El gran deseo – Capítulo 1: El sueño de la princesa (3)

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


¿Qué hice mal? —Sienna giró rápidamente la cabeza.

¿Es ese hombre más fuerte que el capitán de los caballeros?

Ella había competido con el capitán varias veces. Definitivamente, era más fuerte que los otros caballeros, tanto en fuerza como en habilidad. Aun así, era un oponente manejable.

No hay forma. Es muy joven. —Sienna decidió que había sido ella quien cometió un error.

—Fui demasiado imprudente. —Ella sostuvo su espada y se acercó galantemente a Kuhn, una vez más.

—De nuevo.

Sienna apretó más su espada. Ella no cometería el miserable error de perder su espada otra vez.

La espada de Sienna salió volando de sus manos. Voló más allá de donde podía alcanzarla y se hundió en el suelo blando. Ella miró fijamente la espada, antes de mirar sus manos. Ella apretó y soltó su mano en un puño. Su mano se sentía entumecida.

Sienna agarró su espada y dijo —Otra vez.

Esto sucedió cinco veces más. Cada vez, las espadas chocaban violentamente, antes de que Sienna pudiera evitar que saliera volando de su mano.

Con cada repetición, Sienna perdió más y más fuerza. No importa cuántas veces lo intentara, el resultado seguía siendo el mismo. Era inevitable y Kuhn, como había dicho antes, nunca fue fácil con ella, manteniendo su fuerza siempre igual.

Cuando Sienna agarró su espada por sexta vez, Kuhn habló.

—Paremos aquí.

Sienna frunció el ceño.

—Usted —ella suspiró, mientras bajaba su espada. Le temblaba la muñeca.

Al ver a Sienna perdida en sus pensamientos, Kuhn se sorprendió un poco. Había esperado que ella hiciera un berrinche y se pusiera furiosa. Sin embargo, aunque parecía desanimada, no parecía enojada en absoluto.

— ¿Eres fuerte?

—No voy a darte una paliza si eso es lo que quieres decir.

— ¿Eres más fuerte que los caballeros del palacio?

—No lo sé. Nunca he peleado con ellos, así que no puedo estar absolutamente seguro, pero no voy a perder.

Una excesiva y ridícula confianza. Sienna estaba sorprendida por eso, pero no sentía que fuera sin bases. ¿Era ella la extraña por pensar de esta manera?

—Si eres tan fuerte, ¿por qué estás en el rango más bajo?

—Solo los mejores pueden convertirse en uno de los Caballeros del Palacio Imperial. El mejor de ellos es el capitán.

—Con que es así.

El hombre respondió con una expresión aburrida. Creyendo que su comportamiento distante se basaba en la confianza de sus habilidades, Sienna no se ofendió.

— ¿Qué opinas de mis habilidades?

Kuhn quería irse. No estaba obteniendo nada bueno de su interacción con la princesa. Si tuviera que dividir el mundo en aliados y enemigos, la princesa sería un enemigo.

Debería haber escapado cuando ella pidió entrenar —Kuhn reflexionó sobre su descuido.

—Por favor, se honesto.

La princesa lo instó, por lo que Kuhn respondió de mala gana.

—Eres mejor que alguien que nunca antes ha sostenido una espada.

—Pero he peleado con muchos caballeros durante la práctica.

—Princesa. ¿Con qué frecuencia practicas?

—Una vez cada dos o tres días. Aproximadamente, dos horas cada vez.

—Los caballeros empuñan su espada todo el día desde la mañana hasta la noche. Su entrenamiento básico comienza a una edad temprana, y solo pueden practicar adecuadamente con una espada alrededor de los doce años. Si tienen la suerte y la habilidad suficiente, pueden convertirse en un caballero del Palacio Imperial.

Sienna entendió lo que estaba tratando de decir.

—Lo hicieron más fácil.

No había forma de que los caballeros de élite del Palacio Imperial fueran tan inferiores. Habían sido blandos con ella.

Sienna no podía creerlo. Era comprensible que sus compañeros de práctica la dejaran ganar a propósito, ¿pero también el capitán? ¿No eran los caballeros un símbolo de honestidad y justicia?

Ella había creído en sus habilidades naturales. Ella había estado tan confiada en que había recibido los rasgos superiores y geniales de la familia imperial. Todos a su alrededor dirían: “Como se esperaba de la princesa, ella aprende muy rápido”. Entonces, Sienna había pensado lo mismo sobre su esgrima.

