El Perezoso maestro espadachín – Capítulo 18: Escondite (4)

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


—Uf…

En algún lugar, dentro de la mansión, Riley suspiró, mientras apoyaba la espalda en un lugar sombreado.

—Accidentalmente, he dado algunos consejos.

Durante su escape de Stein, Riley se había encontrado con Sera, que estaba entrenando con una escoba en cada mano, y le dio una sugerencia no solicitada.

— ¿Estaba siendo demasiado curioso?

En realidad, estaba más cerca de una enseñanza que de un consejo.

— ¿No está haciendo esto mejor que antes? —Cuestiono Riley, mientras ella continuaba entrenando durante su tarea de limpieza.

Ni siquiera es una broma. ¿Que alguien tan perezoso, y que no tiene ningún conocimiento sobre espadas, se atreva a corregirla?

Inconcebible.

Riley recordó cómo Sera lo miraba. Como si estuviera avergonzada.

¿Y qué le dio la idea de poner su dedo índice en su labio y decir ‘shh’ después de corregirla?

— ¡Uuuh!

Ante su error y la vergüenza que lo siguió…Riley se rascó furiosamente la cabeza, con la cara enrojecida, sin saber qué hacer.

Lo bueno es que nadie estaba mirando su estado actual. En este momento, se encuentra en una de las habitaciones secretas escondidas dentro de la mansión.

—Es por los recuerdos de mi vida anterior… —murmuró Riley.

El estrés de resucitar con sus recuerdos intactos, fue bastante significativo. El darle consejos a Sera, era uno de los malos hábitos que tenía antes, no podía dejar de hablar cuando veía a otros balancear espadas.

—Y, es por eso, que intento no ir al campo de entrenamiento…

En la Casa Iphelleta, incluso las sirvientas dedicaron tiempo a su entrenamiento, aun en sus ratos libres. Anteriormente, él había sido bendecido y recibió la Espada Sagrada. Realizando sus logros como héroe, arrojando innumerables golpes con su espada.

Nunca podría ignorar a aquellos que pondrían tanto esfuerzo en ello.

Por lo tanto…trató de no ver, o crear este tipo de situaciones desde que era joven.

—Y todo tenía que salir hoy.

Sus recuerdos del pasado, eran mucho más claros de lo habitual en ese momento. Tal vez, su conversación con su padre lo hizo más consciente de los recuerdos de su vida anterior.

Mientras corría, Riley, que estaba recordando su pasado, termino dándole consejos a Sera.

— ¿Oh? ¿Maestro Riley? ¿Qué te trae por aquí…?

— ¿Qué tal si usas los dedos? Si cambia el ángulo a un agarre inverso en el centro, el siguiente movimiento puede ser mucho más suave.

— ¿Disculpe?

—Tu dedo. Tira la espada. Ah, no…no es nada. Lo siento, estoy bastante ocupado ahora. Actúa como si no hubieras escuchado nada.

— ¡Maldición, Sera!

— ¡¿Huh?! ¡¿Maestro?!

—Uh, oh…

— ¡Riley, detén a Riley!

— ¿Al joven maestro?

Riley envolvió su rostro en sus manos con un suspiro, al recordar lo que acababa de suceder. Puede que Sera no hable demasiado, pero sigue siendo una sirvienta. Una doncella a la que le gustan los buenos chismes. Si comenta lo que sucedió el día de hoy.

Entonces, con mis propias manos…

Puede terminar en una situación en la que se encargaría de Sera.

Personalmente. Riley volvió a suspirar, mientras deseaba, con todas sus fuerzas, no tener que llegar a esos extremos.

—Haa…

Cuando dejó caer las manos que estaban en su rostro, cerró la boca que estaba abierta por ese suspiro.

Al mismo tiempo, cerró los ojos por completo. Mientras se recostaba sobre su espalda, el sentido del Ki de Riley se amplió.

Unos segundos después, Riley comenzó a respirar profundamente. No era una técnica que aprendió en la casa Iphelleta, sino su propia técnica de respiración.

Lo aprendió en su vida anterior, y la modificó a su manera…era la técnica de respiración original de Riley.

El débil maná que flotaba a su alrededor, lentamente, comenzó a reunirse hacia Riley. La recuperación, en lugar de ser eficiente, fue como si devorara su entorno.

El maná de alta densidad se reunió a su alrededor, mientras que el maná del caos fue empujado hacia atrás.

¿Esa fue la razón? El espacio, completamente negro, comenzó a iluminarse con lo que parecían luciérnagas.

Era maná.

Como sorprendido por la presencia de Riley, el maná que se había iluminado comenzó a absorberse en el cuerpo de Riley.

Ahora.

