¡Juro que no volveré a acosarte! – Historia Paralela: El príncipe extranjero (2)

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


Una sonrisa sin expresión: semejante contradicción le sentaba demasiado bien a este chico.

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Sina era una isla llena de beneficios y rebosante de animosidad, pero nadie sabía cómo había llegado a ser así. Aunque la llamaban “imperio”, nadie sabía mucho de su funcionamiento interno. Cuando Yulan intentó investigar, no encontró a ningún nativo, y mucho menos a nadie que supiera realmente cómo funcionaba la nación. La gente solo conocía datos superficiales: su nombre, su ubicación, etcétera.

Supuestamente, los habitantes de Sina preferían el instinto a la razón, la excitación a la seguridad y la estimulación a la tranquilidad. No tenían inteligencia ni carácter, y de hecho estaban más cerca de las bestias que de los humanos. No eran un país, sino una turba. Todo el mundo los despreciaba. Sin embargo, Yulan no era ni tan ingenuo ni tan tonto como para tomar tales rumores por hechos.

Juryle era un país que respetaba la paz y la benevolencia. El mundo aristocrático mantenía el país en funcionamiento, pero si se destapaba, se descubría un lodazal de ironía y desprecio. Aunque estas supuestas bestias no eran conscientes de su potencial para ser inteligentes, al menos reconocían lo poco que sabían. La ignorancia era vergonzosa, pero no reconocer la profundidad de tu propia ignorancia era mucho peor. En opinión de Yulan, esa ignorancia no solo era vergonzosa, sino también peligrosa.

Cuando era pequeño, Yulan no podía permitirse el lujo de tener el escudo protector de los demás niños. En su lugar, caminaba desnudo y sin ropa a través de un torrente de malicia humana. Mientras avanzaba, cubierto de heridas, ansiaba cualquier tipo de arma. Una lanza habría sido maravillosa, pero un escudo bastaría; podría blandirlo salvajemente sin preocuparse, usar su fuerza contundente para apartar todo lo que se interpusiera en su camino.

Pensándolo bien, se alegró de que sus deseos no se cumplieran. Si cuando era joven se hubiera lanzado a tal desenfreno, hoy no estaría donde estaba. Nunca habría conocido a Violette ni sabría de su dolor. Se habría consumido sin conocer su voz ni su rostro, y se habría pasado la vida de la cuna a la tumba sin un ápice de propósito. Afortunadamente, Yulan sí encontró a Violette, y ella curó todas sus heridas del doloroso viaje que había sufrido en su juventud.

Ahora buscaba fuerza, no para sí mismo, sino para proteger mejor a Violette. Entrenó su cuerpo, mejoró su físico y perfeccionó su mente, pero incluso después de todo eso, se sentía falto. No le bastaba con hacer una lista de las cualidades necesarias; tenía que aprender a curar sus habilidades, a aplicarlas de la mejor manera posible.

Había empezado a investigar sobre Sina cuando intentaba repasar geografía e historia universal, pero nunca había descubierto nada más profundo que un resumen de tres líneas. Aunque suponía que debería ser capaz de investigarlo en la misma medida que todos los demás países que estudiaba, Sina por sí solo seguía siendo un misterio.

Justo cuando Yulan estaba a punto de renunciar a aprender sobre Sina, oyó hablar de Gia Forte.

No era extraño que la realeza de Sina se inscribiera en la academia. Sin embargo, la mayoría de los alumnos desconocían la edad del príncipe siniano, por lo que no habían previsto su llegada. Esto facilitó aún más que rechazaran al príncipe extranjero como si fuera un extraterrestre aparecido de la nada.

Arrojado a un grupo de compañeros demasiado inmaduros para comprender el gran privilegio que suponía ser protegido, Gia era objeto de constantes cotilleos e incluso, en ocasiones, de algún daño. La mayoría de la gente que le rodeaba estaba tan absorta en sus alegres y pacíficos días de escuela que no podían comprender los efectos que sus acciones tenían sobre él. Al fin y al cabo, el príncipe les parecía diferente. Las circunstancias de su nacimiento eran diferentes, y él tenía opiniones diferentes. La gente de Juryle abogaba por la individualidad, pero esa misma gente no soportaba que él se diferenciara de ellos. Una mente abierta y un alto nivel de tolerancia podrían parecer similares en un principio, pero había una disparidad crucial entre ellos. Su tolerancia a esas cosas podía agotarse o desaparecer por completo en determinadas situaciones. Y cuando todos se reunían en tiempos de discordia, estas criaturas asumían automáticamente que la culpa era de la minoría. Los ciudadanos de este país ya habían manchado el nombre de Yulan antes, y parecían demasiado ansiosos por marcar a Gia de la misma manera.

—¿El príncipe de Sina? —preguntó un compañero—. ¿Le interesa ese tipo?

—Bueno, me interesa más su imperio —dijo Yulan.

—Tener una gran sed de conocimiento es estupendo, pero… mejor no acercarse.

—Ja, ja, claro.

Yulan daba siempre la sonrisa y la respuesta adecuadas, y al hacerlo daba a los demás la impresión equivocada de que estaba de acuerdo con ellos. Poco sabían que al revestir cada palabra que decían sobre Gia con desdén, se hacían disminuir en importancia para Yulan. Nunca se molestaba en recordar los nombres de esas personas, ni el contenido de sus conversaciones.

Supongo que en realidad no tenía ninguna información importante.

De la charla con el chico de la clase de Gia había sacado más o menos lo que esperaba. El aislado príncipe extranjero no había dejado escapar nada sobre sí mismo, y mucho menos sobre su propio país. O más bien, podría haber dicho algo, pero nadie le había prestado atención.

Aunque podría ser arriesgado involucrarse con él.

La posición de Yulan era más peligrosamente inestable de lo que cabría suponer. Su transformación de un niño—nacido como una existencia impura, aborrecido como una imitación y perseguido por la sombra de la muerte—, en un joven amable, gentil y prometedor, alabado por todos a su alrededor, no podía explicarse por medios ordinarios. Su aspecto extraordinariamente encantador y su astuto intelecto contribuyeron enormemente a este cambio, pero la principal fuerza motriz fue la desesperación de Yulan por salir adelante, por sobrevivir.

No es que nadie se planteara seriamente acabar con Yulan tal y como estaba ahora. Sin embargo, sin algún método mágico para alterar la sangre que corría por sus venas, nunca podría deshacerse de la posibilidad de que alguien apareciera algún día para acabar con él.

Habría preferido reunir la información que necesitaba sin interactuar con Gia… pero, al parecer, las cosas no serían tan fáciles.

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