La chica que sostiene el anillo – Capítulo 26: Compañeros de Noel

Traducido por Rencov

Editado por Michi


Al escuchar que los refuerzos llegaron al Rhine, Noel había venido con gran ánimo a las puertas de la ciudad para recibirlos, pero su semblante pronto se nubló al no ver a Cynthia con ellos. Los mil hombres que había solicitado llegaron junto con un regimiento de policía militar. Al mando de los refuerzos estaba un comandante de mil bajo las órdenes Wilm que observaba la escena con desprecio desde una corta distancia.

Ah, el Mayor General Wilm me atrapó, ¿eh? Parece que no voy a alardear sobre mi alfombra.  

Ella había estado a la espera con la alfombra en la mano para poder presumirla, pero, desafortunadamente, era algo que ya no podía hacer. Así que comenzó a reflexionar sobre cómo había sido atrapada por Wilm. El comandante de la policía militar tenía una tez pobre, vestía un uniforme verde oscuro y una gorra militar. Claramente no era Cynthia. Su aura era tal que, si Riglette se hubiera convertido en hombre, ella podría haberse parecido a él.

—En este momento, ha sido destituida de su deber de capturar a Bahar. Nuevamente, su propuesta para atacar a Vesta ha sido rechazada. Si se niega a obedecer estas órdenes, será retenida. Estas son las órdenes escritas del virrey.

Una vez que el policía militar terminó de leer el edicto, Noel asintió sin cambiar su expresión. Los documentos le indicaron que regresara a Carness como una guarnición, y que el incumplimiento sería visto como un acto de rebeldía que tendría que ser castigado severamente. Los mil hombres que llegaron se guarnecerían en el Rhine. Noel, esencialmente, había sido despedida. Suspirando por el hecho de que no se podía evitar, Noel asintió una vez más, con la expresión aún sin cambiar.

—Ahora bien, eso significa que está de acuerdo en ser reubicada en Carness, ¿cierto?

—Sí señor. El Comandante de Mil Dirk también me había ordenado obedecer. Llevaré a mis hombres de inmediato y nos guarneceremos en Carness.

—Gracias por su cooperación. Hay muchas historias sobre usted, pero nosotros, la policía militar, solo creemos en lo que descubrimos con nuestros propios ojos y oídos. Por esta razón, el cumplimiento es muy apreciado. Espero que las cosas continúen como tal.

—Sí señor, gracias, señor.

El comandante de la policía militar devolvió el saludo de Noel.

—Prepárese para partir justo después del mediodía. La policía militar regresará con usted a Carness.

—Sí señor. Entendido.

—Bueno, entonces, puede comenzar los preparativos. Estaremos en espera fuera de las puertas.

Después de terminar de hablar, el comandante de la policía militar dio una orden, luego él y sus hombres marcharon con paso rápido a las afueras de la entrada de la ciudad. Era interesante ver lo sincronizados que estaban sus pasos. Aparte de eso, no parecían particularmente peligrosos. La cara de ese comandante era intimidante, pero su cuerpo era delgado y no parecía que tuviera mucho entrenamiento. En una pelea directa, el Bloque de la Hormiga Blanca probablemente no tendría ningún problema para derrotarlos. Pensando que sería bastante divertido ver la cara del comandante enrojecerse si ella intentaba luchar contra ellos, Noel regresó a la mansión.

Al abrir la gran puerta, Noel fue recibida por una bulliciosa recepción. Todos los hombres del Bloque de la Hormiga Blanca habían desenvainado sus espadas y habían rodeado a Riglette, los sirvientes estaban acurrucados juntos, con los rostros pálidos, y todo esto había sucedido a los diez minutos de la conversación de ella con la policía militar.

—Ya no aguanto más esto. Puedo soportar que nos insulte porque no importa cómo lo digas, realmente éramos bandidos. Pero nunca dejaré pasar por alto las mentiras que dijiste sobre la capitana. ¡Odio esa clase de mierda!

—¡No, No he hecho nada! ¡No estoy mintiendo, legítimamente no sé nada! ¡D-debe ser mi padre, él ha hecho todo por su cuenta!

—¿Ah? ¿No sabes ná? ¡No me mientas! ¡Sé que has estado vigilando a la capitana por orden de tu padre! Y cómo conseguiste reasignarla con tus medias verdades.

—E-espera. P-por favor escúchame. ¡No inventé nada!

—No voy a escuchá a una basura como tú. Apuesto a que quieres encarcelarla, y luego hacé que la ejecuten, pero eso no va a pasá, maldita perra.

Barbas levantó la barbilla de Riglette con la punta de su espada cuando la oyó gritar, medio enloquecida, que no era cierto, que había un malentendido y que ella no lo sabía. No había siquiera una sombra de su actitud arrogante habitual. Su cara estaba pálida y su cuerpo temblaba sin cesar. Su máscara se había caído mientras miraba la muerte a la cara.

—E-es verdad que se me ordenó observarla. Solo reconoceré eso. P-p-pero no he coludido secretamente con nadie. Solo envié mi informe como siempre. ¡Y ni siquiera había nada sospechoso en él!

—Eres una grandísima idiota, sabes… no, quizás lo sepas, pero sigues fingiendo. Escucha, Wilm, ese hijo de puta, la tuvo fácil para inventar mierdas con las cartas que le escribiste. Es casi como si le dieras una hoja en blanco. ¡Es por eso que el problema no es lo que informaste, sino el simple hecho de que informabas es una traición!

—E-eso… eso es sofisma! En primer lugar, ¿cómo podría ir en contra de las órdenes de mi padre, un general mayor?

—Es tu pare el que habla pura mierda sobre la capitana. ¿Sabías que el bastardo de Wilm la ve como un maldito enemigo? Y tú eres su perra. Capitana, le cortaré la garganta a esta traidora y huiremos de Coimbra. El Bloque de la Hormiga Blanca puede patearles el trasero a esos enclenques de la policía militar con facilidad.

—Pops, no hace falta decir que nosotros te seguiremos a ti y a la capitana. Los seguiremos a cualquier parte que vayan. Además, las razones por las que nos unimos al ejército de Coimbra están desapareciendo.

Barbas habló sobre sus ideas:

—Así es. Con la fuerza de la capitana, podemos enfrentarnos a esta provincia o a lo que sea. Podemos hacerlo mejor que esto. Ninguno de esos retrasados del ejército Coimbrano comprende la habilidad de la capitana. Ya sé, podemos ir con Sir Kai a Gemb o a donde queramos.

—C-capitana Noel. En verdad no he informado nada falso. Por favor créeme, yo, yo de verdad…

El cabello negro de Riglette se estaba pegando a las lágrimas y mocos de su rostro, ella extendió desesperadamente las manos para pedir la ayuda de Noel, pero no pudo moverse más que eso frente a la espada larga de Barbas.

—Bien, ¿esas fueron tus últimas palabras? Entonces supongo que es hora de decir adiós. Estoy muy contento de no tené que volvé a escuchá tus chillidos.

Barbas levantó su espada larga y la balanceó hacia abajo sin dudarlo mientras Riglette gritaba, agarrándose la cabeza, pero la sangre no corrió. La espada no la había tocado.

El lugar se llenó de silencio por un momento antes de que una voz sonara.

—Ese es mi Barbas. Ese fue un golpe increíble.

Noel había obstruido por la fuerza su golpe con su bident. Las vibraciones en la asta sacudieron todo su cuerpo.

—No lo entiendo. ¿Por qué das la cara por ella?

—Es porque ella es mi preciosa ayudante. Además, si no nos ha traicionado, sigue siendo una compañera. Oye, Riglette, no nos has traicionado, ¿verdad?

—¡P-para nada! ¡De verdad, de verdad, no soy una traidora! Es cierto que te estaba observando, pero… ¡pero!

