La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 74: Un hombre con los ojos vendados

Traducido por Shroedinger

Editado por Sakuya


Koshar resopló al bandido.

—¿Qué tipo de estafa es esta?

—Es… estafa. ¡Es la verdad!

—Entonces, ¿el Rey está tratando de hacerme invertir en algo? ¿Dijo que había una buena perspectiva en alguna parte?

—¡Invertir! —El hombre gritó consternado y señaló el símbolo del Reino Occidental en su pecho—. ¡Mira esto! Es real.

Koshar estudió la cresta por un momento y asintió, y el rostro del hombre se mostró aliviado. Sin embargo, el hecho de que el símbolo fuera real no significaba que a Koshar le importara que el Rey Occidental estuviera tratando de encontrarlo. Habló sin rodeos.

—No responderé a una citación del Rey Occidental. Incluso si se trata de algo relacionado con mi hermana.

—¡Pero!

Koshar seguía sin estar convencido. El hombre gruñó frustrado para sí mismo, pero sabía que la reacción de Koshar era comprensible. ¿Cuántos extranjeros le seguirían si les dijera que un rey vecino los está buscando? Quizás si se hubiera hecho de una manera más formal, hubiera sido más creíble. No obstante, el hombre tuvo que viajar rápido y en secreto, por lo que su apariencia era más que cuestionable. Aun así, Koshar era conocido por sus músculos más que por su cerebro, ¡y el hombre nunca esperó que reaccionara así…!

Koshar resopló y tiró de las riendas. Al final, no se fue, sino que miró al hombre expectante. Cuando el hombre lo miró confundido, Koshar respondió.

—¿Bien? ¿No deberías guiarme?

—¿Qué?

El hombre no pensó que Koshar vendría, entonces, ¿por qué de repente…? Lo miró desconcertado, pero Koshar no se molestó en explicarse.

—Vamos. Guíame.

El hombre se sobresaltó y se adelantó.

—Ven, por aquí.

Sin embargo, Koshar no tenía la intención de ver al Rey Occidental dócilmente. Recordó los rumores de que el Rey Occidental se había enamorado perdidamente de Rashta en la celebración de Año Nuevo. Cuando Koshar reunió información para encontrar la debilidad de Rashta, escuchó que el amor de Heinley era tan grande que discutía públicamente con el emperador Sovieshu.

Koshar no confiaba en el Rey Heinley. No importa cuánto pensara en ello, no había ninguna razón para que el Rey Occidental lo llamara. No obstante, Koshar fue expulsado de su país y no tenía trabajo ni derechos. Así que lo siguió. Si el Rey Occidental realmente lo convocó…

Iba a persuadir al Rey de que lo llevara hasta Rashta.

♦ ♦ ♦

Rashta miró fijamente las plumas azules del pájaro. No sabía de qué especie era, pero sentía un aire de nobleza a su alrededor. Sin embargo, este no era el momento de admirar la apariencia del pájaro.

—Lo siento.

Rashta murmuró y alcanzó al pájaro. Agarró un puñado de sus plumas, antes de respirar profundamente y sacárselas. El pájaro chilló y revoloteó sorprendido, pero la jaula impidió cualquier medio de escape.

Rashta extendió la mano de nuevo y sacó más plumas, y el pájaro gritó y le picó la mano con el pico. Ella sacudió su mano hacia atrás.

El pájaro le dio a Rashta una mirada oscura. Si volvía a poner la mano en la jaula, realmente podría lastimarse. Rashta se apartó porque tenía suficientes plumas de todos modos, las quitó del suelo y las escondió en una funda de almohada.

—Lo siento.

Rashta se disculpó una vez más con el pájaro.

A pesar de su culpa, estaba decidida a protegerse a sí misma y a su bebé. Aunque el violento hermano de la Emperatriz fue desterrado, el resto de su familia permanecía. Aparte de la promesa de Sovieshu de convertir a Rashta en Emperatriz, tenía que garantizar su propia seguridad por todos los medios necesarios.

Incluso si eso significaba que tenía que hacer algo terrible.

¿Cómo llegué hasta aquí?

Todo esto se debió a la hostilidad de la Emperatriz. Si la Emperatriz y su hermano no la hubieran atacado primero, Rashta estaba convencida de que no lo habría hecho.

Se sentó en un sillón, se puso la mano en el vientre y sollozó.

Unas horas después, el cielo se había oscurecido y cuando Sovieshu entró en la habitación, todavía estaba llorando. Sovieshu parecía agotado cuando entró, pero cuando vio a Rashta, inmediatamente se puso alerta.

—¿Por qué estás llorando?

Rashta señaló hacia la jaula. Las cejas de Sovieshu volaron hacia arriba cuando vio las plumas que le faltaban al pájaro.

—¿Por qué está en este estado? No, ¿por qué tienes este pájaro?

—La Emperatriz envió al pájaro de regreso, y Delise lo tomó y se lo dio a Rashta.

—¿Por qué sus plumas están así?

Sovieshu se acercó a la jaula, examinó la herida y apretó los labios con fuerza como si intentara sofocar su ira.

—Rashta no lo sabe.

Ella negó con la cabeza, sollozando. Lamentó la forma en que el pájaro la estaba mirando, pero pensó que podría pagarlo y criarlo por sí misma.

Rashta juntó las manos en un gesto de súplica.

—Su Majestad, ahora que la Emperatriz ha abandonado al pájaro, ¿puede Rashta quedárselo?

Sovieshu miró fijamente al pájaro sin responder. Estaba profundamente ofendido de que su regalo fuera devuelto de esta manera. Rashta le suplicó de nuevo, secándose las lágrimas.

—Su Majestad. Rashta quiere encargarse de eso. Es tan lamentable.

Sovieshu miró a Rashta y lanzó un suspiro de cansancio.

—¿Por qué quieres un pájaro que alguien más ha abandonado? Te compraré uno nuevo.

—Esta criatura también tiene vida. ¿Cómo puedes tirarlo?

—¿Quién dijo que lo tiraría?

—¿Eh? ¿No lo harás?

—Yo lo criare.

—¿Por qué te quedas con el pájaro que Su Majestad ha abandonado?

Rashta lo miró con nerviosismo. Su reacción no tenía sentido. No esperaba que él mismo criara a un pájaro. El Emperador era un hombre orgulloso, y se suponía que debía estar furioso porque la Emperatriz arruinó y rechazó su regalo. El Emperador no estaba tan enojado como debería. ¿Era porque todavía sentía algo por la Emperatriz? Dijo que la iba a reemplazar. ¿Cambió de opinión?

Si Rashta hubiera podido leer la mente de Sovieshu, se habría sentido aliviada en lugar de ansiosa. Sovieshu estaba realmente enojado. La Emperatriz se había desmayado porque el pájaro del príncipe Heinley había muerto, y luego había arrancado las plumas del pájaro que él le había enviado. Quería enfrentarse a la Emperatriz y preguntarle qué estaba haciendo. Era cierto que durante las horas que la Emperatriz estuvo inconsciente, Sovieshu sufrió un miedo como si estuviera sumergido en agua helada. Tenía miedo de que volviera a colapsar. Sin embargo, la ira que se había perdido en su cuerpo se había reavivado de nuevo.

Sin decir una palabra, Sovieshu tomó la jaula y salió de la habitación de Rashta.

♦ ♦ ♦

La ira de Sovieshu no se resolvió al día siguiente y terminó explotando con el Marqués Karl.

El secretario en jefe había llegado a la oficina con un nuevo informe sobre “Pérdida de mana en magos” y se sorprendió cuando vio a Sovieshu cruzando los brazos y con una mirada aterradora.

—¿Su Majestad?

La expresión de Sovieshu era tan anormal que el Marqués se encogió instintivamente.

—¿Qué ocurre? ¿Pasó algo?

—Nada. Nada.

—Pero su cara está…

El Marqués Karl presentó su informe mientras miraba a los ojos a Sovieshu. El Emperador tomó los documentos con una mano y los miró rápidamente, pero su expresión no mejoró en absoluto una vez que vio la naturaleza de su contenido. El Marqués Karl trató subrepticiamente de salir de la habitación cuando Sovieshu lo llamó.

—¿Ya encontraste el certificado de venta?

—¿Certificado? Ah, sí, el certificado de esclavo de Rashta…

—No lo has olvidado, ¿verdad?

—No lo he hecho. —El Marqués Karl suspiró—. Como sabe, no encontramos nada sobre la Emperatriz o su hermano.

—¿Así que lo dejaste?

—No. Después, recordé lo que dijo Lord Koshar y comprobé los aposentos de los caballeros. —El rostro del Marqués Karl se oscureció—. Pero no se ha encontrado.

Existía un certificado de venta. Fue confirmado por el Vizconde Roteschu, Lord Koshar y la compañía a la que Roteschu se lo había confiado. ¡Pero Sovieshu ni siquiera había visto una pizca de ese papel todavía! ¿Por qué planeó divorciarse de la Emperatriz entonces?

La incertidumbre nunca desaparecería a menos que el certificado de venta fuera completamente destruido, pero no se encontraba en ningún lugar, incluso después de buscar en todos los lugares donde podían buscar. Como Emperador, podía usar su poder para registrar la casa de cada ciudadano en el imperio, pero dar tal orden equivalía a promover la existencia de tal certificado.

Sovieshu suspiró y apretó los dedos contra sus sienes palpitantes. Frunció los labios y miró a la pared, pero no se le ocurrió nada.

—No tengo mucho tiempo. Me estoy volviendo loco.

Necesitaba terminar el divorcio y volver a casarse antes de que Rashta tuviera al bebé. La Emperatriz no se hundiría dócilmente. Su ansiedad sólo creció cuando calculó el tiempo que le quedaba para su plan.

—Necesitamos encontrar el certificado rápidamente y destruirlo…

El Marqués Karl se quedó ahí en silencio. Mientras tanto, Sovieshu murmuró para sí mismo mientras reflexionaba.

—No quería usar el método de la venda de ojos…

El Marqués lo vio sin comprender.

—Si no puedo deshacerme del certificado comercial, no puedo evitarlo.

—¿De qué está hablando, Su Majestad?

—Debería usar el método que los emperadores anteriores usan a menudo con sus concubinas.

El Marqués Karl lo comprendió de inmediato.

—¿Quieres lavar la identidad de Rashta?

—Sí. Si llega el certificado de venta, esta es la única forma de disputarlo. —La voz de Sovieshu estaba ronca por la irritación—. Tráeme a la persona adecuada de la nobleza caída. Sería mejor si fueran un poco mayores. No importa si son pareja, o solo un hombre o una mujer.

Un método frecuente utilizado para cambiar el estado de una concubina era tener un matrimonio falso con otro noble. Sin embargo, debido a que Sovieshu tenía que casarse con Rashta dentro de un año, no podía tomar ese curso de acción.

—Sí, Su Majestad.

—Lo antes posible.

El Marqués Karl hizo una reverencia y salió de la habitación, y Sovieshu se reclinó en su silla y cerró sus pesados párpados. Todavía estaba enojado por el pájaro azul. El pálido rostro de la Emperatriz Navier seguía flotando ante él. Si quisiera divorciarse de ella… Tratar de que este divorcio ocurriera causó muchas sorpresas.

El simple hecho de pensar en ello le hacía sentirse incómodo.

♦ ♦ ♦

Después de que mi ira por el envío del pájaro por parte de Sovieshu se calmó, los pensamientos sobre McKenna y el pájaro azul volvieron a mi mente. Después de pensarlo un poco, decidí ir con el Duque Elgy y preguntarle yo misma.

Me pregunto cuál es la condición de McKenna… 

Fui al palacio sur y llamé a la puerta del Duque Elgy. No hubo respuesta. Cuando llamé a la puerta de nuevo, una voz respondió detrás de mí.

—Sí.

Fue una voz llena de risa. Me di la vuelta y vi al Duque Elgy sosteniendo un puñado de flores de aliento de bebé en sus manos.

—¿Le gustaría una?

Miré su rostro sonriente mientras extendía el ramo de flores. Sin embargo, en lugar de aceptarlo, le hice una pregunta.

—Está bien. ¿Sir McKenna está adentro?

En lugar de responder, el Duque Elgy respondió con sus propias tonterías.

—Nadie los ha rechazado jamás. Ahora estoy avergonzado.

—… ¿Sir McKenna?

¿Por qué este hombre estaba jugando conmigo? Suspiré y acepté las flores con la esperanza de que me respondiera correctamente.

—¿Recibe flores con un suspiro ahora? Guau. Esta es la primera vez que me he sentido tan avergonzado.

—¿Sir McKenna?

—Persona muy peculiar.

—Respóndeme.

—Como un cuchillo.

¿Estaba bromeando conmigo? Incliné la cabeza hacia él, él me miró y se rió. Respondió con una sonrisa maliciosa.

—Estimula el espíritu de un desafío, ¿sabe?

Me mantuve en silencio ante las tonterías.

—¿Es por eso que Heinley se siente atraído por Su Majestad?

—McKenna no debe estar aquí.

Si realmente estuviera en la habitación, habría salido para no ser problemático.

Le devolví las flores al Duque Elgy en lugar de intercambiar más palabras con él. De alguna manera mis manos estaban llenas de energía, pero traté de no exteriorizarlo. El Duque Elgy sostenía el ramo de flores, pero cuando me di la vuelta y caminaba, él me siguió y balbuceó.

—McKenna no estaba tan herido como parecía, así que regresó.

—Ojalá me lo hubiera dicho antes.

¿Por qué este hombre es tan resbaladizo? Me pregunté cómo serían las conversaciones del Duque Elgy y Rashta. Rashta diría, “Rashta, Rashta”, y el Duque Elgy diría lo que quisiera. ¿Su conversación progresaría alguna vez? Me preguntaba sobre eso.

Sin embargo, tenía otra consulta. Se trataba de la razón por la que McKenna estaba aquí en primer lugar… pero si se había ido, ¿podría preguntarle al Duque Elgy en su lugar?

—Me gustaría hacerle una pregunta.

—Por favor, hazlo.

—¿McKenna es un pájaro?

Si McKenna era el pájaro azul como esperaba, entonces el Duque Elgy también lo sabría. Laura dijo que había recogido el pájaro azul del jardín. El Duque respondió con una risita.

—Bien. Está cerca de eso, pero no.

—Entonces, ¿es parte de la Tribu Cabeza de Pájaro?

El nombre tribal sonaba como una palabrota, así que hablé con la expresión más seria que pude. El Duque de repente echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír. Era tan fuerte que miré avergonzada a mí alrededor. Después de un tiempo, su risa finalmente se apagó.

—¿Qué tipo de nuevo insulto es ese?

—No es nada.

Estaba avergonzada, así que hablé de manera indirecta y me fui.

♦ ♦ ♦

Después de la desaparición de la Emperatriz Navier, el Duque Elgy sonrió para sí junto a la valla amurallada. Le pareció divertido la forma en que la Emperatriz dijo “Tribu Cabeza de Pájaro” con su distintiva expresión fría. ¿Por qué le atraían a Heinley personas tan sencillas y poco interesantes? ¿Era su apariencia lo que le gustaba?

El Duque Elgy negó con la cabeza. No podía creer que la Emperatriz ya se hubiera tomado una leyenda tan en serio. Murmuró para sí mismo, recordando la forma en que ella preguntó con calma sobre la tribu perdida.

—Ella es rápida para captar las cosas.

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