Matrimonio depredador – Capítulo 13: Ella no me recuerda

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Cerdina recibió a Leah con una voz melodiosa, tierna y mirada afectuosa. Leah tembló un poco, pero logró contenerse para no parecer nerviosa. Como toda su atención estaba en Cerdina, no se dio cuenta de lo que la rodeaba: la habitación estaba llena de vestidos coloridos y joyeros.

Cerdina sonrió con gentileza y  le habló a una Leah sorprendida.

—Byun Gyeongbaek envió todos estos regalos para ti. Son todos preciosos… Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 13: Ella no me recuerda”

Matrimonio depredador – Capítulo 12: La tierra de las bestias

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Los kurkanos eran bárbaros que heredaron la sangre de las bestias. Existen antes de que en el continente se registrara la historia.

Vivían en los desiertos ubicados en el extremo occidental del continente y se dividían en tribus según el tipo de sangre de bestia que poseían.

Solo una persona podía unir a estas tribus: el rey de Kurkans. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 12: La tierra de las bestias”

Matrimonio depredador – Capítulo 11: Invitados no deseados

Traducido por Yonile

Editado por Meli


El reino de Estia, ubicado en el suroeste del continente, era famoso por su cultura y arte. Los artistas más conocidos de la historia pertenecieron a ese vasto reino; amaban a su tierra y dedicaron algunas de sus obras a su querida familia real.

El palacio al centro del reino reflejaba su esencia, con una estética hermosa. Pináculo del arte, que los historiadores, describieron como impresionante; un espectáculo para la vista.

Construido con ladrillos rojos y piedra gris; el barniz brillaba con gracia bajo el sol. El hermoso exterior era espectacular, pero el interior era aún más magnífico. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 11: Invitados no deseados”

Matrimonio depredador – Capítulo 10: Reunámonos otra vez

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Su declaración fue clara, al terminar de hablar cerró los labios con fuerza.

Él estaba anonadado, fue como si de repente hubiera olvidado cómo hablar.

Leah miró su rostro, para tratar de anticipar su reacción, pero fue sorprendida. Vio un movimiento en sus ojos dorados, sus pupilas se escogieron y un color rojo las rodeó como un cinturón. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 10: Reunámonos otra vez”

Matrimonio depredador – Capítulo 9: Quiero morir

Traducido por Lugiia

Editado por Meli


Sin pensarlo dos veces, lo insertó directo desde atrás. Lo hizo tan profundo que sus testículos la abofetearon por detrás. Una increíble onda de vergüenza y, al mismo tiempo, de placer atravesó a Leah.

—¡Ah…! Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 9: Quiero morir”

Matrimonio depredador – Capítulo 8: Los ojos de una bestia

Traducido por Lugiia

Editado por Meli


Su zona íntima estaba empapada por completo; lo aceptó o sin ninguna dificultad. No solo eso. Incluso lo succionó con ansias; su carne palpitaba sin cesar al haber sido estimulada de antemano. Se sintió avergonzada y poco familiarizada con su cuerpo, que actuó fuera de control.

Como si todavía no fuera suficiente, el hombre rozó sus manos desde su pantorrilla hasta sus muslos y luego agarró su culo apretado. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 8: Los ojos de una bestia”

Matrimonio depredador – Capítulo 6: Una noche larga e inquieta

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Mientras sus lenguas se entrelazaban, sus manos se deslizaron por su cuerpo y deambularon. A diferencia del beso áspero, sus caricias fueron muy suaves… casi reconfortantes. Quizás, porque sabía que no importaba cuán afilada fuera la mujer en sus brazos, ella seguía siendo inocente. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 6: Una noche larga e inquieta”

Matrimonio depredador – Capítulo 5: Por favor, perdóneme, maestro

Traducido por Yonile

Editado por Meli


La mayor parte de su tiempo en el palacio, Leah escuchó todo tipo de palabras vulgares de su medio hermano, Blair. No obstante, ninguna de ellas la hizo estremecerse de la forma en que lo hizo mientras el hombre encima de ella hablaba de forma grosera.

¿Fue por su voz baja y profunda? Ella sintió que sus palabras eran más crudas y ofensivas. Bajo su escrutinio, trató de ocultar su malestar mientras su rostro ardía de vergüenza.

El hombre que miraba su cara enrojecida sonrió y pronto retiró sus grandes manos de su rostro. Las usó para arrancarle la ropa, haciendo que los rápidos sonidos de desgarro resonaran en la recámara. Teniendo una fuerza inmensa, sus manos ásperas no eran tan delicadas como para desabrocharle las prendas sin causarle daño, por lo que solo tiró, sucumbiendo a sus instintos primarios.

Leah tembló, como una oveja a merced de una bestia. Hace un tiempo, habló sin reservas, pero no pudo ocultar el miedo que había comenzado a invadirla. Miedo de hacerlo por primera vez, ¡y nada menos que con un extraño!

Sus ojos se abrieron de golpe cuando un escalofrío recorrió su cuerpo, mordiendo su piel. Se encontró usando solo su ropa interior. El hombre la observó con orgullo, asombrado por su propio trabajo.

En la habitación oscura, solo se emitía una luz tenue de la vela de la mesa y de la luz de la luna que se asomaba por las rendijas de las cortinas. Sin embargo, fue suficiente para iluminar su cuerpo, y sus ojos dorados lo recorrieron. Su mirada la hizo temblar.

Al ser una princesa, su cuerpo había sido mimado, sin dejar rastros ni siquiera de la cicatriz más pequeña. Su piel era blanca como la nieve, tan inmaculada como su cabello plateado claro.

Leah pensó que el hombre balbucearía de inmediato algún elogio. Pero su rostro se endureció cuando pronunció las palabras que ella menos esperaba.

—Estás demasiado delgada. —Agarró con cuidado la muñeca de Leah y la sostuvo con suavidad, como un higo que se rompería con facilidad por un fuerte golpe de viento. Murmuró—: ¿Comes bien?

¿Cómo se atreve…? 

Su honestidad, que era casi cómica, colmó los nervios frenéticos de Leah.

Ella respiró hondo con sigilo y luego, sin pensar, tiró del dobladillo de sus pantalones. ¡Sus manos, como si tuvieran vida propia, se movían con ímpetu!

Al instante, su mirada se movió de su muñeca a la mano audaz que tiraba de sus pantalones. Estaba sorprendido por sus acciones. Sus ojos encontraron el camino de regreso a su delicado rostro.

—Deja de parlotear y quítatelo —ordenó Leah, roja como una remolacha.

A diferencia de ella, el hombre solo se quitó la bata y todavía estaba vestido. Él sonrió ante su orden y se rió cuando ella le jaló los pantalones de nuevo y falló en bajarlos.

Leah no sabía qué le era divertido, pero el hombre parecía reír cada vez que ella hablaba, lo encontró agravante. Se cansó y abrió la boca.

—No me hables así.

—¿Así cómo?

—Como… «Abre las piernas» —expresó con una mueca.

Sus vívidos ojos dorados perforaron los de ella. No obstante, Leah lo miró sin miedo.

Con delicadeza, estiró el cuello hacia los lados, sus ojos estaban caídos.

—Soy un hombre de baja cuna sin educación. Por favor, perdóneme, maestra. —pidió una disculpa mezclada con burla.

Agarró los muslos de Leah y los separó. Los mantuvo así, encajando su cuerpo en el medio, incluso si ella se retorcía y doblaba las piernas, era demasiado tarde. Su cintura ya estaba alojada entre sus piernas. Sin saber qué hacer, agarró el dobladillo de su camisa.

Él lo tomó como una invitación a desnudarse.

—¿Debería quitarme estos uno por uno, maestra?.

Se quitó la vestimenta y dejó al descubierto su torso, Leah se quedó boquiabierta. Con la ropa puesta, parecía perfecto, apuesto y fuerte. Pero desnudo, la verdad era muy diferente…

Sus músculos tensos se ondulaban con cada uno de sus movimientos. Eran tan delicados y hermosos como una estatua griega bien esculpida. Pero su piel era horrible.

Había cicatrices de diferentes tamaños inscritas a lo largo de su torso, y la de su pecho parecía gruesa y dolorosa. No obstante, estas cicatrices lo hacían lucir más feroz.

El miedo se apoderó de su corazón mientras sus ojos recorrían los surcos de las cicatrices que blandían su cuerpo. El hombre le sonrió a Leah, que no se había dado cuenta de que la estaba mirando y sin darse cuenta estaba abrazando su cuerpo. Luego sintió que unas manos fuertes levantaban sus nalgas y la parte superior del cuerpo de la cama, sus piernas estaban enganchadas alrededor de su delgada cintura.

Asombrada por el repentino cambio de posición, tocó el muslo del hombre para apoyarse. Entonces, sintió algo caliente bajo la palma de su mano.

¡Ahh! 

De inmediato retiró su mano como si estuviera escaldada. Tembló cuando el hombre chasqueó la lengua y tiró de la muñeca de Leah, colocándola en su hombro.

Ella cerró los ojos y gritó en silencio. Aunque no conocía el cuerpo de un hombre, sabía que estaba lejos de ser normal. No podía creer en la piel caliente como el cuero que había sentido bajo su palma.

Sintió unas manos acunando la parte posterior de su cabeza.

Debido a su gran físico, sus miradas se nivelaron a pesar de que las piernas de Leah estaban envueltas alrededor de él tan apretadas como un koala cuelga de un árbol. El hombre la miró en silencio por un momento, presionó sus manos para acercar sus rostros y se detuvo cuando sus narices casi se tocaron.

Sus ojos dorados brillaron y Leah dejó de respirar. Su frente chocó con la de ella y le susurró:

—Hagámoslo en orden.

Antes de que pudiera decir algo, sobrepuso sus labios contra los de ella. El beso fue ligero y suave. Sin embargo, pronto se hizo voraz. Su lengua sondeó sus labios abiertos y surgió dentro de su boca.

Era caliente y salvaje. Su lengua aterciopelada vagó con brusquedad dentro de ella. Cuando la dejó, encontró su camino, una y otra vez, sin dejarle espacio para respirar. Le chupó los labios e hizo cosas que ella no sabía que eran posibles.

Durante el acto, ella no pudo ignorar la extraña sensación que poco a poco se apoderó de ella… sobre todo, cuando sintió los inconfundibles dientes caninos rozando su carne.

Matrimonio depredador – Capítulo 4: El barrio rojo

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Los kurkanos rara vez eran llamados por sus nombres. La mayoría de los continentes los despreciaban, percibiéndolos como bárbaros o bestias. Esto se debe a que se sabía que su raza había heredado la sangre de las bestias, su naturaleza era inhumana e indecorosa. Son seres peligrosos impulsivos, indulgentes e instintivos.

Pero había una cosa que la humanidad envidiaba de ellos: su habilidad física y su belleza. La monstruosidad que yacía debajo de su piel no podía empañar su apariencia sobresaliente otorgada por los dioses. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 4: El barrio rojo”

Matrimonio depredador – Capítulo 3: Posada en mal estado

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Se decidió la boda de Leah y Byun Gyongbaek de Oberde. Para su decepción, su opinión no fue escuchada, no se le dio importancia en este matrimonio político. Recibió la noticia sin discusión previa.

Escuchó algunas palabras de aliento: «¿Byun Gyongbaek no es héroe fiel a Estia?¡La mejor manera de expresar gratitud de parte de la familia real eres tú!»; «Tu cuerpo le pertenece a la familia real. Este es un deber que la princesa debe asumir.»; «Esto es por el bien de Estia.»

Sin embargo, las frases de consuelo aumentaron más su ira. Para atarla a sus obligaciones, la gente empezó a susurrarle al oído, evaluandola para que se sometiera al decreto real. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 3: Posada en mal estado”

Matrimonio depredador – Capítulo 2: La princesa y el salvaje

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Los ojos de Blair temblaron de ira, con lentitud bajó la mano y se acercó a Leah.

—No te atrevas a pensar que puedes escapar de mí con este matrimonio —A una distancia de un cabello entre ellos, un susurro desdeñoso atravesó el odio de Leah, como el de una serpiente—: cuando ascienda al trono, lo primero que haré será traerte de regreso a la capital.

Su amenaza era evidente, pero Leah no sintió miedo, en cambio una suave risa se le escapó, lo que le llegó al príncipe a lo profundo de las entrañas. Quería responder, pero se dio cuenta que intercambiar palabras con una persona insensata sería una gran pérdida de tiempo. Por lo que, sin despedirse subió al carruaje, ignorándolo por completo. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 2: La princesa y el salvaje”

Matrimonio depredador

Autor: Forgive

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Sinopsis:

La princesa Leah escribió una nota de suicidio antes de su matrimonio.

Estaba segura que moriría después de la noche de bodas, era un final miserable para alguien que dedicó su vida al país y a la familia real.

Pero antes de morir, tenía planeada una última venganza contra su familia, una que seguramente los dejaría en la ruina incluso después de ser un cadáver.

Ella les traería la deshonra por no ser una novia virgen.

—¿Por qué desperdiciaste tu primera vez? ¿No solo querías huir?

—Y-Yo solo quiero morir —le reveló al hombre con el que se acostó una noche. Seguí leyendo “Matrimonio depredador”

Matrimonio depredador – Capítulo 1: Leah de Estia

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Antes de la boda, Leah escribió una nota de suicidio. Mientras sus palabras llenaban con lentitud el nítido papel de pergamino, su corazón cantaba un sonido melancólico.

Estaba segura que moriría después de su noche de bodas. El suicidio de la novia traería desgracias a la familia. Pero una muerte deshonrosa y vergonzosa era lo que deseaba Leah.

Muerte.

¿Es lo que merecía? ¿Un final miserable para una princesa que dedicó su vida a la familia real y a su país? Sus logros y esfuerzos se convirtieron en cenizas el día en que sus padres la vendieron como un bien común a cambio de riquezas. No importó cuánto intentó negarse, ella era solo una herramienta para la conveniencia del resto. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 1: Leah de Estia”

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