Matrimonio depredador – Capítulo 37: Travesuras y desgracias

Traducido por Yonile

Editado por Meli


Leah salió de su aturdimiento y vio que Ishakan sonreía con una expresión ligeramente perpleja sus ojos dorados parecían decir: “¿Se lo diste a ella?”

Ella negó sutilmente con la cabeza agachada. Por una fracción de segundo, una oleada de náuseas se apoderó de ella, lo que hizo que se llevarse de inmediato el dorso de la mano a la boca.

Sin duda, dentro de su palacio había un traidor. Uno, con el que tenía una relación muy estrecha.

Hasta ayer, el palacio de la princesa estaba estrictamente prohibido para los forasteros. Solo aquellos que estaban cerca de la princesa, conocían los tesoros escondidos: la seda de Tyria. Hecha con el tinte de diez mil caracoles triturados, la seda de color púrpura intenso y profundo estaba reservada solo para la realeza.

Solo una de sus doncellas podía acceder al vestido. Era un plan para aislarla. Leah no estaba en condiciones de encontrar al sospechoso y no sabía qué hacer para empezar. También le preocupaba que la condesa Melissa, se culpara severamente a sí misma.

Cerdina, ocultaba silenciosamente sus siniestras intenciones debajo de su sonrisa. Leah había pensado que la reina la honraría dejándola sola por un tiempo. Sin embargo, una vez más, comenzó retorcidamente su juego para estrangularla lentamente.

Por ahora, no tenía energía para entretener a Cerdina. Leah mantuvo la mirada baja.

—El vestido es hermoso. —dijo Ishakan con sarcasmo—. No esperaba que la reina vistiera ropas de Kurkans.

—Esto es para servir al rey de los Kurkans. —respondió con una sonrisa coqueta, sin rastro de culpa incluso frente al dueño del regalo—. La paz que las dos naciones buscarán juntas ciertamente requerirá entendimiento mutuo. Simplemente estoy haciendo lo que puedo, como anfitriona de la familia real.

El rey de Estia levantó la cabeza con orgullo y admiración por su amada esposa.

La boca de Ishakan se torció. Estaba aún más molesto por el comportamiento desvergonzado de Cerdina, pero sorprendentemente, reinó en sus emociones y lo soportó. Miró a Leah en silencio y se dirigió a su asiento manteniendo su fachada fría.

Leah se mordió el labio para reprimir las náuseas y la necesidad de vomitar. Con paso lento, se sentó en silencio. Sin embargo, en el momento en que tocó el asiento, los mareos hicieron que su cabeza volviera a pesar.

Era la familia real la que necesitaba desesperadamente negociaciones de amistad. No había ninguna razón para que Cerdina hiciera que el temperamento de Ishakan cambiara. Particularmente, cuando quería que Blain disfrutara al máximo. Sin embargo, sus acciones eran inusuales, para acosarla incluso estaba intentando quebrar a Byun Gyeongbaek.

Leah se volvió a concentrar en su entorno y miró a Cerdina, tomando nota de su actitud hacia Ishakan durante el almuerzo. Parecía necesario observar adecuadamente sus acciones… y el vestido de seda púrpura.

Se sentía extraña. Por lo general, en otra situación como esta, habría podido controlar su emoción con habilidad, pero era difícil hacerlo. Los impulsos inútiles seguían estallando de la nada, quería levantarse, abofetear a Cerdina en la cara y gritarle se quitara el vestido de inmediato porque era suyo.

Estos eran pensamientos que su yo habitual nunca tuvo. Desde que se había acercado a Ishakan, ¿había cambiado su naturaleza? La hija real impotente y el rey que reina sobre el desierto occidental son mundos aparte.

Leah miró al otro lado de la mesa, hacia Ishakan, que estaba sentado con indiferencia. La silla le pareció un poco pequeña. En comparación con los que estaban sentados, su estatura grande y alta empequeñecía a todos. Él miraba  a Cerdina con los ojos encendidos. A pesar de ser relativamente sutil y silencioso, el aire a su alrededor era pesado y aterrador.

El sirviente que había sido asignado para asistirle se veía pálido mientras luchaba contra el intenso nerviosismo y el miedo de servir al gran hombre que tenía ante él.

La expresión de Ishakan era espantosa, sus ojos afilados se sentían como dagas que perforarían a uno y lo clavarían en su lugar. Sintió la mirada de Leah y volvió la cabeza. Los ojos dorados que parpadeaban con brasas de rabia se suavizaron de inmediato.

Leah se dio cuenta. Ishakan estaba soportando a Cerdina por ella.

En su mente, también sintió la necesidad de estrangular a la reina de Estia. La imagen de su cuerpo tendido boca abajo en la hierba con el vestido hecho jirones parecía atractiva. Después de todo, era un insulto para el vestido que ella usara, rasgarlo lo salvaría. Sin embargo, Ishakan exhaló con calma. Si actuaba por impulso, Leah estaría en problemas. Por lo tanto, no tuvo más remedio que mantener a raya su rabia.

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