Crié a un sirviente obsesivo – Capítulo 13: Un paso más cerca (3)

Traducido por Melin Ithil

Editado por Lugiia


Entre tantas personas, su atención fue captada por aquel que tenía escoltas.

¿Quién es?

Era común que los nobles llevaran escoltas y no era inusual verlos en el palacio imperial; sin embargo, verlos portar una espada era una historia diferente.

Estaba prohibido poseer una espada en el palacio imperial, a excepción de los caballeros imperiales, que estaban de guardia para evitar eventos desagradables.

Por lo tanto, los escoltas suelen esperar en la sala de espera fuera del palacio imperial o dejar la espada con los caballeros antes de entrar en el palacio imperial.

En el caso de un mago, cuya existencia podría ser una amenaza suficiente, podían ingresar al palacio imperial sin ninguna sanción especial porque había un círculo mágico que suprimía el poder mágico en todo el terreno imperial. Pero, curiosamente, cada uno de los escoltas que seguían al chico tenían uniformes blancos y espadas a sus costados.

¿Es posible que sea miembro de la familia real?

La curiosidad le hizo disminuir su velocidad y observar al niño de forma inconsciente.

Con un cabello de un profundo negro y un par de ojos dorados, que eran más comunes de ver en Corea, poseía un físico similar al de Riggs Carthia, el primer hermano de Yurina, de quince años.

Su rostro aún tenía una impresión juvenil, pero claramente era, por una cabeza, más alto que Yurina. Además, tenía los hombros anchos y un cuerpo definido debido al ejercicio.

Su apariencia era la de un personaje en una novela de fantasía de corazón frío, pero que en realidad era muy cálido con los demás.

—Saludo a Su Majestad, el príncipe heredero —saludó Dave a sus espaldas con una reverencia.

Él deliberadamente había enfatizado la palabra «su majestad», lo que hizo que se pusiera blanca. Yurina, educadamente, levantó el dobladillo de su vestido con una mano mientras seguía la mirada de Dave.

—Saludo a Su Majestad, el príncipe heredero.

Aunque un sudor frío fluía por su espalda, no supo cómo pudo decir, por reflejo, un saludo de forma tan clara.

Cabello negro, ojos dorados, una expresión fría que nunca sonríe y se inclinaban frente a él llamándolo «príncipe».

No importa cuánto quisiera negarlo, el niño frente a ella parecía ser el hombre que pensaba.

Curtis Xenosian.

El protagonista masculino de la novela, el hombre que debía evitar.

—Levántense.

Como si estuviera en pleno invierno, su gélida voz se derramó sobre su cabeza.

Apenas obedeciendo, con su espíritu a punto de colapsar por esa helada voz, se escondió detrás del mago. Incluso bajó la cabeza mientras estaba sin aliento para que no pudiera sobresalir ante Curtis.

—Ha pasado mucho tiempo, señor Kest. Como no lo he visto en un tiempo, puedo suponer que el marqués Carthia no lo suelta mucho, ¿no es así?

—He estado ocupado, en especial en estos días.

Los dos hombres continuaron la conversación sin saber la ansiedad de la joven de regresar rápidamente. El príncipe era el único que hablaba para ser precisos, con la contraparte escuchándolo y simplemente asintiendo. Mientras que, en cambio, Yurina estaba desesperada detrás del mago, esperando a que la conversación terminara rápidamente.

—Ya que está aquí, ¿qué tal si toma una taza de té conmigo y hablamos un poco más?

De repente, Curtis le hizo una oferta, a pesar de que ya habían tenido una conversación durante unos diez minutos. Parecía que no estaba satisfecho.

A pesar de haber continuado su conversación con una sonrisa, Dave expresó su rechazo por primera vez.

—Me encantaría, pero no estoy solo el día de hoy…

El comentario hizo que la mirada del príncipe se volviera hacia la niña detrás del mago.

—Hmm… —murmuró en voz baja y se acercó a ella, mirándola como si fuera un pajarito unido a una madre pájaro—. Ahora que le miro, ¿no es el orgullo del marqués Carthia?

No te acerques, no me mires…, gritó Yurina para sus adentros mientras cerraba sus ojos con fuerza.

Sin embargo, el viento aulló y sus pensamientos internos fueron interrumpidos por la voz del príncipe justo en frente de su nariz.

—Levanta la cabeza.

Ella obedeció, reprimiendo el impulso de negar con la cabeza. No quería enfrentarlo, por lo que su mirada estaba ligeramente baja.

—¿Tu nombre?

—Soy Yurina Carthia.

—Yurina Carthia… —repitió, examinando a la niña mientras tocaba su barbilla con el dedo índice—. ¿Por qué estás tan conmocionada? ¿Luzco como si fuera a comerte?

—No… no.

—Hmm…

Él levantó su cabeza mientras ella apretaba ligeramente su mandíbula con una expresión de disgusto. Tuvo que enfrentar sus ojos dorados mientras reprimía sus lágrimas.

En ese momento, contuvo la respiración como un herbívoro intentando ocultar su presencia. Cuanto más lo miraba a la cara, más latía su corazón.

¿Que está mal conmigo?

Una ansiedad desconocida le golpeó como un tsunami. Solo poner su mirada frente a este hombre le hizo sentir instintivamente rechazo.

Él no era como Raynard, un niño al que podía manejar como quisiera. Este era un hombre que ha aprendidocómo ser un rey desde su nacimiento con todos a sus pies.

Era ridículo que ella, que tenía veintidós años, ahora tuviera miedo de un chico que solo tenía unos dieciséis; no obstante, el joven daba una sensación de presión imposible de ignorar. Quizás, incluso si no hubiera conocido el contenido de la novela original, habría sentido miedo de él.

Curtis, mirando de cerca su rostro, se rió y levantó una esquina de su boca.

—Escuché rumores de que la señorita Carthia es una gran belleza a pesar de que es joven, ahora veo que no fue un simple rumor —murmuró con un claro interés mientras soltaba su rostro. Solo entonces, Yurina pudo tener un respiro—. Yurina Carthia… Lo recordaré. —Dejó esas palabras de calamidad en el aire y desapareció hacia el edificio oeste con sus escoltas.

Como la espalda del príncipe ya no estaba a la vista, pudo respirar con más tranquilidad.

—Señorita, ¿está bien?

Después de asentir con la cabeza hacia Dave, recordó la última expresión que había visto del príncipe.

De alguna manera es siniestro.

La apariencia de sonreír con confianza con solo una esquina de su boca era diferente a la de Raynard, quien parecía arrogante. La suya parecía arrogante, pero ocultaba un mal interior que era de alguna manera espeluznante.

Mientras giraba la cabeza para captar la intención de su sonrisa, un recuerdo repentino le vino a la mente, como si palomitas en la esquina de su cabeza estallaran con un fuerte ruido.

Disparates.

Antes de que Lydia y Curtis se enamoraran en la novela, él estaba saliendo con «Yurina Carthia».

♦ ♦ ♦

No recordaba cómo volvió a la mansión, pero, cuando recuperó la conciencia, estaba sentada cara a cara con Raynard en la pequeña sala de estar que se usaba como sala de estudio.

—Estás un poco rara hoy —comentó el niño, levantándose para tocar la frente de Yurina mientras dejaba un momento su práctica de escritura. No le pareció que estuviera caliente—. Hmm… —Tocó su frente con la otra mano, haciendo un sonido doloroso—. No parece ser fiebre.

Yurina aparto su mano sin poner mucha fuerza en su movimiento.

—Solo estoy un poco cansada.

—¿Será porque sigues viendo esas letras extrañas?

—Sí, supongo.

Ella cerró el libro y se dejó caer sobre él. No tenía la fuerza suficiente para discutir con Raynard. Cerró los ojos sin responderle, quien seguía preguntando si estaba bien.

El príncipe y su amante…

Trató de recordar: cómo los dos se convirtieron en amantes, cómo Yurina se convirtió en rival de Lydia y cómo él la abandonó después de enamorarse de Lydia Defrom, pero no le vino nada a la mente. Era como si el camino estuviera bloqueado por una enorme roca.

Algo parecía afectar su memoria. De lo contrario, no había forma de que no pudiera recordar eso.

Se preguntaba si el recuerdo de que tuvieran una relación era falso, pero parecía ser un recuerdo verdadero. Al final, no importaba si el recuerdo era correcto o incorrecto, las últimas palabras que le dijo vinieron a su mente: «Yurina Cartilla… Lo recordaré».

Solo con eso, pudo notar que el príncipe ya le estaba prestando atención. Yurina estaba planeando desesperadamente cómo no convertirse en una candidata a princesa heredera.

Mientras envolvía su cabeza con sus manos y gemía, el niño tomó una silla y se sentó a su lado. Luego, se inclinó sobre la mesa y tocó el brazo de Yurina.

—Yurina, ¿qué te pasa?

Ante una pregunta que nadie le había hecho, abrió los ojos, con una expresión llena de preocupación.

Es extraño.

Había estado con ella solo dos semanas y estaba haciendo una pregunta que ni siquiera los miembros sensibles de su familia hicieron.

No sabía si era porque él era particularmente sensible a los sentimientos de los demás o si ella se estaba relajando mucho frente a él.

Independientemente de la razón, parecía que el saber que alguien estaba preocupado por ella, le hacía sentir más tranquila. Lo miró, pero no dijo nada.

Cuando Yurina solo se limitó a mirar a la distancia sin decir nada, Raynard acercó más su rostro.

—Está bien, puedes decirme. ¿Qué sucede?

Su rostro, sin la más mínima sonrisa, parecía confiable. Parecía haberle puesto mucha fuerza a sus ojos para que su expresión fuera solemne.

Era una expresión ridícula, pero mientras más la miraba, más podía ver, por primera vez, a un hermano mayor. Fue un pensamiento breve que le pareció que no tenía sentido.

—Es secreto.

—No se lo diré a nadie.

—Pero es un secreto.

—Realmente no lo voy a decir, ¿no puedes creerme?

—No es lo que quise decir…

Más bien, pensó que no le creería. Yurina se rió mientras tragaba el nudo que había vuelto a atorarse en su garganta.

Originalmente, era una persona de otro mundo que murió en un accidente. Sin embargo, cuando abrí los ojos, me encontré en el mundo de una novela de fantasía de la que ya sabía mi final. Un final en donde moría a tus manos…

Sería una buena historia para escuchar, pero no la creería cuerda. Se sintió como si estuviera sola, sin nadie con quien hablar abiertamente y nadie que simpatizara con ella. De alguna manera, el extraño mundo parecía más extraño ese día.

Raynard se acercó un poco más y puso su frente en la de Yurina.

—No hagas eso y háblame.

Su cálido aliento hizo cosquillas en los labios ajenos, su flequillo se entrelazó con el de ella y revoloteó frente a sus ojos.

Mientras miraba sus ojos color rubí, vistos a través de su cabello, él la miró con una sonrisa sin apartar la mirada.

—Vamos, dime.

Esas pequeñas palabras, dichas en un susurro, sonaban como un hechizo mágico hipnótico.

—Tuve un sueño —dijo Yurina inconscientemente. No podía decir la verdad, así que decidió adaptar un poco la historia.

—¿Sí? ¿Cuál fue tu sueño?

—En mi sueño, era adulta en una ceremonia de mayoría de edad. No lo recuerdo bien, pero creo que me gustaba mucho un hombre y creo que yo también a él, ¿tal vez éramos amantes?

—Y… ¿Entonces?

Yurina continuó, sin darse cuenta que la respuesta de Raynard fue un poco lenta:

—En algún momento, el hombre que era mi amante se enamoró de otra mujer. Después de eso, morí a manos del padre de ella. Tal vez pensó que me iba a interponer en su camino…

—¿Hmm?

—Y hoy, vi al mismo hombre de mi sueño.

—¿Eh?

—Era un niño en estos momentos, pero cuando lo vi, recordé el momento en el que morí en mi sueño…

¿Qué diablos estoy diciendo?

Yurina cerró sus ojos porque no quería ver la expresión de Raynard. No sabía como iba a reaccionar. Probablemente se reiría, era una historia divertida si lo pensaba un poco.

Mientras se reía de sí misma en su corazón, él se levantó de su asiento y la abrazó por detrás. Podía sentir su corazón caliente tocando su espalda.

—Debe haber sido aterrador.

—¿Eh…?

Yurina abrió los ojos y miró su rostro.

Él la abrazó un poco más fuerte con una expresión que no podía verse como juguetona.

—Seguramente estabas muy asustada.

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