Felicidades Emperatriz – Capítulo 10: Hermanas


*¡Knock, Knock! Knock, Knock*

Una aturdida Hua Jin se cubrió la cabeza con la manta y le dio una patada a la cercana Jiao Yue.

—Anda a abrir… *Bosteza* la puerta…..

Hua Jian se arregló rápidamente, mientras Chu Yun fue a abrir la puerta para saludar

—¿Mei Er?¿Qué haces aquí tan temprano?

—¡Despierta rápido a la Joven Ama, la Señorita Hua Wan Yu., llego a casa! —Mei Er, quien estaba muy ansioso, lo dijo rápidamente.

Chu Yun entro en pánico—¿La señorita, no acompañó al Viejo Maestro a la Montaña Xiang Zi?¿Por qué está de vuelta tan rápido?

—Lo más probable, es que sea por la noticias de que la joven ama cayó al rió, el viejo maestro lo debió haber escuchado. De todas formas, lo más importante, ¡tienes que despertar a la Joven Ama! —le explico a Chu Yun—En secreto, vine para acá, por mi propia voluntad, si la señorita me ve, puede castigarme. Voy a irme ahora.

Chu Yun vio a Mei Er irse  y volvió a entrar. Jiao Yue acababa de terminar de ayudar a Hua Jin con su vestimenta. Y mirando a Hua Jin con un toque de desesperación…

—Joven Ama ¡¿Qué hacemos ahora?!, Hua Wan sin duda nos golpeara hasta la muerte

—No tengan miedo. Estoy aquí—Hua Jin les aseguro, mientras lo decía despreocupadamente.

Sin embargo, incluso después de que Hua Jin les dijo eso, todavía había signos de preocupación, aunque no eran visibles. Hua Jin suspiro, es increíble  como ambos niños tienen que sobrevivir en tales condiciones tan severas, incluso ellos ahora están casi muertos de miedo.

Mirando hacia afuera por la ventana, murmuró—¡Qué gran tiempo hay hoy!.

—¡Jiao Yue!, lleva una silla afuera, vamos a disfrutar del sol—Sin esperar a que Jiao Yue, respondiera, salió.

Cuando Hua Wan entró al patio oeste, vio a Hua Jin disfrutando perezosamente del sol. Con un solo vistazo, supo que esta Hua Jin era diferente. Para ser más específicos, la anterior Hua Jin no era tan deslumbrante como la actual Hua Jin, incluso cuando estuvo en cama.

Hua Wan, en secreto se preguntaba qué había pasado, ella vivía junto a Hua Jin desde que eran muy jóvenes, sin embargo, solo se fue por apenas diez días y Hua Jin había cambiado por completo.

—¡Hua Jin oí que una vez más, has avergonzado a la Familia Hua!. Mi madre estaba preocupada de que hubieses muerto, pero parece que estas bien. Eso es bueno, da la casualidad de que no he entrenado mis habilidades con el látigo—El tono de Hua Wan estaba lleno de orgullo y miraba en menos a Hua Jin.

Hua Jin le dio un vistazo a Hua Wan, usaba ropa de un color amarrillo pálido, con una piel blanca como la nieve y con una cara muy amable, sin embargo, eso era arruinado por su orgullo y arrogancia…

Qing He, la sirvienta de Hua Wan, señaló a Hua Jin y exigió—¡TÚ! ¡LA JOVEN SEÑORITA ESTA HABLANDO. QUE INSOLENTE!

Hua Jin la ignoro, continuo con sus ojos cerrados e hizo oídos sordos a Hua Wan.

—¿Qué está mal contigo, hermana?—Hua Wan puso su mano en su cintura—¿Te han comido la lengua los ratones? ¿Debo despertarte?

Por supuesto que eso era una pregunta retórica, Hua Wan no esperaba ninguna respuesta en lo absoluto. Ella solo encontró una excusa para golpear a Hua Jin. Durante el tiempo que vivió en la Casa Hua, su único placer fuer ver la sangre mientras la azotaba.

Como Hua Wan estaba a punto de sacar su látigo, Hua Jin, quien estaba acostada, de repente, se giró muy rápidamente y como si fuera una bestia salvaje, se abalanzó contra ella.

Hua Wan se sorprendió, su mano, mientras estaba sacando el látigo, estaba siendo cortada por Hua Jin.  Cuando ella se quejaba por el dolor, Hua Jin tomó el látigo.

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