—Entonces está bien. No me importa que me observen. Si tu padre te lo ha ordenado, más aún porque es un mayor general, no se puede evitar. Y ni siquiera he hecho nada particularmente malo, ¿verdad?

Noel sonrió con gentileza al acariciar la cabeza de Riglette. Y ella se aferró a la pierna de Noel con su rostro empapado de lágrimas. Aunque ella por lo general era compuesta, al ver que su inminente muerte estaba cerca la había aterrado. Eso le recordó a Noel a su antiguo ser.

—Entonces, ¿qué debemos hacer ahora, oh amable Capitana Noel? Seguramente no volveremos despreocupadamente a Carness.

—Sí, volveremos a Carness como fue decretado. Me imagino que podemos tomarlo con calma por un tiempo.

—¡Eso es ridículo! Lo siento, pero no lo haré. Solo regresaremos para ser arrinconados por las acusaciones de Wilm y sé ejecutados. ¡No puedo dejá que mis subordinados se vean arrastrados a eso!

Barbas escupió y clavó su espada larga al suelo.

—Es como la primera vez, los sacaré de allí si parece peligroso. Eso también es una promesa. Tú, de todas las personas, sabes que cumplo mis promesas, ¿verdad Barbas?

Barbas se quedó en silencio porque sabía lo que ella quería decir.

—Si algo sucede, provocaré unos disturbios, para que así ustedes puedan huir ¿No está bien? Así que volvamos todos juntos.

—¡No es así de fácil! No importa lo fuerte que seas, Capitana…

—Ajaja, todo saldrá bien, ya que lo daré todo, está bien.

Noel extendió una mano exigente. Después de estar preocupado, suspirar y sacar su enojo, Barbas se rascó su pelo blanco y finalmente le ofreció la mano.

—Honestamente, eres una gran idiota. Eres estúpidamente blanda con la gente. ¡No puedo creer que estés protegiendo a esta perra!

—¿Te parece? Quiero decir, ella es una compañera preciosa.

—¡Ah, lo entiendo, lo entiendo! He llegado hasta aquí, ¡así que bien podría llegar hasta el final! ¡Te voy a dejar su cuello, Capitana! ¡Haz lo que quieras con ello carajo!

Después de que Barbas devolvió su espada larga a su funda como si nada hubiera pasado, se sentó ahí mismo con los brazos cruzados. En cuanto a Riglette, ella seguía aferrándose a la cintura de Noel. Ella sintió que sería un dolor, pero dado que patearla se vería un poco cruel, decidió aguantarlo por unos minutos.

—Ese fue un intercambio bastante intenso, ¿eh? Si me hubiera pasado a mí, probablemente habría matado a Sir Riglette y a la policía militar en el acto, y habría comenzado las negociaciones como un nuevo lord. Ser retirado sin haber hecho nada malo es un golpe significativo para el orgullo de un militar. Trataría de revocarlo incluso si tuviera que luchar.

—Ajaja, eso es agradable y muy a lo Kai, ¿no? Pero involucraría a todos si hiciera eso. Además…

—¿Además?

—Esa clase de cosas inaceptables es la forma del mundo, por lo que no se puede evitar.

Noel sonrió débilmente y Kai lucía un poco irritado. Después de aclararse la garganta, le dirigió una mirada aguda.

—He pensado esto por un tiempo, pero a veces tu resignación es difícil de tolerar. Sí, difícil de tolerar, pero no más que irritante. ¿Por qué te rindes sin resistirte? Si todo “no se puede evitar”, ¿por qué vivir?

—¿Por qué vivir?

—Así es, si simplemente te dejas llevar…

Kai estaba a punto de continuar, pero de repente se detuvo al ver que la mujer frente a él lo vio con una mirada que podría congelar el infierno. Sintió que ella podría apuñalarlo con su bident en cualquier instante.

—Oye, ¿quién no se resiste? Puede que no sea buena con las formas del mundo, pero resistiré hasta el final. Lucharé y lucharé y lucharé y seguiré luchando.

