Espada y Vestido – Capítulo 3 (1): El Escuadrón de Tareas Especiales

Traducido por Rencov

Editado por Shiro


Al principio pensé que él buscaría un lugar decente para conversar, pero resultó que me pidió que entrara a un carruaje con caballos que nos estaba esperando. Sentí curiosidad por saber adónde nos llevaría, pero creí que no habría muchos lugares que él pudiera visitar.

Pensándolo bien, esta era la primera vez que me quedaba cerca de él. 

A diferencia del escuadrón de Caballeros Imperiales, rara vez me había encontrado con algún caballero del escuadrón de Tareas Especiales. Eso probablemente se debía a que sólo unos pocos miembros del escuadrón de Tareas Especiales eran nobles. Los nobles de este grupo ni siquiera constituían la mitad de todo el escuadrón, por lo que rara vez se les veía en los eventos privados del Imperio. En mis primeros días como caballero había hecho varios mandados como entregar cosas al escuadrón de Tareas Especiales, pero en ese tiempo, el capitán Jullius aún no se había unido.

Observé en secreto al hombre ante mí que podría ser mi rival.

Cabello negro azabache, ojos gris pálido, edad estimada en menos de treinta años, y como alguien que fue acogido por el propio emperador de quién sabe dónde, su origen era un misterio. Sin embargo, su habilidad era sin duda la mejor de las mejores entre los Caballeros Imperiales. Nunca había perdido ni una sola vez en la clasificación entre Caballeros Imperiales que se celebraba cada tres años. Hubo algunos rumores sobre él, como ser el hijo ilegítimo del emperador que se mantuvo en secreto, un descendiente de otra raza que provenía de un continente diferente, y el más ridículo decía que en realidad no era un humano normal. Además, él ni siquiera se parecía al emperador.

—¿Nos dirigimos al palacio?

—Así es.

Hmm… al parecer nos estábamos dirigiendo a la sede del Escuadrón de Tareas Especiales dentro del palacio. Pudiera ser que no supiera la razón, pero eso no significaba que no pudiera adivinar.

El palacio, ¿eh? Hmm… Hice una breve visita allí antes de exterminar al Rey Demonio.

—¿Está bien el príncipe de la corona?

Estaba segura de que la maldición se había ido para siempre, pero era posible que hubiese quedado algún efecto secundario. El capitán Jullius permaneció en silencio por un momento antes de responder:

—Físicamente está bien.

—Eso significa que psicológicamente, ¿tiene un problema?

—Parece que Su Alteza se está culpando.

¿Culparse?, ah, tal vez…

—¿Por lo que le pasó a Sir Roel?

¿Porque morí para salvarlo?

El capitán Jullius asintió con la cabeza para afirmar.

Uhh…

—Creo que Su Alteza no debería culparse. Estoy segura de que Sir Roel nunca desearía que Su Alteza se sintiera así. Sin embargo, cuando alguien se convierte en caballero, debe estar preparado para enfrentar cualquier peligro inevitable en cualquier lugar y en cualquier…

—¡Señorita! ¡No diga sandeces! —cortó fríamente mis palabras en tono áspero.

Cerré la boca y lo miré. Cuando vi cómo trataba de ocultar su ira, la cual podía ver en su rostro, un sentimiento irritante surgió de mi corazón. ¡Fui yo la persona que murió y yo misma había dicho que no había ningún problema! ¡¿Y qué?! No sólo esos mocosos, sino también éste, ¡¿por qué todos se preocupaban por alguien que ya murió?! No tenían que estar en duelo demasiado, deberían dejar que los muertos se fueran a la otra vida en paz, ¡¿de acuerdo?!

Cuando nos envolvió el silencio, el carruaje de caballos pasó por la puerta principal del palacio y poco después se detuvo. Levanté un poco mi vestido y bajé del carruaje. El cuartel general del escuadrón de Tareas Especiales apareció en mi vista. Era un edificio de tres pisos construido con piedras grises resistentes.

