La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 16: Oscar Frederick (4)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Aria se dedicó a la comida sin esperar que la conversación se volviera en su dirección. Era diferente al día anterior, cuando ella había llamado su atención. No sabía qué tipo de conversación había tenido lugar entre su hermanastro y su hermanastra, pero estaban rechazando por completo a Aria.

Cortó la carne a la mitad, atendiendo a los detalles en su conversación. Lamentablemente, no pudo obtener mucha información, peor por otro lado fue capaz de entender que Mielle y Oscar no eran muy cercanos.

Cuando Caín instaba a Oscar a responder las preguntas unilaterales de Mielle, él lo hacía brevemente.

¿Cómo debo interponerme entre esos dos?

Ese era el problema. No parecían particularmente cercanos, pero su relación había continuado. Aceptando que como si fuera natural, como el aire, la conclusión de su noviazgo sería compromiso y matrimonio.

Si hubieran tenido una relación cercana, ella podría haber sido capaz de romper la brecha, pero no sabía qué se necesitaría para romper una relación como esa. Incluso si Oscar se interesaba y le gustaba Aria, ella sentía que él todavía se comprometería y se casaría con Mielle.

¿Es el tipo de hombre que caería en una trampa de miel? ¿O tengo que fingir que soy miserable? Pensándolo, ambas opciones podrían funcionar. Todo era muy ambiguo. Tendré que probar las dos.

Primero tenía que devolverle el gesto por el pañuelo. Solo entonces, ella podría comenzar. Así que por ahora, tenía que quedarse quieta, asegurándose de no culpar al par de nada. Ella necesitaba tiempo.

Como estaba perdida en sus pensamientos, la velocidad con la que comió su comida disminuyó.

—¿Te está molestando algo? ¿Estás bien? —le preguntó Oscar, luciendo preocupado—. ¿Estás enferma?

—No, estoy bien.

Oh, lo tengo. Comencemos siendo miserable.

Cuando trató de poner la carne en su boca con una sonrisa incómoda, sus preocupaciones aumentaron aún más. Si Mielle no hubiera soltado el tenedor frívolamente, le habría traído un poco de agua a Aria.

Aria tragó una brillante sonrisa en su mente.

♦ ♦ ♦

Oscar y Caín regresaron a la academia temprano a la mañana siguiente.

La condesa, que no había regresado a la mansión durante días, aparentemente se había interesado por algo. Sintió pena por su ausencia después de enterarse de lo que sucedió.

Llamó a Aria en secreto y le preguntó cómo había estado Oscar en la mansión.

—Bueno, nada en particular se destacó.

—Era una buena oportunidad, así que lamento no haber estado aquí.

¿De quién era la oportunidad? ¿Para Mielle, que podía verlo con más frecuencia que ella? ¿O para Aria, que lo había visto por primera vez? Los labios rojo oscuro de la condesa dibujaron una línea triste en forma de media luna.

Pero su boca pronto recuperó la vivacidad. No mucho después de que regresaron a la academia, el pago de Oscar por el pañuelo llegó a la mansión.

Se entregaron dos cajas de regalo bajo el nombre de la familia del duque Frederick. El mayordomo, que identificó al mensajero de la familia del duque, informó a Mielle sobre esto.

Aria, que se estaba preparando para salir a una reunión con las jóvenes, inesperadamente pudo encontrar a Mielle en la puerta principal de la mansión, barriendo las cajas de regalo con la palma de su mano. A su alrededor, estaban el mayordomo y varias doncellas, todas las cuales derramaron sus bendiciones sobre los regalos que había recibido de Oscar.

—Supongo que es a cambio de la punta que le di por última vez.

—Creo que el señor Oscar tiene un corazón más profundo que el mar.

El hombre de los recados sacó un papel y lo extendió. Parecía explicar el contenido de las cajas.

Desde un poco de distancia, Aria miró con gran entusiasmo para ver si uno sería suyo.

—Estos son regalos del señor Oscar. De los dos regalos en total, la caja con la cinta roja es para la señorita Mielle, y la caja con la cinta azul para la señorita Aria… Mmmm… Me pidió que se la diera a la señorita Aria.

El repartidor tartamudeó mientras se refería al nombre de Aria. Simplemente le habían dicho que llevara regalos a la mansión Roscent, por lo que no sabía a quién pertenecían.

El inesperado nombre de Aria lo hizo reorganizar su monóculo una vez y parpadear. Parecía bastante avergonzado, al igual que el resto de los presentes. Tan pronto como se mencionó el nombre de Aria, preguntas y sorpresas aparecieron en sus caras.

¿Por qué? Todos sabían que Mielle buscaba constantemente el favor de Oscar y le había enviado regalos únicos, y que siempre fueron recompensados, por lo que habían pensado que era lo mismo esta vez.

Además, las dos personas podrían terminar casadas más tarde. Fueron recibidos por la familia del otro, y Mielle lo quería al extremo. Oscar tampoco la rechazó.