—¿S-sir Noel?

—No me meto en el camino de nadie, y no me quejo. No me importa si no tiene sentido. Solo haré lo que siento. Por eso me llaman demonio, pero eso no me importa. Lo que me importa es que sobreviva. Porque si no puedo…

Noel estaba hablando con una fuerza que nunca había exhibido antes, no obstante, detuvo sus palabras.

—¿Porque si no puedes?

—No podré pagar a los muertos.

Noel habló con una frialdad en su voz y apartó a Riglette de su pierna. Una vez que Riglette, se puso de pie, Noel se volvió hacia Barbas, le dio la orden que prepara todo para salir, y de paso le dejó a Riglette, que aún lloraba. Cediendo ante la presión, Barbas aceptó y saludó dócilmente.

—Kai, nosotros volveremos a Carness. Puedes hacer lo que quieras ahora. Probablemente esté bien que regreses a Lord Grohl si has concluido con tus asuntos, aunque no habrá muchos problemas si te quedas aquí. Después de todo estás con el ejército de Gemb.

—No, todavía estoy interesado en ti, por lo que no se puede evitar. Y como no se puede evitar, obedeceré también. Naturalmente, solo si están de acuerdo con eso.

—A mí me da igual. Pero, si algo sucede, no te puedes quejar. Si eres involucrado y mueres de alguna manera, no me culpes a mí.

—No pretendo morir, ¡pero está bien!

La voz tonta de Kai resonó en la mansión, y Noel se encontró soltando una risita. Lanzándole una mirada vaga a los criados aterrorizados, Noel entró en la habitación y comenzó a enrollar la alfombra que tanto le gustaba. Era la única cosa que tenía que llevarse consigo, debido a que le generaría una dicha suprema si pudiera tomarse una siesta en ella mientras se bañaba al sol. Asimismo, quería mostrársela a Cynthia.

Poco después del mediodía, Noel se había ido tras ser despedida de manera grandiosa por los niños de la ciudad. En cuanto a los adultos, todos ellos parecían aliviados.

—Eres muy popular, ¿eh, Capitana? Realmente se siente como si fueras una heroína —habló Barbas a Noel como de costumbre mientras montaba su caballo.

Después de que terminó de decir adiós con la mano, Noel se volvió y ató la alfombra.

—Sería agradable si podemos verlos de nuevo.

—A mi me tenían miedo todo el tiempo. ¿Hay algún tipo de truco?

—Es porque somos similares por lo que nos llevamos bien de inmediato. Básicamente, soy una niña de corazón.

—Así que, ¿incluso tú dices eso de ti?

Noel miró al cielo y habló de nuevo:

—¿No está bien seguir siendo niño? No parece que ser adulto ayude mucho. En realidad, parece que solo agrega más problemas.

La lluvia del día anterior había cesado, pero todavía no podía ver el sol. Los cielos estaban nublados. Aún apestaba, así que asumió que pronto comenzaría a llover otra vez. Habiendo conseguido la alfombra, si llovía sobre ella, sería una experiencia terrible para Noel, por lo que tenía que asegurarse de regresar a Carness con rapidez.

—Capitana… yo…

—Riglette, toca la corneta. Ya sabes, esa canción montañera. Ya que finalmente tenemos la oportunidad, ¿por qué no vamos con algo de energía?

Forzada a continuar una vez más, Riglette se acercó nerviosamente. Era como si hubiera perdido su antiguo ser y se hubiera vuelto increíblemente frágil. La hostilidad del Bloque de la Hormiga Blanca hacia ella era la misma de siempre. Riglette era tan detestable que, si Noel muriera en la batalla en ese momento, Riglette ciertamente habría sido asesinada poco después, aunque probablemente no estaría muy feliz por eso.

—E-entiendo.

Riglette sacó su corneta y un sonido débil se escuchó. Barbas parecía molesto por el sonido de la melodía monótona, pero a Noel no le importó y comenzó a tararear junto con el recuerdo de querer capturar el Rhine. Los soldados estaban deprimidos al principio, y tal vez incapaces de soportarlo más, uno por uno comenzaron a cantar y el ritmo de la marcha aumentó gradualmente así como sus espíritus. Con los estandartes de los dos martillos del ejército de Noel volando en lo alto, ella procedió con una expresión de confianza en un regreso triunfal.

—Espero que podamos volver aquí algún día. ¿Cierto, Barbas? ¿Cierto, Riglette?

—Sí, eso sería bueno —respondió solo Barbas.

—No es una promesa, ¿así que supongo que es una esperanza? Todo lo que podemos hacer es aferrarnos a una esperanza. Está bien que todos acumulen lentamente más esperanza.

—Si se traicionan todas esas esperanzas, ¿no dejaría una gran cicatriz?

—Si eso pasa, pasa. Si llega a ocurrir, sería mejor si no peleamos nuevamente. ¡Somos compañeros después de todo!

Lanzando una gran carcajada, Noel comenzó a cantar en voz alta y continuó durante tres horas hasta que el comandante de la policía militar se molestó. El ejército de Noel llegó a Carness después de una semana. En el camino, habían pasado por el cuerpo principal de la fuerza de Coimbra, pero le habían dicho que no necesitaba tener una audiencia con el virrey. Aunque eso era de esperarse, ni siquiera había podido tener una conversación con Cynthia.

—¿No es bueno después de todo? Qué lástima.

—No se puede evitar. ¿Qué hará?

—Seré obediente por ahora. De lo contrario, se enojaría conmigo.

—¿Qué significó eso, justo ahora, Capitana Noel?

—Soy una idiota, ¡así que realmente no lo sé!

—¿¡Hay alguien que diría eso con una risa!? En primer lugar…

La fuerza principal de Coimbra podía escuchar los gritos del comandante de la policía militar. Por lo que, ellos recibieron una advertencia, y el comandante se disculpó sinceramente. Noel trató de consolarlo haciéndole saber que es mejor ignorarlos, pero él se desmayó y comenzó a salirle espuma de la boca. Parecía que ella había cruzado todo tipo de límites. Había toda clase de personas, todas muy interesantes. Hablar con ellas expandiría el mundo de Noel. Ella asintió con satisfacción cuando miró por encima del hombro al hombre convulsionado.

Según un mensajero, el ejército Coimbrano de Grohl estaba expandiendo su esfera de influencia sin ningún problema. Además, parecía como si finalmente se hubieran puesto de acuerdo en dirigirse hacia el este por la carretera. Delante de ellos se extendían las llanuras de Altvear y el río Trais que cruzaban por allí. Hasta alcanzar la ciudad de Toldo. Si pudieran tomar esa ciudad, tendrían un disparo directo a la capital de Vesta, pero el viaje era largo, por lo que el ejército de Coimbra probablemente todavía estaba un poco lejos de Toldo. Si algo iba a suceder, sería en algún lugar cerca de allí. Noel rezó en su corazón para que la fortuna de la guerra le sonriera a Cynthia. En cuanto a lo que ella estaba haciendo, estaba de brazos cruzados obedientemente en Carness porque la policía militar le había informado que la oposición sería castigada severamente como un acto de rebelión. No era como si tuviera un lugar al que quisiera ir, y el sol se negaba a aparecer, por lo que ni siquiera quería salir a caminar, pero de repente tuvo la idea de hacer lo que podía, y con el permiso de la policía militar, le envió una señal a Barbas. Ellos habían estado preparando la mayor cantidad de madera posible para construir una estacada desde los árboles cercanos. Ella le había dicho a la policía militar que la enviarían al frente como defensa, pero esa no era su intención en lo más mínimo. La idea era preparar la región boscosa para atraer al enemigo en algún momento. Riglette había preparado una soga negra, y se la llevaron con otros bienes para ocultarla en los bosques entre las dos provincias. Eran las provisiones y una ruta de escape en caso de que se tomara la decisión de ejecutarla en cumplimiento con su promesa a Barbas. Por otro lado, el punto fuerte de Riglette era su habilidad para discutir, por lo que estaba a cargo de negociar con la policía militar.