Nunca quise falsas alabanzas.

Sienna dudaba que solo se detuviera con la esgrima. Ahora, sospechaba de todo.

— ¡¿Qué estás haciendo?!

Sienna le preguntó a Kuhn en estado de shock. Había agarrado la hoja con la mano izquierda y tirado con fuerza. La sangre roja fluyó por su mano.

—Te lo dije antes. Esta espada necesita probar la sangre una vez que ha sido desenvainada.

Sienna vio inexpresivamente a Kuhn volver a colocar su espada en su vaina.

— ¿Es una espada mágica?

Kuhn se rió entre dientes. Era una figura conocida en su propio mundo. Todos a su alrededor sabían quién era y qué espada usaba, por lo que esta, es la primera vez que alguien le hacía esa pregunta.

—Algunas personas piensan que sí, pero es más como un exorcismo.

— ¿Exorcismo? ¿Qué es eso?

—Hmm. Supongo que es un término que no es común en el Palacio Imperial. Es como un ritual para prevenir futuras desgracias.

Sienna se sintió mal por haberlo malentendido antes. Lo que le había dicho antes, no eran palabras vacías o falsas.

—Voy a pedir un poco de medicina.

—De verdad, estoy bien.

— ¿No es muy importante la mano de un espadachín? ¿Cómo podemos dejarlo estar como si nada?

La voz de Sienna estaba llena de preocupación, diferente de su tono frío normal. Kuhn sintió una sensación de cosquilleo en su corazón.

—Dijiste antes, que aún no te han colocado en un regimiento, ¿correcto?

El no respondió.

— ¿También fue una mentira?

Sienna lo fulminó con la mirada, mientras él miraba hacia otro lado. Ella se había interesado en este hombre. Era un poco arrogante, pero era muy hábil.

—Ahora que lo pienso, no sé tu nombre.

Nuevamente evitó responder.

— ¿No me escuchaste? ¿Cómo te llamas?

—Princesa. Alguien viene. Parece que te están buscando.

Sienna volvió la cabeza. Sus damas de honor se les acercaban. Su tiempo de práctica había terminado, así que llegaron justo a tiempo.

Sienna se dio la vuelta. En ese corto tiempo, el hombre se había alejado en la distancia. Ella frunció el ceño, mientras miraba su espalda, apretando los dientes.

—Puedes correr, pero no puedes esconderte

A lo sumo, había alrededor de mil caballeros en el palacio. Su apariencia, su edad aproximada y su espada única. Como ella sabía estas cosas sobre él, no sería difícil encontrarlo. En unas pocas horas, ella sería capaz de colocar a ese hombre frente a ella.

Sienna envió a una dama de compañía para que fuera a los Caballeros del Palacio Imperial con la descripción del hombre que estaba buscando. Sin embargo, al anochecer, los Caballeros aún no habían respondido. Envió a la dama de compañía de regreso para obtener una respuesta, pero aún no había noticias.

Al día siguiente, Sienna llamó a Gilbert, un caballero, y lo envió a buscar al hombre. Había pensado que ya lo habría encontrado, pero seguía teniendo retrasos.

Esa mañana, cuando regresaba a su residencia desde la reunión del Parlamento Central, vio a un grupo de damas de la corte caminando ocupadas. Ella no estaba de buen humor, así que hizo una observación.

—Que ruidoso.

Una dama de honor habló detrás de Sienna.

—Creo que se están preparando para el próximo banquete.

— ¿Estás hablando de mi cumpleaños?

—Sí, su Alteza.

Se acercaba el vigésimo cumpleaños de Sienna. En el Imperio, la mayoría de edad se celebra en su vigésimo cumpleaños. El próximo banquete serviría como una fiesta tanto para el vigésimo cumpleaños de la princesa como para la mayoría de edad.

Todos los años se organiza una fiesta espléndida en el cumpleaños de Sienna en el Palacio. El departamento a cargo, siempre se ocupó de los preparativos de la fiesta, y Sienna nunca prestó atención a los detalles.

—Envía a alguien al Departamento de Ceremonias y diles que tengo algunas preguntas.

—Sí, su Alteza.

El jefe del Departamento de Ceremonias, el Conde Dicken, se apresuró a regresar.

— ¿Qué? ¡Oh, por supuesto! Lo tendré listo ahora, Su Alteza.

El conde preparó los papeles y regresó. Sienna frunció el ceño, mientras hojeaba los documentos.

— ¿Gastas tanto dinero cada año para mi banquete de cumpleaños?

—No, alteza. Estamos gastando más este año.

— ¿Por qué?

—Porque es una celebración más especial…

— ¿Qué tiene de especial este año?

El conde miró a Sienna.

—Este año, se celebra su mayoría de edad, princesa.

—Esto es demasiado. Reduzca el presupuesto y vuelva a planificarlo.

—Perdóname, pero el Rey Rojo se ha interesado en el banquete y…

—Entiendo. Hablaré directamente con el Rey Rojo.

Después de que el conde se fue, Sienna fue al palacio del Rey Rojo. Cuando llegó a la entrada, observó las caras nuevas que habían sido contratadas allí, antes de hablar con la dama de compañía que había salido a saludarla.

—Parece que tienes un invitado.

—La condesa Elio está adentro, alteza.

— ¿Quién?

—La madre de la condesa Elio es la prima del Rey Rojo.

—Entiendo.

Sienna respondió desinteresadamente. No le importa mucho el complicado árbol genealógico.

La mayor parte de la aristocracia del Imperio tenía alguna conexión con la familia imperial. No importa qué tipo de relación o parentesco hayan compartido

— ¿Debo esperar a que terminen?

—No, su alteza. Me dijeron que la vería cuando llegara.

La dama de honor llevó a Sienna a la sala de estar. Dentro del lugar, dos mujeres estaban sentadas, una frente a la otra. Cuando Sienna entró en la habitación, una de las damas se levantó. La mujer tenía veintitantos años. Aturdida, dudó, antes de saludarla con un sonrojo.

—Saludos, alteza. Es un honor conocerla.

La condesa Elio estaba tan desconcertada que había olvidado presentarse. Sienna no señaló su error. No se volverían a encontrar de todos modos.

La otra dama sentada en el sofá, miró a Sienna y arrugó suavemente los ojos. Ella sonrió seductoramente, como si estuviera seduciendo a un hombre.

—Bienvenida, princesa.

— ¿Has estado bien, madre? —Sienna saludó con calma a su madre.

Era difícil saber la edad de esta dama, debido a la gran cantidad de maquillaje. Desde lejos, parecía tener veintitantos años, pero si uno miraba de cerca, parecía mucho mayor.

Lánguidamente, acarició la barbilla del gato en su regazo. El gato blanco ronroneó, saboreando el toque de su amo.

—Preséntate. Esta es la condesa Elio. Ella es como una sobrina para mí.

Sienna simplemente asintió. Ella no se presentó ni sonrió. A pesar de esto, los ojos de la condesa brillaron y sus labios temblaron de emoción. Solo conocer a la princesa en persona, hizo que su corazón latiera.

—Princesa, es un honor. Soy la hija del conde Luke …

Al darse cuenta de su error anterior, la condesa tartamudeó cuando se presentó. Sienna la cortó sin piedad.

—Tengo algo que discutir contigo, madre.

El Rey Rojo, Patricia, frunció ligeramente el ceño a Sienna, antes de sonreír tiernamente a la condesa.

—Disfruté de su compañía hoy, condesa. Hablemos más la próxima vez. Parece que la princesa tiene algo importante que discutir con su madre.

—Sí, Rey Rojo. Vendré cada vez que me llame, así que, por favor, siéntase libre de hacerlo. Con su permiso, me retiro.

Después de que la condesa se fue, Patricia reprendió ligeramente a Sienna.

—Dar un saludo apropiado no hubiera sido difícil, ¿verdad?

— ¿Había alguna razón por la que tenía que hacerlo?

Patricia estaba a punto de dar una charla a su hija sobre la importancia de la creación de conexiones, pero decidió dejarla en paz. No importa cuántas veces le dijo a la princesa, su comportamiento no cambió de todos modos. Sienna era su hija, pero el Rey Rojo sentía que era una extraña para ella.

Fue lo mismo con el Emperador. La pareja de padre e hija era igualmente fría y altiva. Estaban increíblemente orgullosos de su sangre. Ambos, despreciaron a los humanos y no trataron de tener una buena relación con ellos.

Afortunadamente, todavía la respetaban como la madre de Sienna. Aunque todos hablaron de cómo Sienna tenía una enorme devoción filial por su madre, no conocían la verdad. Fue todo gracias a los grandes esfuerzos de Patricia.

—La condesa puede ser alguien muy importante para ti en el futuro. Estoy pensando en hacer de su hermano menor un candidato para el Rey Azul.

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