Sin embargo, Aria fue incluida de alguna manera en las recompensas.

¿Por qué recibió la misma cantidad de regalos que Mielle cuando no tuvo contacto con Oscar?

Detrás del asombro y el interrogatorio, había una gran curiosidad. No pudo haber enviado el regalo sin ninguna razón, por lo que debe haber algo.

—¿Por qué están todos tan reunidos?

La condesa, que parecía estar a punto de salir, apareció con su sirviente y algunos caballeros. Todas las personas en el pasillo se inclinaron ante ella y le mostraron cortesía. Lo mismo ocurrió con el mensajero de la familia del duque.

—Oh, ¿no es este el sello de la familia del duque?

La rosa en la parte superior de las cajas de regalo denotaba a su remitente. El sello en las cajas grandes indicaba que el contenido no era ordinario.

Aria fue quien respondió su pregunta.

—Estos son regalos del señor Oscar, quien nos envió un presente a Mielle y a mí.

—¿Aria, para ti?

Sus ojos se abrieron con asombro, y Aria respondió a la expresión con una linda mirada, como si no supiera nada.

—Sí… Él tomó mi pañuelo hace unos días, por lo que debe ser algo a cambio.

—¿Él tomó tu pañuelo?

Con la pregunta de la condesa, la sala se llenó de silencio.

¿Qué dijo ella ahora? ¿Oscar tomó el pañuelo de Aria?

Todos los ojos estaban puestos en Mielle. No la miraban directamente, sino a su comportamiento, cuestionando por qué había tomado el pañuelo de Aria y no el de ella.

Mielle, que nunca había soñado con eso, no pudo responder nada, pero apretó los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos.

—¿Me darías la carta? —La condesa se acercó al mensajero de la familia del duque.

Se adjuntó una carta al regalo para mostrar su propósito y razón. Era cortés adjuntar una con un regalo, ya que tenían que saber con seguridad quién la había enviado.

El mensajero sacó las cartas que tenía en sus brazos. No había entendido por qué la familia del duque le había dado dos cartas, pero ahora sabía que era porque tenía que dárselas a las dos chicas.

Había pensado que todo estaba dirigido a Mielle, pero mirando de cerca, vio que el nombre del receptor era diferente en cada sobre. La condesa identificó los nombres y se los dio a Aria y Mielle.

Todos tenían curiosidad por el contenido de la carta, que estaba firmemente sellada por la cera en forma de rosa. Aunque Aria no tenía que compartirlas con otras personas, la condesa les sugirió que leyeran para calmar su curiosidad.

—Creo que no hay nada bueno en mi carta, entonces, ¿por qué no lees la carta de Mielle?

Nadie tenía curiosidad sobre el contenido de la carta de Mielle.

Era la carta de Aria que todos querían saber. Ella no parecía haber tenido ningún intercambio particular con él en su última reunión, por lo que todos se preguntaban cuándo había comenzado su relación y cómo había progresado hasta que ella le dio un pañuelo y recibió un regalo a cambio.

Pero nadie podía sacar sus verdaderas intenciones de sus bocas. Era una gran falta de respeto sentir curiosidad por la vida personal de su maestro. Solo leían el semblante del otro, todos excepto una persona, Mielle.

Estaba casi loca de curiosidad por el contenido de la carta de Aria. Ella quería saber el contenido de alguna manera, incluso revelando el suyo.

—Entonces, lo leeré primero, para que la hermana Aria pueda seguirme.

¡Ah, pobre Oscar! ¿Sabe él que su carta está a punto de hacerse pública? Si tiene un hermoso poema, será para su crédito.

Los ojos de Aria se agrandaron. La mente de Mielle se había vuelto impaciente, y fue entonces cuando Aria dudó en responder, preguntándose si estaba a punto de aconsejarle a Mielle sobre su comportamiento grosero.

—No puedo porque sería grosero con Oscar. Además, tengo que salir. ¿Puedo abrir la caja? —preguntó con impaciencia, mirando la hora, y el mensajero asintió.

Había llegado tarde a su última reunión para mostrar su sencillo vestido, pero ya no tenía la intención de llegar tarde.

Aria llamó a varias doncellas y les ordenó que abrieran su caja.

Entre ellos, había una doncella que siempre estaba junto a Mielle y mantenía una mala expresión al mirar a Aria. Su tez pálida y sus manos lentas parecían preocuparse por su amo.

—¡Qué cosa tan hermosa es!

Dentro de la caja, había un vestido, zapatos y adornos para el cabello.

La condesa estaba impresionada por el vestido rosa claro. Aunque parecía modesto, era del material de la más alta calidad, y un pequeño diamante en forma de estrella estaba incrustado a lo largo del escote. La decoración de la cintura en forma de rosa iluminaba el diseño ligeramente opaco.

—Ha pasado un tiempo desde que usaste algo así, ¿no sería mejor cambiarte?