—Honestamente, ¡¿qué pasa con su ayudante?! ¡Incluso logró que nosotros, la policía militar, la ayudáramos a pintar una soga!

El comandante de la policía militar había comenzado a quejarse vagamente de la ayudante de Noel, negándose a usar el nombre de Riglette. Al haber regresado finalmente a su ser habitual, según parece estaba trabajando duro, aprovechando su posición como hija del Mayor General Wilm con gran efecto. Ella no tenía talento para las artes militares y era una mierda para tocar la corneta. Riglette era una líder terrible y cada vez que abría la boca solo salía sarcasmo, cinismo o abuso, pero era muy buena para llevar a cabo órdenes de manera eficiente. Incluso podría decirse que era lo único que podía hacer, aunque también era buena para detectar debilidades y enojar a la gente. En eso ella era una genio natural. Mientras Noel pensaba, el comandante de la policía militar levantó el dedo en el aire.

—¡Esto y aquello, y lo siguiente es todo por lo que ordenó que hicieran sus hombres! ¡Todo esto es su culpa!

Noel se tapó los oídos en reacción a su fuerte voz y le respondió en susurró:

—Si no le gusta, puede decirle…

Aparentando no escuchar lo que ella había dicho, el comandante le dirigió una mirada aguda.

—¡¿Cree que puedo decir algo así?! ¡Si no lo sabe, es porque la Comandante de Cien Riglette es la hija del Mayor General Wilm! Es decir, ella puede asumir personalmente cualquier cosa, incluso la menor, con Lord Wilm. Con eso en mente, aunque ella no explique nada, ¡todavía tenemos que seguirle la corriente!

—Aaah, ya veo. Pero simplemente me negaré, porque es un dolor. A pesar de que eres un policía militar, aún eres más débil que la hija de un general mayor, ¿eh? Que patético.

Noel logró enfurecer al comandante con su imitación de Riglette, que fue tan abrumadoramente efectiva como había previsto.

—¡S-silencio! ¡La policía militar no puede ser cruzada! ¡Sí, así es como funciona el mundo!

Por alguna razón, había comenzado a hablar con arrogancia, y era impropio de él. Era importante que el ejército otorgara autoridad a su policía militar, pero no era algo que se debería decir, ya que ese no era su trabajo.

—¡Pero creo que es perfecto para matar el tiempo! Así es, ¿quieres que te ayude también?

—¡No puede! ¡No debe salir de esta habitación! ¡Esas son las órdenes del virrey!

—Eeeeh, ¿no importa qué?

—¡No importa qué!

—Qué cerrado.

—¡Simplemente soy diligente con respecto a mis órdenes! ¡Nunca he incumplido las órdenes como usted ni siquiera una vez!

El hombre hinchó el pecho con orgullo. Pero al hacerlo, su gorra comenzó a resbalar, y Noel vislumbró su cabeza calva. Poniéndose rojo, acomodó rápidamente la gorra y se aclaró la garganta. Al principio ella pensó que era una persona desagradable, pero cuanto más hablaba con él, más sorprendente resultaba. Cada una de sus reacciones era exagerada y Noel nunca se cansaba de eso, aunque si ella le decía eso, él se enojaría, por lo que tenía que contenerse.

—De todos modos, ¡quédese aquí! ¡Haré su parte! ¡La policía militar debe ser rápida en sus deberes!

—Está bien, lo entiendo —respondió Noel distraídamente antes de girarse para mirar su cama mientras cerraba la puerta.

Entonces comenzó a caminar hacia su cama y pensó en cómo las habitaciones de la fortaleza eran muy sencillas. Era suficiente para calificar como cuarto de un oficial, pero era pequeño, oscuro y lleno de polvo; extremadamente diferente de la habitación de Noel en Madress. Su aposento allá estaba desbordado de suficientes tesoros para bañarla en una sensación de satisfacción diferente a cualquier otro lugar.

