¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 113: Ella y los cocineros

Traducido por Lucy

Editado por Ayanami


Recordando el intercambio con Caín, avancé hacia la cocina. He escuchado las indicaciones, así que no hay problema. Me lo han explicado, así que no debería equivocarme de camino.

—Lidi.

Mientras caminaba con aspereza, me llamaron por detrás. Al girar la cabeza hacia esa voz, miré a Glenn que estaba allí, sonriendo con tranquilidad. Ladeé la cabeza ante su expresión, como si me hubiera estado buscando.

—Glenn, buenos días. ¿Qué sucede?

¡Aún no debería haber hecho nada hoy… No recuerdo nada! Cuando pregunté pensando esto, Glenn se rió de forma comprensiva.

—No, hace un rato me enteré por Freed de que Lidi se dirigía directamente a la cocina. Me he preguntado si necesitas una guía.

—¿Freed dijo eso?

—No, es mi propio juicio. La cocina del castillo se encuentra muy adentro. Es difícil para los primerizos encontrar el camino solos.

Al parecer, Glenn vino por amabilidad. Agradecida por eso, pregunté sin querer.

—¿Difícil? Freed no ha dicho una sola palabra sobre eso.

—Freed no visita la cocina. O mejor dicho, eso es natural.

—Ah, sí, eso es cierto.

Ahora que lo menciona, era natural. Era impensable que el príncipe heredero visite la cocina. Incluso si yo me acerqué a la cocina de la mansión sólo porque quería hacer daifuku por todos los medios. Hasta entonces, no me había importado en qué parte de la mansión estaba.

—Entonces, por favor, guíame.

—Sí.

Me salvaré si me guía.

Se dice que está en un lugar difícil, además, al final, Freed no se quejará si es Glenn quien lo hace. Me preocuparía si se pone celoso de manera extraña. No… pero si es solo un poco puede ser agradable ser regañada… se sentiría como ser amada… ¡Ja! En qué estás pensando, yo. No puedo, no puedo. En cuanto dejo que mi mente divague, pensamientos de doncella asaltan mi cabeza. Aunque sea (provisional), es un hecho que ahora mismo siento afecto hacia él. Todo lo que tengo que hacer es averiguar si es verdad. Si no pienso en eso, soy consciente de mi afecto de siempre. Con la guía de Glenn, continuamos. Cuando bajamos las escaleras en un lugar poco llamativo, el interior se volvió de verdad diferente al del Palacio Real. Paredes de piedra y puertas sin ningún adorno, las estructuras grises monocromáticas me abrumaron.

—La cocina está en la parte de atrás. ¿Lidi?

—Ah, sí. Lo siento, me sorprendió un poco.

—Sí, esta es, por así decirlo, la parte oculta. En circunstancias normales, alguien con estatus social como Lidi no se acercaría.

—¿Y Glenn?

—Es mi trabajo. Necesito tener cierto control en cada parte del castillo.

Ya veo. Esto significa que él era el más adecuado para guiarme. Mientras seguía con atención a Glenn, dejé escapar una risita. Puede que me haya salvado el conseguir un guía. Parece que ya me pierdo bastante.

—Es por allí…

—Gracias.

Glenn, que había estado caminando delante de mí, se detuvo y me miró. Asentí con la cabeza y pasé junto a él. Cuando pasé a su lado, Glenn dijo preocupado.

—¿Estás bien si no te acompaño?

—Desde el principio tenía que venir sola, así que estoy bien. Además, estoy acostumbrada a cosas así.

Cuando irrumpí en la cocina de la mansión también fue así. Cuando fui a ver al dueño del restaurante en la ciudad igual. Siempre me he manejado de alguna manera por mí misma. Me separé de Glenn y, sin dudarlo, entré en la cocina. En el instante en que entré, decenas de cocineros se volvieron hacia mí a la vez. Al recibir sus miradas, hablé relajada.

—Siento venir durante su tiempo de trabajo. Creo que ya han oído la noticia, sin embargo, me pregunto dónde está el Jefe de Cocina Bart.

Desde que se difundió la noticia, saben quién soy. Gracias a decir que la cortesía es innecesaria por adelantado, no cayeron de rodillas. Pero aun así, todos inclinaron la cabeza con un mínimo de cortesía.