Incluso delicados zapatos rosas y adornos para el cabello… Eso la haría destacar en la reunión de ese día.

Pero Aria sacudió la cabeza, comprobando la hora. No planeaba ir a una reunión decorada al máximo.

—Voy a tener que usar solo una decoración para el cabello. Creo que llegaré tarde si no me voy rápidamente. Me voy ahora, mamá y Mielle.

Aria, que tomó el alfiler de la rosa dorada, ordenó que trajeran todos los regalos a su habitación y salió de la mansión.

Cuando le dio una última mirada de reojo a Mielle, vio que la niña estaba casi apoyada en su doncella después de haber perdido toda su vitalidad. La mirada de la criada que la miraba no era muy diferente.

En el carruaje, Aria confirmó la carta de Oscar.

No tenía mucho escrito. Había estado muy agradecido por el préstamo de su pañuelo en el jardín, y esperaba sinceramente que aceptara su regalo a cambio.

Fue bueno que no la haya leído.

Si lo hubiera leído, no habría creado malentendidos innecesarios.

Habría hecho sus esfuerzos inútiles. Por supuesto, hubo un accidente en el jardín, pero él le había dado un regalo excesivo por el pañuelo.

¿Es porque fue un pañuelo que tomó?

Había oído que había muchos hombres que enviaban ropa y accesorios porque querían que las chicas los usaran en su próxima reunión. Por supuesto, Aria había recibido muchos regalos en el pasado sin tener que dar nada primero.

Pero era demasiado esperar lo mismo de Oscar.

Mi ropa debe haber quedado en mal estado y lamentable, como se esperaba.

De lo contrario, no habría enviado un vestido. Ella no tenía la intención de llegar tan lejos, pero su reacción había sido grandiosa, así que estaba muy agradecida por eso.

¿Qué debo hacer a cambio?

Él no querría nada, pero ella tenía que enviar algo para continuar la relación. Debía ser algo que le vaya a hacer sentir agobiado para que la contacte nuevamente. Algo muy caro y precioso, por ejemplo. Sería muy gravoso que una joven que se vistiera con ropa sencilla le enviara un lujoso regalo.

—¿Un anillo o un collar? Tampoco funcionaría… ¿Qué tal un broche? ¿Qué pensáis?

Cuando Aria les preguntó de repente, los dos caballeros que la escoltaban parecían perplejos.

Ella no pidió una respuesta. Los anillos eran intercambiables entre los amantes, por lo que era imposible, y también lo eran los collares. Los broches eran la mejor opción para un estudiante, por lo que la respuesta ya estaba decidida.

Recordando que el color del uniforme de la academia era negro, sonrió furtivamente.

Cualquier broche colorido le quedaría bien. Sería perfecto si pudiera usarlo. Incluso si él lo devolviera, diciendo que se sentía agobiado por eso, ella tendría una excusa para encontrarse con él.

Vamos a darle un broche lo más caro, colorido y lujoso posible.

—Jessie, ¿cuánto dinero tienes en la mano? Creo que tendré que comprar algo un poco más caro.

—No traje mucho hoy, pero estarás bien porque tienes una identificación.

Eso significaba que podía ponerlo bajo el nombre de la familia Roscent. Eso era porque el negocio del conde era tan grande que su familia poseía un gran crédito, al punto en que podían pagar todo menos el Palacio Imperial.

—Dile al conductor que pase por la joyería cuando regresemos. Quiero visitar la joyería más grande y costosa de la capital.

—Sí, señorita.

El silencio se hundió en el carruaje. No solo estaba tranquilo, sentían que ella finalmente había mostrado sus verdaderos colores.

Eso era lo que Aria sentía desde que había estado viendo a esas personas durante bastante tiempo y era capaz de comprender sus sentimientos con su propio ser. Además, todavía no había sacudido su imagen de niña mala.

—Me envió un regalo tan bonito. Tengo que pagarle a Oscar de alguna manera.

—Ah…  Sí, señorita. Le diré al conductor que vaya al mejor lugar de la capital.

Por eso Aria agregó esa excusa. Cuando lo hizo, la atmósfera que se había vuelto pesada se relajó un poco. Todos habían confirmado en el vestíbulo que Aria había recibido un gran regalo.

De repente, simpatizó con Mielle, quien debió esforzarse por ocultar la podredumbre de su corazón y el olor a alcantarilla que ardía en su interior. Aria no podía saberlo, pero estaba segura de que Mielle había seguido inventando todo tipo de excusas inútiles como ella recién para evitar que sus sentimientos internos fueran atrapados.

Pobre vida. Entonces, ¿no crees que debería terminarlo? ¿Qué harías si vivieras una vida más miserable? Si tu cabeza fuera cortada y rodara por el suelo, ya no tendrías que inventar excusas innecesarias escondiéndote a ti misma. Creo que soy una salvadora de tu vida, que está llena de mentiras.

Aria miró por la ventana y sonrió levemente.

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