—Por este camino. —El capitán Jullius mantuvo sus palabras cortas y continuó mostrando el camino. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que visité este lugar.

Lo seguí subiendo las escaleras y mientras pasaba por la entrada principal…

¡¿Qué…?!

Fuí abrumada por un aura asesina, y al momento siguiente, una espada voló directamente hacia mi nuca. Era muy tarde para evitarla ya fuera yendo hacia adelante o hacia los lados, así que todo lo que pude hacer fue bajar inmediatamente mi cuerpo sobre mis rodillas. En el segundo siguiente, la espada pasó por encima de mi cabeza. ¡Cabrón! Sin perder tiempo escaneé mis alrededores para encontrar al atacante en lugar de sólo maldecir dentro de mi corazón.

Tan pronto como noté que un hombre delgado se escondía detrás de la puerta de entrada, me puse de pie de golpe y corrí hacia donde se encontraba. Usé una de mis manos como apoyo contra el piso y estiré una de mis piernas, acto seguido le di una patada al hombre que se escondía.

¡Un gruñido!

¡Eso! Lo golpeé, ¡pero no fue lo bastante fuerte! Me las arreglé para patear su pierna, pero sólo lo sobresaltó, no fue lo suficientemente potente como para hacerlo caer. Si sólo estuviera en mi cuerpo original, al menos sus huesos se romperían. ¡Maldición! Aprisa volteé mi cuerpo y reuní mi poder sagrado para aumentar mi fuerza antes de lanzarle un golpe. Desafortunadamente, esta vez ese maldito mocoso esquivó mi puño y presurosamente saltó hacia atrás en retirada.

—¡Capitán!

Su llamada familiar hizo que mis movimientos se detuvieran. ¿Capitán? Ciertamente no me llamó a mí, ¿eso significaba que llamó al capitán Jullius? ¿Ese maldito mocoso era miembro del escuadrón de Tareas Especiales?

—Parece que ella no es la elegida. Ella usa el poder sagrado. Pero… —El mocoso continuó hablando de manera descarada— … su habilidad es extraordinaria.

Inmediatamente, enderecé mi cuerpo y arreglé algunas arrugas en mi vestido, después de eso, miré a ese mocoso. Detectar si alguien poseía poder sagrado sólo podían hacerlo algunos sacerdotes de alto nivel. En realidad no significaba que no hubiese una excepción, pero… ¿ese mocoso podría ser considerado como una rara excepción? O… ¿un rastreador experto? Aunque no era difícil adivinar si alguien poseía poder sagrado, especialmente cuando una chica débil de repente mostraba una enorme fuerza inusual. Sin embargo, me inclinaba más hacia este el último razonamiento.

—Ella usó el poder sagrado. —El capitán Jullius murmuró suavemente mientras me observaba.

Del mismo modo, le devolví la mirada con firmeza.

¿Y qué más da si usé poder sagrado? ¿Qué vas a hacer?  

Había muchas personas que poseían poder sagrado que no se convirtieron en clérigos. Además, un clérigo no podía casarse. Por eso, había muchos casos de nobles que por tener que continuar con su linaje, tuvieron que seguir viviendo como ciudadanos normales a pesar de que poseían poder sagrado. Sin embargo, no podían usarlo correctamente porque no recibieron ningún entrenamiento de la iglesia, y el único beneficio que obtuvieron al tenerlo fue que tenían un cuerpo más saludable en comparación al de una persona normal.

¡Arghh! De todos modos, eso no era importante en este momento. Con pasos apresurados, caminé hacia el capitán Jullius, quien todavía estaba reflexionando sobre ello.

—¡Présteme su espada!

—¿Qué? —preguntó sin comprender el capitán.

—Parece que ha habido una confusión por su parte. Ahora que se ha solucionado, alguien debe resarcir su error.

Extendí mi mano en demanda al hombre sin quitarle el ojo de encima al mocoso rubio que estaba parado bastante lejos de nosotros. Dado que había apuntado al cuello de otros antes, ahora era mi turno de usar su cuello como mi objetivo. Alguien dijo que si recibías una bofetada, debías devolverla con un golpe. Pero estaba de acuerdo con la expresión de «pagar con la misma moneda».

