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Después de eso, Ye Ying Zhi, Song Jin y su esposa ayudaron a Chi Yan con el funeral de su abuelo.
El abuelo no era nativo de Ciudad R. Fue asignado ahí debido a asignaciones de trabajo cuando era joven. Más tarde, se casó con la abuela de Chi Yan y se terminó quedando. Chi Yan también era un estudiante con pocas conexiones sociales, por lo que no había mucha gente que asistiera al funeral. Solo unos pocos estudiantes que tenían una buena relación con él en la escuela, dos familiares de la ciudad natal del abuelo y algunos de sus antiguos colegas que habían estado en contacto, asistieron. Algunos de los colegas de Song Jin también vinieron a ayudar, pero lo principal aún lo hicieron los hombres de Ye Ying Zhi y todo se hizo correctamente.
En el funeral, Ye Ying Zhi y Chi Yan siguieron la misma etiqueta tradicional para mostrar respeto como nietos del difunto, que era más elaborada que la de Song Jin. Se dijo a los forasteros que Ye Ying Zhi trataba a Chi Yan como a su hermano de sangre, pero después de pasar tanto tiempo con ellos, Song Jin y su esposa ya se habían dado cuenta de la relación que tenían. Chi Yan estaba un poco avergonzado, pero lo admitió, mientras los dos no pensaron que hubiera nada malo en ello. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 121: Funeral”
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Cuando Chi Yan se enteró de este incidente, sintió que su cabello se erizaba y un escalofrío recorría todo su cuerpo. El único consuelo era que el espíritu maligno debería haber sido aniquilado por esa cosa en el templo de Nuo Shen esa noche. Entonces, de la misma manera, se podría inferir que la formación de la energía fantasma tan fuerte en las tres áreas reclusas de Ye, Chi y Xu debe ser debido a la existencia de uno o varios espíritus malignos extremadamente poderosos, o la muerte de muchas personas.
Sin embargo, las tres familias habían sellado a muchos espíritus malignos en el área prohibida, no sería muy sorprendente que tales incidentes ocurran como resultado. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 120: El príncipe diamante rojo”
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Ye Ying Zhi no tuvo más remedio que encender su teléfono, descargar una aplicación de entrega de medicamentos las 24 horas y comprar un medicamento contra la fiebre de uso común. Mientras esperaba la entrega, abrazó a Chi Yan con la colcha entre ellos y lo calmó.
Chi Yan se sintió acalorado, pero estaba envuelto con fuerza. No podía respirar y comenzó a llorar, quejándose.
—Está bien, llora, ¿crees que llorar es útil? ¿Qué te dejaré ir solo porque lloras? Incluso lloras cada vez con más fuerza —el mayor susurró, abrazándolo. Sonaba malvado, pero en realidad su corazón se sentía muy angustiado y deseaba poder ser él quien se hubiese enfermado, pero no había nada que pudiera hacer. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 119: Mudarse de aldea”
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Chi Yan se fue y esa cosa no dijo nada al respecto. Todo fue tan bien que se sintió inquieto.
Cuando estaba en la escuela secundaria hace unos años, había visto muchas novelas y series dramáticas de televisión, pero las historias no eran así. Nadie podía irse tan fácilmente frente al jefe de los villanos, a menos que ese no fuera el verdadero jefe, sino que hubiese alguien más poderoso que él.
Pero no se lo tomó en serio. Después de todo, este era el mundo real y no una creación artística. Habrá personas muy poderosas como el hermano mayor Ying Zhi que siempre estarán a su lado. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 118: Un visitante en medio de la noche”
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—¿Todavía te acuerdas de lo que te conté de la aldea de He Jia? —Chi Yan preguntó—. Desde que me enteré de la muerte de Lin Zhu al principio, sentí una extraña familiaridad. La situación en la aldea de He Jia era similar. Muchas personas murieron y sus cadáveres estaban cerca, pero las personas vivas que los rodeaban no los veían. Era como si estuvieran cegados y todos pensaran que esas personas todavía estaban vivas. Recién al confirmar que “Chi Rong” a quien conocí desde que regresé, ya era una persona muerta, relacioné la situación aquí con la aldea de He Jia. Lo mismo aplica para Lin Zhu. Él ya estaba muerto, y lo que la pequeña Xin vio cuando regresó fue en realidad una persona muerta. Pero nadie se dio cuenta de esto hasta que su alma desapareció y no podía convertirse en un fantasma antes de que los demás encontraran su cadáver por alguna razón desconocida. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 117: ¿Quién eres?”
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Ye Ying Zhi estaba sentado en el sofá leyendo un libro. Sobre la mesa de café había una taza de porcelana con dibujos de hielo cristalino emanando la fragancia de Tie Guan Yin. Dejó el libro y levantó la cabeza cuando escuchó a Chi Yan entrar apresuradamente.
—¿Por qué tienes prisa por volver? ¿Extrañaste a tu hermano mayor?
Chi Yan negó con la cabeza apresuradamente, recuperando el aliento con calma. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 116: …”
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—¿Se ha ido? —Chi Yan repitió la pregunta sin entender a qué se refería.
Ayudó al mayordomo a levantarse y este comenzó a contarle lo que sucedió.