—Aaaaah, estoy aburrida… pero él dijo que no puedo salir. Eso es, acabo de pensar en el viejo libro de ilustraciones.

Los pensamientos sobre el libro que le había dado a Cal pasaron por su mente; el tesoro que había recibido de la niña con el número ciento cincuenta. No estaba con ella, pero era uno de sus tesoros preciosos. Su historia favorita era aquella en la que un conejo fue a exterminar ogros y se hizo amigo de un ogro que había cambiado su forma de ser. Al final, todos se llevaban bien y vivieron felices para siempre.

—Eso fue divertido, pero no pasaría en el mundo real.

Noel suspiró. El mundo real no dejaría que todos vivieran felices para siempre. Si alguien se volviera feliz, otros aparecerían para engullirlo todo de una manera que le recordaba las balanzas estampadas en los estandartes de Coimbra. Pues había dos categorías de personas: los ganadores y los perdedores. La homogeneidad era imposible. Noel pensó que todos querían la felicidad, y que era por esa misma razón que el conflicto seguía surgiendo. No importa lo que hiciera alguien, no ganaría nada a menos que ganara una lucha. Los perdedores se pondrían celosos de los ganadores y entablarían un conflicto con todas sus fuerzas para tratar de tomar sus posiciones para sí mismos. Noel sintió que el mundo era un ciclo interminable.

—Mmmm, pero no he conocido a una sola persona que esté tan feliz que me ponga celosa…

Los celos eran envidia, y ella había escuchado en alguna parte que la codicia era un pecado, aunque era posible que fuera en esa iglesia donde lo escuchó. Ella tenía la sensación de que los habían usado para que uno concluyera que era bueno dedicarse inocentemente al emperador. Si bien no tenía intenciones de hacerlo, las palabras iniciales podrían haber guardado algo de verdad. Ese tipo de pensamientos malvados alguna vez habían sido comunes para Noel, pero ella sintió que recientemente habían estado en declive. Había sido llamada demonio, pero podría haber sido por su falta de debilidad humana. Noel comenzó a contemplar que su cuerpo podría no haber sido normal después de todo, pero nadie le había dicho tanto, así que no podía decirlo con certeza. Cynthia probablemente solo respondería con un puño si ella preguntara.

—Aaah, quiero encontrar la felicidad. La mejor del mundo. De esa manera podré compartirla con todos —murmuró Noel a nadie en particular.

Pero estaba segura de que fue dirigido a todos sus compañeros que la rodeaban. Después de dar varias vueltas sobre la dura cama, sintiéndose un poco deprimida, Noel se puso de pie de un salto y abrió la ventana. Levantando los ojos al cielo, confirmó que el sol todavía estaba oculto. Luego se preguntó cuántos días habían pasado desde que había visto el sol, triste en su pesada melancolía.

—Lloverá de nuevo. Es el mismo olor a mierda de aquel entonces.

La podredumbre de un cadáver flotaba débilmente, transportando una vívida imagen de las expresiones muertas de sus compañeros; horribles, colapsados, rostros que tenían gusanos arrastrándose. Sus ojos en blanco se centraron en algún punto distante, incapaces de saber que Noel era la única sobreviviente. Ellos simplemente miraban a algún lugar desconocido. Noel los compadeció desde lo más profundo de su corazón, y luego, la lluvia cayó como para cubrir la suciedad, lavando el barro, golpeando incesantemente sus cuerpos; en el cuerpo de ella. Era suficiente que quisiera decir que nunca más volvería a salir. Por eso odiaba la lluvia.

Después de pasar un rato pensando, Noel empleó el chasquido que había aprendido de Riglette y cerró la ventana de golpe. La lluvia que cayó ya no era simple lluvia, sino que se había convertido en la peor lluvia; como la de aquel día.

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