—No tengo ningún arma y es imposible vencer a ese bastardo con las manos desnudas, así que présteme tu espada. ¿No es él su subordinado?

Estaba dentro de lo razonable, puesto que el líder estaba obligado a asumir las responsabilidades de los errores del subordinado. Por eso, ¡rápido entrégala! Dame tu espada! Moví mi mano extendida en demanda de ésta mientras lo miraba a la cara. El capitán Jullius dudó por un momento antes de mover sus manos hasta su cintura.

Al ver lo que estaba por hacer, el mocoso rubio, se asustó y exclamó:

—¡C-Capitán! ¡Esa es Calitus! No tiene la intención de prestarle Calitus a esa mujer, ¿verdad?

Ah… de repente recordé algo. Miré hacia abajo y vi la espada en la mano del capitán. Aunque la vaina de la espada parecía común, ésta era Calitus, una de las espadas más preciadas del Imperio, lo mismo ocurría con la espada sagrada, Altaire. Había oído antes que el líder del escuadrón de Tareas Especiales, el capitán Jullius, era el dueño.

¡Eso era genial! Estaba segura de que podría vencer a ese maldito mocoso rubio.

—Tiene razón, señorita. Efectivamente, le ha hecho algo insolente.

—¡Capitán!

No importaba cómo ese mocoso le suplicara al capitán, todo fue en vano. Éste me entregó su espada. ¡Sí!

—¡Maldito mocoso! ¡Prepárate para morir!

Ágilmente giré mi cuerpo y desenvainé la espada. Los sonidos de ésta desenvainada se podían escuchar claramente y hacían que a cualquiera que la oyera se le pusiera la piel de gallina. Esta espada no era demasiado pesada ni demasiado ligera. Sólo me sentí bien cuando la sostuve, como si la hubiera usado durante toda mi vida, aunque esta fuera la primera vez que la sostenía. Anteriormente, nunca entendí por qué las personas siempre se preocupaban por un buen arma, pero ahora que mi cuerpo era débil, entendí la razón. Al usar esta espada no sólo podría derrotar a un caballero normal, incluso uno de alto nivel no sería rival para mí.

—¡Capitán! ¡Se excede! ¡Mi espada no tiene oportunidad contra la suya!

Ese mocoso de cabello amarillo comenzó a huir con cara abatida al verme sosteniendo la espada. ¡Maldita mocoso!

—¡Eh, tú! ¡Alto ahí!

¿Cómo podría un hombre adulto como él huir sin tratar de oponer resistencia un poco? Después de arrojarle la funda al capitán Jullius, tomé la espada con mi mano derecha, mientras que la otra la usé para levantar la esquina de mi vestido, y luego comencé a perseguir a ese maldito mocoso. Pero éste era realmente ágil. Peor aún, desapareció rápidamente cuando traté de ubicarme, este era su territorio. ¡Maldición!

—Es realmente rápido…

Sin que me diera cuenta, había llegado al otro lado del edificio mientras perseguía al chico rubio. Al mirar alrededor, supuse que este lugar podría ser un campo de entrenamiento. Así pues, estaba pensando en regresar con las manos vacías a donde se encontraba el capitán Jullius cuando vi la espada en mi mano, entonces, por mi mente pasaron algunas ideas extrañas.

¿Debería llevármela y correr?

Observé la deslumbrante hoja delgada de la espada y no me di cuenta de que mi boca comenzó a babear. En el pasado, podría no haber estado interesada en las armas, ¡pero ahora realmente quería esta espada! Calitus era una espada atesorada que era famosa por su extraordinaria habilidad para cortar cualquier cosa, incluso la espada del adversario. Lo que necesitaba ahora era fuerza para poder enfrentarme a enemigos.