Cuando sintió que el maná fluía hacia su cuerpo…Riley abrió los ojos ligeramente y pensó para sí mismo.

¿Debo escuchar lo que está pasando?

El escondite de Riley ha comenzado.

♦ ♦ ♦

—Joven maestro.

— ¡Maestro Riley!

La Mansión Iphelleta se había vuelto ruidosa, una vez más. Ayer se puso patas arriba por Lady Orelly, y ahora había ocurrido otro incidente.

Afortunadamente, fue mucho menos grave en comparación con el destierro de Lady Orelly.

—Aaah, ¿a dónde fue?

La situación podría resumirse en una sola oración: Riley había desaparecido nuevamente.

Su juego del escondite había comenzado. Un juego que todos los que viven dentro de la mansión conocen. Todos saben que una vez que comienza a esconderse, el tercer hijo no se mostraría hasta muchos días después.

Por lo tanto, todos esperaban que, esta vez, no fuera diferente de antes.

—Haa, ¿cómo se supone que debemos encontrarlo, cuando ni siquiera el Maestro Stein puede?

Sera hizo un puchero con la barbilla sobre la escoba, el conde la había regañado mucho.

Había tenido la oportunidad de atrapar a Riley antes de que desapareciera, pero ella no lo hizo. Esa fue la razón.

—Es porque el Joven Maestro dijo algo extraño…

Mientras Sera estaba avergonzada por haber sido descubierta en su intento de entrenar durante la limpieza, Riley había dicho algunas palabras extrañas.

Dándole un consejo para hacerlo de manera diferente, como si fuera un maestro.

— ¿Qué tal si usas tus dedos?

¿Dedos?

Sera retiró las manos de la escoba y se miró los dedos.

Su cabeza había comenzado a girar lentamente, al recordar la voz de Riley.

—Hmm…

Lo que Sera vió al girar la cabeza fue otra escoba que se apoyaba en la pared.

Ella era una espadachina de doble empuñadura, que confía en la velocidad y lucha con una espada en cada mano.

Por lo tanto…

Para mantener su entrenamiento durante sus tareas de limpieza, siempre lleva dos escobas para cumplir con su deber.

Hoy no era diferente.

Aunque ahora solo sostenía una escoba, si cuentas la escoba al lado de la pared, ella había traído dos escobas.

Fue para entrenar.

—Sólo una vez…

Un consejo de su joven maestro.

Aunque es rechazado por todos los demás en la mansión, por alguna razón, Ian siempre dice ¡Nuestro joven maestro, es el mejor! ¡El joven maestro es asombroso!

Ella tenía curiosidad.

¿Por qué Ian alabaría tanto al joven maestro que es un perezoso?

¿Quizás, la respuesta está en ese consejo que le dio?

Cuando esos pensamientos la alcanzaron, Sera se agarró a la escoba libre en la pared como si estuviera poseída.

— ¿Trataré de hacerlo?

Con sus piernas abiertas, según el ancho de sus hombros.

Según lo enseñado por el manual de esgrima de Iphelleta para sirvientes, ella balanceo las espadas…escobas cambiando sus manos como si estuviera bailando.

Era una práctica que Sera hacía a menudo.

Recientemente, se enfrentaba a una dificultad en el tercer paso del siguiente movimiento.

— ¡Aquí!

En el lugar en el que está atrapada.

Según le dijo Riley, hizo girar la escoba con los dedos y abrió mucho los ojos.

— ¿Eh?

El movimiento se hizo mucho más agudo.

No podía creerlo, sus labios se abrieron sin que pudiera evitarlo, sorprendida por pasar del tercer paso al cuarto tan fácilmente.

— ¿Pero, he estado atrapada en eso por tanto tiempo? ¿Cómo puede el uso de los dedos hacer que sea mucho más fácil?

—Espera, lo haré de nuevo…

Incapaz de creer cuán fácilmente conectó los movimientos, volvió a ponerse en posición.

¿Es esto lo que los demás llamarían una epifanía?

Mientras Sera continuaba con los movimientos con los labios separados, se tragó la saliva.

El método ahora, no estaba escrito en ninguna parte del manuscrito de la familia.

— ¿Funciona? ¿Qué? ¿Cómo puede ser tan fácil?

Las dos escobas hicieron un ruido algo agudo en el aire. Todo lo que hizo fue usar los dedos para conectar los movimientos.

Pero fue diferente. Era más simple y rápido que antes. De repente, sintió los pelos de su espalda de punta. Sera podía sentir que los nervios le subían por la espalda y temblaban, mientras dejaba caer las dos escobas.

Finalmente, pudo entender un poco…los sentimientos del viejo mayordomo, quien siempre canta alabanzas hacia el Joven Maestro.

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