Sentido Común de una Casa Guerrera – Capítulo 95: El desafío del primer ministro (2)

Traducido por Lugiia

Editado por Sakuya


Un golpe repentino resonó dentro de la silenciosa habitación.

La persona que abrió la puerta era mi mayordomo, Alf, quien vino conmigo desde la casa ducal Armelia.

—Gracias por venir. ¿Cómo te fue con…?

—No hay problemas, maestro. Hemos asegurado por completo su seguridad dentro de la posada.

Las palabras de Alf me dieron una sensación de alivio.

Exhalando, dejé salir la bocanada de aire que había estado reteniendo.

—Ya veo. Sabía que podía contar contigo.

—Es mi deber crear un ambiente confortable para mi maestro…

Cuando veo a Alf bajar respetuosamente la cabeza, me echo a reír por reflejo.

—En efecto, revisar toda la comida y las bebidas dentro la posada por posibles sustancias venenosas y detectar si hay infiltrados dentro de la misma, es “crear un ambiente confortable”, ¿no es así?

Alf no negó mis palabras. Simplemente sonrió suavemente.

—Gracias a ti, soy capaz de relajarme de esta manera. Estoy verdaderamente agradecido, Alf.

—Es natural, maestro.

—Natural, ¿eh? De verdad, estoy asombrado por tu eficiencia, ¿sabes? Ahora, me siento mal pidiéndote esto cuando estás cansado, pero ¿podrías hacerme una taza de té?

—Sí, por supuesto.

Mientras Alf prepara el té, me siento con mi espalda hacia la ventana.

—Lo vi observar el paisaje con mucha atención, ¿estaba recordando su país…?

—No… Simplemente quería memorizar el peso que cargan en sus hombros las personas que voy a conocer. Es mejor saber todo lo que pueda sobre mi oponente antes de conocerlos…

—¿Es así, señor…?

—En cuanto a mi país…, bueno, estoy un poco preocupado, pero estoy seguro que Louis puede manejarlo. Mis subordinados también están con él. En cuanto a la mansión, Aurelia está ahí, así que no debería haber problemas mientras le deje las cosas a ella.

Con mucho cuidado, Alf me ofrece una taza de té caliente. Sin vacilar, bebo por completo su contenido.

—Sí, está delicioso. —Al escuchar mis palabras, la sonrisa de mi mayordomo se profundizó—. Mañana serán las casas ducales Grindal y Ferring, Alf… —añadí, dirigiendo mi mirada hacia él.

Eso fue suficiente para que él entendiera lo que quería decir. Asintió y abrió la boca. Lo que comenzó a salir de sus labios fue información sobre la casa ducal Grindal.

El duque Grindal…

Era una de los cinco archiduques del Principado de Rinmel, y su casa ducal poseía un vasto y rico territorio en la región noroeste.

Tenían la mayor cantidad de bienes entre las cinco casas y, aunque vivían en una zona de clima frío, su tierra era rica. Como sus cosechas eran capaces de soportar el clima, eran más que autosuficientes en la producción de alimentos.

Además, la tela producida por el territorio del duque Grindal era famosa por poseer una textura única, y había ganado popularidad tanto dentro como fuera del país, sin importar las fronteras.

El actual jefe de la familia era Maurice Grindal. Su esposa se llamaba Linette Grindal, y tenían un solo hijo.

La gran reputación de Maurice lo precedía. Se decía que era una persona íntegra, firme y decidida.

—Si es la región del noroeste…, entonces, incluso si la invasión al reino de Tasmeria es exitosa, el daño a las personas, debido a la guerra, será mucho mayor que los beneficios de la misma —exclamé, interrumpiendo las palabras de Alf.

—Además, los sentimientos de Maurice Grindal hacia el pueblo son fuertes, así que si es él, entonces es probable que elija evitar cualquier conflicto innecesario… Sin embargo, esto es solo un análisis subjetivo de nuestro proveedor de información —respondió Alf de inmediato.

—Ya veo… ¿Cuál es la diferencia de fuerza militar entre las cinco casas de archiduques?

—Es proporcional a la diferencia entre la cantidad de bienes que poseen. Empezando por arriba está Grindal, Sligar, Ferring, Crow y, por último, Baskar. Basándonos simplemente en los números, si una guerra civil surge entre la facción moderada y la extremista, la moderada tendrá la ventaja. Además, si se añade la fuerza militar de todas las casas con el resto del Principado de Rinmel, aun así poseemos una fuerza militar un diez por ciento mayor que la de ellos.

—Ya veo… Siendo ese el caso, entonces ¿la facción extremista está presionando para expandir el ejército?

—De acuerdo con las leyes del Principado de Rinmel…, o más bien, el acuerdo hecho entre las cinco casas de archiduques, no pueden expandir abiertamente su poder militar. No obstante, parece que la casa Sligar lo está haciendo en secreto.

—Oh…, ya veo.

—Aunque, simplemente aumentar su número no es suficiente. Como necesitan una cantidad considerable de entrenamiento, tomará algún tiempo antes de que puedan luchar como un ejército. Por el contrario, la casa ducal Grindal tiene un número considerable de personas que pueden luchar hasta cierto punto, incluso entre los civiles que no son personal militar.

—¿Qué significa eso?

—Tradicionalmente, se fomenta el aprendizaje de las artes marciales. No solo para aprender técnicas que puedan usarse contra enemigos, sino también para entrenar sus mentes y sus cuerpos. Como tal, tanto los niños como las niñas comienzan a entrenar desde una edad temprana.

Esas palabras me recordaron el territorio de la casa del marqués Anderson.

Ese lugar estaba repleto de campos de entrenamiento para las artes marciales… Quizás se debía a que los Anderson, quienes han gobernado ese territorio por generaciones, eran conocidos por ser una familia de guerreros.

Tal vez es por eso que su cuerpo de guardia es más fuerte que el de cualquier otra casa…

—Vaya, eso es algo que el duque Sligar no podría tolerar, ¿no es así…?

—Sí. Después de todo, podría pensar que la casa Grindal posee una abundante reserva de tropas.

—Debido a eso, el duque Sligar podría estar bastante impaciente…

—Sí…, la posibilidad de eso es bastante alta.

—Por cierto, ¿la casa ducal Sligar tiene interacciones frecuentes con mercenarios?

—No… La última vez que un grupo de mercenarios fue visto, fue hace cuatro o cinco años.

—Ya veo…

Reflexioné por un momento, tratando de incorporar todo lo que Alf había dicho hasta ahora.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido