Princesa Bibliófila – Volumen 4 – Arco 2 – Versículo 1: Charla secreta de chicas

Traducido por Maru

Editado por Sakuya


Una voz llegó a mi oído.

—Esto fue un poco sorprendente.

Las luces comenzaron a atenuarse en anticipación a la apertura de la cortina, y el aire a nuestro alrededor se llenó de emoción. Sirius Ensemble estaba actuando en la Ópera Real. Era un teatro famoso. Uno de los reyes de Sauslind de varias generaciones atrás había desarrollado un amor por las artes y hecho todo lo posible para calcular cada pequeño matiz de este edificio, incluido el eco del sonido.

Había asientos en el segundo piso reservados para uso de la familia real. Ahí fue donde yo, Elianna Bernstein, me senté mientras esperaba con alfileres y agujas a que comenzara el espectáculo. Levanté mi mirada del escenario al hombre a mi lado.

Incluso en la oscuridad, su cabello rubio era deslumbrante. El príncipe Christopher me dedicó una hermosa sonrisa. Cuando comencé a inclinar la cabeza, habló con suavidad y continuó su línea de pensamiento anterior.

—No esperaba escucharte decir que querías ir a ver una ópera. Debería haber sido yo quien te invitó. Qué vergüenza.

Sonreí y sacudí mi cabeza.

Tan pronto como terminaron las vacaciones de año nuevo, me encontré en la oficina del príncipe. Mostró poca consideración por aquellos que podrían estar mirando cuando se acercó y dijo:

—Me prometiste que pasarías tiempo conmigo, Eli.

El aire romántico de la habitación envió a Lord Alexei al límite. La atmósfera tomó un giro gélido, al menos hasta que se dio cuenta de que el príncipe no prestó atención a su indignación. Entonces Lord Alexei acunó su cabeza como si estuviera luchando contra otra migraña y dijo:

—Te daré medio día. Ya sea que lo pasen juntos en privado en su habitación o se vayan a otro lugar, no me importa. Adularos el uno al otro tanto como queráis. Siempre que te concentres en el trabajo una vez que hayas terminado.

Casi dudé de mis oídos.

—Entonces lo aceptaré.

Cuando el príncipe intentó arrastrarme a sus habitaciones privadas, entré en pánico y solté:

—Quiero ver la ópera que se ha convertido en la comidilla de la capital últimamente.

Nunca soñé que pudiera hacer los arreglos necesarios para conceder mi solicitud el mismo día. Sin embargo, fue un poco extraño que murmurara para sí mismo después:

—Será mejor que nos vayamos antes de que mi madre se dé cuenta.

En cualquier caso, estaba realmente feliz de que hubiera hecho tales adaptaciones para mí a pesar de la poca antelación. Entonces respondí a su pregunta con sinceridad.

—Quería escuchar cantar a la cantante Eugenia. Debutó durante el Banquete de la Noche Santa, así que desafortunadamente no pude verla en su primera actuación.

El Banquete de la Noche Santa fue un evento oficial, por lo que el tiempo libre que tuve durante el mismo fue bastante limitado. Cuando escuché que ella debutaría entonces, me molestó que no pudiera asistir.

El príncipe se rió.

—Si realmente quisieras apoyar a esa cantante, deberías haberle enviado flores con el nombre de la prometida del príncipe en lugar de usar tus iniciales para ocultar tu identidad. ¿Por qué no hiciste eso, Eli?

—Uh… —Entré en pánico, preguntándome cómo pudo haber sabido que en secreto le envié un ramo. Un sudor frío perlaba mi frente.

Era cierto que era común que la familia real y la nobleza mostraran públicamente su apoyo a los artistas. Pero temía que hacer eso con la cantante suscitara rumores sobre cómo nos conocimos para empezar. Eso sería un poco… no, bastante inconveniente.

Francamente, fue el príncipe a quien no quise descubrir mi secreto. Sabía que, si hacía oficial mi apoyo, él se enteraría de inmediato y me preguntaría al respecto. Eso era lo que había querido evitar. Todos tenían sus indiscreciones juveniles, ¿no?

El sudor siguió cayendo por mi frente mientras buscaba las palabras para decir, sintiéndome un poco desafiante ante su interrogatorio. Pero el príncipe simplemente me lanzó la misma sonrisa que siempre tenía.

—Elianna, lo admito, tengo mucha curiosidad. ¿Dónde podría una princesa bibliófila como tú descubrir a una cantante antes de que su reputación fuera lo suficientemente prominente como para justificar que se escribiera un libro sobre ella? —Su sonrisa se hizo más profunda mientras continuaba su despiadado interrogatorio—. No tenemos secretos entre nosotros, ¿verdad?

No mencionó el hecho de que habíamos prometido estar juntos durante el banquete, pero no tuvo que hacerlo. La atmósfera estaba lo suficientemente tensa como para saber que no podía escapar, y cuando se levantó el telón del escenario, mi mente recordó esa noche de verano de hace tres años.

♦ ♦ ♦

—¡Eli! Sabía que estarías en los archivos.

Era una tarde temprana en pleno verano.

Los archivos estaban ubicados en una cuadra del palacio Sauslind donde el sol no llegaba. Hacía bastante frío aquí incluso en los días más calurosos, lo que lo convierte en un respiro secreto y popular para muchos en el palacio.

Como alguien que permanecía regularmente en los archivos, estaba ayudando a algunos miembros del personal con su trabajo, es decir, clasificando cuidadosamente cada libro uno por uno, lo cual era una tarea agradable según mis estándares.

Normalmente se estaba tranquilo aquí, así que cuando escuché a alguien decir mi nombre, miré hacia atrás con sorpresa y encontré a una de mis primas que tenía aproximadamente la misma edad que yo. La acompañaba la hermana pequeña de Lord Alexei, la señorita Therese Strasser, de quien me había hecho muy cercana inmediatamente después de llegar a la capital. Mientras los dos corrían, bajé lentamente mi escalera para encontrarme con ellos.

La señorita Therese fue la primera en soltar algo.

—Señorita Elianna, ¿estás libre esta noche?

—¿Perdón? —Parpadeé varias veces, tratando de adivinar qué significado podía haber detrás de esa pregunta.

Sus ojos castaños brillaron divertidos. Ella ignoró mi confusión y continuó:

—Esta noche habrá un evento realmente entretenido. Me preguntaba si vendrías con nosotras.

—Oh —dije, sin saber cómo responder.

Mi prima Julia intervino:

—Vamos, Eli, vámonos.

Julia era la segunda hija del conde Storrev. Estaba entre sus dos hermanos; el mayor era el heredero de la familia, muy maduro y con los pies en la tierra, y el menor era sagaz y calculador. Julia, sin embargo, se mostraba más reservada y callada. Sus ojos marrones oscuros siempre miraban cada situación con calma, lo que la hacía experta en reducir el conflicto. Era difícil creer que teníamos la misma edad, solo quince años.

Como la señorita Therese, insistió en que fuera.

—Eli, siempre te encierras en los archivos y nunca sales. La última vez que dejaste este lugar fue hace unos días, ¿no? Cuando mi madre te llevó a la ópera. Sé que no te permitirían visitar un retiro de verano incluso si lo pidieras, así que al menos podemos disfrutar de una noche juntas, solo nosotras las chicas.

Ella tenía razón; cómo era la prometida del príncipe, no podía dejar el palacio por capricho. No importaba que yo fuera, en verdad, solo una prometida falsa.

Mientras estaba ahí con el ceño fruncido, los ojos de la señorita Therese brillaron de alegría mientras explicaba:

—Serge Crowley es la comidilla de la capital en este momento, y esta noche cantará en algún lugar.

—Así que de eso se trata. —Ahora finalmente lo entendí.

Desde principios de verano, el joven cantante Serge Crowley saltó a la fama de la noche a la mañana gracias a sus actuaciones en la Ópera Real. Tenía rasgos faciales adorables y el porte de un noble. Porque tan delgado como era, tenía una voz sorprendentemente poderosa, cantando canciones sobre el amor desgarrador.

Me enteré de él recientemente cuando mi tía y Julia me arrastraron al teatro.

—¿Entonces habrá un evento por la noche en la Ópera Real? —pregunté.

—No. —Julia negó con la cabeza—. Conoces al vizconde Gorton, ¿no? Recientemente se ha hecho un nombre como compositor. Serge actuará en la mansión del vizconde.

—Ya veo.

En otras palabras, me estaban invitando a una fiesta nocturna. Serge era un joven cantante famoso, después de todo. Probablemente sentían curiosidad y querían escuchar su voz de cerca. Sabiendo que no era muy proactiva cuando se trataba de fiestas nocturnas y eventos nobles, habían decidido invitarme por consideración.

Sonreí.

—Muy bien, entonces le pediré a Alfred que me acompañe…

Pero la señorita Therese me interrumpió en voz alta.

—Además, he oído que te ha interesado Serge desde que lo viste en la ópera, señorita Elianna. Entiendo cómo te sientes. Su voz tiene el poder de derretir hasta el más duro de los corazones de las doncellas.

Aunque estaba claro que estaba bromeando por su tono, me quedé mirando sin comprender. Era cierto que estaba interesada en el hombre, pero en un sentido completamente diferente al que ella insinuaba.

Julia y la señorita Therese rieron con picardía. Esta última se llevó el dedo índice a los labios y dijo:

—Por supuesto, no se lo diremos a su alteza. Es un secreto entre nosotras tres.

Mientras las dos continuaban complaciéndose en su diversión, me acompañaron. Las seguí con un signo de interrogación colgando sobre mi cabeza, completamente confundida en cuanto a lo que estaba pasando.

Sin que yo lo supiera, había un niño con cabello color miel en uno de los pasillos cercanos que también giró sobre sus talones y se fue exactamente al mismo tiempo.


Maru
Parece que, desgraciadamente, habrá que esperar al tomo cinco para continuar la historia principal… Pero, bueno, disfrutemos de esto mientras tanto.

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