Resultó que, desde ayer por la mañana, habían descubierto que Chi Rong había desaparecido. Como Chi Yuan Shan acababa de fallecer y su cadáver no había sido enterrado, el anciano del clan ordenó al ama de llaves que primero suprimiera el asunto y mintiera a los invitados que vinieron a expresar sus condolencias, debía decir que Chi Rong estaba afligido por la muerte repentina de su padre, que había caído enfermo y estaba postrado en cama. En secreto, habían enviado gente a buscarlo. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 115: Conjetura”
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El coche de Ye Ying Zhi todavía estaba esperando junto a la carretera bordeada de árboles fuera de la mansión Chi. La luz cálida del automóvil estaba encendida y la ventana trasera abierta hasta la mitad. Un hombre vistiendo una larga gabardina negra estaba sentado tranquilamente con los ojos cerrados.
Chi Yan se apresuró a abrir la puerta del auto, entrar y abrazar al hombre.
Ye Ying Zhi le devolvió el abrazó, le sostuvo la barbilla y levantó la cabeza para mirarlo. Vio sus ojos rojos y sintió el dolor en su corazón. Se inclinó y lo besó. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 114: Despidiendo a los muertos”
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Chi Yan recordó de repente que cuando tenía dieciséis años, Chi Yuan Shan lo dejó fuera de la puerta y le dijo desde el interior de la puerta: —Ya no serás mi hijo. Tu madre y tú se irán de aquí, no volverán nunca más.
Luego fue al Bie Yuan de la familia Ye para contarle la noticia a su hermano mayor Ying Zhi. Quería decirle que salía de la casa de la familia Chi con su madre y quería pedirle consejo. Después de llegar, vio a muchos miembros del personal médico con uniforme blanco entrando y saliendo del pequeño edificio. El tío Fu le dijo que el Tercer Joven Maestro había caído en coma y estaban tratando de resucitarlo. Solo pudo pararse fuera de la casa y echarle un vistazo a través de los huecos del ocupado personal médico frente a él. Lo recordaba vistiendo una sencilla camisa blanca, acostado en la cama, con el rostro pálido y silencioso. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 113: Chi Rong”
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—… Lo diré cuando lleguemos a casa esta noche —respondió Chi Yan, bajando la cabeza.
—Está bien, pero no olvides devolverlo con intereses esta noche —Ye Ying Zhi no lo obligó a decirlo ahora.
Después de regresar a la casa de la familia Ye, el mayor no lo llevó de regreso al pequeño edificio, le indicó al conductor que los llevara a la biblioteca al oeste de la casa principal. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 112: Chi Yuan Shan”
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Chi Yan abrió los ojos en silencio y lo miró. Lucía como si estuviera siendo intimidado.
Ye Ying Zhi recordó la lucha y los sollozos mientras dormía en ese momento, y de repente no pudo resistirse a lamer sus dientes. Pequeño travieso, esa reacción no fue una pesadilla en absoluto, e incluso sintió lástima por él por un momento.
—¿Eh? ¿Me lo vas a decir o no? ¿A qué te refieres con muy lleno? —Apretó a Chi Yan en sus brazos, su tono era un poco más convincente, sus ojos estaban oscuros mientras lo miraba de cerca, luciendo un poco intimidante. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 111: Venganza”
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La cara de Chi Yan se sonrojó luego de mirar aquellos ojos negros que implícitamente se burlaban de él, en seguida entendió a qué se refería Ye Ying Zhi.
Solo podía decir que su retribución ocurrió demasiado pronto en esta vida. Este era en realidad el truco que usaba para conseguir besos cuando era niño. En el pasado se negó a tomar medicamentos al enfermarse. Ni siquiera aceptaba cuando el mayor intentó alimentarlo con frutas azucaradas y chocolate. Solo accedió a tomar su medicamento, recibir una inyección o una infusión de líquido si su hermano mayor Ying Zhi lo abrazaba y lo besaba. Inesperadamente, la marea había cambiado y ahora era él quien tuvo que convencer a Ye Ying Zhi de que tomara su medicina. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 110: El entierro”
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Este mayordomo estaba a cargo de la casa de Xu Rui y a quien mencionó era el mayordomo de toda la familia Xu, al servicio directo del abuelo Xu.
Después de que Xu Rui escuchó la noticia, salió con el mayordomo, dejando a Chi Yan y a Xu Xin en la casa.
—¿Qué está pasando? —Chi Yan estaba desconcertado— ¿Por qué el mayordomo dijo que este hombre murió hace tres días y tú dijiste que lo viste ayer anoche? ¿Quién es? —le preguntó a Xu Xin. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 109: Tomando medicamentos”
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Al principio, Ye Ying Zhi estaba disfrutando de la dulzura de Chi Yan jugando solo, dejándolo tratar de “calentarlo” con sus propios labios y lengua a su manera. Después de aguantar por un tiempo, no pudo resistirlo más. Se dio la vuelta, lo presionó debajo de él y lo besó. Estuvieron así un largo rato hasta que logró reunir fuerzas para separarse, soltándolo de mala gana.
—… Mi Ah Yan es tan dulce —susurró jadeante.
La cara del joven se puso roja en un instante, lo miraba sin saber cómo reaccionar. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 108: Cosas extrañas”
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La familia Xu había preparado alojamiento para los maestros taoístas que venían de otras partes del mundo para participar en el ritual de oración, pero Ye Ying Zhi se llevó a Chi Yan. No al jardín donde se habían conocido, sino a la casa principal de la familia Ye. La casa de la familia Ye y la de la familia Xu no estaban muy cerca y tampoco muy lejos. Ambos estaban en la misma zona, pero se tardaba media hora en ir de un punto al otro.
Como Ye Ying Zhi no vivió ahí en el pasado, Chi Yan recordó que rara vez había estado ahí, unas pocas veces para participar en algunas actividades con la familia Chi. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 107: Calentarlo”