó la mansión, pero ¿acaso Yurina se había olvidado de él?

Aunque Raynard podía soportar todas las cosas solitarias y aterradoras, no podía con el hecho de que ella no lo recordara.

Aun así, no debo llorar.

Determinado a ello, inspiró hondo por la nariz para evitar llorar y escuchó un sonido proveniente de la puerta.

¿Será mi maestro?

Aunque tal pensamiento surgió en su mente, Dave no debería estar ahí a esa hora. En caso de que hubiera oído mal, saco su cara de la manta y miró hacia la puerta.

Esta vez, escuchó el sonido de la puerta más fuerte.

—Oye, Raynard, ¿estás durmiendo?

Tan pronto como escuchó esa voz, su frente se arrugó. Era Aiden. No le respondió y trató de fingir que estaba dormido, pero los golpes continuaron de forma constante. Al final, se acercó para abrir la puerta.

—¿Qué?

—No estabas dormido, ¿verdad? —preguntó después de dudar por un momento, sosteniendo su almohada de aspecto suave en sus brazos—. Es un alivio. ¿Te despertaste por mi llamado a la puerta?

Raynard negó ligeramente con la cabeza. Aunque era un intruso no deseado, no lo había despertado.

—No, pero ¿qué sucede para estar aquí a esta hora? —Su mirada se dirigió hacia la almohada en los brazos de Aiden. ¿Estaba visitando otra habitación a esas horas con una almohada? Tenía un mal presentimiento.

—¿Puedo dormir hoy en tu habitación?

—¿Eh?

—Sé que es una petición grosera. —Se río con incomodidad y alborotó su cabello—. Después de la cena, volví a mi habitación y había otro compañero de cuarto.

—¿Y? Tu habitación es para cuatro personas, así que es natural que eso suceda.

Aiden suspiró hondo, como si se estuviera lamentando, en contraste con su personalidad optimista.

—Se trata del nuevo compañero de cuarto, Nathan… Bueno, tiene ocho años, pero a pesar de ser pequeño, parece estar demasiado cansado de su viaje a la capital, por lo que está roncando mucho. No me deja dormir.

—De acuerdo, ¿entonces?

—Sé que estoy pidiendo demasiado, pero… ¿no puedes dejarme dormir aquí solo por hoy? Nathan estará mejor cuando se deshaga de su fatiga, así que, por favor, permíteme dormir aquí por hoy. —Aunque era más alto que Raynard, lo miró como un cachorro que mira a su dueño con lástima.

Cuando Raynard miró hacia abajo y vio sus rodillas ligeramente dobladas, suspiró y pasó una mano por su rostro.

—Solo por un día.

En cuanto se le concedió el permiso, Aiden se apresuró a entrar en la habitación y se lanzó sobre la cama.

—Vaya, la cama es muy espaciosa. Pueden dormir cuatro personas en lugar de dos.

—Solo duerme.

—Por cierto… —Aiden, quien estaba barriendo la suave manta con su mano, miró a Raynard sentado sobre la cama e inclinó la cabeza—. ¿Estabas llorando? Tus ojos están rojos.

Raynard rápidamente le dio la espalda, poniendo los ojos en blanco. No obstante, el fastidioso Aiden se apresuró a su lado e hizo contacto visual.

—No me refiero al color de tus ojos, sino a la parte blanca. —Aiden parecía preocupado mientras señalaba sus ojos con su dedo índice—. ¿También sientes nostalgia?

—No.

—En realidad, yo extraño a mi familia. Para ser honesto, me sentía un poco solo al dormir cuando todavía no tenía compañeros de cuarto, pero me siento mejor al estar de esta manera contigo.

—Te dije que no es así. —Trató de responder con tono contundente mientras se acostaba en la cama, todavía dándole la espalda a Aiden para ocultar su rostro.

Por fortuna, esta vez Aiden no trató de revisar su rostro cuando se lo ocultó; en cambio, se acostó en la cama con la espalda contra él.

—Te sientes así porque estás solo. Yo también me sentía solo, pensando a diario en mi familia, hasta que llegaron mis compañeros de cuarto. Con ellos, ya no tengo tiempo de extrañarlos. Lo que quiero decir es que necesitas un compañero.

—Solo te estoy dejando dormir aquí por hoy…

—Oh, no están funcionando mis palabras. Tu cama es mucho más cómoda y agradable, no puedo evitarlo. —Aiden bostezó fuertemente a su espalda.

Raynard apagó la vela que estaba encendida en la mesita de noche. Cerró los ojos para dormir, pero extrañamente no podía. El calor que sentía a su espalda le era poco familiar. Incluso en el orfanato, los niños no se acercaban a él porque tenían miedo de sus ojos rojos.

¿No le dan miedo mis ojos?

Él le daba una sensación diferente a Yurina, quien le había dicho que sus ojos eran bonitos. Cuando conoció a Aiden, parecía más interesado en su apariencia general que en sus ojos. Después de su primer encuentro, nunca los había mencionado o se le había quedado viendo sin razón.

No sabía si era porque no estaba interesado o era porque sabía que era sensible al tema.

—Oye, Raynard, ¿sigues despierto? —Aiden pensó que podría estar durmiendo, así que bajó su tono de voz mientras su receptor fingía dormir con los ojos cerrados—. Sé que no estás durmiendo.

Siguió pretendiendo, sabía que si le respondía tendría que quedarse despierto toda la noche escuchando lo que tuviera que decir.

—Mis hermanas siempre fingen estar dormidas hasta que mi madre sale de la habitación. Ahorita, estás respirando igual que cuando ellas pretenden dormir.

—¿Por qué me hablas…?

—He escuchado rumores sobre tus ojos. Ya eres famoso en la Academia.

En un instante, su cuerpo se puso rígido. Raynard contuvo su respiración y sus ojos se movieron por debajo de sus párpados.

¿Se han extendido rumores?

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