La querida hermana del gran duque malvado – Capítulo 2: Eres mejor de lo que pensé, villano (2)

Traducido por Lugiia

Editado por Gia


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Por sus rostros, los dos niños que están cerca de mi cuna parecen ser candidatos a sucesores de LaGrange.

—Te dejaré matarla. Eres más débil que yo, así que necesitas reconocimiento —dice el niño más alto y con una actitud arrogante.

¿Les parece algo normal cederle la muerte de un bebé a otra persona? Sin embargo, el niño más bajo, cuando escucha sus palabras, asiente con una gran sonrisa en su rostro.

Justo ahora, soy testigo de cómo en el corazón de un niño de seis años se extiende una radiante aura amarilla.

Ese color lo asocio con el placer. En conclusión, ese niño se está divirtiendo antes de realizar un asesinato.

Estúpidos bastardos.

En lugar de matarme de inmediato, los chicos acarician mis piernas con el cuchillo, como si estuvieran jugando conmigo, y un hilo de sangre roja comienza a brotar de mi suave piel blanca, provocándome un dolor insoportable.

Hace un momento, Lancel estaba rascando mi brazo. ¡Y ahora estoy siendo acuchillada por un niño que podría estar en la escuela primaria!

Este mundo es muy aterrador. No, es esta familia la que da miedo. Aunque sean medio hermanos, ¿por qué se matan entre ellos?

No puedo soportarlo más, estoy muy asustada.

—¡Bua, bua!

Todavía no puedo hablar, así que mi única forma de expresarme es romper en llanto.

¡No me maten, chicos! ¡Por favor!

—¡Bua, bua, bua!

Aun si estuviera experimentando esta situación en el cuerpo de un adulto, estoy segura de que no podría hacer otra cosa que no sea llorar.

Nunca había sentido una crisis de muerte tan directa como esta.

A causa de mi llanto, el cuchillo, que hasta hace unos momentos apuntaba hacia mi cuello, se detiene repentinamente. Eso pienso hasta que…

—¿Qué están haciendo? —Una voz muy tranquila hace eco en la habitación.

Era solo una ilusión que el comportamiento cruel del niño se detuviera debido a mí.

El candidato a sucesor no dejó de actuar por mi llanto, sus ganas de matarme permanecían en su mente. Sin embargo, su cuerpo parecía estar luchando contra algo.

Aun con mi pequeña línea de visión, logro ver sus manos temblar… como si el cuerpo del niño estuviera atado a algo.

—¡¿Qué haces aquí, Dietrich?! ¡No es como si te importara! —exclama el niño más bajo con todas sus fuerzas.

¿Dietrich? ¿Aquel hombre que en la novela fue el ganador de entre todos los candidatos y reconocido como el gran duque LaGrange?

Ante dicha información, me apresuro a ver la figura de Dietrich LaGrange.

Sin embargo, debido a la falta de músculos en mi estómago, apenas puedo levantar la parte superior de mi cuerpo.

¡Ahhh! ¡Es frustrante que no haya nada que pueda hacer al respecto!

—Pregunté qué estaban haciendo.

Por fortuna, Dietrich se acerca lo suficiente como para poder verlo sin tener que levantar mi cuerpo.

Parece tener la misma estatura que el niño más bajo, pero su presencia es diferente.

Cualquiera pensaría que estoy loca al comparar las presencias de ambos, pero Dietrich, quien parece tener seis años, emana un aura completamente distinta.

Los ojos de aquellos que intentaron matarme brillaban al disfrutar de la situación, pero los de Dietrich se ven negros y muertos.

Pareciera que si los mirabas detenidamente durante mucho tiempo, caerías en una profunda oscuridad.

¡Lo sabía, es el mejor villano de la novela!

Quería olvidarme de la situación y aplaudir con mis pequeñas manos al ver que Dietrich está en un nivel diferente al de esos pequeños bastardos, incluso sin llegar a estar en su forma adulta.

—Respondan.

Después de su demanda, observo a ambos niños flotar con el cuchillo en mano.

Ohhh, qué fuerte es.

—Ya lo sabes, ¿no es así, Dietrich? ¡Todos los recién nacidos se convierten en víctimas del juego de sucesión! —dice con dificultad y sin poder moverse el chico más alto, el que había cedido mi asesinato.

—Eso es solo cuando no tienen a nadie que los proteja —comenta Dietrich, inclinando la cabeza—. ¿Estás intentando matar a esta bebé conmigo aquí presente? —añade mientras agita su mano.

Sus acciones parecen no ir acorde a su edad. Y los chicos atados por la sombra de Dietrich palidecen cada vez más.

—¡Ahhh, me equivoqué! ¡Sabía que era tu hermana, pero…!

Ante el grito del niño más alto, Dietrich suelta su puño cerrado y hace que ambos, quienes estaban suspendidos en el aire por la sombra, caigan como gotas de agua al suelo.

—¿Mi hermana?

—¿Eh…?

—¿Acaso piensan que los estoy deteniendo porque ella es mi hermana? No me tomen por idiota —añade Dietrich.

—Entonces, ¡¿por qué estás haciendo esto?! —pregunta uno de ellos, tosiendo y jadeando en busca de aire.

—Simplemente porque este juego tiene una condición especial llamada «protección».

—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡No sabíamos que esa bebé estaba bajo tu protección!

—Si ya lo saben, desaparezcan de mi vista.

Con un sonido atronador, las sombras negras se convierten en una esfera, la cual  comienza a dar vueltas alrededor de los niños.

¿Cómo puede un chico de su edad ser tan intimidante?

Sin embargo, a pesar de su actitud, no puedo evitar admirar su habilidad.

Definitivamente es el villano de la novela. Tengo que ponerlo de mi lado.

En esta loca familia, los niños no son considerados seres humanos, sino más bien bienes. Por lo tanto, aquellos que son denominados débiles son eliminados.

Necesito escapar, pero que tenga este cuerpo me dificulta mucho y no me deja hacer nada.

Hay demasiados niños en esta familia, pero no todos tienen aptitudes para ser villanos. Algunos solo quieren huir de LaGrange e incluso planean su escape.

Sin embargo, todos son aniquilados en el camino porque podrían llegar a exponer la debilidad de los LaGrange.

Lo mismo podría suceder conmigo.

Me parece que Dietrich no está muy contento con el hecho de que soy su hermana, y su temible mirada hace que sea complicado acercarme, pero aún así, él seguirá siendo el último sobreviviente de este juego infernal.

Incluso si mi objetivo final es huir, primero debo sobrevivir.

La heroína de «La Guerra de las Dos Rosas de los Hombres» no es Anissa. Por lo tanto, no se dio ninguna explicación de cómo se mantuvo con vida en LaGrange.

Eso significa que tengo que sobrevivir por mis propios medios.

Sin embargo, ¿cómo puedo resistir en esta familia violenta con solo la habilidad de leer el aura? Mi única opción es tener a alguien que me proteja.

¡Y ese eres tú, Dietrich!

—¡Baa, baa!

A través de mi balbuceo, lo nombro mi protector y observo cómo lidia con el enemigo.

—¡¡¡L-Lo lamentamos!!! ¡Déjanos ir!

Justo ahora, la habitación es consumida por la oscuridad. Aunque no logro entender el motivo de su accionar, después de que esta se disipa, los dos niños que intentaron matarme desaparecen sin dejar rastro.

Como pensé, es un villano que no demuestra ni una pizca de piedad.

—Baa, baa, baa.

Mientras él se ocupaba del enemigo, hice mi mayor esfuerzo y rodé para llegar al borde de la cuna gigante, haciendo que la misma se meciera con mi movimiento.

¡Oye, mírame!

Al notar mi esfuerzo notable para acercarme al borde de la cuna, Dietrich decide no salir de la habitación y, en su lugar, caminar lentamente en mi dirección.

¡Ya casi puedo verlo!

—¡Baa!

Al mirarlo de cerca, puedo notar que Dietrich es tan bonito como el recuerdo que tengo de Camille cuando me secuestró.

Debido a  que todavía es un niño, la palabra «bonito» se ajusta mucho mejor que «apuesto».

Sus ojos oscuros, al igual que su cabello, se asemejan mucho al velo de la noche.

Sin embargo, cuando nuestras miradas se encuentran, me preocupa lo apagados que parecen sus ojos.

¿Por qué se ven así?

Es como si su espíritu estuviera muerto, haciendo que la llama de su vitalidad se extinga por completo.

—¡Baa!

Quiero decirle «hermano», pero todavía no puedo articular palabras tan elaboradas.

En su lugar, le extiendo mi mano mientras él sigue mirándome con el ceño fruncido.

—¿Baa?

Aunque mis manos blancas y regordetas son muy bonitas, no noto ningún cambio en su expresión.

—¿Qué estás diciendo?

—¡Baa! —exclamo, intentando decir «hermano» de nuevo.

Sin embargo, su aura, que ha sido gris desde que entró en la habitación, no varía sin importar lo que haga.

Es la primera vez que veo un aura tan acromática, como si no tuviera ninguna saturación.

Por supuesto, todavía soy una bebé, por lo que no he conocido a tanta gente.

—Qué ruidosa.

Tomo la mano de Dietrich, la cual descansaba en la valla que rodea mi cuna.

Aunque su mano todavía es pequeña, la mía no llega a ser ni la mitad de la suya.

Aun así, es muy cálida para un niño que emite un aura gris.

Dietrich frunce el ceño ante mi acción y golpea mi mano.

—¿Qué estás haciendo?

¿Qué estoy haciendo? ¡Solo estoy sosteniendo tu mano!

Si fuera un bebé normal, lloraría por sus acciones, pero no soy una bebé normal, y él tampoco es un hermano normal.

Si lloro, puede que me mate por ser muy ruidosa.

Por lo tanto, sonrío y vuelvo a tocar su mano.

Según un libro llamado «Introducción a la Psicología», el cual leí mucho en mi vida pasada, el efecto de este pequeño toque es mayor de lo que se espera.

El libro mencionaba que una pequeña caricia podría ser la diferencia entre conseguir algo o no.

—¡Baa! —pronuncio nuevamente con la palabra «hermano» en mente.

—¿Qué significa «baa»?

Ante su pregunta, estiro la mano que sostiene la suya.

—¡Baa! —repito, esta vez sin olvidarme de sonreír.

—¿Te refieres a mí…?

Dietrich frunce el ceño al darse cuenta de que era a él a quien llamaba.

¿Por qué un niño hace una expresión como esa? Me preocupa que le salgan arrugas en la frente.

—Tú… —responde Dietrich a mi balbuceo mientras me mira fijamente.

Sin embargo, antes de que diga algo más, aquella puerta, que por lo general siempre está cerrada, se abre de forma brusca.

Tan pronto como entra alguien, el aire se vuelve pesado. Es un aura tan fuerte que el cuerpo de un bebé apenas puede soportar.

Incluso sin mirar hacia la entrada, tengo una idea de quién ha ingresado en la habitación.

Dereck LaGrange.

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