—La hemos estado esperando, Princesa Consorte. Soy el Jefe de Cocina Bart. Ya he escuchado la historia. Pase por aquí, por favor.

Al pronunciar el nombre del Jefe de Cocina que he escuchado de Freed, del interior de ésta salió un hombre de complexión media que parecía tener poco menos de cuarenta años y se dirigió hacia mí. Aunque el ambiente era demasiado incómodo, me reí de manera inconsciente… Parece que todos los cocineros son iguales.

—¿Por qué se ha reído, Princesa Consorte?

—Lo siento. Su actitud es demasiado parecida a la de los cocineros que conozco, así que no pude evitarlo.

—No entiendo el significado de lo que se me dijo, pero por favor, no se interponga en nuestro camino. Aunque sea una petición de Su Alteza, aceptar es lo máximo que se puede hacer.

—Por supuesto. Es suficiente con que me muestre la cocina. No pretendo entorpecer su camino. Si es posible, me gustaría ver la despensa, ¿sería un problema?

—En ese caso, como nos hemos enterado de antemano, es posible.

—Gracias.

Al decirme que le siguiera cuando empezó a caminar, le seguí a toda prisa. No, por supuesto que no les caeré bien. Bueno, esto está dentro de lo esperado. Desde su punto de vista, la prometida del príncipe heredero no es más que una molestia. Por supuesto que lo entiendo, pero aun así quería que me permitieran ver la despensa a como dé lugar. No pretendo molestarlos más de lo necesario, así que no pretendo visitarla muy a menudo.

—Es aquí.

Bart se detuvo frente a una gran puerta. Allí nos esperaba un hombre bajito y delgado. Según su explicación, un arte mágico mantenía la temperatura del interior constante. Debió explicarlo pensando que yo no era consciente, pero por supuesto que lo sabía. Había algo similar en la cocina de mi residencia ducal.

—Es el vicejefe de cocina.

Presentado por Bart, asintió. A la señal de Bart, el Vicejefe de Cocina hizo una ligera reverencia y abrió la puerta.

—Wow.

Al ver la sala repleta de comida, de manera inconsciente levanté la voz. Comida que nunca había visto, cosas que conocía pero que no esperaba. La despensa que estaba rebosante de diversos ingredientes evocaba intensas emociones. Increíble. Como se esperaba de la despensa del Palacio Real. La gama de productos era impresionante. Con la boca abierta, como una simple idiota, me acerqué a cada estante y comprobé los ingredientes. No había problema si me decían que no vuelva a venir aquí. Me acordaré de lo que quiero y se lo pediré a mi hermano más tarde.

Mientras comprobaba los ingredientes con los ojos bien abiertos, el Jefe y el Vicejefe de Cocina me seguían en silencio. Parecía que querían decir algo, pero no era el momento de preocuparse. Así pasé el tiempo mirando a mi alrededor, seleccionando en mi cabeza los ingredientes que quería hasta cierto punto, cuando llegué al último estante me encontré con el tan esperado encuentro destinado.

—¡Agar[1]!

Al ponerlo en palabras, lo tomé en mi mano de forma inconsciente. Existe… Después de todo existe. Temblé de emoción al descubrir el objeto que deseaba desde hace mucho tiempo pero que, sin tener idea de cómo fabricarlo, me resigné a no obtener.

¡Wiii, con esto puedo hacer yōkan!

Ah, aquellos que piensan “hará yōkan[2] ahora”, eh, que den un paso adelante. No perdonaré a los que lo desprecian. Algún día entenderán su delicioso sabor. “No me interesa el yōkan”. Aquellos que lo piensen caerán en la trampa. Sí, una vez que intenten comerlo por casualidad, sucumbirán a la tentación. Tan pronto como entre en su boca, caerán diciendo “¡Por qué he odiado una cosa tan deliciosa hasta ahora!”. Una vez que caen, es el fin. El día en que su vida de inesperadas y abundantes variedades de yōkan comienza no está lejos. Ju, ju, ju. Voy a esparcir yōkan a partir de ahora, una mala sonrisa apareció en mi cara. Por completo metida en el ambiente, estaba imaginando varias recetas con esto y lo otro, cuando una voz perpleja desde detrás me hizo volver a la realidad.

—¿P… princesa consorte?

—¿Eh?

Cuando miré hacia atrás, nerviosa, los dos me miraban fijamente.

—¿Ocurre algo?