También me faltaban otras cosas en comparación a como era en mi vida pasada, pero la fuerza física era mi principal preocupación en este momento. Si no fuera lo suficientemente fuerte, definitivamente sería arrinconada tan pronto como mi arma chocara contra la del enemigo. Eventualmente, tendría que evitar o bloquear el arma enemiga, pero no necesitaría preocuparme por mi fuerza física, y podría cortarla directamente con la Calitus.

Cuanto más lo consideraba, esta espada se veía mejor que nunca.

En realidad, la espada sagrada Altaire era la espada más poderosa contra los demonios, pero era un asunto diferente cuando se usaba contra humanos normales. La espada sagrada tenía un inconveniente a diferencia de las otras tres espadas atesoradas. Para nosotros, los Caballeros Sagrados, la espada sagrada era la espada más adecuada porque la mayoría de las veces lidiábamos con demonios o monstruos.

Ellos debieron haber traído a Altaire de vuelta a salvo, ¿verdad?

A decir verdad, destruí la espada sagrada, pero podría ser restaurada a su forma original. Sólo tenían que recoger todos los fragmentos y colocarlos en los altares, luego, en pocos días, se encontraría perfectamente restaurada. Ahora que el funeral había terminado, la iglesia debería estar ocupada con la preparación de la inauguración para el nuevo líder del escuadrón de Caballeros Sagrados después de que la espada sagrada fuese restaurada. Según mi predicción, los tres principales candidatos fuertes serían…

—¿Huh?

En ese momento, se escuchó cómo alguien exclamó sorprendido. Cuando levanté la cabeza, vi a un joven en su adolescencia mirándome, o para ser precisos, estaba mirando fijamente la espada en mis manos.

—Es Calitus, ¿no? Es la espada del Capitán.

¿El joven frente a mí también es miembro del escuadrón de Tareas Especiales?

—La tomé prestada temporalmente.

—¿La tomaste prestada? —El joven expresó su duda y me miró con recelo. Bueno, no era de extrañar que sospechara.

—Entonces, ¿crees que podría robarla? ¿Del líder del escuadrón de Tareas Especiales?

—Mmm… eso tampoco es posible.

Después de escuchar mis palabras, ese mocoso asintió con la cabeza. Aah… el líder del escuadrón de Tareas Especiales no era alguien a quien pudiera robar o incluso arrebatar algo a la fuerza. Así que, sin dudas, la tomé prestada.

—Pero, ¿por qué el capitán le prestaría la Calitus, señorita?

—Porque quería golpear a un maldito mocoso del escuadrón de Tareas Especiales.

—¿Huh? ¿Cuál?

—Un mocoso delgado con cabello rubio.

—Oh, ¿Clauen?

¿Clauen…? ¿Era un artista de circo? Parecía que no era su nombre real. Le sonreí alegremente al joven que se acercó a mí.

—¿Sabes dónde está?

—Si realmente huyó, entonces sin duda alguna ya no estará por aquí. Y además… señorita, ¿quién es usted?

—Ro– Silla Epheria. La hija mayor del conde Epheria.

Justo ahora casi me presenté como Roel, capitán de los Caballeros Sagrados.

—Oh, esa… soy Lather. Pero por lo general, me dicen Lathy.

En lugar de tratar de recordar su nombre, estaba mucho más interesada en las palabras que dijo al principio. ¿Qué quiso decir con «esa»?

—Lathy, parece que sabes algo sobre mí.

—¿Mm? ¿El capitán no le dijo nada, señorita? ¿A pesar de que ha sido traída aquí? El capitán ha confirmado con seguridad que no es la elegida. De lo contrario, no podría tomar prestada a Calitus.

¿«No es la elegida»? Ese maldito mocoso de circo también dijo algo similar. Estaba a punto de pedirle más información a Lathy, pero decidí buscar al capitán Jullius. Él debía saberlo en detalle, ¿verdad? Antes de eso… miré la sede del escuadrón de Tareas Especiales que no podía considerarse pequeña…

—Lathy.

—¿Hm?

—¿Sabes dónde está el capitán Jullius en este momento?

