Mi crush quiere una poción de amor – Vol. 1 – Capítulo 1: La bruja buena del lago

Traducido por Bee

Editado por Dea


Rose recordaba el día en que conoció a Harij como si hubiese sido ayer.

Sucedió poco después de la muerte de su abuela.

Siendo todavía una bruja en formación en ese momento, Rose había fallado en preparar una poción, lo cual no era tan inusual para ella. Sin embargo, era la primera vez que tenía que ir sola a la gran ciudad para abastecerse de ingredientes.

La capital real estaba más allá del bosque donde vivía. Por lo que sabía, el bosque podía haber sido parte de la capital, pero ni Rose ni las brujas antes de ella lo reconocieron como tal.

La ciudad rebosaba de sonrisas, actividad y ruido, muy diferente a todo lo que Rose había encontrado en el bosque.

La carretera principal, bordeada de piedras talladas con la misma forma, era sorprendentemente fácil de recorrer. Las casas de ladrillo y tejas se alzaban ordenadas en hileras a lo largo de la calle. Se habían instalado carpas frente a las casas, en las cuales se vendían bolsas de yute llenas de granos, coloridas verduras en canastas y otros ingredientes útiles.

Bajo una de las carpas de las que colgaban conejos y zorros, un comerciante conversaba con un cliente mientras fumaban pipas. Un carruaje tirado por caballos atravesó el estrecho espacio frente a ellos a una velocidad tremenda. Los niños se entretuvieron persiguiendo las ruedas que giraban rápidamente.

La ciudad estaba llena de vida y emoción, pero Rose no tenía la mentalidad adecuada para disfrutarla. La ansiedad la llenaba más que la alegría.

En ese momento, Rose acababa de hacerse cargo de los asuntos de la casa y los negocios familiares de su abuela, y estaba física y mentalmente agotada. Luchó por ganarse la confianza de los clientes y las tareas que no estaba acostumbrada a hacer sola se acumulaban.

Con el corazón apesadumbrado, empujó un pie delante del otro por la desconocida carretera de la capital.

Antes, cada vez que se aventuraban en la ciudad, su abuela, quien le enseñó todo sobre ser bruja, le mostraba los alrededores. Rose estaba segura de que sabía más sobre el bosque que nadie, pero los paisajes urbanos creados por la gente se veían todos iguales.

Todos en la ciudad parecían demasiado ocupados para pedir direcciones. Además, iban vestidos con ropa colorida y de moda. A Rose nunca le molestó cuando estaba con su abuela, pero ahora se sentía un poco cohibida al llevar un vestido heredado de su madre alrededor de toda esa gente elegante de la ciudad. Sintiéndose patética de nuevo, sus pasos se hicieron más pesados. Demasiado tímida para preguntar, buscó sola la tienda que su abuela solía frecuentar. Por casualidad, escuchó a la gente hablando en el camino.

—¡Oh, sí! ¿Lo escuchaste? ¡La Bruja del Lago está muerta!

Rose se detuvo en seco y se volvió hacia la conversación que se estaba llevando a cabo en un café. El aroma de algo delicioso como nada que hubiera olido antes permanecía en el aire. Los clientes enrojecidos se sentaron en las mesas al aire libre, cada uno sosteniendo una taza grande y gritando su conversación.

—¿Qué? ¿Estás seguro? ¡Esa vieja bruja ha estado por aquí desde que era un niño pequeño!

—¿No dicen que llevaba viva más de doscientos años? Y aquí pensé que viviría otros cien.

Evidentemente, su abuela no había vivido durante doscientos años. Era probable de que la hubieran confundido con su bisabuela, o con su tatarabuela. Rose dio un paso adelante para corregirlos, pero lo que dijeron a continuación mantuvo sus pies alejados de ellos.

—Bueno, de cualquier manera, ¡es para mejor!

La conmoción drenó el color de su rostro. Rose no podía creer lo que oía. Su corazón latía y se sentía mal del estómago.

—Tener una bruja viviendo cerca empaña la reputación de la ciudad.

—¡Quién sabe lo que te puede pasar si accidentalmente incurres en la ira de una bruja cruel y volátil!

—Les dije a mis hijos que nunca vayan al bosque a menos que quieran ser devorados por la bruja devoradora de hombres que vive allí…

—Ahora no tenemos nada de qué preocuparnos.

Los clientes se rieron y parecían francamente exuberantes por la desaparición de la bruja.

Rose se sintió mareada. Todo frente a ella se volvió negro y comenzó a olvidar cómo permanecer de pie.

Ella no tenía idea de que le temían a la bruja, que a los niños se les advertía que no fueran al bosque y que odiaban tanto a los de su especie que todos se alegrarían de la muerte de su abuela. Solo darse cuenta de esto a su edad le dijo cuán protegida estaba del mundo. Preguntarse si su abuela sabía de su malicia la horrorizaba.

Si lo sabía, entonces siempre lo había soportado sola y deliberadamente había alejado a Rose de la verdad. Quizás se había estado escondiendo de la triste realidad detrás del vestido de su abuela, sin darse cuenta de que estaba siendo protegida.

—Cualquiera que sienta una inmensa alegría por la muerte de otra persona está enfermo.

Una voz aguda llegó a los oídos de Rose, quien estaba clavada en el suelo fuera del café. Levantó la cabeza con un sobresalto y una lágrima se deslizó por su mejilla. Ni siquiera sabía que sus ojos se habían llenado de lágrimas.

Quien habló parecía ser un hombre que cenaba en la mesa junto a los clientes que reían a carcajadas. Era un hombre alto de cabello ceniciento. Su expresión amenazante realzó el disgusto en sus palabras.

—Señor, mi factura.

Ante la llamada del hombre, el dueño del café casi se tropezó cuando salió corriendo de detrás del mostrador.

—¡Sí, señor!

Los dos clientes que habían estado disfrutando de una buena risa estaban irritados por aquella interrupción innecesaria. Simplemente no lo dejaron pasar y tuvieron que decirle más al hombre, sin ocultar su ira.

—Oye, amigo, no es alguien que murió… sino una bruja, ¿sabes?

—¿Tu punto? Las brujas también son personas.

El cliente borracho fue quien lo desafió, pero fue silenciado por la facilidad con la que el hombre desestimó sus palabras La vergüenza se apoderó de su rostro como si nunca se hubiera dignado pensar que la bruja pudiera ser una persona real.

—¿Alguna vez la bruja te ha hecho algo malo? —Lo desafió con una seriedad que era muy difícil de replicar.

—No…

—Si fuera yo, maldeciría a los bastardos groseros que se regocijaron por mi muerte. Di tus oraciones y espera que ella sea, de hecho, una bruja buena.

El hombre despellejó a los clientes con una mirada penetrante, tomó su capa del respaldo de la silla y se puso de pie.

Cuando se dio la vuelta, vio a Rose fuera del café. A la luz del sol, sus ojos eran del azul de una sombra proyectada sobre la nieve fresca del invierno.

Rose contuvo la respiración y se armó de valor para agradecerle, pero él rápidamente rompió el contacto visual. No tenía idea de que la misma bruja de la que estaban hablando estaba parada frente a él. Siempre que ella iba a la ciudad, se quitaba la túnica oscura que la marcaba como bruja, como era su costumbre durante el tiempo en que su abuela aún vivía. Llevaba un pañuelo negro alrededor de su cabello desde que estaba de luto, pero eso no fue suficiente para que las personas pensaran que era una bruja.

El hombre se abrochó la capa flameante sobre sus hombros y se alejó galantemente. La llamativa tela índigo onduló contra su espalda con su paso.

—¡Oye, Harij!

—¡Sir Azm, por favor, espere!

Los otros hombres que estaban sentados en la mesa con Harij se apresuraron a ponerse de pie. Todos tomaron sus capas del mismo impresionante tono índigo.

El miedo se apoderó de los clientes sentados en el café.

—¡M-Mierda! ¡Está con los caballeros!

—¡Espero que no lo hayas molestado! ¡Este café no es responsable de sus clientes!

—¿No es Azm el nombre del señor de Heizlan?

El café estaba alborotado, pero Rose ya no escuchaba. Toda su atención estaba centrada en Harij y la capa índigo ondeando en su espalda mientras caminaba.

—Harij Azm… —su corazón se apretó después de pronunciar el nombre que acababa de aprender.

Ese día, Rose se enamoró.

Quedó enamorada de alguien a quien nunca podría tener.

♦ ♦ ♦

Entonces, un día, el hombre del que había estado enamorada unilateralmente durante cuatro años llegó a la puerta de su casa, buscando una poción de amor para usar con la persona que amaba.

Esa es una buena razón para que me enfurezca, pensó Rose mientras molía sus sentimientos girando la piedra de molino.

Prepara la poción solicitada para poder poner comida en la mesa.

Las brujas vivían según ese credo, y como bruja, Rose hacía lo mismo en su pequeña isla.

Pero no podía alimentarse a sí misma sólo aceptando solicitudes de artículos especiales elaborados únicamente por brujas.

Rose vendía medicinas curativas ordinarias al comerciante que pasaba regularmente por la ermita. Las pociones especiales elaboradas por brujas eran demasiado caras para almacenarlas.

“Tónico especial para el cabello que vuelve a sanar el cabello viejo si lo dejas durante varios minutos antes de lavarlo”, “aceites que te harán popular entre las mujeres si lo usas para lavarte debajo de los brazos”, “ungüento que te calentará si te lo frotas en las manos” y “polvos que te aliviarán la picazón en las plantas de los pies”. Esas eran algunas de las necesidades diarias más populares que la gente quería comprar a pesar de que eran medicinas ordinarias que nadie supondría que las hizo una bruja. La ventaja era que eran baratos de hacer y los hacía en grandes lotes. Naturalmente, los medicamentos para los resfriados también formaban parte de su repertorio, pero como casi todas las aldeas tenían su propio médico en estos días, la demanda estaba disminuyendo. La gente prefería comprar su medicina a un médico que a una bruja.

Rose estaba actualmente en el proceso de hacer un polvo que repelía a los insectos cuando se quemaba. Este repelente era muy útil no solo en la vida personal, sino también en el campo, por lo que tenía una gran demanda. Necesitaba crear un lote grande para la próxima cosecha.

Una vez que terminó su trabajo, Rose se puso de pie. Girar la piedra del molino durante horas le provocaba dolor en los brazos y la espalda. Comenzó a estirarse cuando su espalda chocó con una herramienta mágica al azar apoyada contra la pared. Había más objetos amontonados en la habitación que espacios abiertos en la pequeña casucha.

Un fuerte timbre llenó la choza. Siempre que alguien se acercaba al bote atracado en la orilla opuesta, la campana de la ermita estaba preparada para sonar. Rose dio dos largos pasos hacia la ventana y miró el bosque de puntillas.

Resultó que un ciervo había hecho sonar la campana, no un cliente. Suspiró con una mezcla de decepción y alivio.

El pequeño bote se balanceaba arriba y abajo en el lago sin importarle cómo se sentía. A primera vista, parecía que solo se podía tomar en un sentido, desde el bosque hasta la ermita, pero en realidad estaba conectado a la isla con una cuerda. Tirando del carrete de cuerda ubicado en el muelle de su jardín, podía remolcar el bote hasta ella. Por lo tanto, incluso si el bote estaba en el lado del bosque, Rose podía salir en él.

Si bien la opción de irse estaba allí, por lo general elegía la vida de una ermitaña. Rara vez abordaba el bote para viajar fuera del bosque.

Se alejó de la ventana con su bata arrastrándose detrás de ella. El polvo había vuelto gris su túnica negra. Quería lavarla, pero no podía, porque no sabía cuándo podría visitar Harij. La túnica fue fundamental para ocultar las emociones que no podía esconder.

—Tengo que comprar otra…

Había estado usando los objetos heredados de su abuela y su madre todo ese tiempo, pero los había gastado o quemado mientras preparaba pociones, por lo que estaba usando la última túnica intacta que tenía. Faltaban dos semanas para la próxima visita del comerciante. Eso era mucho tiempo. Se llevó la manga a la nariz y olió. Apestaba un poco.

Oler mal era peor que no tener una bata para esconderse. Después de luchar con las dos opciones, Rose decidió la molesta opción de lavarlo.

Agarró varias botellas del estante y arrastró una tina de madera afuera.

El lago estaba a solo unos pasos de distancia.

Rodeando la casucha por todos lados, brillaba de forma radiante bajo el sol brillante. Mojar sus manos en el agua las enfrió tanto que le dolió; el agua estaba helada hasta el punto de que casi se sentía sagrada. Era posible que sus antepasados ​​se hubieran asentado en un lugar tan remoto debido a esa hermosa masa de agua. Después de todo, las materias primas de alta calidad eran cruciales para la creación de las pociones secretas de una bruja.

Rose decidió que también podría regar el campo mientras estaba en ello. Se quitó la bata y también el vestido, dejándose solo una camisola. Luego frotó la ropa con la “poción para eliminar las manchas rebeldes” que había vertido en la bañera.

Después de pensarlo por un momento, también le colocó una “poción para espolvorear en tu cuello antes de una cita”. Ella no lo hizo por ninguna razón en particular. Luego pensó que bien podría lavarse el pelo con las esponjosas burbujas blancas. Tampoco hizo eso con un propósito claro.

El timbre volvió a sonar. Debido a que también servía como un sistema de advertencia, se ajustó para que pudiera escucharlo dondequiera que estuviera sin importar lo que estuviera haciendo.

—No puede ser… —pronunció con horror. ¿Cómo podía sonar en un momento en el que no solo llevaba una camisa delgada, sino que también tenía la cabeza llena de pompas de jabón?

Casi no tenía relación con las personas que vivían cerca del bosque. La gente tampoco se internaba en lo más profundo de él.

No puede ser. ¿Y si viniera ahora mismo …?

No, no lo haría. Él solo me ha visitado de noche.

A pesar de que conocía sus hábitos de visita, miró nerviosamente hacia arriba mientras sentía que su corazón se hundía en la boca de su estómago.

Allí estaba él, el mismo ciervo de antes, con lo que ella podría jurar que era una mirada engreída.

—¡Oh, dios mío! ¡Aaah!

Incapaz de descargar su ira en otra cosa, apretó el costado de la bañera.

¡De verdad, en serio no me hubiera importado si fuera él! ¡Realmente no me estaba lavando por ninguna razón en particular que tuviera que ver con él!

Se enjuagó con brusquedad el cabello y luego se zambulló en el lago con la camisola puesta. La helada frialdad del agua impregnó su cuerpo. Después de quitarse las burbujas y la suciedad bajo el agua, salió a la superficie. La camisola que se había adherido a su cuerpo se extendió en el agua. Ella siguió adelante y simplemente flotó en la superficie.

—Me cansé sin razón alguna…

No estaba acostumbrada a la salvaje oscilación de sus emociones. Rose había vivido mucho tiempo sola y había pasado por la vida repitiendo el mismo horario todos los días.

Incluso el amor unilateral que había desarrollado hace cuatro años era simplemente algo en lo que disfrutaba reflexionando como un buen recuerdo.

Rose nunca tuvo la intención de enfrentar sus emociones francas y crudas de esta manera.

Aparte del comerciante que venía en sus carreras, la bruja solo recibía una visita cada pocos meses, e incluso eso no siempre era así. Por eso su corazón saltaba y se hundía cada vez que sonaba la campana.

Harij no vendría a ver a Rose. Venía a ver a la bruja.

Por lo tanto, a él no le importaría lo más mínimo si su cabello estaba cubierto de burbujas o si apestaba.

—Tengo que hacerme entender eso mejor. —murmuró con los labios azules mientras cerraba sus ojos. El agua helada fluyó por sus mejillas.

♦ ♦ ♦

—Esta es una rara tela hecha de bordar una flor que solo florece en el fondo de un oasis con cuentas elaboradas por un artesano real de vidrio. Y esta es la piel de un monstruo de las profundidades marinas que solo emerge durante el Sol de Medianoche, que fue adquirida en el extranjero. Esta colorida tela aquí está teñida con agua bendita del Reino de las Nieves; el color vivo no se desvanecerá sin importar la frecuencia con la que se lave.

—Ya veo… —Rose fingió indiferencia, aunque estaba abrumada.

Frente a ella, fueron colocadas varias telas coloridas y resplandecientes, ocupando más espacio del que la estrecha habitación tenía para ofrecer. Apenas había un lugar para pararse debido a la pereza de Rose hacia la limpieza, lo que decía mucho del talento del comerciante para exhibir sus productos.

—Ahora bien, ¿algo te ha llamado la atención, hermosa Rose, Bruja del Lago? —preguntó el hombre de ojos de zorro que hacía que incluso una bruja humilde se sintiera como una princesa. Tien Công, el comerciante que había estado vendiendo a su familia desde la generación de su abuela, sonrió.

Rose levantó una de las telas para esconderse de su sonrisa.

Su situación actual fue causada por lo que se suponía que era una solicitud casual.

—Por casualidad, ¿podrías venderme una bata? Cualquier cosa servirá.

Rose había abordado el tema con un aire de indiferencia mientras le vendía pociones a Tien. Pero el comerciante la conocía desde que era una niña. Su intuición captó más de lo que estaba diciendo. Al día siguiente, cruzó en el barco los productos de una tienda, y casi se vuelca en el proceso.

—Por cierto, recomiendo mucho el material lavanda. Me encantaría verte de rosa, pero…

—Absolutamente no.

Temblando, Rose negó con la cabeza al ver la tela que él sostenía, que tenía un color tan brillante que le picaba los ojos.

—Pensé que dirías eso.

El encogimiento de hombros de Tien, quien parecía creer que sabía todo, irritó a Rose. Quería meterle una pastilla en la boca que “hace que un monstruo con un brillo negro descienda boca abajo cuando se coloca en la esquina de la casa”.

—¿Por qué solo trajiste colores brillantes …?

—Tú, la chica que no tenía el menor interés en vestirse porque aún podías usar las prendas usadas de tu madre, me pediste ropa. ¿Puedes culparme por hacer todo lo posible? Ni siquiera me dejaste hacerte una túnica después de que asumiste el título de Bruja del Lago, a pesar de lo mucho que traté de persuadirte. No te preocupes por el costo. Permíteme dártelo como un regalo tardío. Prepararé un juego completo para ti con una explosión. Algo adorable.

—Algo adorable…

¿Acaso sigo siendo una niña de diez años en la mente de Tien?, Rose estaba un poco perturbada por lo entusiasmado que estaba Tien.

Su primer encuentro con él fue detrás de la falda de su abuela. Conocer a un joven por primera vez fue tan aterrador como una niña que se escondió detrás de su abuela. La apariencia de Tien no había cambiado mucho desde entonces. Él era más de diez años mayor que ella, pero descendía de gente de una lejana tierra extranjera y parecía mucho más joven de lo que realmente era.

Desde temprana edad, Tien aprendió el oficio acompañando a su padre vendiendo mercancías. Y hace una buena década, se hizo cargo de la cuenta de la Bruja del Lago.

Al igual que su padre, él las trató bien y el cambio no fue un inconveniente. Los Công habían sido muy complacientes desde la época de su abuela. Sin ellos, es posible que Rose ni siquiera hubiera podido darle un entierro adecuado.

Ella no podía rechazarlo demasiado por lo que su familia había hecho por la suya. Al final de su ingenio, recorrió con la mirada la avalancha de colores que cubrían la habitación. No sabía mucho sobre moda, pero podía decir que cada tela era un material de primera clase cuidadosamente seleccionado según los gustos únicos de Tien. No podía arriesgarse a usarlos para trabajar en el barro, hervir nueces, hacer decocciones de hierbas o hacer cualquiera de los muchos otros trabajos sucios que implicaba su posición como bruja.

Ninguno de los colores me queda bien, pero sé que no traerá nada que me quede mal.

Luego vio un material índigo profundo en el mar de colores brillantes y sonrió sin darse cuenta.

—¿Qué es esto? ¿Ese te llamó la atención? Espera un momento. Veamos cómo se ve contra tu piel.

—No lo hagas. Tien, solo detente —ordenó, agarrando a Tien de la manga. Quizás habló con demasiada fuerza; prácticamente estaba admitiendo que tenía interés.

La tela índigo era exactamente del mismo tono que la capa de Harij. Usar una bata hecha a la medida de esa tela seguramente la haría sentir como si estuviera envuelta en su manto. Pero luego corrió el riesgo muy real de distraerse por completo con su ropa.

Tien sacó un gran catálogo de sus bolsas, aparentemente decidiendo dejar a Rose un poco holgada porque estaba actuando diferente de lo habitual.

—Mira si hay algo que te guste aquí. Estos son los colores que te quedarán bien.

Varias docenas de telas de muestra estaban pegadas a la página que le abrió. Rose asomó la cara por la capucha y la miró más de cerca.

—Este material y este pueden parecer simples, pero se han tejido para tener un patrón floral que realmente se destaca bajo la luz del sol.

—Rara vez me aventuro al exterior cuando hace sol, así que prefiero algo sin trucos. Algo con lo que me sentiría cómodo usando todo el tiempo.

—Entonces este es el color para ti. Se llama azul viridiano, el color de tu amado bosque. —explicó Tien con voz suave y tranquila. Rose se sintió más cómoda con sus recomendaciones cuando no estaba demasiado emocionado. Pellizcó una tela entre sus dedos. Era del mismo color del bosque reflejado en el lago.

La expresión de Rose no cambió, pero al ver la forma en que estaba cautivada por la única tela, Tien sonrió.

—Vamos con este. Está tejido con seda e hilo dorado, lo que lo hace excepcionalmente más hermoso a la luz de la lámpara.

—No es como si estuviera tratando de ser más bonita para alguien.

—De cualquier manera, es mi obligación como comerciante explicar mis productos sin importar para qué los usará el cliente.

Ella no podía discutir con eso. Tien ofreció una pequeña sonrisa de satisfacción cuando Rose apretó los labios en una línea plana.

—Ahora bien, ¿qué tal un poco de lápiz labial y rubor mientras estamos en eso? Te dará una tez sonrosada.

—Mi tez estará lo suficientemente sonrosada si me doy una bofetada.

—No puedo soportar a mi adorable bruja abofeteando constantemente sus mejillas para darles color. Los rosas con un tinte azulado se verán absolutamente maravillosos en tu piel blanca como la porcelana.

—¿Estás insinuando que me veo pálido porque no salgo mucho al sol?

—Tienes la mala costumbre de interpretar todo lo que te dicen de forma negativa desde que eras pequeña. Muy bien, ¿qué envase de pintalabios prefieres? En este se puede ver el perfil lateral de la condesa Taguil, una fashionista afamada en toda la capital real, mientras que este recipiente elaborado con nácar le llevó al artesano tres años poder crearlo.

Tien terminó regalando a Rose todo tipo de golosinas porque no podía tomar una decisión. Asumiendo con razón que él no se detendría incluso si se lo pidiera, Rose dejó de hacer comentarios durante la última mitad de su tiempo juntos.

Rose volvió a preparar pociones entonces también, pero eso no impidió que Tien regresara varios días después con un montón de bienes, exasperando a la bruja más allá de lo que las palabras podían expresar.

♦ ♦ ♦

Harij hizo su próxima visita a la ermita de la Bruja mucho después de que el cielo se había oscurecido.

La luna que colgaba del cielo se había desvanecido a la forma de una garra de gato. Las estrellas brillaban intensamente para compensar la falta de luz de la luna. Delgadas nubes pasaban rápidamente por la brisa nocturna, proyectando una sombra sobre el bosque. Harij se abrió paso sigilosamente por el bosque mientras se mezclaba con la oscuridad.

La campana anunció un visitante con un sonido, y Rose miró silenciosamente afuera a través de la ventana. El muelle al otro lado del lago estaba débilmente iluminado por la llama de una linterna. Al ver a la persona que había estado esperando con tantas ansias, su corazón se aceleró. La luz naranja se balanceaba en la oscuridad como una calabaza de Halloween mientras cruzaba de manera constante la distancia.

Rose se sentía inquieta, como una gallina en un gallinero asustada por un intruso que venía a robarle los huevos.

Abrió su armario. Dentro estaba la túnica azul viridiana que Tien le regaló el otro día. La túnica estaba tejida por expertos con hilos de seda del mismo color, un poco más tenues, bordando los puños y el dobladillo. Rose estaba agradecida con Tien, pero aún no se había puesto esta bata delante de nadie.

Cuando se detuvo a pensar en ello con la cabeza despejada, se dio cuenta de que usarlo sería como anunciar que había pedido un nuevo atuendo solo para Harij.

Al final, guardó la bata en el fondo del armario con un suspiro después de acariciarla. En cuanto al lápiz labial y el rubor, no tuvo el coraje de ni siquiera probarlos, por mucho que la hicieran sentir agradecida de la generosidad de Tien.

Quería que Harij la recordara como ella misma, y ​​no como una bruja tonta que se esforzaba demasiado por maquillarse y arreglarse.

Un golpe sordo vino de al lado de su choza, el sonido del barco atracando en la isla. Rose desempolvó su vieja túnica remendada con unas palmaditas. Miró su reflejo en la jarra de agua y mejoró su tez pellizcándose ambas mejillas. Luego se acercó a la puerta y esperó.

Temiendo que el nerviosismo hiciera que su rostro se viera tenso y feo, comenzó a contar en su mente. Cuando llegó al número seis, sintió que alguien estaba frente a la puerta. Siete, ocho, nueve…

Justo cuando se preguntaba si estaba contando números o su propio latido acelerado, alguien llamó a la puerta.

Rose inhaló lentamente y abrió la puerta. La campana tintineó en lo alto.

—Bienvenido. ¿Conseguiste lo que pedí?

Mi voz no tiembla, ¿verdad? No tengo una sonrisa estúpida en mi rostro, ¿verdad?, Rose miró a su visitante después de poner especial cuidado en la escuela de su apariencia. Harij era bastante alto, así que Rose tuvo que estirar el cuello hacia atrás para ver su rostro. Era guapo no importaba cuanto lo viera. Quería disfrutar de la vista de él.

Le entregó la linterna, que había sido quitada de su palo. La colocó encima de la chimenea como era su costumbre. Necesitaba bloquear la mandíbula para evitar sonreír a la linterna de la ciudad que se alzaba junto a la pequeña y vieja.

—Sí. Compruébelo usted misma.

Rose aceptó los ingredientes con ambas manos. Harij sacó una silla de la mesa y se sentó pesadamente. Estaba agradecida por los visitantes que podían sentarse ellos mismos. Algunos de sus clientes no se sentaban a menos que ella les quitara la silla, aunque, como en verdad no le importaba que se sentaran, nunca lo hizo.

Harij exhaló un fuerte suspiro. Parecía frustrado, lo que llevó a Rose a preguntar en voz baja:

—¿Estás cansado? Tengo una poción para reponer tu energía.

—No lo necesito.

Rechazo instantáneo. Incluso en la habitación mal iluminada podía leer el claro escepticismo en su rostro. Aparentemente, no creía en las pociones secretas de las brujas.

Entonces, ¿por qué pedir una poción de amor?

Rose fingió sensatamente no darse cuenta de la contradicción. Ya había pasado demasiado tiempo pensando miserablemente en todas las razones por las que había venido a buscar una poción de amor.

Me alegro de no haberme puesto lápiz labial.

Deprimida, pasó con lentitud más allá del caldero hasta su espacio de trabajo. Trató de abrir la puerta del armario junto a su mesa de trabajo, pero algo estaba atascado dentro. Colocó los materiales de Harij en el banco de trabajo, luego agarró la puerta corrediza con ambas manos y tiró hacia un lado.