Cuando incliné la cabeza y pregunté sin dejar de agarrar el agar, el vicejefe de cocina lo señaló con nerviosismo.

—Princesa consorte, ¿de casualidad sabe qué es eso?

—Eso… ¿Se refiere a este agar?

Cuando les devolví la pregunta sin entender a qué se referían, asintieron con energía.

—Ese alimento ha sido importado hace poco desde el principal país del sur, el Reino de Irvine. Pero además de ser un ingrediente que vemos por primera vez, no entendemos cómo prepararlo, por lo que, al final, lo dejamos estar.

Mientras el vicejefe de cocina colgaba la cabeza con disgusto, el jefe de cocina Bart también afirmó.

—Por desgracia, nos han puesto de verdad de rodillas. Suponiendo que la Princesa Consorte sepa algo, me pregunto si podría enseñarnos…

—Entonces, ¿está bien si intento hacer algo como experimento?

—¿Está bien?

Como era natural, asentí. Se ve bien. Todo funcionó como deseaba. Podría ser un poco difícil poner mis manos en él si es algo importado. Entonces, para ganar su confianza, debo mostrarles con rapidez la forma de utilizar este ingrediente. Cocinar para ganarse la confianza de un cocinero. Recordando mis experiencias anteriores en la ciudad, me animé. Para ser reconocida, lo mejor es hacer algo.

—Sin embargo, nunca hubiera pensado que la Princesa Consorte cocinaría. Con todo el respeto, pensé que era solo el pasatiempo de una joven dama noble que buscaba satisfacer su curiosidad…

Mientras salíamos de la despensa y me llevaban a la cocina, Bart se inclinó disculpándose. Por supuesto, comprendí que pensara eso, así que, sin importarme, lo ignoré un poco. Ahora que lo pienso, el vicejefe de cocina levantó la voz.

—La princesa consorte procede de la casa ducal de Vivoir… Siendo así, ¿conoces por casualidad el “daifuku”…?

—¿Daifuku? Por supuesto que sí.

Lejos de conocerlo, fui yo quien lo creó. Cuando afirmé que pensaba así, el vicejefe de cocina me comentó que junto con el jefe de cocina de nuestra residencia tomaron clases con el mismo maestro.

—Ya veo, eres amigo de Thomas.

Con sorpresa, ese hombre está bien conectado, cuando asentí con eso, el vicejefe continuó hablando de su conocido.

—He preguntado sobre el daifuku varias veces antes. Me preguntaba si Thomas había hecho la receta original. Sé que trabaja para la casa ducal. Por eso lo había pensado, pero parece que solo podía hacerlo porque su nuevo maestro le había enseñado.

—Fu, fu…

Seguro mi padre le prohibió decir mi nombre. Mi padre no dice nada sobre mi participación, pero Thomas que aprendió la receta no se quedaría callado.

—Yo lo hice.

No es que lo oculte por algo en especial. Todos los que me conocen lo saben, también lo hablé ayer con Freed. En primer lugar, mi hermano dijo que no era de verdad un problema si hablo de ello. Cuando respondí sin dudarlo pensando así, las miradas de todos en la cocina se concentraron en mí.

—¿Eh?

El vicejefe dejó escapar una voz tonta. Bart también abrió mucho los ojos, abrumado por la sorpresa.

—Estoy diciendo que yo creé la receta original del daifuku. Solo le dí el permiso a Thomas para producirlo dentro de la residencia ducal.

—¿D-de verdad?

—No hay razón para que mienta, ¿verdad? Si dudas tanto de mí, puedo hacerla ahora mismo. Tengo que hacer pasta de judías rojas de todos modos.

Obtuve el tan esperado agar. Pensando que me gustaría hacer yōkan de una vez, lo sugerí. Junto a Bart, que asintió con una cara de asombro, el vicejefe de cocina exclamó “¡Ah!”.

—Entonces, tal vez, el arroz al curry también…

—Ah, así que has oído hablar de Thomas. Sí, también lo hice yo. Pero, me pregunto si podrías guardar silencio al respecto. No quiero que se sepa mucho.

No tengo ni idea de dónde vienen las filtraciones. La verdad, no quiero que mi padre me regañe de nuevo. Cuando hice énfasis en ello, a pesar de poner cara de asombro, el jefe de cocina asintió.