Estaba tan concentrada en perseguir a ese maldito mocoso que no presté atención a mi entorno, ahora no sabía de qué puerta venía. Lathy se echó a reír cuando escuchó mi voz abatida, y luego me hizo una señal con su mano para que lo siguiera.

El lugar al que íbamos era una sala de oficina en el segundo piso. Me trajo justo en frente de la puerta de ésta y luego rápidamente se dio la vuelta para correr después de decir:

—¡El Rey Demonio está dentro de esa habitación!

¿Rey Demonio? Era imposible que hubiera un Rey Demonio dentro de la capital, aún más dentro del Palacio Imperial. Debía ser alguien más, ¿verdad? Levanté la mano y llamé a la puerta.

—¡Adelante!

La voz que provenía del interior era de alguien desconocido para mí. Esa no era la voz del capitán Jullius, entonces ¿quién podría ser? ¿El Rey Demonio? Cuando abrí la puerta y entré, vi a dos hombres allí. Uno de ellos era el capitán Jullius y el otro era un hombre de cabello y ojos rojos brillantes, el cual vestía un uniforme pulcro. Los miré a los dos y levanté la espada en mi mano.

—La espada…

Huhu… no quería devolverla. Pero no podía robarla, ¿verdad?

—Vengo aquí para devolver esto.

—Capitán Jullius Rizar.

Tan pronto como reconoció a Calitus en mis manos, el hombre que vestía uniforme pasó a tener una cara sombría y aterradora. Él dirigió su vista hacia el capitán Jullius y habló en voz baja:

—Calitus es un símbolo del capitán del escuadrón de Tareas Especiales y también una espada que fue otorgada directamente por Su Majestad. ¿No sólo la dejaste imprudentemente en quién sabe dónde sino que incluso se la prestaste a un extraño que acabas de conocer? No tiene ningún sentido. Como tu asistente, no soporto cuando mi superior se vuelve demasiado laxo.

—¿No está permitido? —El capitán Jullius hizo un puchero mientras murmuraba, y me sentí algo culpable dentro de mi corazón. Él amablemente me prestó su espada, yo por otro lado rompí la espada sagrada en pedazos. Aunque podría ser restaurada de nuevo, no pude evitar sentirme culpable por ello.

—Por supuesto que no está permitido. Espero que no haya una próxima vez.

—Entendido.

¡¡Arghhhh!! Parecía que fuese a mí a quien estuvieran regañando. De repente, creo que pude escuchar claramente todos los regaños habituales de los ancianos de la iglesia y también de los cardenales en mis oídos. Capitán Jullius, sabía lo que se sentía. Como líder, la presencia de un asistente era similar a una correa que ataba tus movimientos. Una correa que podría ser dolorosa cuando ésta tiraba con fuerza.

Observé secretamente el estado de ánimo del asistente y me acerqué al capitán Jullius. Ahora tenía que devolverle la espada, pero…

Aah… era realmente difícil separarse de esta espada.

—Ughh… ¡adiós, adiós amor!

Con cara de decepción, le entregué la espada al capitán Jullius. Aunque nuestro tiempo juntos fue corto, nunca te olvidaré… Duh, me sentí un poco culpable hacia Altaire.

No te preocupes Altaire, todavía me gustas.  

No importaba que, un compañero que pasó por las buenas y por las malas aún era el mejor. Era una pena que te hubieses roto en el último momento. Bueno, principalmente fue mi culpa que te hubieses hecho pedazos.

—Gracias por prestarme su espada. Aunque todavía no fui capaz de golpear a ese mocoso molesto.

—Es un experto en huir.

¿Me prestó su espada a propósito porque sabía que no podría atrapar a ese mocoso? Bueno, tampoco prestaría esa poderosa espada si supiera que mi subordinado no podría escapar. Bueno, independientemente de eso. Lo principal era que ya le había devuelto su espada. Ahora volviendo al problema principal. Miré a los dos hombres delante de mí.

