No quiero ser amada – Capítulo 72: Las mujeres aman las flores

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Aun así, era como si él hubiera soñado con ella, con su silueta, con su ilusión: que ella estaba allí físicamente presente solo para despertarse en una cama vacía. Ya había perdido una vez a la chica que, sin previo aviso, se convirtió en su universo. Lo golpeó. Pensó que tenía que enmendar sus errores para siempre, pero la verdad es que no lo hizo… se conocieron en un momento en que todo era un desastre intrincado y tenía mucho que resolver. ¿Cómo podría haber sabido cuán crucial cada palabra, cada acción era, o perderla se convertiría en un amargo arrepentimiento?

La había perdido una vez y no quería repetir los mismos errores. Igor admiró su belleza eterna y esperó que este momento durara… para siempre. Aunque nunca podría tocar su corazón cerrado una vez más, siempre estará allí. Ya sea tarde en la noche o temprano en la mañana, ella siempre lo tendrá. Pasaría el resto de su vida expiando su pecado.

Igor levantó los dedos rígidamente y tocó mechones de su cabello. Su corazón palpitaba.

—¿Dimi…? —murmuró ella.

Su mano se detuvo. Dimi… ese era el nombre de su primo, un hombre especial para ella, un hombre que había hecho todo lo posible para salvar.

¿Le dolía el corazón?

Detente… no mereces ser…

Presionó la palma de su mano sobre su corazón y giró la cabeza hacia un lado. Mientras tanto, ella se despertó lentamente y parpadeó. Tan pronto como vio su silueta, una leve sorpresa cruzó sus labios y rápidamente se levantó. El calor de su cuerpo se desvaneció e Igor volvió a la realidad. Se aclaró la garganta y le informó que se habían desviado hacia su propiedad.

Parecía agradecida y contenta. Mientras pasaba tiempo con su gente y exploraba la condición actual de la finca, Igor caminó de un lado a otro solo en el jardín. Recordó a Dimi, la persona a la que llamó en sus sueños. Era una existencia especial, ahora e incluso entonces. La expresión obvia en su rostro mostraba que le importaba y tenía un profundo afecto por él. Había llorado cuando lo vio, el primo que no había visto en años anteriores. Fue lo mismo esta vez también.

—Su Majestad, ¿todavía está pensando en eso? Solo sea honesto con ella.

Igor tenía la intención de dar un paseo tranquilo, pero como siempre, Basil apareció como un insecto no deseado. Su expresión se oscureció al verlo.

—No me de esa cara. Tengo una nueva información. ¿Seguramente la quiere, Su Majestad? Pero primero, sea amable con tu leal servidor.

—¿Información? —preguntó Igor ignorando su último comentario.

—Escuché de los sirvientes que el conde fue enterrado aquí.

Miró a Basil.

—¿La tumba del conde está aquí?

—Sí, su Majestad. Hablando de eso, ¿no trajo a una niña ilegítimo a la finca solo para que la señorita Rihannan echara a su padre y a su hija antes de viajar a Crichton? En cualquier caso, el conde fue enterrado junto a su esposa después de la muerte. Fue lo que la señorita Rihannan aceptó. Ella podría haberse vuelto suave con él después de su muerte.

En el pasado, Rihannan no podía dejar ir a su familia sin darse cuenta de la falta de amor de su padre y su media hermana… incluso yendo tan lejos como para concederles todas sus peticiones egoístas.

¿Pero qué pasaba ahora cuando se dio cuenta de todo esto? ¿Por qué había permitido que fuera enterrado junto a su madre? ¿Era lástima o perdón?

Si fuera él, nunca los perdonaría en el pasado ni en el presente. Le habían causado dolor y angustia, tanto él mismo como muchos otros.

Igor cerró los ojos con fuerza. Nunca olvidaría al demonio dentro de él que fue desatado. La sangre que empapaba su mano… la sensación de huesos rompiéndose y la carne rechinando… el grito agudo. Recordaba vívidamente esos días inolvidables. Era algo por lo que ningún humano debería pasar. El hombre debería ser justo, pero en ese momento, era como si el mal que nunca existió se despertara en su interior y controlara tanto su cuerpo como su espíritu.

Y desde entonces había vivido una vida de destrucción y odio, hasta que el tiempo regresó. Incluso él no quería que ella supiera el mal que se desbocó después de que ella falleciera. Hasta él estaba avergonzado, y ahora también… avergonzado de estar engañándola.

—Sé que tiene muchas ideas, Su Majestad, pero ¿por qué no la ve? Puede ser más reconfortante tener a alguien a su lado que estar solo.

Igor volvió la cabeza ante el comentario de Basil.

—Debería resolver el malentendido de la nave, Su Majestad. Puede ser incómodo, pero debe ir. Y lleve una flor consigo. Las mujeres aman las flores.

—¿A su madre le gustan las flores?

5 respuestas a “No quiero ser amada – Capítulo 72: Las mujeres aman las flores”

    1. vete a a RCTM igor¡¡¡ deja de justificar y culpar a los demas de todo el daño que TU le hiciste, si quieres reivindicarte solo dejala tranquila, si no eres un maldito psicopata posesivo..

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