Sentido Común de una Casa Guerrera – Capítulo 91: Con mi amiga y el príncipe

Traducido por Lugiia

Editado por Sakuya


—Señorita Mellice, si tiene tiempo después de esto, ¿le gustaría regresar conmigo a la sala de estar?

—Señorita Sharia. Eso me gustaría, pero…

—Señorita Mellice, he venido a recogerla…

Una estudiante, quien parecía ser de un curso superior, llama a la señorita Mellice, interrumpiendo mi conversación con ella.

—Oh, Dios… Gracias por tomarse la molestia de venir aquí. Lo siento, señorita Sharia, acabo de recordar que tenía una cita previa, así que tendremos que encontrarnos en la sala en otro momento.

La señorita Mellice acepta con calma la petición de las estudiantes y las sigue.

—E-Está bien…

Aunque acepté su respuesta, sentí un aire turbulento alrededor de las tres chicas que la guiaban, así que comencé a seguirlas.

Sin intercambiar ninguna palabra, las estudiantes caminaron con una sonrisa pegada a sus rostros.

Mientras las observaba, mantuve una distancia razonable. Y luego, al llegar a una zona desierta detrás de la biblioteca, se detuvieron.

Para no ser encontrada por ellas, también me escondí en las sombras.

—¡¿Su Alteza…?! —grité reflexivamente su nombre al notar la presencia de otra persona escondida también entre las sombras.

Estaba realmente sorprendida. ¿Quién podría imaginarse que el príncipe se escondería en un lugar tan desolado…?

Sin embargo, aun así, no dejé salir una voz muy fuerte, ya que no olvidé la situación en la que me encontraba.

El príncipe Edgar rápidamente puso su dedo índice frente a sus labios, respondiendo con un gesto en lugar de palabras.

—Finalmente somos capaces de hablar, señorita Mellice —comenzó a decir una de las estudiantes que, por fortuna, no había notado nuestra presencia.

—Sí. Muchas gracias por esperar —respondió la señorita Mellice con una sonrisa. Su reacción tranquila y serena causó que las estudiantes que la rodeaban, retrocedieran—. Entonces, ¿qué asuntos tienen conmigo…? Debo darles mis más sinceras disculpas, no tengo idea de qué querrían hablar conmigo unas estudiantes de un curso superior.

—Es sobre el maestro Louis —respondió la estudiante en el medio de las otras mientras fulminaba con la mirada a la señorita Mellice.

—Oh, Dios… Sobre el joven Louis, ¿no es así? ¿Cuál parece ser el problema?

La señorita Mellice no parecía particularmente asustada por su irritación y, en cambio, las miró con ojos puros e inocentes mientras inclinaba su cabeza, como si estuviera tratando de agitarlas.

—¿Qué…? Si va a llamarse a sí misma la prometida del maestro Louis, entonces debe conocer su lugar y comportarse.

Tal vez porque se vio afectada por la actitud de la señorita Mellice, usó un tono de voz bajo que normalmente no se usaría al decir eso.

—¿Qué quiere decir con “conocer mi lugar y comportarme”? Mis más profundas disculpas, pero no puedo entender lo que usted, una estudiante de un curso superior, está tratando de decir.

—¿No lo entiende, dice? Oh, no parece ser alguien que se casará en la casa Ducal Armelia…

La chica del medio se rió con desdén y las otras estudiantes a su lado siguieron su ejemplo e hicieron lo mismo.

—Aprecio el consejo. Para futuras referencias, ¿podría enseñarme lo que realmente quiere decir con eso?

No obstante, la señorita Mellice no se enfureció por sus acciones, y simplemente sonrió con suficiencia.

—Escuche atentamente, ¿de acuerdo? El maestro Louis está ocupado… ¿No le parece inapropiado demandar tiempo para sus encuentros a pesar de que supuestamente es su prometida?

—Así es. Además, ¿no está actuando demasiado familiar con él? ¿Tiene la intención de dañar su reputación?

—¿No le parece que su débil constitución será un impedimento para actuar como la futura duquesa de la casa Armelia?

Las tres aprovecharon la oportunidad para lanzar sus comentarios llenos de sarcasmo.

Su burla comenzó a escalar gradualmente, llegando a un punto en el que se hacía insoportable escuchar.

El príncipe Edgar, quien las observaba a mi lado, frunció el ceño y comenzó a mover su cuerpo para detenerlas.

—Por favor, espere, su Alteza…

Sin embargo, lo detuve.

—¿Qué…? ¿Qué demonios estás diciendo?

Al ver mi reacción, el príncipe me dirige una mirada sospechosa.

—Solo un poco más… Por favor, déjeme observar la situación un poco más.

Mientras estamos teniendo tal intercambio, la situación comienza a ir en una dirección inesperada.

En ese momento, una risa suave vino en la dirección de la señorita Mellice.

—Gracias por su consejo. Ha sido muy educativo, aprender que también existe “esa” forma de pensar.

Por un momento, las estudiantes parecían no poder entender lo que estaba diciendo, así que solo pusieron sus ojos en blanco ante sus palabras.

—¿Qué…?

—Entonces, ¿tienen algo más que quieran decir?

—¿Qué pasa con esa actitud? ¡No te atrevas a hablar con ese tono a estudiantes de cursos superiores…!

En contraste con su furia, la señorita Mellice sonrió como si le divirtiera la situación.

—¿Cursos superiores? Oh, Dios, qué gracioso… ¿Llamar a una estudiante de primer año para abusar verbalmente de ella es algo propio de alumnos de cursos superiores?

Su tono de voz era diferente al que había usado antes. No era suave, sino severo. Además, también tenía una mirada seria y aguda que comenzó a causar escalofríos a todos los presentes…

Las chicas fueron tragadas por esa atmósfera, haciendo que fueran incapaces de abrir sus bocas.

—Para empezar… ¿en “qué” se basan para decir que soy inapropiada como la próxima duquesa? ¿Todas ustedes tienen la “capacidad” de negar la decisión tomada por mi padre, Gazelle Daz Anderson, y el jefe de la casa ducal Armelia, el señor Romeru Jib Armelia?

—¿Q-Qué…? Lo único que eres capaz de hacer es jactarte de la influencia de tu casa…

—Oh, Dios… Incluso si dices eso, no se puede evitar. Estoy segura que sería difícil presentar algo que definitivamente haga que me reconozcan, considerando que solo buscan defectos para negarme… Estoy muy agradecida de que haya gente como ustedes, señoritas, por aquí, y que me hayan dado la oportunidad de escuchar directamente esas palabras de sus bocas.

Por un breve momento, el aire a su alrededor se relajó mientras sonreía suavemente.

—Sin embargo, para empezar…, no tengo necesidad de obtener reconocimiento de alguna de ustedes. No importa lo que digan, soy la prometida del joven Louis De Armelia. Mientras yo lo desee y él lo apruebe…, sin importar lo que digan, no hay forma de que ese hecho se revierta.

Mientras disparaba esas palabras revestida en una atmósfera aún más aguda y llena de autoridad, esas chicas finalmente cerraron sus bocas.

—Lo sabía… —murmuré por reflejo al ver que eso comprobaba mi hipótesis.

—¿Lo sabías? ¿Qué sabías…?

Olvidé que el príncipe Edgar todavía estaba aquí… Me puse nerviosa por ese hecho, pero era demasiado tarde.

—¿Qué…? Ah…

No se me ocurrió ninguna buena excusa, y entré en pánico por un corto tiempo… Eventualmente, me di por vencida y dejé salir un suspiro mientras simultáneamente abría la boca.

—Comprendí por qué la señorita Mellice fue capaz de seguir a esas chicas con tanta calma.

—¿A qué te refieres?

—Para ella, las disputas entre chicas son probablemente un asunto trivial… Lo más seguro es que piense que están al nivel de una molesta mosca que zumba cerca de sus oídos. Como es algo de lo que puedes deshacerte fácilmente agitando tu mano, no tiene necesidad de sentir miedo. Como se espera de la hija del general Gazelle.

—Pareces bastante feliz por eso…

—Sí, sí. No se puede evitar que me sienta así. Después de todo, la persona que admiro está justo delante de mis ojos.

Mientras hablaba, las palabras se desbordaron rápidamente de mi boca. Al mismo tiempo, sentí que mi corazón comenzaba a latir más rápido, nublando mis ojos con la excitación.

Realmente no se puede evitar, ¿verdad?

Es imposible no sentirme así cuando el reencuentro, que había estado esperando con tantas ansias, finalmente había sucedido. La chica con la que quería encontrarme después de tanto tiempo estaba frente a mí.

Cuando de repente volví a mis sentidos y miré al príncipe Edgar, por alguna razón, se había endurecido y su rostro parecía estar un poco rojo.

Si no se siente bien, ¿por qué no regresa a su dormitorio…? Mientras lo miraba distraídamente, el príncipe abrió su boca una vez más.

—Quieres convertirte en una mujer así de fuerte… ¿Es eso? —preguntó en voz baja.

—Fuerte… Sí, supongo. Si por fuerte te refieres a alguien que posee un corazón tan firme que nunca se doblegaría ante alguien más, sí.

—Ya veo… Entonces, ¿dices que su forma de ser es fuerte?

—Sí, sí. Esa persona tiene un aire de orgullo cuando pisa el suelo con sus pies, y su mirada refleja a aquellos a los que debe proteger… Es como un lobo, el rey del bosque. Estoy segura que ha visto su aura de nobleza… Como mujer, no hay manera de que no pueda admirarla.

—Ya veo…

—Dicho esto, Su Alteza, me despido. Parece que la señorita Mellice regresará al dormitorio de damas, así que yo también lo haré.

—Ah, seguro…

Mientras dejaba atrás al príncipe Edgar, quien seguía aturdido en el lugar, fui incapaz de reprimir la agitación dentro de mi corazón.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido