La Legión del Unicornio – Tomo II – Capítulo 22: Pregunta inevitable

Traducido por Kavaalin

Editado por Meli


Julian veía ansiosamente el enfrentamiento entre Caín y el oso de hielo.

Las pocas flechas que pudo disparar después de armarse de valor no dañaban ni un pelo del pelaje del oso; se las quitaba de encima rodando por el suelo.

Además, el oso de hielo se movía continuamente, más de la mitad de las flechas salían volando desperdigadas y, si disparaba al azar, existía la posibilidad de que lastimara a un miembro del equipo.

—Caín, retrocede un poco y lanza magia de percepción. Todos cierren los ojos. —Ellen habló de repente, había estado disparando flechas desde la periferia del campo de batalla.

En ese momento, el oso dejó escapar una vez más un rugido amenazador.

—Rowena, hechizo cegador.

Una enorme bola de luz envolvió el área; era tan brillante que la luz aún atravesaba sus párpados. Este tipo de magia de área afectaba incluso a las criaturas inmunes a la magia.

Cuando Julian abrió los ojos, vio al oso de hielo rodando por el suelo; aunque volvió a ponerse de pie, sus movimientos eran notablemente más lentos.

De vez en cuando dejaba de moverse, como si dudara. Era evidentemente que había sido cegado.

La presión sobre Caín para que los defendiera se había reducido considerablemente y sus ataques también eran más fluidos.

Julian levantó su ballesta y se movió con cuidado en el círculo exterior de la pelea. Finalmente, cuando el oso de hielo le dio la espalda, aprovechó la oportunidad para soltar una descarga de flechas en su dirección.

Esta vez el ataque fue exitoso, pero el oso de hielo bramó antes de cambiar instantáneamente de objetivo y abalanzarse hacia él.

Aunque había sufrido heridas graves, debido a su furia, la velocidad a la que corría había aumentado.

Julian se movió para esconderse detrás de un árbol, pero sus pies resbalaron y cayó al suelo.

Intentó frenéticamente recuperar el equilibrio, pero ya fuera por nerviosismo o por miedo, su cuerpo estaba rígido y congelado y solo podía mirar, con los ojos muy abiertos, mientras la enorme figura del oso se acercaba hacia él.

En ese momento, una figura se movió para bloquear su visión.

Ellen se interpuso en el camino del ataque del oso de hielo con su arco tensado, esperando que se acercara. Solo cuando estaba a menos de veinte metros de distancia, soltó la flecha.

La punta de la flecha atravesó el ojo izquierdo del oso y su rugido enfurecido se convirtió en un aullido de angustia antes de acallarse abruptamente.

El cuerpo del oso de hielo continuó siendo impulsado hacia adelante por la inercia, y cuando se detuvo, aterrizó justo a los pies de Ellen.

—Vaya que es duro. —Ellen estudió el cadáver del oso de hielo mientras hablaba—. ¿Su cerebro también está hecho de hielo?

Se dio la vuelta para ayudar a Julian a levantarse, sacudiendo los fragmentos de hielo de su cuerpo.

—Julian, ¿estás bien?

El rostro de Julian estaba pálido mientras asentía con la cabeza. Ellen soltó un suspiro de alivio, una sonrisa apareció en su rostro.

—Lo hiciste bastante bien; la próxima vez, trata de no estar tan tenso. Además, mientras corres, ten cuidado con el suelo.

Shelly corrió ansiosamente para ir a inspeccionar el cadáver del oso de hielo, volviendo la cabeza para mirar a Rowena acercándose.

—Maestra Rowena, ¿esta cosa es comestible?

Cuando el oso de hielo se derrumbó, Caín había estado corriendo. Ahora, pasó al lado del animal caído y agarró a Ellen, tirando de él hacia un lado.

—¿Tenías que dejar que se acercara tanto antes de disparar? —Caín frunció el ceño y habló en voz baja—. ¿Es excitante?

—No es eso. —Ellen bajó la cabeza con algo de culpa—. No tengo la fuerza para destruir su cerebro a una mayor distancia de haber querido hacerlo.

—No es como si tuvieras que matarlo con una flecha, después de atacarlo, al menos podrías esquivar… —Caín se detuvo a la mitad de la frase al darse cuenta y suspirar.

Era obvio que Ellen no esquivaría, tenía que ser una muerte de un solo disparo, porque Julian estaba detrás de él.

Aunque este tipo de método era arriesgado, no se debía a que quisiera matar a su oponente y no le importara nada más.

—Es mi culpa por no poder bloquearlo. —Caín negó con la cabeza—. El ataque de Julian fue inesperadamente poderoso.

—Fui yo quien falló en recordárselo.

Caín miró la expresión seria de Ellen y sonrió impotente, extendiendo una mano para ayudarlo a desarrugar su capa antes de caminar hacia Julian.

Julian no podía escuchar lo que estaban diciendo, solo vio la expresión de disculpa de Ellen mientras explicaba algo en voz baja y Caín sacudía la cabeza mientras miraba en su dirección.

El corazón de Julian se encogió.

Es mi culpa. A esa distancia la potencia de una ballesta es mayor que la de un arco.

Sin embargo, el señor Ellen tuvo que protegerme e incluso ayudarme a terminar lo que comencé.

No debí correr, todo lo que tenía que hacer era recargar y disparar otra flecha. Incluso si tuviera que correr, no debí ponerme tan nervioso.

Julian, ¿qué diablos estás haciendo?

A lo largo de todo este viaje, esta era la primera vez que podías ser útil en una batalla, pero todo lo que hiciste fue arrastrar a tus compañeros de equipo.

Caín se acercó y le dio una palmada en el hombro.

—Vamos, no estés triste. Como novato, lo hiciste bastante bien. Sin embargo, es mejor si tienes más cuidado; la potencia de fuego de una ballesta es demasiado alta. Es fácil atraer la atención del enemigo.

—Entiendo, señor Frank —respondió Julian—. Lo tendré en cuenta.

Rosanna, brillando tan intensamente como una pequeña estrella, tu destreza ha sido notada.

Como era de esperar, si alguien más fuera tu portador, sin duda te desempeñarías aún mejor.

El hielo bajo sus pies se derritió a una velocidad visible a simple vista, desapareciendo con la muerte de su amo; evidentemente, este era un atributo de los encantamientos mágicos colocados en el área. El aire helado también se había desvanecido lentamente.

Rowena se acercó.

—Muchas gracias, señor Frank. Antes de la pelea, yo…

Caín se tomó un momento para recuperarse de su sorpresa, diciendo en un tono ligero:

—No hay necesidad de agradecerme, después de todo, somos compañeros de equipo.

Rowena vaciló antes de asentir con la cabeza, su expresión también se volvió mucho más cálida.

Ellen le guiñó un ojo a Caín y una sonrisa apareció en el rostro de este.

—Muy bien, ¿seguimos caminando? —preguntó Caín—. ¿O deberíamos tomarnos un descanso?

—No estoy cansado —respondió Shelly.

—Estoy bien —dijo Julian.

Caín recorrió con la mirada el área, notando que el rostro de Rowena estaba un poco pálido.

—Señorita Silva, ¿necesita descansar? Parece…

—Estoy bien. —Rowena cortó con frialdad las palabras de Caín—. No es necesario que me trate como si estuviera hecha de cristal, gracias.

Su tono había recuperado su anterior indiferencia, causando que Caín se sintiera un poco perdido.

—Tomémonos un breve descanso —habló Ellen súbitamente—. Este lugar es frío y no estoy acostumbrado.

Rowena vaciló antes de responder.

—Hay un lugar para descansar cerca de aquí, está a cinco minutos a pie.

Una vez más, tomó la iniciativa para guiar el camino. Caín ya no se atrevía a acercarse a ella, así que se allegó a Ellen y se mantuvo en silencio mientras caminaba.

—Ellen —comenzó Caín en voz baja después de un rato—, ¿todavía tienes frío?

—Nunca lo tuve —respondió Ellen—. Pero ella necesita descansar.

—Eh… —Caín se quedó en blanco por un momento.

—Caín —Ellen se rio entre dientes—, no interactúas a menudo con mujeres, ¿verdad?

—Bueno… No diría que es escasamente —balbuceó Caín—. Pero rara vez conozco a una mujer que sea tan…

—¿Una mujer que pueda permanecer indiferente cuando habla con un apuesto caballero?

—Ellen… por favor, no te burles de mí. —El rostro de Caín estaba rojo.

—Aunque Sistar ha tenido varios monarcas mujeres —dijo Ellen. —Muchos hombres son incapaces de aceptar que las mujeres tengan una posición igual o incluso más importante que ellos.

—Oh, nunca he pensado así…

—Sé que no lo haces. Pero en el ejército, donde la mayoría de los soldados son hombres, este problema es frecuente. De entre aquellos que tratan a las mujeres con delicadeza, pocos lo hacen por verdadera bondad. Si no es para aprovechar la oportunidad de ganar puntos, es por un sentido de superioridad, pensando que las mujeres son más débiles y por lo tanto, deben ser tratadas de manera diferente.

—Cielos… —suspiró Caín—. ¿Acaso todos ustedes sienten que aceptar ser protegidos es humillante? Si esto continúa así, comenzaré a sospechar que elegí la carrera equivocada…

—¿Cómo compañeros de equipo? No hay nada de malo en eso. Pero ser la carga de un compañero, es una historia totalmente diferente. Sin embargo, esto no es culpa tuya. Aunque tampoco se puede culpar a Rowena por ser demasiado sensible al respecto.

—Aun así, todavía me siento bastante consternado. De verdad.

—No te preocupes. —Sonrió Ellen—. Deja que yo me encargue de esto.

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