El Conde y el hada – Volumen 2 – Capítulo 2: El huevo del Bogey

Traducido por Den

Editado por Nemoné


Este hombre es demasiado sospechoso. No importa cómo lo mires, lo es.

Ella estaba en la cocina de su casa, y no podía contener la irritación que crecía en su interior, mientras esperaba que se hicieran sus galletas. Lydia tenía la sensación de que, su sospecha sobre Edgar podría ser verdadera, después de que escuchó la historia de Nico.

Según Nico, Edgar había conocido a la hija del barón, Lady Doris Worpole, el día que desapareció. Aunque solo la hubiera invitado a subir a su carruaje, la señora Marl no lo sabía y, lo más probable era que Edgar no se lo haría saber.

—Oh no, ¿la secuestró?

Pudo haber puesto peligrosas historias sobre el hombre de la niebla en su cabeza, asustandola, y haciéndolo parecer como que un hada estaba involucrada, se la llevó.

Incluso si era un ex-criminal…

Pero, mientras pensaba aquello, seguía confundida.

—Pero entonces, ¿con qué propósito?

—Por supuesto para venderla, dado que chicas jóvenes y bellas darían mucho dinero.

Nico mágicamente apareció sobre la encimera de la cocina. Tenía una de las botellas escocesas secretas de vino que su padre había escondido.

—Dinero, uh, no creo que esa fuera la razón.

Tenía una gran cantidad de ello y, como el actual Conde residente en Inglaterra,  sería muy arriesgado que se ensuciara sus preciosas manos en crímenes, otra vez por dinero.

En realidad, no habría motivo para él cruzar tan peligroso camino. Pero había algunos puntos peculiares.

—Pero, bueno, con frecuencia se disfrazaba para ir al puerto y al centro de la ciudad. Eso huele como cuando un criminal planea hacer algo. También parece que ha estado entrando y saliendo de los casinos caros, sería demasiado sospechoso para él ser solo un simple jugador de apuestas. Estoy seguro de que está tratando de concentrar la atención de la gente lejos de sí mismo, para tenerte buscando los lugares de la hija del barón.

Lydia quitó la botella escocesa de la pata de Nico, cuando estaba a punto de abrirla.

—No vayas robando las delicias de papá.

Nico frunció el ceño, y tiró un pedazo de papel en dirección a Lydia.

—Entonces, mira esto. Lo encontré en su habitación.

Lo tomó y vio que era un recorte del tabloide.

— «Los niños que desaparecieron en la niebla de Londres… ¿Podría ser el trabajo de una organización comercial de esclavos blancos, o algún tipo de operación secreta?»

La historia trataba sobre un chico, que fue rescatado por un británico en Brasil, que afirmaba que había sido secuestrado en Londres y, vendido a un granjero. En el barco que lo llevaron, al parecer había más chicos y chicas que habían pasado por la misma experiencia.

— «Desde las esquinas de Londres, hay un sinnúmero de niños desaparecidos. Ha llegado al punto en que, la gente está empezando a creer los rumores de que fueron secuestrados por el imaginario “hombre de la niebla”, ya que en la mayoría de los casos, nunca se encuentra la ubicación de los niños desaparecidos.»

La historia terminaba allí.

—Tenía una colección de otros recortes de artículos similares. No hay ningún error que él planea hacer algo malo. La forma en que casi fuiste secuestrada podría estar relacionado de alguna manera con esto.

— ¿Estás diciendo que Edgar estaba detrás de aquello…? Pero el atacante fue asesinado por Raven.

—Hmm, bueno, no estoy seguro, pero todavía creo que es peligroso estar con ese hombre. ¿Lydia, por qué no nos apresuramos y regresamos a Escocia? Bueno, podría no ser fácil terminar tu contrato con ese Conde.

Edgar dijo que en el pasado había sido vendido como un esclavo blanco. Cabía la posibilidad de que estaba reuniendo esos artículos, porque estaba relacionado con su traumático pasado.

Alguien, que pasó por la horrible experiencia de ser vendido y arrebatado de su libre albedrío como ser humano, ¿podría hacer algo como vender a otro ser humano? La parte ignorante y optimista de Lydia hizo que ella no quisiera creer eso.

—Señorita, sus galletas se quemarán.

El aviso de la sirvienta hizo que Lydia se apresurara a mirar la estufa de hierro. Sacó el plato de hierro, para ver que sus galletas habían logrado escapar de ser quemadas.

—Gracias a Dios. Hace mucho tiempo que no cocino nada, espero que tengan el sabor de las de mamá.

Hoy era domingo. Y un día inusual en el que su padre estaba en casa. Los dos fueron a la iglesia temprano en la mañana, y Lydia decidió hornear algunos dulces de las recetas de su madre, para la hora del té. Si no hubiera algo por lo que preocuparse por Edgar, debería haber sido un perfecto día para relajarse.

Su condominio no era algo que pudiera compararse al palacio de Edgar, pero esta casa en la que vive el padre de Lydia, emplea a una criada y un cocinero. No había necesidad de que Lydia se parara en la cocina, pero al igual que su madre, pensó que era su deber cocinar las galletas.

Porque su madre, una Doctora de Hadas, horneaba galletas con hierbas como ofrendas a las hadas, Lydia arrojó uno en el fuego de la estufa y uno en el alféizar de la ventana. Nico ya estaba ayudando a uno. Dejó a la criada para preparar el té, y se dirigió a la sala de estar con el plato de galletas en la mano.

Oyó una voz masculina hablando con su padre; parece que el señor Langley, el estudiante de su padre, había venido a visitarlo.

—Oh, señorita Carlton, siento entrometerme tan temprano en el día.

—Hola, Sr. Langley. Tiene una sincronización perfecta. Acabo de hornear algunas galletas, por favor, pruebe un poco mientras está aquí.

—Muchas gracias. Profesor Carlton, esta casa se ha vuelto mucho más brillante desde que la señorita Lydia ha venido a vivir aquí.

— ¿Estaba así de sombría la casa?

El salón de esta casa estaba lleno de rocas, esqueletos de especímenes y raros rellenos de animales, por lo que los visitantes normales huirían en cinco minutos.

—No es oscuro, es más como inaccesible para las damas con sentido común. ¿Por qué no quita al menos las calaveras? Incluso por el bien de la señorita Carlton.

Carlton dio la impresión de que estaba sorprendido, y miró alrededor de la habitación, mientras levantaba sus gafas redondas.

—Este es un espacio bastante relajante para mí, pero, Lydia, ¿esta habitación realmente te molesta?

—No, papá, en absoluto.

—Hah, ella realmente es la hija de un historiador natural. Si todas las damas fueran tan comprensivas como usted, entonces seguiría habiendo un rayo de esperanza para los eruditos, que están renunciando a sus destinos como solteros.

Langley era un soltero de veintisiete años.

—Oh, así que estás aquí para cortejar a Lydia, ¿verdad?

— ¿Profesor, está preocupado? Si está nervioso por alguien como yo, será una conmoción cuando la señorita Lydia traiga a su pretendiente

—Lydia todavía es una niña.

Desde que vino a vivir allí, Carlton ha estado tratando a Lydia como una niña, lo más probable porque de repente se dio cuenta que su única hija, que ha estado viviendo muy lejos de ella, ha llegado a la edad del matrimonio. Además, al parecer la actitud de ese Conde mujeriego hacia Lydia había sido como un despertador para Carlton.

Justo en ese momento, la criada trajo el té y Nico fue el más rápido en llevar su taza a sus labios. Se sentó junto a Lydia, y sostuvo la taza y el platillo con las patas, pero esa visión no apareció en frente a Langley. Tal vez se dio cuenta de que había un gato en la habitación, pero la razón por la que no estaba sorprendido, era porque su cerebro probablemente no registraba nada más que eso.

Según Nico, había tomado dos años después del casamiento de sus padres, para que su padre se diera cuenta que el gato de su madre era un felino mágico, por lo que podía entender que Langley era también ese tipo de persona.

Lydia pensó que ya que su padre y Langley estaban en el mismo campo académico, compartían características similares. Al igual que la forma en que ambos parecían un poco poco fiables. O como si, aunque fueran increíbles eruditos, fueran incompetentes en todo lo demás.

Lydia estaba satisfecha porque no sabía tan mal y, mientras se sentaba viendo a su feliz y sonriente padre, disfrutaba de la tranquila tarde de su día libre.

La mejor parte de ser domingo, es que no tengo que ver el rostro de ese criminal, pensó reflexionando en su mente.

Pero su día de paz, desapareció rápidamente ante el anuncio de la criada.

—Sir, el Conde Ashenbert está aquí para verle. Dijo que tenía negocios con su hija.

— ¡¿Qué?! Oh, no. ¡No dejen que entre!

Jadeó Lydia en reflejo.

—Lydia, no podemos cerrarle al Conde de la puerta. Déjenlo entrar.

Era natural que su padre lo dijera, pero Lydia sintió que la fuerza se le escapaba y se dejó caer en la silla.

Carlton debería haberse dado cuenta vagamente de que Edgar no era un verdadero conde. Sin embargo, como fue reconocido por el Colegio de Armas, parecía no tener ningún problema en llamarlo como conde. Porque para Carlton, de cualquier manera, la gente de la nobleza era incomprensible para él y más allá de su alcance.

Y así, en silencio, dio su consentimiento para que Lydia fuera contratada por el Conde, ya que sabía que quería ser reconocida como una auténtica Doctora de Hadas.

Fue una contratación forzada en la que no le dieron la opción de rechazar, pero no había ningún problema en las condiciones de trabajo para Lydia, al final, aceptar la posición después de pensarlo mucho fue su decisión. Y reconociendo aquello, Edgar era el jefe de su hija y un respetable Conde para Carlton, por lo que debió pensar que tenía que rendirle sus respetos.

Al cabo de unos minutos, Edgar entró en la sala de estar de la casa Carlton, en su habitual gracia y elegancia.

Vestía un traje como si fuera a una fiesta por la noche, con un abrigo negro y un chaleco de color vino bien ajustado. Pero, el rasgo más destacado de él, era su brillante cabello rubio y su sonrisa brillante, que era como un ángel. Aunque probablemente había un demonio escondido detrás de ese rostro.

—Por favor disculpe mi intromisión, profesor Carlton.

—Bienvenido, milord. Espero que mi hija no le haya causado ningún problema.

—Oh, no, lo está haciendo de maravilla.

Lydia dirigió una mirada sombría hacia Edgar, quien le entregó su sombrero de copa a la doncella. Le dijo unas cuantas palabras de saludo inofensivas, mientras estrechaba la mano de su padre, que se ponía de pie cansado.

Esperó para abrir la boca, después de que Carlton terminara de presentarle a Langely.

— ¿Así que, cuál es tu negocio conmigo?

—Lydia, no seas tan descortés de repente. Milord, por favor tome asiento. ¿Quiere un poco de té? Solo tenemos las galletas que Lydia acaba de hornear.

—Qué interesante. Estaría encantado de probarlo.

No hay nada interesante. Habla de eso como si fuera algo desconocido de un país extranjero.

Lydia frunció levemente las cejas. Edgar le sonrió mientras ella le miraba furiosa, y eligió sentarse a su lado, hasta llegar a agarrar a Nico, que estaba sentado en ese lugar, por la piel de su cuello y moviéndolo.

Nico hizo una postura amenazadora, levantando el pelo en su espalda. No tardó en lanzar palabras insultantes hacia él, pero eso debe haber sonado solamente como un gato que silbaba y gruñía.

—Ya veo, tiene un sabor curioso.

Comentó Edgar, una vez que tomó un bocado de galleta.

—Está bien decir que no te gusta.

—Es como tú, una vez que tengo un mordisco, anhelo más.

Carlton se aclaró la garganta con una evidente tos.

—Por cierto, profesor, leí su último artículo el otro día.

Edgar rápidamente cambió el tema, volviendo su atención, y dirigiendo una mirada seria a Carlton.

—Oh, así que tiene interés en la historia natural.

—La naturaleza es profunda cuanto más se ahonda en ella. La palabra increíble fue hecha para el estudio de la historia natural, ya que siempre me asombra. Me gustó especialmente leer la parte de su análisis sobre la estructura cristalina.

Una vez que abrió la boca, fue fácil para él captar la atención de Carlton. Actuó como un joven estudiante humilde pidiendo respuestas de su maestro, pero también logró dar respuestas inteligentes, y hacer preguntas que estaban en el punto para animar la conversación.

Parece que no eran sólo con las mujeres en las que Edgar tenía el arte de ganar. Lo más probable es que conociera la forma más precisa de presentarse, para ganar el favor de cualquier tipo de persona.

Puede haber sido natural para alguien como él, que sabía cómo seguir adelante en el mundo duro y real con éxito, ya que realmente parecía haber leído el artículo, y había dado en el clavo correcto para ganar el favor de su padre, que incluso ella pensó que estaba obsesionado con su propia investigación de campo.

Papá, realmente no debes abrirte a él de esa manera.

Era lo que quería decir al mirar a ambos.

—Por cierto, profesor, me encontré con algunos viejos documentos sobre este tema, decía que hay una piedra llamada el “huevo del hada” o algo así.

Lydia se sintió atraída por la conversación de los hombres sobre el nuevo tema planteado por Edgar.

Hablando del huevo del hada, había alguien involucrado en el caso de la desaparecida hija del barón. Un caso en el que Edgar estaba sospechosamente implicado.

—Pues sí, de hecho existe una piedra con ese nombre.

— ¿Papá, ese huevo del hada es real?

—Es sólo un mineral. Tiene ese nombre romántico, pero es sólo una rara piedra de ágata.[1]

— ¿Una ágata?

Había una piedra preciosa de ágata, del tamaño de la cabeza de un niño, junto con varias otras piedras coloridas, en el gabinete.

Carlton se levantó y sacó esa gran piedra del armario, la colocó sobre la mesa. La superficie exterior de la piedra sólo parecía como una roca negra y gruesa. Pero, uno no sería capaz de imaginar que estaba escondiendo una piedra multicolor desnuda en el interior.

—Cuando lo ves así, parece que hay una ágata atrapada en un huevo rocoso. Sólo después de romper la cáscara, puedes ver lo que hay dentro.

Edgar miró con curiosidad el ágata en la parte superior de la mesa, que ya se había abierto en dos, para revelar las brillantes capas de cristal en la sección transversal del ágata.

—Pero, el ágata que se llama el huevo del hada no es una piedra como esta, ¿verdad?

—El nombre que fue otorgado a esos tipos de ágatas son nombres propios. No está relacionado con su especie. Según la literatura, es una hermosa piedra de color blanco lechoso que tiene un patrón verde en él. Esa coloración rara es llamada “hoja de menta”, y el “huevo del hada” es un ágata con agua atrapada dentro de ella.

— ¿Una ágata con agua?

Aunque fue Edgar quien empezó este tema, Lydia fue la que hizo activamente las preguntas, probablemente porque Edgar debió haber buscado ya lo que era una “ágata sellada”.

—Cuando se mira una piedra preciosa de ágata, se puede ver cómo hay una cueva abierta en el centro de la piedra, ¿verdad? Hay casos raros cuando el agua está atrapada dentro. Pero si lo cortas en dos, de este modo, no puedes comprobar si hay agua, porque se evapora en el instante en que lo rompes.

—Entonces, ¿cómo puedes asegurarte de que hay agua en él?

—Cuando lo agitas, puedes oír el agua en él. Si encuentras una piedra así, cortas el exterior lentamente. Cuando te acerques al centro, puedes ver transparentemente el centro de la piedra. Estará la antigua agua, que se balancea de un lado a otro, que había estado escondida dentro de la profunda tierra durante cientos y miles de años.

Al imaginar aquello, Lydia soltó un suspiro. Se preguntó cómo se vería la luz, cuando el primer rayo de luz haya alcanzado su centro y brillaba a través del color del ágata, que probablemente era como un cristal esmerilado.[2]

—Lo más probable es que el nombre del “huevo del hada” provenga de la coloración de menta, que lo cubre como las venas de una hoja. Y el agua se compara con una misteriosa e imaginaria criatura.

—Pero, papá, si fuera una piedra rara de ágata, como esa, entonces podría haber una posibilidad de que un hada se hubiera metido en ella.

Langley, que era el único que no estaba familiarizado con este lado de la familia, hizo una mirada desconcertada del extraño comentario de Lydia.

—Las hadas aman cosas hermosas, ¿y eso no significa que el agua atrapada dentro del ágata, era el agua bendita divina de los seis días de la Creación? Eso sería suficiente para atraer a cualquier hada y cautivarlas. Y las gemas son piedras que absorben la luz y las atrapan dentro de ellas. Incluso tienen el poder de retener la magia. Si un hada entrara en una, no podrían escapar.

—De hecho, hay registros de que fueron utilizados para ese propósito. No estoy seguro acerca de otras piedras de ágata que tengan agua en ellas, pero si fuera a decir acerca de los “huevos de hadas”, entonces hay anécdotas acerca de sellar espíritus malos en ellos.

—Entonces, ¿esas piedras que se llaman huevos de hadas, hay algunas que todavía existan? —preguntó Edgar.

—Puede haber. He leído que había un registro que existía en una abadía[3] en Canterbury, en algún lugar alrededor del siglo XVI. No hay registro de ninguna después de eso.

Después de escuchar todo esto, Lydia se quedó perpleja ante algo.

—Pero, Edgar, ¿el juego de adivinación del huevo del hada, que es popular entre las jóvenes, no usa una bola de cristal en vez de un ágata?

No había forma de que la gente usara la piedra preciosa “huevo del hada” para un juego de adivinación.

—Sí, bueno, todo esto hasta ahora era sólo por mi interés.

¿Interés? No hay manera de que tengas interés en las hadas.

—Sobre ese huevo del hada, encontré el lugar que los está vendiendo. ¿No te gustaría ir a ver?

— ¿Eh? ¿Ahora mismo?

—Vine aquí para invitarte. He oído que es únicamente un evento de domingo en los Jardines de Cremorne.

Entonces Edgar se volvió hacia Carlton.

—Profesor Carlton, ¿me daría permiso para llevar a la señorita Carlton? Esto es en cuanto a su trabajo como mi Doctora de Hadas contratada.

—Si está relacionado con su trabajo, entonces no hay razón para que yo la retenga, pero, ya está anocheciendo. ¿Anticipa que esto durará hasta tarde?

—He oído que el comportamiento moral público en esos tipos de jardines se ha estado desordenando.

Langley miró a Lydia con preocupación.

—Una vez terminado nuestro negocio, prometo acompañarla de regreso a casa con seguridad. Y estaré a su lado en todo momento, así que no hay nada de que preocuparse.

Lydia pensó que, incluso si se perdía en una guarida de carteristas o saqueadores de bolsas, ninguno de ellos sería tan peligroso como él, y ese pensamiento la abatía.

Pero, si ella fuera a investigar el caso sobre el huevo de hadas, entonces tendría que poner sus manos en uno real, y averiguar cómo se están vendiendo. Además, había otra cosa que quería aclarar con Edgar.

—Iré. ¿Podrías esperar a un poco? Tengo que prepararme.

Langley le habló a Lydia, que estaba a punto de levantarse.

—Umm, señorita Carlton, me había olvidado. Si no le importa, quería entregarle esto.

Le tendió un ramo de flores de Margarita atadas con una cinta.

—Como siempre estoy visitando sin regalos. Oh, y sí, gracias por las galletas de hoy.

—Oh, gracias, muchísimas gracias.

Estaba honestamente encantada con su presente, así que Lydia sonrió alegremente.

♦ ♦ ♦

Después de agarrar su sombrero y su chal, Lydia se subió al carruaje de Edgar, que estaba esperando. Aparentemente había traído a Raven, lo vio de pie y recto, completamente quieto, esperando al lado del carruaje, mientras corría hacia él.

El carruaje se detuvo en el camino, y Lydia sintió los ojos chisporroteantes de Edgar mirándola fijamente, mientras se sentaba a su lado. Fue absolutamente incómodo.

— ¿Qué pasa…? ¿Por qué me miras así?

—Ahora que lo pienso, nunca supe que pudieras sonreír de esa manera.

— ¿Huh?

—Cuando te presentaron las flores del señor Langley, parecías feliz desde el fondo de tu corazón. Cuando te doy flores, nunca has mostrado ningún signo de alegría.

—No es así, es solo en tu caso. Tus regalos no son realmente desde el corazón…

Una vez que salió de su boca, se preocupó de si lo que dijo fue cruel. Porque su primera reunión con Edgar fue en una situación tan dudosa, que la hacía constantemente terca hacia él. Pero, juzgar que él no puso su corazón en sus acciones, podría haber sido un prejuicio de ella.

—Hmm. Bueno, las damas preferirían las flores recogidas en el lado de la carretera de su amado, que un ramo extravagante de un hombre que no les importa.

Era consciente, por experiencia, que cuando se mostraba débil y deprimido era uno de sus trucos, pero al final, Lydia sintió que era ella la que estaba haciendo algo malo. Sabía que realmente tenía que aprender de sus errores del pasado, pero viendo a Edgar, que normalmente era deslumbrantemente guapo, seguro y confiado, se sentiría a veces equivocada de su juicio sobre él.

—El señor Langley sólo vive cerca, así que viene a visitarnos.

— ¿Cerca?

—La casa de huéspedes a dos puertas.

—Raven, ¿has oído eso?

—Sí.

Respondió el joven, que estaba sentado frente a Edgar.

— ¡Espera un momento! ¡¿Qué piensas hacer?!

Entró en pánico. Raven le confesó antes que él no dudaría en matar a cualquiera que estuviera en el camino de Edgar.

—Sólo estoy un poco celoso.

–—No, no lo estás, y dar una orden tan fácilmente…

Edgar miró a Lydia, como si estuviera alarmado, y le sonrió burlonamente.

—Sólo estaba bromeando, Raven.

—Entendido.

—Por ahora, de todos modos.

—Deja de bromear. —dijo Lydia, mientras se desplomaba en su asiento—. Y para de decir que estás celoso, solo estás bromeando para molestarme y divertirte viendo cómo reacciono. Además, el Sr. Langley está solo mostrando sus respetos a la hija de su profesor. Me trata como una chica corriente, porque no conoce mucho sobre mí.

—No estás consciente de tus encantos en absoluto.

—Estoy perfectamente consciente de cómo soy. Durante toda mi vida me llamaron bicho raro.

—Tus ojos pueden ver un mundo majestuoso. Tus oídos pueden decir que hay voces mezcladas en los soplidos del viento. Si hubiera alguien que descubriera eso, entonces cualquiera se asustaría, ¿sabes por qué? Porque tendrían miedo de que la chica por la que tuvieran sentimientos, pudiera ver lo que estaban escondiendo sobre sí mismos, incluso su lado desagradable.

Él de verdad era rápido en idear algo. Pero no quería ser influenciada por él, así que le respondió:

— ¿Entonces, porque no dejas de tratar de engañarme? Sé que el día en que Lady Doris desapareció, la invitaste a subir a tu carruaje.

—Hmm, ¿y quién te dijo eso?

Pero no se inquietó en absoluto, en lugar, silenció su voz a un susurro, como si hubiera estado hablando dulces y cálidas palabras hacia ella.

—Ese día fuiste al puerto. Después de detener tu carruaje por los muelles, ¿qué hiciste? Y otra cosa, invitaste a Lady Doris a tu carruaje después de que ella se separó de su criada por los terrenos del evento benéfico, pero después de eso, ella no fue vista. Por donde lo mires, eres el más sospechoso.

— ¿Eres una clarividente?

—Viniste a casa con una pequeña hada, que vive en el puerto, en el techo de tu carruaje. Después de conocerla y escuchar lo que pasó, me dijo que fue llevada a una desconocida zona residencial de alta clase, y estuvo rondando perdido en tu casa, sin saber cómo volver.

Fue Nico quien le contó acerca de aquello, pero dejó que ese detalle se deslizara.

Él no podía discutir contra eso, por lo que se encogió de hombros y movió su postura, sentado en posición vertical.

—Incluso si fuera a contratar a criados discretos, no podría bromear si me casara contigo.

—No me casaría con un hombre que bromea.

Hubo un leve soplo que salió del asiento opuesto de ellos.

—Raven, te reíste, ¿no?

—Yo nunca podría.

Lo miró con incredulidad. Nunca podría imaginar que ella oiría a Raven reír, porque él nunca mostró ningún signo de emoción. Sin embargo, Raven rechazaba serenamente las acusaciones de Edgar, con una expresión mansa, por lo que no podía imaginar qué cara tenía cuando reía.

Tal vez, se rio inexpresivo.

—Lydia, en efecto invité a Lady Doris a mi carruaje, pero solo la llevé al frente de su casa. Te estoy diciendo la verdad cuando digo que la encontré por casualidad, así que me sorprendí cuando oí que desapareció. ¿No estaba el hada viendo cuando se despidió?

—No, por desgracia. Al parecer se había quedado dormida por un momento.

—Qué hada más inútil… De todas formas, no te estoy mintiendo. Por favor confía en mí.

¿Cómo se suponía que iba a confiar en un hombre que era un maldito mentiroso desde un principio?

— ¿Entonces qué te hizo decidir ayudar a alguien?

—No puedes culparme por ser curioso. Después de dejarla en frente de su casa y desaparecer de esa manera… Es natural que yo sea el sospechoso. Por eso necesito averiguar la verdad.

Sus mentiras sonaban más convincentes que la verdad. Era alguien capaz de hacer su mentira de que era un conde realidad, así que para Lydia, no fue capaz de descifrar si sus palabras eran realmente la verdad o no.

— ¿Hay algo más que escondas de mí?

—No.

— ¿Estás intentando engañarme otra vez?

— ¿Por qué haría eso?

Él era alguien que podía engañarte, mientras mentía con su actitud y sus ojos serios. Sin embargo, se preguntaba por qué había un sentimiento más fuerte en ella que quería creer en él, que dudar de él.

Poco después, el carruaje llegó a los Jardines de Cremorne, que estaba lleno de las elaboradas decoraciones y el sonido animado de la música.

Una vez que bajaron del carruaje y pasaron por la gran puerta de hierro, entraron en la amplia zona al aire libre que contenía las diferentes exposiciones y estantes de representación. El santuario número uno de Londres para el entretenimiento, era un lugar que estaba lleno de cientos de personas que Lydia nunca había presenciado antes. En cualquier dirección a la que se dirigiera, había gente, más gente y más gente. Se preguntó de dónde habían salido todos ellos.

Al pasar por delante de una carpa de circo, una música de orquesta china vino desde adentro. Vio que había un espectáculo de Pierrot[4] a punto de comenzar, donde iba a cruzar una cuerda en lo alto del cielo en la gran acera por la que caminaban.

Todo esto era nuevo para ella, y su concentración estaba desapareciendo, pero Lydia se recordó a sí misma que no estaba aquí para jugar y se centró.

— ¿Dónde te gustaría ir? Creo que las acrobacias del elefante serían interesantes.

— ¿Qué? ¿Y el huevo del hada?

—Eso puede venir más tarde. Ya que estamos aquí, debemos divertirnos.

Sin importarle, Edgar la atrajo a él.

—Espera, Edgar, ¿era cierto que el huevo del hada se vende aquí? Si es una mentira, entonces me voy a casa. No tengo ninguna intención de pasar mi valioso día libre contigo y tus indulgencias.

—Qué cruel. Está bien. Pero, una vez que acabemos nuestro trabajo, dedícame un poco de tu tiempo. Porque es tu día libre, quería que pasaras el día conmigo sin ningún sentido del deber.

Lydia se preguntaba si quería mantenerla vigilada tanto que utilizaría su día libre.

Gessh, realmente no puedo entender qué piensa Edgar.

—Si no siento ningún sentido del deber, entonces creo que no hay razón para que yo te acompañe.

— ¿Por qué? Imaginé que serías capaz de divertirte.

—Si quieres disfrutar de esto, ¿por qué no invitas a otra dama? Todos sabemos que hay un número interminable de chicas a las que sería fácil para ti engañar. En lugar de una chica de cara de amargada como yo, preferirías mucho más a una dama que estaría más que encantada de acompañarte.

—En realidad no me disgusta tu mirada amargada. Aunque prefiero tu sonrisa.

—Como dije antes, deja de bromear conmigo.

—Lydia, estás considerando las cosas de manera demasiada negativa, como que me estoy burlando de ti, o que eres la única que sabe mi secreto. ¿No es normal que pensara en ti positivamente y quisiera pasar tiempo contigo? Si no te invitaba a salir, no tendría ninguna posibilidad de llegar a conocerte, todo eso eran mis sentimientos actuales honestos. No ha pasado tanto tiempo desde la primera vez que nos conocimos, y es que no estoy en la etapa para decir que tú eres la única para mí, así que quería conocerte mejor y quería que me conozcas, por eso te invité aquí.

¿Podría estar diciendo la verdad? Ohh, es porque soy engañada tan fácilmente como esto que le gusta jugar conmigo.

Aunque Lydia pensó eso, ella asintió de todos modos.

—Bien. Si es sólo un poco, entonces no me importa mirar algunas de las atracciones.

—Gracias. Vamos a fomentar nuestro amor así, paso a paso.

Justo cuando pensaba que estaba hablando en serio, rápidamente volvía a burlarse de ella. Lydia sonrió con ironía.

Su atención se centró en parte en su mano, que él sostenía con el fin de guiarla a través de la multitud. Pensó que algo estaba mal con ella para terminar siguiéndolo en silencio.

Estaba enojada consigo misma por ser feliz cuando la halagaban, aunque fuera una mentira o una adulación. Y sin embargo, todavía había una parte tranquila de ella que no confiaba completamente en Edgar. Esa parte de ella estaba convencida de que él estaba atento a Lydia porque era de valiosa utilidad.

La idea de que Edgar se sintiese atraído por ella era imposible, y esa convicción fundamental suya no podía ser erradicada, sin importar lo que dijera. Debido a que Edgar no coincidía en absoluto con la vaga idea de Lydia de la primera reunión perfecta, o la razón y los sentimientos de un hombre y una mujer que se atraían el uno al otro y luego fomentaban su relación de amor.

Su idea de un pretendiente ideal era alguien, que al principio, no parecía tener cualidades excepcionales, pero en realidad era amable y considerado con los sentimientos de otras personas. Incluso si él era un poco torpe o desordenado, y tuviera que cuidar de él todos los días, o incluso si su cabello estaba despeinado por el sueño, ella quería que él fuera alguien que entendiera y aceptara la parte de ella que podía ver a las hadas, alguien que estaría siempre a su lado, con tranquilidad y amabilidad.

Alguien, tal vez, como su padre.

Ella no era pareja adecuada para alguien que hablaba dulces y cálidas palabras con el perfecto inglés de clase alta, o tenía una delgada figura que parecía perfecta en un abrigo de cola, y además tenía un sofisticado atractivo en cada uno de sus gestos o movimientos, o era imposiblemente hermoso con la gracia de un noble caballero, o fundía los corazones de las mujeres cuando sonreía, pero era terriblemente desalentador cuando la forzaba.