—Por supuesto que no lo voy a difundir… Nunca hubiera pensado que la Princesa Consorte fuera la que hiciera el arroz con curry. Recibí un choque cultural cuando lo comí por primera vez el año pasado.

—¿Eh? ¿Visitaste el restaurante a propósito? Entonces, ¿acaso conoces al señor Lars?

—Por supuesto que sí. Es un cocinero famoso, lo conozco a través de Thomas. ¡Um! Princesa consorte, ¡mi corazón se estremeció con el pan de curry! Creo que la Princesa Consorte es una verdadera genio por desarrollar eso.

—G-Gracias.

Cuando se acercó con entusiasmo, de manera inconsciente me incliné hacia atrás. Era la misma reacción que la de los fans entusiastas. Incluso cuando estaba en la tienda de Lars, varias veces vinieron tipos así a la cocina queriendo ser mis discípulos. Fue bueno que Lars los alejara, pero esto es de verdad preocupante.

—¡Estoy conmovido! ¡Nunca hubiera pensado que conocería a la dueña de la receta original del daifuku y del arroz de curry! Al principio, pensé que era problemático, ¡pero ahora estoy muy agradecido con Su Alteza!

—Ya veo. ¿No es genial?

—¡¡Sí!!

Demasiado directo. Es desagradable cómo su respuesta se parece a la de Thomas. En definitiva, me siento como si me adorasen. Cuando desvié la mirada hacia el Jefe de Cocina, vi que Bart me miraba con ojos brillantes… ¿Eeeh? Incapaz de soportarlo miré a mi alrededor, pero parecía que las miradas de los alrededores cambiaron a unas de respeto. Cuando me pregunté por qué había sucedido de repente, me di cuenta de que había revelado que era la dueña de las recetas originales. Ya veo… Las palabras “receta original” son así de efectivas, ah. Habiendo recordado que en este mundo la posición del dueño de la receta original es absoluta, fue que reflexioné sobre decir algo innecesario.

Pero bueno… de inmediato cambié de opinión. Está bien si me dejan hacer lo que quiera con esto. De todos modos, es demasiado tarde. Llámenme maestra o lo que sea. Preparándome rápido, di instrucciones para que me trajeran los ingredientes. En respuesta, los cocineros corrieron, compitiendo por recoger los ingredientes. Era una escena que estaba acostumbrada a ver, tenía la misma sensación que la cocina de la mansión ducal.

Deja vú, esto es un deja vú. Ya no me estresa. Al fin y al cabo, me siento más cómoda en la cocina. Más tarde, tengo que darle las gracias a Freed por permitirme venir aquí. Me até el cabello y me arremangué las mangas. Las sujeté con bandas que tenía escondidas en cada bolsillo. Comprobando los ingredientes que me habían traído asentí con la cabeza. Sí, como se esperaba del Palacio Real. La frescura es excepcional. No hay nada de qué quejarse.

—Entonces, voy a tomar prestada la cocina por un tiempo. Les dejaré comer dulces hechos con agar.

De acuerdo. ¡Ahí voy! ¡Espérame, yōkan!

Había una parte de mí que quería hacer mizu yōkan[3], pero por ahora, vamos a hacer yōkan ordinario. Por supuesto que recuerdo la receta. Lo primero de todo es la pasta de judías leída. Al imaginar los detalles de la receta, mostré una sonrisa. Disfrutando totalmente, empecé a trabajar de manera hábil en la nueva confitería tradicional japonesa.


Lucy
Admiro su capacidad para recordar tantas recetas, no sé si yo tendría tanta capacidad de retención de una vida anterior a esta altura xd

[1]El agar o agar-agar es una sustancia carragenina, un polisacárido sin ramificaciones obtenido de la pared celular de varias especies de algas de los géneros Gelidium, Eucheuma y Gracilaria, entre otros, resultando, según la especie, de un color característico.

[2]El yōkan es uno de los wagashi (dulce tradicional japonés) más antiguos, moldeado en forma de bloque y hecho con pasta de judía roja azuki (koshi-an) solidificada con gelatina de agar-agar (kanten) y azúcar añadido.

[3] El mizu yōkan tiene una textura gelatinosa más suave por su mayor contenido en agua, frente a su otra versión, más seca y de larga conservación, como es el neri yōkan. El mizu yōkan resulta refrescante al servirse frío en verano.

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