Lady Rose – Capítulo 24

Traducido por Kavaalin

Editado por Ayanami


Después de que Nolan y Wolf por fin se retiraron y, debido al cansancio que sentía por los repentinos visitantes del reino vecino, me eché en mi futón.

Todavía era una plebeya. Sin embargo, sentía como si, lentamente, estuviera siendo arrinconada.

Llegados a este punto, sentía como si todo esto fuera obra de una fuerza externa…del destino inevitable.

Era imposible, que una reencarnada como yo, le ganase. Alguien que se ve forzada a usar hasta lo último de su ingenio para sobrevivir. Ni siquiera fui capaz de ganarle a mi hermano, a un verdadero genio.

Me encontraba hundiéndome en mi miseria, cuando me vi obligada a levantarme al escuchar un violento golpeteo en mi puerta.

¿Quién llamaría así a mi puerta? ¿Nolan? ¿Habrá olvidado algo?

No se me ocurría por qué alguien más me visitaría a estas horas de la noche. A menos que se trate de una banda de ladrones que ataca a mujeres que viven solas.

Arrastré mi futón hasta una esquina de la habitación y me dirigí a abrir la puerta de mala gana.

—Ah…Abre la puerta sin siquiera verificar la identidad de las personas. ¿Es que no tiene sentido del peligro?

Se trata del único hombre que se atreve a hablarme tan francamente. Abrí los ojos ante su rubio cabello y ojos color carmín.

Contrajo ese hermoso rostro suyo en una mueca, mientras me miraba de pies a cabeza y dejó escapar un suspiro.

—Sólo vine a informarle de algo para que estuviera preparada…pero viendo lo cansada que luce, parece que llegué un poco tarde.

Justo cuando estaba a punto de darse media vuelta para irse, mi mente se aclaró. Me apresuré a agarrarlo del brazo y arrastrarlo hacia el interior. Sus tres excelentes guardaespaldas se las habían arreglado para colarse antes de que cerrara la puerta.

Por fin, lograría calmarme un poco…

—Buenas noches, joven Melvin.

—Ya no tengo nada más que hacer aquí.

—Basada en sus palabras, asumo que su visita es para hacerme saber de los visitantes del reino vecino. No es de extrañar que alguien con tan extensa red de información como usted ya estuviera enterado.

—Oh, sí. Está en lo correcto, fue por eso. Así que ahora me iré a casa.

Cuando trataba de irse de nuevo, volví a agarrar a Mel del brazo y le mostré una de mis sonrisas. Este me miró extrañado y me apartó de él.

Este chico, realmente, me odia. Se supone que yo era la hermosa heroína de un juego Otome. Sin embargo, a pesar de que tamaña belleza estaba presionando sus pechos contra su brazo, Mel no mostraba el más mínimo signo de timidez.

Bueno, no es como si eso realmente me importara. Me aclaré la garganta y miré a Mel con una expresión seria.

— ¿Por qué vino a darme esa información? Pensaba que el joven Melvin ya no tendría negocios que atender conmigo.

—Así es. Esta vez, no vine por negocios, sólo quería brindarle un poco de ayuda.

No, puede que las cosas no fueran tan simples. No podía dar nada por sentado.

No parecía que Mel estuviera mintiendo. ¿Qué sólo quería brindarme un poco de ayuda…? No recordaba que tuviéramos una relación tan cercana como para eso.

— ¿Por qué haría algo tan desinteresado por mí…?

Cuando le pregunté directamente, Mel desvió la mirada.

— ¿Por qué piensa que es?

Si lo supiera no estaría tan preocupada.

—No tengo idea…

— ¿De verdad?

—Así es. Sí su razón es que se enamoró de mí, voy a agarrar todo el pan que tengo en casa, metérselo hasta la garganta y dejar que se asfixie.

— ¡¿Qué?! ¡No saque conclusiones y después amenace a la gente de esa forma!

Mel comenzó a retroceder, mientras mantenía la mirada fija en los panes que tenía en la mesa para mi desayuno de mañana. En realidad, si alguien intentara hacer eso, lo más probable es que fuera asesinado de inmediato por alguno de los guardaespaldas que siempre trae consigo.

Al ver al animalito asustadizo en que se había convertido Mel, suspiré involuntariamente. Lo había dicho como una broma, pero era verdad que no quería que Mel tuviera sentimientos románticos por mí.

—Si Mel fuera a decir que está enamorado de alguien con una reputación tan mala como yo, eso sólo significaría que es obra del inevitable destino…

Mel me miró con una expresión perpleja. Eso era comprensible, ya que él no tenía idea de que, de haber elegido el camino correcto, él se habría terminado enamorando de mí.

A pesar de que había logrado escapar, seguía con miedo de que me viera arrastrada de nuevo al escenario del juego. Sólo alguien que se encontrara en la misma situación que yo podría entender cómo me sentía.

—Ahh…no sé de qué está hablando, pero no tiene nada de qué preocuparse. No importa cuán hermosa sea, nunca me enamoraría de una mujer tan aterradora como usted.

— ¿De verdad? Gracias a la diosa.

—No sonría tan aliviada…verla así me irrita. Además, ¿por qué me llama Mel? ¿Trata de burlarse de mí?

Mel frunció el ceño, mientras posaba su mano en el pomo de la puerta. Me apresuré en volver a agarrarlo.

—Perdón, perdón. Le prepararé algo de té, así que tome asiento.

Después de arrastrar a Mel hasta la mesa, después de dudar unos segundos, éste se sentó. Si hubiese dicho que le prepararía una taza de café, el amante del té, Mel, se habría ido a casa de inmediato. Esta era la primera vez que mis conocimientos de Lady Rose me eran de utilidad.

Sintiéndome aliviada, le di la espalda a Mel y comencé a preparar el té. Preparar un buen té requería de tiempo, así que me demoraría un poco.

—Realmente, no quiere que me vaya…

Hice oídos sordos a sus palabras y me concentré en preparar el té.

Después de unos minutos, le serví a Mel una taza de té con tres cubos de azúcar. También serví una para mí.

Bajo la mesa, apreté mi puño en señal de triunfo después de ver la expresión satisfecha de Mel al beber un sorbo de té.

—Usted…está llena de secretos y mentiras. Aun así, no es como si no me hubiese dado cuenta de que me tiene cierto grado de confianza. Dado que decidió preguntarme a mí sobre cómo van las cosas en la nobleza.

Ahora no era el momento para tonterías. Mel se había dado cuenta de la razón por la que había tratado, tan arduamente, de retenerlo. Me sentía avergonzada. Había olvidado que Mel era una persona inteligente.

¿Qué debería hacer ahora? Ya no podía hacer como que no pasaba nada sin que pensara que era una niña malcriada. ¿Qué podía hacer para deshacerme de esta incomodidad que sentía…? ¿Debería utilizar los panes que estaba guardando para mi desayuno de mañana…?

—Sin embargo, no puedo evitar preguntarme, ¿por qué simplemente no le preguntó al príncipe Nikolás?

Gracias por cambiar de tema, ahora, no tendría que usar el pan. Le dirigí una mirada extrañada. ¿Por qué había mencionado al joven Nika? Quizás, porque se había dado cuenta de mi confusión, Mel siguió hablando.

—En vez de preguntarme a mí, ¿no le sería más beneficioso confiar en él? El príncipe sería capaz de ayudarla a la vez que respeta sus deseos.

Entendía a qué se refería, pero, por eso mismo, me era inevitable no desviar la mirada.

Lo normal en este tipo de situaciones es que fuera a pedirle ayuda al joven Nika, quien siempre había sido como un hermano mayor para mí, en vez de a alguien como Mel.

—Puede que eso sea cierto…

Puede que, sin importar las consecuencias, hacer eso fuera lo normal. Sin embargo, no tenía intenciones de contarle nada al joven Nika.

—Bueno, al final, sigue siendo decisión suya.

A pesar de que siempre mantenía su distancia con las personas, Mel era realmente amable. Es por eso que sólo con él podía sentirme relajada.

Cada vez que recordaba el momento de debilidad que había tenido con el joven Nika mientras me encontraba enferma, sentía la urgencia de cavar un hoyo y enterrarme viva.

Estaba haciendo todo lo posible para permanecer como una plebeya. Mi mayor deseo es…ganarle al destino. Por sobre todo lo demás…

Reconocía que poseía una personalidad retorcida que no me permitía ser completamente feliz, a pesar de haber alcanzado mi objetivo.

5 respuestas a “Lady Rose – Capítulo 24”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido