Una vez más en la luz – Capítulo 2: En la luz (1)

Traducido por Den

Editado por Damian


Un lindo y pequeño móvil para bebés daba vueltas frente a mí.

Fruncía el ceño mientras lo observaba.

—¡Adorable princesa! —exclamó la niñera que se acercó a mí, esbozando una amplia sonrisa.

Hoy también tenía una expresión de «no saber qué hacer» por lo adorable que yo era.

—¿Cómo se siente?

Evité su mirada. Como siempre, era lo peor.

Cuando nací, al principio me sentí sumamente desorientada porque no sabía cuál era mi situación, pero ahora la conozco un poco más.

Renací como la primera princesa del Imperio Elmyrrh, rival del Imperio Idenbell. Aunque ya no formaba parte de ese lugar, no me agradó haberme convertido de nuevo en un bebé y haber nacido aquí.

Sin embargo, me tragué mis palabras. Si pudiera, lo diría en voz alta, pero todavía me encontraba en un cuerpo que solo podía balbucear.

—Oh, cielos, ¿está de mal humor?

Por suerte, la niñera es perspicaz.

No obstante, mientras pensaba eso, de repente, intentó hacerme reír poniendo una cara graciosa.

Por supuesto, no me reí. Sin embargo, era inevitable que me sintiera atraída involuntariamente debido a mi instinto de bebé. Entonces la niñera esbozó una amplia sonrisa.

—Traje un muñeco nuevo hoy. ¿No es lindo? —preguntó, poniendo el juguete junto a mi almohada.

Era un conejo de colores.

Ja…

Suspiré para mis adentros. Todos en esta habitación estaban ansiosos por hacer cualquier cosa para alegrarme.

No creo haber sido tratada tan bien, aun cuando era la cuarta princesa de Idenbell.

Su atención solo era una molestia. Sin embargo, no importaba si me gustaba o no, la niñera y las doncellas siempre me intentaban hacer reír.

Por supuesto, era lo mismo con mi madre, la emperatriz Iris. Era la única hija del marqués Russell, una figura poderosa del norte, y la nueva emperatriz, que ingresó tras el fallecimiento de su predecesora, que era de constitución débil.

Si tienes buenos padres, vivirás una vida en lujo.

Me reí con cinismo. De hecho, era gracioso y absurdo que, entre innumerables ciclos de vida, me convirtiera nuevamente en una princesa.

Además, más tarde me enteré de que los descendientes imperiales eran muy apreciados en el Imperio Elmyrrh. Era posible que esto también estuviera influenciado por el hecho de que el emperador era monógamo.

Era muy diferente del Imperio Idenbell donde podían entrar un sinnúmero de mujeres como concubinas.

Sumado a eso, las niñas eran más apreciadas. La gente decía que mi nacimiento era una gran bendición para el país. Sin embargo, no sabía si realmente lo era para mí.

Era la única princesa de Elmyrrh.

Ojos azules como joyas incrustadas y cabello plateado suave como una nube. Pensé que era exagerado halagar a un bebé que apenas tenía 10 meses, no obstante, gracias a eso, ahora sabía cómo lucía.

En mi vida anterior, tenía cabello negro y ojos verdes. No me he mirado al espejo, así que aún no lo sé, pero es probable que no solo el color de pelo o de los ojos haya cambiado, sino que también mi rostro sea completamente diferente.

Negué con la cabeza para mis adentros. Nuevamente estaba comparándome con mi «yo» de mi vida anterior, de la cual ya estaba harta y a la que quería olvidar. No obstante, los recuerdos de esa vida seguían apareciendo sin previo aviso.

Poco a poco fui despejando mi mente mientras observaba el móvil que giraba con el viento.

Contaba con dos tipos de recompensas como recién nacida: una era poseer los recuerdos de mi vida pasada, es decir, mis recuerdos como Alisa de Idenbell de 14 años. La otra era…

Chicos —susurré para mis adentros.

Respondiendo a mi voluntad, algo comenzó a agruparse lentamente a mi alrededor. Eran pequeños espíritus formados de luz.

Era la única que podía verlos.

Pude sentir vagamente su existencia incluso antes de que pudiera verlos. Ahora también podía hablar con ellos.

Renací como una «maestra de espíritus», algo muy poco común.

Un maestro de espíritus podía ver a los innumerables espíritus que existen como entes naturales.

El Imperio Elmyrrh es una nación que venera al Dios de la Luz. Si demostrara mi habilidad para tratar con los espíritus de la luz desde temprana edad, mi valor probablemente aumentaría de manera extraordinaria.

Entonces, ¿por qué sonreía con amargura? Incluso con esta gran habilidad, no tenía ganas de vivir.

Mientras pensaba en ello, succioné un poco la leche que la niñera me daba de beber.

Cuando venía gente, esquivaba su mirada y no balbuceaba. Debido a mi instinto de bebé no podía evitar sentirme atraída por las cosas que se movían. No obstante, trataba de controlarme todo lo posible. Así luego la gente se cansaría de mí y me dejaría en paz… Pensé que eso sería lo mejor. Sin embargo, eran muy perseverantes.

Seguían mostrándome cosas maravillosas y estaban ansiosos por hacerme feliz, aunque fuera un poco. A pesar de que no les respondía, aceptaba su sinceridad y esmero.

Pero si sigo ignorándolos durante unos años más, algún día se rendirán y me abandonarán.

No había ninguna razón para hacer eso. Sin embargo, estaba cansada. Ya no tenía ganas de vivir. No pude evitar nacer, así que comía y respiraba lo suficiente para no morir, pero no quería hacer nada más.

Viviré y moriré tranquilamente.

No obstante, había un problema con ese plan.

—¡Aisha! ¿Cómo estás?

Él venía una y otra vez.

Fruncí el ceño sin darme cuenta.

Apareció en mi habitación con solo abrir la puerta.

—¡Príncipe heredero! ¿Hoy también vino a ver a la princesa? —lo saludó alegremente la niñera.

—¡Sí! ¿Cómo estás, Aisha?

Los dos comenzaron a hablar en voz baja. Suspiré para mis adentros de nuevo.

Sí, esa persona es el problema.

Mi hermano mayor, Isis de Elmyrrh.

Tiene nueve años, es el único príncipe del imperio, el príncipe heredero. Aunque teníamos madres diferentes, él me trataba como si fuera su hermana menor biológica.

He visto su cara más que la de la niñera y la de mi madre. Por mucho que lo ignorara y rechazara, él seguía viniendo a mí. Por lo que, no pude evitar considerarlo un obstáculo.

—¡Aisha!

Se acercó a la cuna con una amplia sonrisa.

—¿Cómo has estado?

Me miró y me entregó lo que trajo consigo. Se trataba de una gran flor de color rosa claro.

—Hoy traje una flor. Probablemente es la flor más bonita y grande del palacio.

La contemplé. Era la «flor de Elmyrrh», una flor nacional.

Dado que la niñera era una charlatana, había escuchado que las flores de Elmyrrh florecían a lo largo y ancho de los campos durante esta época.

La flor con pétalos de color rosa claro superpuestos era muy hermosa. Pero pronto me mostré desinteresada. Porque no quería hablar mucho con él.

—Nuestra Aisha es muy tímida… —murmuró apenado.

No, negué internamente. No es eso, es solo que no quiero acercarme a ustedes. Déjame tranquila.

Queriendo decir eso, cerré los ojos con fuerza. Quizás no me seguirá molestando si duermo. 

Como si mi plan hubiera tenido éxito, Isis murmuró confundido:

—¿Aisha? ¿Estás durmiendo?

Sí, así que date prisa y vete.

Cerré los ojos y conté para mis adentros. Poco después, se hizo el silencio.

¿Se fue?

Como estaba en silencio, pensé que por fin se había ido.

Fingir que estás durmiendo es más efectivo de lo que crees. Usaré este método con más frecuencia en el futuro.

Abrí mis ojos despacio. Pero al momento siguiente, grité sin darme cuenta.

—¡Kyaa…!

Me observaba fijamente y tan cerca como para tocar la punta de su nariz. Sus ojos verdes parecían más grandes de lo habitual.

Es más, cuando me sobresalté, Isis pareció más confundido.

—L-Lo siento. No quería asustarte…

Me quedé callada y volví la cabeza, enfadada.

Acabo de cometer un error. 

Estaba tratando de no mostrar mis sentimientos a los demás tanto como fuera posible. Por eso, la gente se preocupaba en secreto porque su alteza la princesa no era demasiado expresiva…

Incluso eso es algo que planeé: hacer que los demás pierdan interés al no mostrar ninguna reacción.

Pero ¿por qué es tan persistente?, refunfuñé para mis adentros.

—Aisha, ¿estás enfadada conmigo por asustarte? —preguntó con voz desanimada.

—Lo siento. Te pido disculpas.

¿Cómo puedes disculparte con tanta facilidad siendo el príncipe heredero? No estaba calificado como príncipe heredero. Vete ya.

Pero, contrariamente a mis deseos, permaneció a mi lado. No parecía aburrido.

Una ligera brisa entraba por la ventana entreabierta de mi habitación. El móvil bailó con él, creando una luz multicolor y un hermoso sonido.

Acarició mi cabello y susurró:

—Mi preciosa hermanita.

Me estremecí involuntariamente.

Esa voz de nuevo. Una voz que he escuchado demasiadas veces.

Él tiene 9 años y yo 10 meses.

Ha estado repitiendo esto una y otra vez como si estuviera tratando de lavarme el cerebro.

«Mi querida hermanita».

«Mi preciosa hermanita».

«Mi única hermanita».

No podía soportar escuchar eso porque me sentía incómoda. Cada vez que decía eso, recordaba mi vida pasada… a quienes me abandonaron, me dieron la espalda, me arrojaron piedras y me escupieron.

Estaba frunciendo el ceño sin darme cuenta.

—¿Estás bien? —me preguntó preocupado.

No respondí. Luego, se desplomó frente a la cuna. No parecía que se fuera a ir pronto.

—Aisha —volvió a llamarme por mi nombre.

Sentí que la cuna se mecía un poco. Cuando volví la mirada para comprobarlo, él mecía con delicadeza mi cuna.

Estoy harta y cansada de esto.

Observé fijamente su rostro por primera vez.

Tenía cabello rubio brillante, ojos verdes llenos de juventud, y unos rasgos definidos a pesar de su corta edad. Era muy apuesto, y se parecía al emperador. Además, a pesar de tener nueve años, era muy maduro y amable.

Aunque siempre lo ignoraba cuando venía a verme continuamente, parecía tener una paciencia extraordinaria.

—¡Aisha!

Cuando lo miré, me llamó como si estuviera conmovido.

—Mi hermanita…

Esbozó una amplia sonrisa.

No lo entendía.

¿Tanto te gusto?

Pero ¿por qué? Aunque estábamos relacionados por sangre, aunque éramos hermanos, no entendía por qué me amaba tanto.

Además…

Bajé la mirada. No había nada especial solo porque tuviéramos un parentesco de sangre o fuéramos hermanos. Todavía no podía olvidar la voz de «Lakias» reclamando mi pena de muerte.

Me entristecía un poco ser un bebé que no podía hablar, ya que, si pudiera preguntarle, lo habría hecho desde un principio. Pero… ¿mi expresión se oscureció sin darme cuenta? Porque Isis volvió a mirarme preocupado.

—Aisha, ¿te duele en alguna parte?

Me quedé en silencio. Me incomodaba la atención que me mostraba la gente y el cariño que me brindaban.

Sí, sería mejor que me escupiera y me maldijera como hizo él antes de morir.

Fue entonces que…

—Aisha —dijo, como si me hubiera leído la mente. Su voz suave era tan cálida como la luz del sol—, te contaré un secreto.

¿Un secreto? 

Cuando abrí mucho los ojos, me sonrió como si fuera adorable.

—Te he estado esperando durante mucho tiempo.

Ante sus palabras, de inmediato me puse nerviosa. Sonaba como si supiera que iba a nacer.

¿Cómo lo supo? Tal vez, mi renacimiento guarda alguna relación con él… No es así, ¿verdad?

Lo miré ansiosa mientras él proseguía, como respondiendo a mis preguntas.

—Le insistí a mi madre durante mucho tiempo que quería un hermanito.

De repente me sentí aliviada.

Ah, a eso te referías con esperarme.

Como vivía una vida sofocante en la que no podía moverme mientras observaba el mismo techo todos los días, al parecer me había vuelto sensible sin darme cuenta.

—Sin embargo, mi madre era de constitución débil, así que era imposible tener uno. A medida que pasaba el tiempo, su cuerpo se fue debilitando más y más…

Era la primera vez que escuchaba esta historia.

Apoyó la mejilla en la mano mientras me miraba fijamente.

—Falleció hace dos años.

Parpardeé. Los ojos verdes de Isis, tan hermosos como los árboles del bosque, estaban llenos de soledad.

—Al principio estuve muy resentido con la señorita Iris, que reemplazó a mi madre, con el mundo y mi padre. No obstante… —Sonrió un poco—, ahora estoy muy agradecido de que la señorita Iris haya venido. Porque te has convertido en mi nueva familia. Estoy muy contento de que estés aquí.

Sostuvo mis dedos con mucho cariño. Su mano era grande a diferencia de la mía.

Lo miré sin comprender.

Una nueva familia…

—Y, Aisha, tu existencia… —prosiguió, con voz tranquila—. Tu llegada fue como un milagro. Estaba tan contento que no sabía qué hacer.

Me mantuve en silencio mientras lo escuchaba.

Den
Por favor, Isis, no sigas, me estás haciendo llorar…

—No lo recuerdas, pero solía visitar a la señorita Iris todos los días porque te quería mucho, incluso antes de que nacieras.

Esbozó una amplia sonrisa.

Lo sé, murmuré para mis adentros.

La voz del niño la oía frecuentemente junto con la de mi madre. No fue hasta unos días después de mi nacimiento que me enteré de que pertenecía al príncipe heredero Isis. Lo escuchaba todos los días, así que ¿cómo podía no saberlo?

—Ya te lo he dicho antes, Aisha —susurró con voz amable. Derramó su amor puro sobre mí—. Todo el mundo te ama —declaró como si cantara.

Lo observé. No podía entenderlo bien, pero sentía al menos una cosa: que era muy especial para él. No, no solo para él. También para la niñera, que me cuidaba todos los días; para mi madre, que me cantaba una canción de cuna todas las noches; para mi padre, su majestad el emperador; e incluso para los sirvientes del palacio. Era especial para todos ellos.

—Aisha, te protegeré para siempre. —Me sonrió dulcemente.

Me sentí conmovida en la cuna, que era mecida despacio.

Afuera era primavera. Una hermosa primavera con la que brotan nuevas hojas y se forman los tallos.

♦ ♦ ♦

Por supuesto, eso no significaba que pudiera confiar en Isis de la noche a la mañana. Por mucho que dijera que estaría a mi lado, mi corazón ya estaba cerrado firmemente.

Los días transcurrían con rapidez. Como todavía era un bebé, pasaba la mayor parte del día durmiendo.

Después de comer la comida para bebés que me daba la niñera, ya estaba atardeciendo en un abrir y cerrar de ojos, aunque parpadeara pocas veces al día. Por la noche, a menudo soñaba con el pasado.

En mis sueños aparecía la familia de mi vida anterior. Originalmente, era hija de la emperatriz de Idenbell. Sin embargo, como la poligamia era legal ahí, el emperador tenía muchas reinas. Siendo la emperatriz, tres reinas y seis príncipes y princesas, incluyéndome a mí, los que fueron reconocidos como verdaderos miembros del palacio imperial.

Mi madre, la emperatriz, era indiferente con sus hijos. En cierto modo, podría ser una actitud adecuada para la emperatriz de un imperio, que valora más los asuntos públicos que la familia.

Sin embargo, no estaba calificada como madre.

Nunca me abrazó afectuosamente.

No obstante, tenía a mi hermano de sangre, Lakias.

Era muy frío con los demás, pero cálido conmigo. Los hermanos del palacio imperial eran bastante distantes. Sin embargo, a medida que crecían y cuando Lakias fue nombrado oficiosamente [1] sucesor, comenzaron a llevarse mejor poco a poco. Aún más cuando entró Marianne.

El palacio imperial comenzó a brillar alrededor de esa niña. Estuve muy agradecida con ella. Quizás fue lo mismo para los demás.

¿Fue por eso que Lakias se sintió traicionado por mí por tratar de envenenarla?

Pero estaba equivocado. Porque nunca intenté matar a Marianne. Estaba resentida con él por no creerme.

Si tan solo me hubiera creído siquiera una vez, no estaría tan triste.

—…esa, princesa.

Abrí los ojos. Vi la silueta de la niñera. Parecía muy preocupada.

Tuve ese sueño de nuevo.

Ah.

Apreté los labios con fuerza.

—Debe haber tenido una pesadilla —dijo, limpiándome los ojos con una toallita.

Entonces me di cuenta de que estaba llorando.

—Shh.

Escuché una voz cariñosa. Una mano suave abrazó mi cuerpecito.

—Ya no tendrás más pesadillas.

Percibí un aroma reconfortante.

—Mamá está aquí —me susurró con voz amable.

Parpadeé. Era la emperatriz Iris, mi madre.

Me observó dulcemente con sus ojos del color de los lirios. La miré desconcertada por un momento y, luego, volví la cabeza. Pero la emperatriz siguió abrazándome.

Ahora que lo pienso, escuché que hoy era un día especial. ¿Ya dije que el emperador y la emperatriz, es decir, mi padre y mi madre, saldrían de paseo conmigo?

Era algo muy inusual. No salía a menudo debido a que todavía era joven y tenía una personalidad muy evasiva.

Ha pasado mucho tiempo desde que salí de paseo, así que por eso la emperatriz debe haber venido a verme tan temprano en la mañana.

—Aisha, ¿deberíamos prepararnos?

Cuando me bajó, la niñera y las criadas se acercaron corriendo.

Después de desayunar, comenzaron a arreglarme. Me pusieron un lindo vestido con muchos volantes y una bonita cinta en la cabeza. Por supuesto, había hermosas piedras preciosas incrustadas en todos los volantes y cintas.

Permanecí sentada con indiferencia mientras la gente me vestía.

—¡Princesa!

La niñera ató la última cinta de mi ropa.

—¿Está feliz de salir de paseo hoy?

Volví la cabeza como si no entendiera. Es incómodo y desagradable para mí tener el cuerpo de un bebé porque no puedo caminar correctamente.

Por mucho que estuviera descontenta, la niñera se reía como si fuera linda.

—No se queja mientras la visto, es demasiado admirable.

—Así es. Además, siempre es tranquila y obediente.

—Es un honor para mi familia poder cuidar a una princesa tan linda.

La gente siempre me elogiaba por algo común como no quejarme. No, aparte de eso, me felicitaban por cosas insignificantes como “no llora”, “come bien”, “eructa bien” y “se da bien la vuelta”.

Nadie sabía que estaba avergonzada y atónita ante esos elogios desbordantes.

—Su Alteza, ¿le gustaría echar un vistazo?

La niñera me trajo un espejo.

Mis ojos se iluminaron de repente. Era la primera vez en la vida que me miraba al espejo. Mi corazón palpitó un poco.

¿Realmente así es como me veo?

Me examiné con cuidado y me sorprendí un poco por un momento.

¿Esta soy yo…?

Era más linda de lo que esperaba. Puede ser porque era una bebé, pero la linda niña que se reflejaba en el claro espejo presumía de su deslumbrante lindura.

El radiante cabello plateado brillaba como si contuviera toda la luz del mundo, y los ojos azules de su pequeño rostro eran tan hermosos como joyas.

Sus mejillas rojas eran tan regordetas que daban ganas de pellizcarlas, y sus labios color cerezo parecían muy suaves.

Sin embargo, de repente fruncí el ceño ante el espejo.

En el pasado, tenía cabello negro y ojos verdes.

Al ver que mi apariencia había cambiado, sentí que realmente había renacido.

—Su Alteza, ¿no le gusta el espejo? —preguntó la niñera con una mirada preocupada.

Oh.

Solo entonces me di cuenta de que estaba mirando fijamente el espejo por demasiado tiempo.

—Ya nos vamos.

Guardó el espejo. Permanecí en silencio, mientras la emperatriz me cargaba con cuidado y salía de la habitación, seguida de las sirvientas. Mientras caminaba conmigo en sus brazos, por un momento, pasamos por el jardín trasero.

Sentí que los espíritus de luz, que siempre habían rondado a mi alrededor, estaban muy felices con la luz del sol de primavera.

Es hermoso…, pensé inconscientemente.

¿Se debía al trauma de mi vida anterior de estar encerrada en una mazmorra que, al renacer, me obsesioné únicamente con la luz del sol?

Cuando extendí la mano hacia la luz, la emperatriz me apartó, diciendo que era peligroso.

En el pasillo había columnas de mármol erguidas. Después de pasar algunas, llegamos a un espacioso jardín interior.

—Entremos —dijo mi madre en voz baja.

Tan pronto como se abrió la puerta, pude sentir la brillante luz del sol y el aire cálido que provenía del jardín interior.

Vi a un hombre sentado frente a nosotras.

—Aisha se ve diferente cada día —le dijo a la emperatriz en voz baja.

Tan pronto como escucharon su voz, las damas de compañía reunidas en el jardín se arrodillaron al unísono.

—Salve a la luz del imperio.

—De pie.

Tras el saludo, el hombre se levantó despacio de su asiento. Sus ojos azules resplandecían con intensidad a la luz del sol. Parecía un depredador que se encontraba en la cima de la cadena alimentaria.

Me sorprendió un poco. Escuché rumores de que la gente se estremece cuando ve al emperador a los ojos, no obstante, yo estaba bien.

Pero, al momento siguiente de que lo mirara a los ojos, me di cuenta de que estaba reduciendo deliberadamente su aura intimidante sobre mí.

Por supuesto, un bebé normal habría llorado en cuanto hubiera hecho contacto visual con él, sin importar lo cuidadoso que fuera. De hecho, no venía a verme a menudo por temor a que me lastimara. Entonces, tal vez la razón por la que ahora podía estar cara a cara con él, no era solo por su consideración, sino también porque Alisa de catorce años estaba conmigo.

Aunque lo podía seguir confrontando, no quería eso. Por lo que, en seguida, bajé la mirada. No quería llamar la atención del emperador más de lo necesario.

Sin embargo, observándome fijamente, se acercó poco a poco a mí y me acarició con dulzura la cabeza.

—Realmente has crecido mucho —dijo con voz cálida, como si fuera demasiado adorable como para soportarlo.

De repente lo vi a los ojos de nuevo, y luego los cerré.

Un hombre de cabello rubio oscuro, parecido a un hilo de oro, y unos ojos azules como el cielo otoñal. Era mi padre, el emperador de este imperio, Tyrion de Elmyrrh.

Conquistó las naciones circundantes, levantó su imperio y cultivó el camino de la gloria desde las regiones conquistadas hasta la capital. Un monarca poderoso que extendió un insólito reinado de paz. El héroe de guerra perfecto.

Sin embargo, era un secreto, que solo las personas del palacio imperial conocían, que él, que por lo general era sumamente frío, cambiaba cuando trataba con su familia. Incluso ahora, la expresión de sus ojos era muy suave.

Se decía que cuando nací, tiró monedas de oro al pueblo de la capital y construyó un templo para Dios; les otorgó una amnistía a los presos que cometieron delitos menores y dio pan a los hambrientos.

Todos, independientemente de la edad, el sexo y el estatus, celebraron mi nacimiento. Incluso el propio emperador recorrió el palacio de la emperatriz con una gran sonrisa todo el día.

Que lo creyera o no, porque era una historia del imperio, lo cierto es que… Durante todo el día, mi nombre, Aisha, resonó en todo el imperio.

Todo eso fue por mí. Por la amada princesa Aisha de Elmyrrh.

La emperatriz se rio y le dijo al emperador:

—¿Le gustaría cargarla?

Extendió las manos hacia mí un tanto vacilante, pero se detuvo y las apartó.

—No puedo… —Negó con la cabeza—. Es tan pequeña que podría romperse si la toco.

Me desconcertó un poco.

Soy pequeña, pero eso no significa que me romperé como un objeto de cristal.

Pese a ello, yo era tan valiosa que parecía incapaz de tocarme.

—Mi querida hija.

Renunció a cargarme y, en su lugar, me acarició el pelo con cuidado. Su suave voz me arropó.

—No se romperá. —Mi madre soltó una risita—. Aisha ya tiene 10 meses.

—Sí, así es.

Agité mis manos.

Mis manos todavía son así de pequeñas, por lo que no puedo creer que ya hayan pasado diez meses desde que volví a nacer.

—Es por eso que… —El emperador prosiguió, como si hubiera estado esperando aquel momento—… cuando sea tu primer cumpleaños, organizaré un banquete para celebrarlo.

—¿Un banquete…? —murmuró mi madre confundida—. ¿Estará bien? Aisha es muy tímida…

Sentí una mano acariciándome suavemente, como diciendo que todo estaba bien. Al parecer la emperatriz había malinterpretado mi hábito de evitar a la gente.

—Estará bien con solo mostrar su rostro por un momento el primer día —respondió el emperador.

—¿Está planeando celebrar un banquete durante mucho tiempo? —preguntó mi madre ladeando la cabeza.

La magnitud y el esplendor del banquete también eran criterios que demostraban cuán importante era el personaje principal.

Por lo general, los nobles celebraban banquetes que duraban uno o dos días, y como máximo tres días. Pero debido a lo que mencionó antes el emperador, tenía el presentimiento de que mi fiesta no duraría eso.

El emperador asintió con calma.

—Celebraremos su cumpleaños durante muchos días. Después de todo, ¿no es el primer cumpleaños de Aisha?

—Entonces, ¿cuánto tiempo durará…?

Aunque intenté fingir que no entendía nada, no pude evitar parar la oreja.

¿Qué piensa hacer?

Pensándolo bien, una semana parecía ser suficiente. Si realmente quería celebrar mi primer cumpleaños, con una semana bastaría para ocuparse adecuadamente de ello.

Además, se necesitaría un gran presupuesto y mano de obra para prepararlo, por lo que, de hecho, estarían desbordados.

Si no va a presumir de lo mucho que se preocupa por mí, eso estará bien.

Sin embargo, desafortunadamente parecía que el emperador quería presumir de su hija por todas partes.

—Un mes. —Su voz confiada resonó en el jardín interior.

Ante eso, pude sentir el asombro de mi madre y las sirvientas, que guardaron silencio.

—¿C-Celebrará un banquete de cumpleaños durante un mes…?

Opinaba lo mismo que la emperatriz. Escuché de mi niñera que cuando nació el príncipe Isis y fue proclamado príncipe heredero, se llevó a cabo un banquete durante un mes.

Fue un banquete que de ninguna manera parecía de este mundo, con oro por todas partes y piedras preciosas que cautivaron a la gente.

Sin embargo, eso se debió a que Isis era un sucesor muy importante.

La emperatriz estaba boquiabierta.

—P-Pero el presupuesto…

—Es el primer cumpleaños de mi querida hija, así que ¿qué importa el presupuesto?

El emperador realmente estaba tratando de convencer a la emperatriz.

¡¿Durante un mes?! ¡No!, grité para mis adentros.

Sería pesado y cansado. Sin embargo, me es imposible entrometerme y persuadir al emperador.

Quizás la emperatriz lo detiene. Un mes es demasiado excesivo. 

Miré a la emperatriz con esa esperanza. Pero, al momento siguiente, me resigné. Sus ojos brillaban aún más que antes.

—Un mes… —murmuró con un rostro que reflejaba una emoción desbordante difícil de ocultar.

Hace poco entró al palacio imperial, por lo que su posición aún era baja.

Aunque falleció debido a su débil constitución, el hecho de que la anterior emperatriz, Thetis, era una princesa y su gente aún estaba por todo el palacio imperial, también jugaba un papel importante.

Teniendo en cuenta que la posición de los miembros de la familia imperial que no heredan el trono está determinada por la influencia de su parentesco, ella debe haber estado preocupada por mí. Como para disipar por completo esa intranquilidad, el emperador anunció que celebraría un banquete durante un mes para mí.

Pero también para mostrar que me ama y que todos en el palacio imperial me dan la bienvenida.

Me mordí el labio con amargura. Sabiendo lo que significaba, ella debe estar muy feliz.

La emperatriz me dirigió una sonrisa alegre y me abrazó aún más.

—Y me gustaría invitar a tus padres. Ya envié a alguien.

Sus ojos se iluminaron de repente. Su familia, la familia Russell, compuesta por mi abuelo y mi abuela materna, era una familia marquesa que protegía la frontera del norte.

Por supuesto, rara vez venían a la capital. El emperador parecía ya haber notado que la emperatriz, que entró no hace mucho al palacio imperial, extrañaba a su familia. Por ese motivo dijo eso.

Si mi banquete de cumpleaños se llevaba a cabo durante mucho tiempo, habría una razón para que mi madre viera a sus padres.

Mientras los observaba, de repente algo en mi corazón se alteró.

Se debía a que mis padres en mi vida anterior eran muy diferentes. Lo único que le importaba a mi padre era el heredero, Lakias; mientras que mi madre, aunque también me dio a luz a mí, era indiferente conmigo.

No, para mi padre había una excepción.

Sonreí amargamente.

La princesa Marianne. Ella. 

Pensar en ella de repente me dio dolor de cabeza. Cuando gemí, la emperatriz se percató al instante y me abrazó.

—¿Qué ocurre, Aisha? ¿Te sientes mal?

Los ojos que me miraban estaban llenos de preocupación. Cuando me encontré con ellos, sentí que el dolor de cabeza disminuía de alguna manera.

Cuando me calmé, la emperatriz sonrió alegre, como si todo estuviera bien, y me meció con delicadeza.

Las mariposas volaban en el jardín interior de cristal y las hermosas flores estaban en plena floración. La fragancia del té estaba impregnada en la punta de mi nariz, y la risa de ambos resonaba en mis oídos.

Todo era tan hermoso como un sueño.

—Aisha, papá y mamá están aquí —me susurró la emperatriz con voz cálida—. No hay nada que temer. —Me acarició el pelo—. ¿Escuchaste eso? Celebraremos tu fiesta de cumpleaños durante un mes. —Sonrió alegremente—. Todos te felicitarán por tu cumpleaños.

Cerré los ojos. En la oscuridad, la sensación de tener sed seguía siendo vívida debido a que en ese entonces ni siquiera podía beber agua. Pero ahora estaba tumbada bajo este sol, siendo acariciada por la emperatriz y amada por el emperador.

—Estoy muy feliz de que Aisha haya venido a nosotros. Ojalá pueda demostrarle esa felicidad con este banquete —agregó el emperador, que había estado en silencio hasta ahora.

—Esas son palabras hermosas.

La emperatriz me cantó una canción de cuna mientras yo tenía los ojos cerrados. Una dulce canción popular.

Me quedé dormida con la calidez que me envolvió.


[1] Nombrar oficiosamente consiste en decidir un asunto de nombramiento, promoción, exclusión, etc. de forma interna.

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