Sonó un estruendo. Algo definitivamente se rompió dentro del gabinete, pero ella fingió no escucharlo. Sintiendo la mirada de alguien en su espalda, Rose se dio la vuelta solo para encontrarse con la mirada incrédula de Harij.

—¿Se acaba de romper algo?

Rose no respondió. Cualquier cosa que ella decidiera decir corría el riesgo de ser una mentira.

—¿No puedes limpiar un poco el lugar?

—Desafortunadamente, no hay magia que pueda limpiar automáticamente una habitación.

—Tienes manos…

Rose respondió a su mirada inquisitorial con un encogimiento de hombros. Sus dos manos podían hacer magia, sí, pero no podían limpiar una habitación. Porque ella era una bruja. No importa lo que alguien tenga que decir al respecto. “Porque soy una bruja” era su respuesta a todo. Sin importar qué.

Asumiendo que la conversación había terminado, procedió a revisar lo que había traído Harij, que resultó ser exactamente lo que había pedido. Estaba a punto de ponerse a trabajar cuando él empezó a hablar de nuevo.

—Oye, ¿qué es esto?

—Oh, eso es lechuga de hace unos días.

Obviamente Harij estaba disgustado por el plato de verduras marchitas que recogió de la mesa. Esas eran las sobras de lo que había estado comiendo mientras preparaba una poción y se había olvidado cuando su trabajo exigía toda su atención. La condensación cubría la lechuga y olía mal. Las partes que tocaban el plato estaban descoloridas por completo, y ni siquiera Rose lo consideraba comestible ahora.

—Solo comes lechuga, señorita bruja. ¿Hay alguna razón especial para eso?

—No. La lechuga es el único vegetal que se cultiva en mi jardín. Puedo comerlo sin ningún trabajo de preparación aparte de lavar las hojas.

—¿Eh? —hubo una pausa de un segundo antes de que volviera a decir la misma palabra—. ¿Eh? ¿Lechuga es todo lo que consume?

—Como otra comida cuando salgo, pero… es mi dieta básica, sí.

¿Tiene algún problema con eso? ¿Le interesa lo que comen las brujas?

Esta vez Rose asintió con escepticismo. Harij se levantó de su silla, con cuidado de no volcar nada, y rodeó el caldero para llegar hasta ella.

Él la agarró del brazo mientras ella estaba demasiado sorprendida para reaccionar, moviéndose tan rápido que ni siquiera lo vio alcanzarla. Su movimiento era acorde con su rango como un caballero de clase S de súper élite, pero deseaba que mostrara más moderación a su alrededor.

—Las patas de pollo tienen más carne que esta.

—Seguramente bromeas…

Harij la sostenía por la muñeca y la evaluaba de cerca. El sudor amenazaba con salir por los poros de su rostro.

No importa lo que diga este hombre, tiene una cara bonita. No me importa cuántas veces haya pensado esto esta noche: ¡es realmente guapo!

Sus pestañas, que parecían tener cuatro veces el volumen y la longitud de las de ella, revoloteaban cada vez que parpadeaba.

Incapaz de soportar que el arma que era su rostro estuviera tan cerca de ella por más tiempo, Rose volvió la cabeza.

Eso hizo que Harij por fin se diera cuenta de que no estaba tratando con uno de sus subordinados.

—Lo siento. —dijo, soltando su mano.

—No lo estés.

Se necesitó todo lo que tenía para pronunciar esas dos palabras. Debajo de su bata, presionó una mano contra su corazón alegre. Golpeaba como loco.

Después de recuperar un poco de calma, le habló con una voz de bruja autoritaria:

—Continuaré con los preparativos utilizando los ingredientes que me ha traído hasta ahora. El siguiente paso lleva tiempo, así que vuelva en un mes.

—¿Necesitas más tiempo…?

En respuesta al gruñido deprimido que escuchó por encima de ella, Rose inclinó su cabeza de forma profesional.

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