Una persona como esa no era una pareja para alguien como ella, por más que lo pensara. Incluso Edgar debería ser consciente de qué tipo de mujer sería la adecuada para él, y Lydia ni siquiera era una aristócrata en primer lugar.

Había oído decir que en los últimos tiempos, incluso la clase media adinerada podía entrar libremente en la quiebra, y había casos de nobles con fondos agotados que tenían que recurrir a la venta de sus propiedades y vivían en una casa alquilada, pero cuando ella miraba a Edgar, todavía pensaba que los nobles eran una raza completamente diferente a los plebeyos.

—Ahí está, ese es el lugar en el que el público puede ver un espectáculo de hadas.

A la voz de Edgar, Lydia miró hacia el pequeño teatro color rosa.

Mirando a través de la multitud de personas, pudo ver que había algo así como un escenario construido dentro de él. Un hombre estaba haciendo que tarjetas y flores flotaran en el aire.

—Es sólo un truco de magia.

— ¿Quizás afirme que una hada invisible está sosteniendo la tarjeta y volando con ella?

—No veo ninguna hada.

—Si una Doctora de Hadas lo dice, entonces debe ser sólo un truco.

Una vez que el mago acabó con su espectáculo, la venta del “huevo del hada” comenzó en el escenario.

Se alinearon bolas de vidrio de diferentes colores. El mago afirmó que había hadas dentro de ellos. Incluso explicó cómo hacer el juego de adivinación que hizo que las damas de la multitud escucharan atentamente.

Edgar regresó después de comprar uno y se lo entregó a Lydia.

— ¿Cómo se ve dentro?

—No parece que haya algo en ella.

—Ese mago es uno de los artistas que tiene un contrato con este lugar. Cambia constantemente su apariencia y su nombre para realizar todo tipo de espectáculos, pero no he oído nada particularmente sospechoso.

—Al menos, esta bola de cristal no tiene nada que atraiga a las hadas. ¿Ves cómo el color es turbio y cómo el vidrio no es hermoso, y además es una cavidad completa dentro? Sería diferente si hubiera algo dentro que a las hadas les gustara, pero en comparación con esto, tendrían una mejor oportunidad de llamar a las hadas si pusieran el agua potable en una especie de recipiente de vidrio.

—Entonces eso significa, que culpar a una hada como la razón por la que Lady Doris desapareció sería precipitado.

—Sí… Pero es demasiado pronto para decidir que no es el trabajo de un hada, tendría que investigar sobre esto un poco más.

Mientras se concentraba, Lydia devolvió la bola de cristal a Edgar.

Justo en ese momento, oyó el sonido de un cristal que se rompía en el interior del almacén. Los gritos agudos de una mujer vinieron justo después. Parecía que alguien había roto uno de los huevos de hadas. Pero entonces, como una reacción en cadena, una serie de otras bolas de cristal se rompieron una tras otra a su alrededor.

Parecía que había una serie de personas que se lesionaron, por lo que comenzó el pánico. El mago alzó la voz en un intento de calmar a todos.

—Uhh, me gustaría advertir a las damas en particular para tener cuidado en el manejo de las hadas. Por favor, asegúrense de no manejarlo toscamente o hablar mal de otros. Hay momentos en que pueden enojarse y estallar el huevo.

—Como si lo supiera…

Murmuró Lydia.

—Puede haber gas que explote en reacción a la temperatura corporal. Apuesto a que los que explotaron eran sólo señuelos, pero aun así, es peligroso tener trozos de vidrio volando alrededor de una multitud. —dijo Edgar.

— ¡Lydia, mira hacia arriba!

En ese momento, oyó la voz de Nico gritando.

Informada por el gato hada, que aparentemente los había seguido volviéndose invisible, Lydia volvió los ojos hacia arriba. Vio que había un hada en una de las vigas cerca del techo del almacén. Era del tamaño de un niño, con el rostro arrugado como un anciano, y un cuerpo cubierto de pieles peludas, además de pequeños cuernos en la cabeza. Un Bogey.

Se balanceó de un lado a otro mientras se reía en la viga, luego volvió la cabeza hacia su dirección. Sus ojos se encontraron con los de Lydia.

[Hmmm, así que puedes verme.]

De repente, en un poof, desapareció. Lydia se dio cuenta de su intención, y se acercó para mirar el huevo del hada en la mano de Edgar.

— ¡Edgar, tira eso!

— ¿Eh?

Rápidamente se lo quitó de la mano. Una fracción de segundo después de lanzarla en la dirección opuesta del almacén, la bola de cristal explotó. Ella lo agarró mientras parecía completamente confundido, y salieron del cobertizo en una huida.

Examinó la zona, pero no pudo ver ni rastro del hada en el lugar.

—Había un cuco.

—Bogey… Creo que he oído sobre él. ¿Qué tipo de hada era esta vez?

—Es un tipo travieso. Un malvado demonio. No son tan inteligentes y son una especie de la corte Unseelie.

— ¿Uno de ellos estaba haciendo explotar los huevos de hadas desde el interior del almacén?

—No estoy segura, el mago no parecía asustado, y podría haber sido un número de los señuelos que hicieron que se rompieran, pero no hay error que el Bogey se aprovechó de esa situación.

Se preguntó si había pasado por casualidad. ¿O estaba relacionado de alguna manera con los huevos de las hadas? Si lo hiciera, sería demasiado apresurado decidir arbitrariamente que las hadas no estaban relacionadas con el caso de Lady Doris.

Edgar levantó la mano de Lydia, mientras ella estaba sumida en sus pensamientos.

—Estás herida.

Parecía que fue cortada por una sarta de la bola de cristal que había explotado tan pronto como ella lo arrojó. La sangre salió de la punta de los dedos. Se quitó los guantes y lo inspeccionó, pero no parecía que las heridas fueran tan profundas.

—Estoy bien. Los cortes son pequeños, se curan si los lamo.

Al decir eso, Lydia repentinamente tuvo un mal presentimiento, y rápidamente apartó sus manos detrás de ella, lejos del alcance de Edgar.

— ¿Qué hay que esconder?

—Creo que estoy empezando a entender lo que piensas.

—Sólo pensé que sería capaz de sanar tus heridas.

Le dedicó una sonrisa.

— ¡Estoy bien!

Realmente no podía ser demasiado cuidadosa con él.

Lydia empezó a alejarse rápidamente de él, pero la invitó a dar un paseo en uno de los barcos del lago. Estaba arrepentida de no haber dicho que no le importaría recorrer el jardín un poquito, pero los Jardines de Cremorne comenzaban a oscurecerse, y las lámparas de gas empezaban a brillar maravillosamente, animando más el ambiente.

No podía pensar que Edgar le permitiría marcharse tan fácilmente.

♦ ♦ ♦

— ¡¿Qué estuviste haciendo?! ¡Estuviste a punto de herir al conde!

Una niña de cabellos anaranjados gritaba en la dirección de sus pasos. Las personas que pasaban no podían ver la pequeña y fea hada que estaba allí.

Se dio cuenta que una chica gritando hacia la nada, por sí misma llamaba la atención no deseada, así que rápidamente se movió hacia las sombras de los árboles y bajó la voz.

— ¡¿No te dije que solo asustaras a la chica?!

[Pero ama, esa humana fue capaz de verme. Sí, ella no sólo pudo verme, sino que se dio cuenta de que yo era el que estaba destrozando los cristales. Estoy seguro de que es una Doctora de Hadas.]

— ¿Y qué? ¡Eres mi esclavo sólo tienes que escuchar y hacer lo que digo!

[Sí señora…]

—Se suponía que debías causar una conmoción de mal agüero, y espantarla y hacerla temblar de miedo. Al igual que Doris, quería que desapareciera de Londres.

Cuando dijo la última parte sobre su hombro, la chica limpió la parte delantera de su falda mientras lo pateaba y se marchaba. Fue en busca de la chica de cabello castaño rojizo que caminaba al lado del Conde, juntos.

La muchacha era una visitante frecuente de la mansión del Conde, y parecía estar en términos amistosos con Edgar Ashenbert. Se miraba alrededor de la misma edad que ella. Mientras uno no se distrajera demasiado con sus ojos impresionantes de color verde dorado, no era una belleza llamativa, y eso la hizo pensar que ella era mucho más adecuada para el Conde.

Desde que era maestra de un esclavo de hadas, creía sinceramente que era completamente capaz de hacer cualquier cosa con el poder de la magia de las hadas.

[Heh, como si un humilde humano pudiera controlar un hada. Tú y yo somos los esclavos del Maestro.]

Nico escuchaba los murmullos gruñidos del Bogey desde lo alto de un árbol.

[Pensando que eres tan fuerte y poderosa, la única razón por la que te escucho calladamente es porque son las órdenes del Maestro. Solo espera un poco mocosa.]

Justo cuando pensaba que él sostenía su puño y la barandilla contra ella, el cuco repentinamente puso su mano bajo su barbilla, parecía como si estuviera pensando algo.

[Pero, si esa Doctora de Hadas sospecha, entonces será problemático. Si se interpone en nuestro camino, entonces todo el duro trabajo del Maestro será arruinado.]

Mientras murmuraba para sí mismo, la bestia se desvaneció lentamente.

—Oh, geesh, parece que va a haber problemas por delante.

Gruñó Nico mientras se balanceaba sobre su cola.

—Y el conde, si sólo estaba bromeando, entonces habría mirado más allá de todo, pero como no tengo ni idea de lo que está pensando, tendré que vigilarlo también, qué problema.


Aclaraciones:

[1] El ágata no es un mineral específico, sino un conjunto de variedades microcristalinas del cuarzo.

[2] El vidrio esmerilado (vidrio opacado), se consigue puliendo el vidrio claro con esmeril u otra sustancia. Tiene el efecto de hacer el cristal traslúcido (permite la dispersión de la luz, pero no deja ver nítidamente las imágenes).

[3] Una abadía: Es una región bajo jurisdicción del abad y la iglesia. En la actualidad, el uso más habitual del término está asociado al edificio de estos templos.

[4] Pierrot: Personaje cómico de teatro que lleva un pantalón amplio y camisola blanca amplia con botones grandes.

[5] Corte Unseelie: Es una de las divisiones dentro de la población de las hadas y sus tierras, el otro es la Corte Seelie.

 Pueden encontrar el siguiente capítulo en la edición 13 de Kovel Times.

Una respuesta en “El Conde y el hada – Volumen 2 – Capítulo 2: El huevo del Bogey”

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