—¿Cuál es la razón por la que me trajo aquí?

¿Por qué apareció de repente como mi testigo y luego me trajo aquí para lanzar un ataque contra mí? Después de pensar un poco, era muy sospechoso ver al capitán Jullius caminando de un lado a otro cerca del solemne asistente. Tuve el presentimiento de que él se había sido escondido deliberadamente en algún lugar para vigilarme, en vez de verme accidentalmente saltar de la ventana ese día.

—Señorita Silla Epheria. —Fue el asistente quien comenzó a hablar después de escuchar mi pregunta.

—¿Sí?

—Lo que voy a decir después de esto es confidencial. Debes mantenerlo en secreto.

—Debe haber sabido que no tengo con quién hablar de todos modos. En la mansión, sólo hay una criada que me sirve.

Aunque no había conocido al conde y a mis hermanastros, pero aparte de Sofía, todas las personas en la mansión me consideraban como alguien que nunca existió. Si por casualidad nos topáramos, aparte de un saludo, ni siquiera se molestarían en mirarme. El asistente se encogió de hombros cuando me escuchó.

—Bueno, de todos modos será tu pérdida si se lo cuentas a otros.

—¿Oh? Qué curioso.

El asistente guardó silencio por un momento antes de continuar la conversación:

—El Rey Demonio que maldijo al príncipe de la corona estuvo aliado con la casa del conde Epheria.

—¿Qué?

—En otras palabras, significa que la posibilidad de que el conde Epheria intentara dañar a Su Alteza, el príncipe de la corona, es muy alta.

Abrí los ojos al instante al no poder ocultar mi sorpresa. Huh… Mmm… después de pensarlo detenidamente, ¡de hecho era posible! ¡Maldición! ¿Por qué nunca pensé en eso? Seguramente, cualquier Rey Demonio rara vez haría un contrato con una sola persona. Cuanto más desearan poseer almas humanas, vincularían siempre un contrato en cada oportunidad que se les presentara. En ese caso, quizás el conde Epheria realmente hizo un contrato con el Rey Demonio para maldecir a Su Alteza, el príncipe de la corona, pero aun así…

No se podría clasificar como un contrato normal uno en el que un noble usaba a su propia hija consanguínea como sacrificio…

Si no fuera por algunas solicitudes especiales a cambio, sería mejor secuestrar a huérfanos o niños callejeros, convencerlos para que vincularan un contrato y luego descartarlos después de que todo estuviera hecho. Era poco probable que lo atraparan y, más importante, no habría problemas posteriores. Sin embargo, usar su propia carne y sangre como sacrificio, independientemente de que hubiera algún afecto o no, fue un movimiento arriesgado. Si usaba su propia carne y sangre, debía encerrarla dentro de la mansión como precaución, y se convertiría en un problema mayor si lo atrapaban. Además, podría surgir la sospecha de la iglesia si, de repente, un noble muriera a temprana edad cuando se completara el contrato.

Sin embargo, podrían gozar de mayores exigencias si se usara a una joven noble como sacrificio. También habría algunas limitaciones sobre cuánto poder podría ser absorbido por el Rey Demonio. Cuanto más talentoso y joven fuera el sacrificio, mayor sería su valor. Entonces, eso significaba que el contrato se hizo recientemente… ¿Silla estuvo de acuerdo? No tenía idea.

Aah… pasara lo que pasara, ahora me enfrentaba a asuntos terribles.

—Entonces, la razón por la que fui atacada…

—Para confirmar algo. Ahora, lo más sospechoso que se utilizaría como pago del contrato del conde no es otro que tú, señorita Silla Epheria. El sacrificio utilizado para cumplir el contrato usualmente tiene una barrera débil del Rey Demonio, por lo que no tuvimos más remedio que ofenderte para verificar. Y el resultado es que no eres el sacrificio porque usaste el poder sagrado.

Tenías razón pero, para ser precisos, este cuerpo era el sacrificio, no mi alma. Aun así, no podía admitirlo abiertamente y darle un cumplido como: «¡Lo has adivinado correctamente! ¡Increíble!»

Como no dije nada, el asistente me preguntó:

—Aparte de eso, escuché que usaste bien el poder sagrado.

El método para usar el poder sagrado sólo era conocido por los clérigos, y únicamente éstos podían enseñarlo. Aunque a veces se podía enseñar en secreto, pero las prácticas estaban estrictamente prohibidas para evitar que otros usaran el poder otorgado por la Diosa para una causa equivocada.

—Ah, en realidad mi sueño es ser un clérigo.

Eso no era mentira.

—Y en el pasado, conocí a Sir Roel por casualidad.

—¿El líder del escuadrón de los Caballeros Sagrados?

—Sí. Como ambos saben, la condición de mi familia es un poco complicada. Es por eso que Sir Roel me enseñó un poco sobre el poder sagrado para protegerme. El método para usar el poder sagrado de los Caballeros Sagrados no es tan significativo como para ser un secreto de todos modos.

Los Caballeros Sagrados podrían usar su poder sagrado porque residía dentro de sus cuerpos y podrían aprender a usarlo sin mucho esfuerzo. En resumen, este tipo de uso sólo era útil para el cuerpo de uno, a diferencia del poder sagrado de los sacerdotes que se usaba para dar bendiciones y sanar a otros.

—Sir Roel incluso dijo que me prepararía para unirme a la iglesia después de que regresara de su misión, pero… —Miré hacia abajo y me tapé la cara con las manos mientras fingía algunas lágrimas. Sabía que esto era tonto, pero ¿cómo podrían saberlo de todos modos? En cualquier caso, era yo todo el tiempo. La Silla de este momento y la Roel ya fallecida, ambas son mi persona. Bueno, ¡supongamos que me hice una promesa a mí misma, entonces! No sería mentira si pensara de esa manera.

—En conclusión, señorita Silla Epheria, puedes usar el poder sagrado así que no tienes afiliación con el Rey Demonio.

—Sí. Por supuesto.

Para ser honesta, hubo una conexión, fui yo quien golpeó al Rey Demonio hasta dejarlo morado. Aah… y sólo necesitaba un último golpe para terminar con todo…

—Entonces, ¿podemos pedirte que cooperes con nosotros como espía en la casa Epheria? Aunque ya enviamos a alguien, sería mejor tener otro espía que sea miembro de la familia, a pesar de que no eres favorecida.

—¿Han enviado a alguien? ¿Puedo preguntar quién es?

—Eso es un secreto.

¿Implicaba que no era lo suficientemente confiable como para ser informada del espía? Mmm… ¿actuar como espía dentro de la familia…? No era una mala oferta. Pero…

El problema podría volverse más complicado de lo que ya era si supieran que yo era el sacrificio del contrato.

Ese era el mayor problema que podría enfrentar en el futuro. Alguien que hiciera un contrato con los demonios sería condenado a muerte o exiliado. No sería un problema si pudiera demostrar que era Roel y que había conseguido que mi alma fuera intercambiada por la de Silla. Pero no me creerían si lo dijera de todos modos. Definitivamente pensarían que inventé algunas mentiras para no ser exiliada.

Por ahora podría liberarme de la sospecha porque podía usar el poder sagrado, pero… si el contrato se hizo antes de que naciera Silla, entonces todos mis esfuerzos serían inútiles.

Alguien que había despertado su poder sagrado no podía usarse como sacrificio y vincularse con los demoniosa través de un contrato, pero sería diferente si éste se hiciera antes de que despertaras tu poder sagrado. No importaba que, los detalles del contrato con el Rey Demonio no debían conocerse antes de que pudiera reunirme con el Sumo Sacerdote y demostrar mi identidad. Duh, ¿qué debería hacer? ¿Debería irrumpir en la iglesia mañana…?

¡Espera!

Miré al capitán Jullius y al asistente con ojos brillantes.

—¡Me convertiré en su espía si ustedes pueden cumplir mi única petición!

—¿Petición?

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